Opinión

Venezolanos: volver a la patria

El primer vice presidente del Parlamento venezolano, Juan Pablo Guanipa, aborda en este artículo de opinión el drama de los miles de migrantes venezolanos hoy obligados a regresar al país por culpa de la pandemia de Covid-19 y son despreciados por Maduro. Familias enteras vuelven a la patria devastada de donde salieron una vez empujados por la enorme crisis económica y social legada por el chavismo.

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La diáspora venezolana, muy cerca de los 5 millones. Foto: AFP

Es asquerosa la manipulación que hace Nicolás Maduro del regreso de algunos venezolanos. Es un manejo inescrupuloso, deshonesto y amarillista del tema. Maduro sabe que esa gente se fue por su culpa y los que ahora regresan lo hacen a pesar de él.

Cuando cerca del 20% de la población de un país decide –movida por la circunstancia de no contar con nada y mucho menos con oportunidades– refugiarse en otro país para tratar de lograr una mejor vida, tenemos que concluir que el país de origen ha fracasado. Esa decisión toma visos impensables cuando el migrante asume sortear todos los obstáculos, incluyendo el económico, para lograr su objetivo.

Que miles de venezolanos decidan viajar en bus durante varios días, o hasta hacerlo a pie, por centenares de kilómetros, nos hace ver que el grado de desesperación es tal, que arriesgan hasta la vida para salir de su país convertido en infierno.

El culpable de toda esta realidad es Nicolás Maduro, junto a sus cómplices, a quienes jamás les ha preocupado la suerte de nuestros compatriotas.

Venezuela nunca fue un país de emigrantes. Al contrario. El venezolano siempre tuvo un fuerte arraigo a su nación, y hemos sido una patria abierta a la recepción de personas. Durante muchos años recibimos centenares de miles de personas de todos los continentes.

Solo en el Zulia llegamos a tener más de un millón de colombianos, así como italianos, portugueses, españoles, árabes, chinos, etc. Toda esta situación cambió desde que, como sociedad, cometimos el error de elegir democráticamente a un militar golpista que utilizó la democracia para acabar con ella y perpetuarse en el poder. Allí estuvo hasta que murió y luego sus cómplices terminaron de destruir al país.

Desarraigo obligado

La Venezuela que han dejado más de cinco millones de compatriotas es una Venezuela devastada en lo político, económico, social, institucional. Y nadie puede juzgar a quien decide, al verse perdido en sus oportunidades, irse a otras latitudes a buscar su realización personal y a luchar por su familia, de la cual muchas veces se separa.

Quien se va termina haciendo un intercambio de problemas. Muchos venezolanos mejoran afuera en sus condiciones de vida y muchos pueden estar hasta peor que cuando dejaron su suelo.

Todo se agrava con la presencia mundial de Covid-19. La gente que ya estaba más o menos estabilizada ha perdido su trabajo, muchos fueron desalojados de cuartos y casas y quedaron en la calle, sin recursos y pasando hambre. Cuentan con la solidaridad de embajadores democráticos y de ONGs, pero sin duda esto no ha sido suficiente.

Algunos han decidido volver a su patria y ya hemos visto lo difícil que se les ha hecho. De nuevo caminar kilómetros y kilómetros con riesgos convertidos en realidad, ocurrió hace unos días en Perú, donde un camión atropelló a varios venezolanos que regresaban a pie y tres de ellos murieron.

Los que logran llegar a la frontera del lado venezolano deben pasar varios días en unos refugios degradantes, sin las mínimas condiciones y con pésima alimentación.

Brazos cerrados

Y allí surge el cinismo de Maduro y su banda.

Se burlan de quienes se fueron, les restriegan su “error” y les dicen que su “gobierno” los recibirá con los brazos abiertos. Lo que nunca asume el usurpador es que esa gente, como hemos dicho, se fue por su culpa y regresan a pesar de él.

Regresan porque les da la gana pasar hambre y vivir mal en su tierra. Pero todos están conscientes de que la única forma de salir de esto es sacar a Maduro y a sus cómplices y, en medio de esta situación de pandemia y con todos los demás problemas profundizados, debemos hacer todo lo necesario para sacarlos y lograr que Venezuela tome un rumbo distinto.

Si ahora, por necesidad, han regresado veinte mil venezolanos, tenemos que seguir luchando hasta que puedan volver millones y encuentren una patria libre, democrática, de emprendimiento. Esa patria que soñamos y que será posible.

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