Espectáculos

Vicente Fernández, se va último gran exponente de un género que languidece

Con la muerte del cantante no hay sustituto de su rango que asuma el relevo, síntoma inequívoco de que la ranchera está de capa caída. Una biografía no autorizada retrata aspectos controversiales de su vida pública y privada

Vicente Fernández
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Con el fallecimiento de Vicente Fernández se va el último gran exponente de la canción ranchera, un género que evidentemente no se extinguirá, pero que carece de intérpretes de su relevancia, como en su momento lo fueron también Jorge Negrete, Pedro Infante, José Alfredo Jiménez y Javier Solís, todos ellos, al contrario que Jiménez, desaparecidos tempranamente y en pleno auge de su fama.

Luego de reinar por más de 50 años en el ámbito de la canción popular mexicana, el intérprete de “Volver, volver”, “De qué manera te olvido”, “Lástima que seas ajena” y “El Rey”, entre otros éxitos de su extenso repertorio, ya estaba retirado de los escenarios desde 2016, luego de hacer una sonada gira triunfal que lo llevaría a recorrer numerosos escenarios, dentro y fuera de su país.

Pese a los problemas de salud que desde entonces y hasta ahora había sufrido, sus allegados decían que conservaba como en sus mejores tiempos la potente voz que lo caracterizaba y así lo ponía de manifiesto en las ocasiones en que se animaba a cantar en reuniones familiares, entre amigos o eventos puntuales de muy bajo perfil.

Voz apabullante y canto hondo

A los 81 años, cumplidos el 17 de febrero de este 2021, Chente -como también era conocido-, permanecía como el representante por excelencia de un género que ahora languidece.

“Es y seguirá siendo el número uno. En este momento no hay quien los sustituya”, decía, rotundo, el compositor mexicano Martín Urieta, autor de 25 canciones hechas famosas por Fernández, apodado también por sus seguidores como “El rey de las rancheras”.

Había nacido en la localidad de Huentitán El Alto, en Guadalajara, estado de Jalisco, al oeste de México, famoso por la música de mariachis y la producción de tequila. Desde los ocho años, cuando recibió de regalo una guitarra, soñaba con convertirse en intérprete de la expresión musical que ha dado ilustres nombres, como los que ya mencionamos al comienzo.

De adolescente siguió empeñado en hacer realidad su sueño cantando en eventos familiares y en restaurantes, con una voz que apabullaba y un canto hondo que en las próximas décadas se convertiría en acompañante de todo jolgorio, fiesta de pueblo, desfile de caballos, encierros taurinos o velada de despecho de México y más allá de sus fronteras.

Fiel sustituto de Javier Solís

Lo idolatraban como cabal exponente de la cultura ranchera, asociada a las haciendas ganaderas, dominada por hombres fuertes, vestidos de sombreros de ala ancha, vaqueros ajustados y botas puntiagudas y que a la vez aman los palenques, con esas peleas de gallo a las que también cantó.

No fue un inicio fácil. Se unió a grupos locales y tocó las puertas de disqueras y emisores importantes del México de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta del pasado siglo, una época de oro para la música y el cine, que marcaba el paso en Latinoamérica. Fue en 1965, casi una década después, cuando la disquera CBS (hoy Sony Music) le abrió las puertas y con ello el camino al éxito.

El Charro de Huentitán fue el heredero natural de la silla que dejaba vacía la partida de Javier Solís (murió el 19 de abril de 1966). “Es duro que se tuviera que morir un ídolo para que se me abrieran las puertas”, recordó tiempo después en una entrevista con la revista Quién.

En 1966 impactó certeramente en el corazón de los mexicanos, con una canción de desamor: “Volver, volver”. Era el golpe que necesitaba para ocupar su lugar en el Olimpo de la música regional mexicana.

Como era natural en la época, también protagonizó varias películas como parte de su formación artística. Haciendo siempre de papeles de hombre humilde, del campo y trabajador, llegó a filmar más de 30, entre las más conocidas: “La ley del monte”, “Tacos al carbón” y “El albañil”.

Vicente Fernández en su rancho
En su rancho “Los Tres Potrillo” en Huentitán, donde nació.

Pública vida personal

Con más de 80 discos grabados en cinco décadas de carrera y más de 70 millones de copias vendidas, consiguió dos Grammy (2010 y 2015), cuatro Grammy Latino (2002, 2010, 2011 y 2013) y seis Billboard (2000, dos en 2010 y tres en 2012). Además, tiene una placa en el Paseo de la fama de Hollywood, que desveló en 1998. Su nombre está grabado en la pasarela al lado de enormes figuras de la música, como David Bowie, Louis Armstrong y Frank Sinatra.

Vicente Fernández nunca evadió compartir públicamente su vida personal. Se casó en 1963 con María del Refugio Abarca, “Cuquita”, vecina de su casa, y tiene cuatro hijos: Vicente, Gerardo, Alejandro y Alejandra, esta última adoptiva. El más famoso de los cuatro es Alejandro, quien siguió los pasos de su padre como cantante.

