Opinión

Vinotinto contra Brasil: setenta minutos que deben marcar el camino

Usted dirá: “¡Qué conformista este tipo! ¿No viste que perdimos?”. Sí, también me derrumba el resultado final, peor no se puede dejar pasar tan buen partido de los muchachos cuando estuvo el grupo titular

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Diseño: Yiseld Yemiñany

La noche pintaba diferente a las demás. La oscuridad tempranera de Caracas por estos días cercanos a Navidad era incrementada por una lluvia que sin ser fuerte, fue permanente desde las cinco de la tarde, aproximadamente. En el ambiente se respiraba que algo podía ser diferente.

El interino Leo González, otra vez lidiando con una manga de ausencias, apostó por mucha juventud en el once para enfrentar a Brasil. Sin embargo, más que por la juventud, arriesgó con dos futbolistas que tienen un pasado reciente más vinculado al desorden personal que a lo futbolístico, pero cuya actualidad justificaba su presencia: Peñaranda y Mejías. Con Graterol en el arco, dejando en el banco a Fariñez, cuya responsabilidad en el primer gol de Paraguay siguió pesando como una losa.

Partiendo de esa serie de variantes y con una gruesa presencia de subcampeones mundiales Sub 20 (hasta seis de ellos fueron desde el vamos), Venezuela hizo los mejores setenta minutos de toda la eliminatoria, superando incluso los noventa contra Chile en el Olímpico y aquella batalla contra la propia Brasil en su tierra.

Venezuela supo juntar las líneas, ser explosiva, marcar el gol cuando lo generó y lo más notable: controlar a Brasil en todas las facetas. Con balón, el equipo de Tite no hallaba cómo descifrar el buen posicionamiento Vinotinto. Oscar González, el único que actúa en el fútbol del patio, se vio cómodo en su batalla contra Danilo y Everton Ribeiro. Léase bien: contra esos dos godzillas del fútbol mundial, el ex Arroceros de Calabozo no tuvo que despeinarse.

Es la Venezuela que todos hemos esperado ver: batalladora, sin ansiedad, involucrada en todas las facetas de juego, donde el colectivo fue tan notable que superó las acostumbradas individualidades para salvar algo positivo, costumbre en lo que ha sido la eliminatoria.

Usted dirá: “¡Qué conformista este tipo! ¿No viste que perdimos?”. Sí, también me derrumba el resultado final. Me frustra tener que escribir sobre otra derrota más. Me preocupa que solo se ha ganado un partido de diez en la eliminatoria. No quisiera volver a tener que escribir, como en tantas columnas atrás, que se mostraron cosas buenas, pero sí hay que decirlo. No se puede dejar pasar tan buen partido de los muchachos cuando estuvo el grupo titular.

Ahí en ese aspecto es que también se marca diferencia en un altísimo nivel como lo es la eliminatoria mundialista. Todos tienen que estar a la altura de la exigencia y, lamentablemente, tres lesiones (Mejías, Brujo Martínez y Rincón), volvieron a desbaratar el plan inicial y quienes entraron en sus lugares, no mantuvieron (ni incrementaron mucho menos) lo que se venía haciendo. ¡Parece un maleficio que haya siempre tantos inconvenientes no futbolísticos para afectar el juego!

Aquí me quiero detener. Se ha insistido en contar con futbolistas que no han demostrado absolutamente nada en todas (y tantas) oportunidades que han tenido en ser convocados. Me refiero al caso específico de Sergio Córdova, a quien no pretendo cargar con la responsabilidad de la derrota pero sí su falta de actitud en un momento tan cumbre como en el que tuvo que entrar al campo. Jugar contra Brasil requiere mucho más que estar en la cancha. Hay que exigirse el triple. Y eso no fue así.

Quiero detenerme en un desempeño individual positivamente hablando y es en lo que ofreció «Brujo» Martínez. Su perfil de lucha y brega, el recorrido que abarca a lo largo de todo el campo, su despliegue en las dos facetas de juego y sobre todo sus ganas, su actitud, deberían contagiar al resto del grupo. Si bien los partidos ya no se ganan con “huevos”, los que derrocha el zuliano valen muchísimo para el buen juego de Venezuela. Su salida del campo fue, para mí, el quiebre total de lo bueno que se venía haciendo. Es difícil ser su compañero en la cancha, verlo jugar y no comprometerse a hacerlo todo con el alma.

Volvimos a perder, sí, pero no me cabe duda que éste es el camino. Gareca en Perú tiene un grupo reducido de futbolistas en su universo de convocatorias, que no suele superar los 25 en número, y con ellos ha ido a un mundial, batalla en copas américas y hoy comienza a resurgir en la tabla de la eliminatoria. Y Perú, por ejemplo, hombre a hombre no tiene la materia prima que sí Venezuela. Es cuestión de grupo, de identificar quiénes tienen sangre de selección y quienes no. Creo que esa es una tarea de la que se ha podido dar cuenta Leo González en su interinato y le da méritos para que terminen de confiar en él para el resto del premundial, porque con el objetivo ya imposible de poder cumplirse, lo que queda es para terminar de cambiar y creo firmemente que con el técnico trujillano eso se puede lograr.

Fue una noche diferente porque aunque todos salimos del Olímpico amargos por la derrota, quedó la convicción que hay cómo levantar la competitividad y que eso no es una mera utopía. Sí hay manera de salir del bache.

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