Opinión

Y allí viene Petro

En política exterior, al contrario de lo que fue su postura pública en las elecciones de 2018, en esta ocasión Petro ha estado comedido y ha evitado mostrar simpatías o afinidades con las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela

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Gustavo Petro ha ratificado este 13 de marzo, con las elecciones primarias y legislativas, lo que ya han venido señalando las encuestas en los últimos meses. Es el gran favorito para alcanzar la presidencia de Colombia en las votaciones presidenciales previstas para el 29 de mayo. Desde Venezuela la noticia tal vez no sea ésta, sino la suerte de apatía o distancia que prevalece en el periodismo venezolano sobre lo que se está fraguando, políticamente, en el país vecino.

Colombia está en la antesala de lo que posiblemente sea su mayor transformación en la vida democrática. Ya nos son conservadores y liberales, o uribistas, quienes figuran con mayor chance de hacerse con la presidencia. Estamos ante un cambio de primer orden.

“Lo que la izquierda no logró en décadas en Colombia, por la vía de las armas, está a punto de conseguirlo a punta de votos”, sintetizó el politólogo e historiador venezolano Pedro Benítez, estudioso de la política colombiana contemporánea.

No sólo Gustavo Petro terminó siendo electo como abanderado presidencial del izquierdista Pacto Histórico, sino que esta coalición sumó más votos que los frentes de centro y conservador, que también escogieron candidatos presidenciales de cara a las votaciones programadas para fines de mayo.

De tener apenas 3 senadores en la cámara del Senado, tras las votaciones de 2018, Petro tendrá ahora 16. El Pacto Histórico, en número de votos tuvo el mayor caudal, pero por el sistema de representación proporcional según las regiones y circunscripciones, quedó equilibrado con los tradicionales Liberales (16) y Conservadores (15), seguido de otra representación diversa con fuerzas de centro y grupos ecologistas.

La misma correlación se repite en la cámara de representantes. El Pacto Histórico será la primera minoría en un significativo reacomodo político. La corriente uribista, que lleva tal nombre por el dos veces presidente Álvaro Uribe, luce totalmente disminuida tras haber sido un factor de poder en Colombia en las últimas dos décadas.

Lo que dicen las encuestas

Antes de estas votaciones del pasado domingo, se conoció el más reciente estudio de opinión pública realizado por la firma Invamer para Caracol Noticias, Blu Radio y El Espectador. Según esta encuesta independiente, Petro duplica y hasta triplica al resto de candidatos en todos los escenarios planteados para la primera vuelta y supera también con creces a todos ellos en la segunda.

Allí viene Petro. En el equipo de campaña de este ex guerrillero del M19 se pasean por el escenario posible de que el candidato de izquierda se imponga de forma abierta en la primera vuelta, con lo cual no sería necesario acudir a un balotaje. De acuerdo con Invamer, un 44,6 % está muy decidido a votar por Petro. Para evitar una segunda vuelta sería necesario que saque más de la mitad del total de votos emitidos.

El estudio de Invamer preguntó igualmente por la gestión del presidente Iván Duque. La desaprobación sobre su gestión se ubica en 70,7% y la aprobación llega al 25,7%. La mayoría de colombianos se siente desesperanzados y creen que el país va por mal camino, según este estudio, que fue encargado por esta triada de medios de comunicación independientes.

“Más allá del juicio que se haga sobre el gobierno del actual presidente Iván Duque, siempre bajo la inevitable sombra de Uribe, este cambio político en Colombia es una consecuencia paradójica del proceso de paz que impulsó el expresidente Juan Manuel Santos (2010-2018)”, sostiene Pedro Benítez.

A su juicio, ya “la guerra y el conflicto armado” no son el interés principal del electorado colombiano. Tampoco ha calado el discurso que promueve el miedo de que Colombia pueda convertirse en una segunda Venezuela en caso de ganar Petro.

“La eliminación de la libertad individual (en el socialismo real de Europa del Este y la extinta URSS) marcó el fin del concepto democrático, que era un bien muy querido por las luchas obreras del mundo. Y en esta discusión, un tanto alejada de los centros del mundo, en un país llamado Colombia, el M-19 apostaba por la democracia. Porque ese fue siempre el objetivo: era un proyecto democrático”, contó Petro a fines de 2021, en un libro, sus motivaciones para vincularse al M19.

En política exterior, al contrario de lo que fue su postura pública en las elecciones de 2018, en esta ocasión Petro ha estado comedido y ha evitado mostrar simpatías o afinidades con las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Tal cosa debe entenderse, sencillamente, como una estrategia comunicacional en el desarrollo de una campaña electoral.

La crisis de Venezuela, dado su impacto en materia migratoria, será de ineludible abordaje para Petro.

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