La periodista de espectáculos mexicana, Paty Chapoy, contó en su programa de televisión diario que cuando le preguntan a Chente la razón por la que su matrimonio ha durado tanto tiempo, el charro no duda en responder que todo ha sido por la paciencia de su esposa.

Uno de los episodios más dolorosos que Fernández ha tenido que compartir con sus seguidores fue el secuestro en 1998 de su hijo mayor, Vicente, quien estuvo privado de la libertad por 121 días y al que liberaron después del pago de un rescate millonario, aunque le mutilaron tres dedos.

Abajo Trump, viva Chávez

Las polémicas tampoco dejaron de estar presentes en su vida. En 2013, en España, en una investigación sobre blanqueo de dinero, se determinó que los narcos colombianos pudieron blanquear hasta cinco millones de euros en la gira de despedida del charro mexicano, aunque no se determinó la implicación de Fernández en este caso.

También hizo no pocos comentarios polémicos, como cuando en su concierto de despedida en el estadio Azteca de Ciudad de México en 2016, ante más de 100.000 personas, dijo lo siguiente, en caso de encontrarse cara a cara con Donald Trump:

“Le voy a escupir la cara y le voy a mentar la madre”. Ya ese mismo año había publicado un corrido con el que mostraba su apoyo a la entonces candidata demócrata Hillary Clinton. “Señora Clinton, estoy aquí para pedirle que cuando llegue a la presidencia no se olvide de todos mis hermanos mexicanos y latinoamericanos”.

Tampoco escondía, para decepción de muchos de sus seguidores en Venezuela, su admiración por el fallecido Hugo Chávez, a quien visitó en el Palacio de Miraflores en 2012 y con quien cantó “Lástima que seas ajena”, uno de sus grandes éxitos, y a cambio le dieron la Orden del Libertador.

Cantó con Chávez en Miraflores y le dieron la Orden del Libertador

Altibajos familiares

En 2019 protagonizó su más reciente polémica, al afirmar que rechazaba recibir un trasplante de hígado, por si el donante era homosexual o drogadicto.

Así lo comentó en una entrevista de la cadena mexicana Imagen TV. “Estando en Houston me hallaron una bolita en las vías biliares y era cáncer. El equipo médico encontró donante en un plazo de solo dos días. Cuando me lo dijeron interrumpí la gira. Me quisieron poner el hígado de otro cabrón y dije: ‘no amigo, yo no me voy a ir a dormir con mi mujer con el órgano de otro güey (otro tipo), ni sé si era homosexual o drogadicto”.

Las declaraciones suscitaron un rechazo generalizado en las redes sociales, al ser consideradas homófobas y carentes de fundamento.

Con su familia tuvo también altibajos. Muy conocidos han sido los desencuentros con su hijo, Alejandro, apodado El potrillo, con el que tuvo varias discusiones y a quien regañó públicamente por no hacer las cosas como esperaba. No le gustó, entre otras cosas, que su vástago hubiese incursionado en la música pop. Esta desavenencia parece haber terminado en 2019, cuando ambos compartieron escenario, junto al hijo de Alejandro, en la ceremonia de los premios Grammy.

El potrillo, a su vez, vive una vida de excesos marcada por el alcohol. En 2018 lo desalojaron de un vuelo por negarse a ponerse el cinturón y apagar su celular, ha cantado borracho en los conciertos y protagonizado peleas en bares de la capital mexicana.

Históricas canciones

A lo largo de su larga trayectoria de más de medio siglo, el cantante le dio voz a compositores mexicanos como Martín Urieta, Federico Méndez Tejada, Fernando Maldonado, José Alfredo Jiménez, Gerardo Reyes y Jorge Massías. Varios de los más de 400 temas que interpretó fueron parte igualmente del repertorio de otros vocalistas, como es el caso de “El rey”, pero al que terminó convirtiendo en un emblema indisolublemente ligado a él.

La canción es original de José Alfredo Jiménez, quien la lanzó en 1965 y fue su primer intérprete. Luego lo hizo Pedro Vargas, hasta que Vicente Fernández la versionó en 1991 y la convirtió en una de sus cartas de presentación, pese a que luego la grabarían también innumerables artistas, como Luis Miguel, Raphael, Maná y Julio Iglesias, entre muchos otros.

Pero quien la hizo suya como parte obligada de su lista de éxitos fue Fernández.

Claroscuros de una biografía

Ya fallecido el artista mexicano, no tendrá que afrontar la publicación de la andanada de oscuros detalles sobre su vida, que aparecen en “El Último Rey”, biografía no autorizada escrita por la periodista argentina (residenciada en México) Olga Wornat, de inminente aparición.

Una esposa muy enferma, una familia resquebrajada por diferencias irreconciliables entre sus integrantes y el “Charro de Huentitán” desahuciado en terapia intensiva son el colofón de este texto.

“Lo ves ahí, desahuciado en un hospital de Guadalajara. Yo sé que ya no está aquí, o sea, no va a volver. Eso que dicen: ‘Interactúa con nosotros’, eso no es verdad, eso no es cierto, eso me lo ha dicho parte de la familia”, destacaba hace dos días, en una entrevista con motivo de la presentación de su obra. Y remataba:

“Con hijos que no se hablan entre ellos, que se disputan una herencia incalculable… ay, ¡yo no quisiera eso ni por toda la plata del mundo!”, comentó.

Autora de biografías como “Menem: La Vida Privada (1999)”, “La Jefa” (2003/ Sobre Martha Sahagún de Fox, viuda del ex Presidente mexicano Vicente Fox) y “Felipe, El Oscuro” (el ex Presidente Felipe Calderón, 2020), Wornat aclaró que lo que motivó su investigación fue su admiración por “Chente” y sus logros artísticos.

Olga Wornat: biógrafa no autorizada de Fernández

“El último ídolo de México”

“Vicente se rompió el alma, trabajó de todo para llegar, porque tuvo un hambre de éxito y fue un ídolo con una voz extraordinaria, un talento y un carisma y, sin embargo, no pudo construir una familia, entre comillas, medianamente normal. Los hermanos no se hablan entre ellos. Es una familia rota”.

Gracias a su madre, quien cantaba en su juventud las canciones del artista, Wornat se interesó por indagar sobre la vida y obra del que considera “el último ídolo de México”.

-Todo eso que está pasando ahora me da un poco de tristeza, porque Vicente Fernández, todo el mundo lo sabe, era un hombre al que no le importaba el dinero, no sabe ni cuánta plata tiene en el banco.

Detalles de un secuestro

Publicado por Planeta, el texto, de seis capítulos, abre con la historia del secuestro de Vicente Fernández Jr., ocurrido el 13 de mayo de 1998, y su posterior liberación, 121 días después.

Para Wornat era vital empezar por ahí su trabajo, porque, aseguró, ese hecho marcó profundamente la vida de “Chente”, y de no haber recuperado a su hijo, tal vez no hubiera seguido cantando.

La escritora puso en práctica toda su pericia como investigadora para reconstruir el rapto, y la matizó con elementos literarios que dijo, debe a la formación inspiradora de una figura admirada, el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez (“Santa Evita”).

Conviven en las páginas el villano (Gerardo), la víctima (Vicente Jr.) y el incomprendido (Alejandro), sus tres hijos varones.
-Me lo dice gente muy adentro de la familia Fernández -revela Wornat-: al día de hoy, Vicente Jr. sigue pensando que Gerardo tiene que ver con su secuestro.

El libro da cuenta también de muchas cosas que se supieron de “oídas”, como los múltiples romances de Chente (el más polémico, con la actriz Patricia Rivera), su machismo y lujuria diletantes que lo involucraron en un caso de violación, y sus largas ausencias debido a que construía una mítica trayectoria.

Sufrida matriarca

El centro de la investigación es el patriarca, pero también está la matriarca (Cuquita), quien mandaba sólo de la entrada del Rancho Los Tres Potrillos para adentro (residencia de la familia en Guadalajara).

-Sufrió horrores, por eso Cuquita está enferma, está muy afectada de salud, por toda esa vida que ha llevado con el hombre que ha sido el único en su vida. Porque estoy segura de que Cuquita no le fue infiel. Vicente fue el primero y el único. Y le perdonó todas.

Vicente Fernández con su esposa Cuquita: sufrida matriarca

Para Wornat, esta nueva biografía busca mostrar al lector los claroscuros de un personaje sin filtro, como lo ha sido el ídolo de la música popular.

“Este libro comenzó mucho antes que la enfermedad”, confiesa, y asegura que en el camino tuvo fuertes confrontaciones internas con este artista que cantaba entrañables canciones, pero que analizadas en los parámetros actuales también pueden sonar machistas.

Convencida del equilibrio de su trabajo, la periodista aseveró que no teme represalias de los Fernández.

“Mi trabajo es sólido, proveniente de fuentes importantes y todo lo tengo grabado. Si me quieren demandar, es cosa de ellos”, remata.

Insustituible y sin relevo

La periodista Patty Chapoy considera que actualmente no hay alguien que pueda llenar el vacío en la música ranchera dejado por Vicente Fernández. No está muy convencida de que pueda ser su hijo Alejandro, pues el vástago del charro se desvía a cantar pop también.

-Alejandro, de 49 años, es la versión pop de los charros de hoy. Se enfunda en el traje típico, como su padre, pero las canitas a lo Richard Gere, su sonrisa de mujeriego y su atractivo natural delatan que las rancheras atraviesan otra época.

Ahora toma el relevo del último gran cantante de música mexicana, pero muchos sospechan que la segunda versión no se parece en nada a la primera. Las rancheras a lo Fernández se enfrentan a la era pop.

Vicente Fernández y su hijo Alejandro, una relación tempestuosa
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