Venezuela

Venezolanos huyen del coronavirus para caer en refugios

Refugiados retornan a Venezuela para escapar de la crisis provocada por el nuevo coronavirus en los países vecinos. Pero denuncian las precarias condiciones de la cuarentena bajo control militar en las poblaciones fronterizas de Táchira

Publicidad

Quejas, llanto, incertidumbre y hambre es el panorama en refugios donde están recluidos muchos de los casi 4.000 venezolanos que regresaron al país en los últimos días por la frontera del Táchira. Son refugiados en su propio país, a donde han llegado para escapar de la crisis mundial del nuevo coronavirus y la Covid-19.

No retornar, quedarse en el lugar donde se encuentren o al menos no hacerlo con niños, mujeres embarazadas o personas mayores.

Esa es la desesperada recomendación de quienes ya cumplen cuarentena obligatoria en San Antonio, ante las difíciles condiciones que sufren.

En los últimos días los venezolanos han sido atendidos como población vulnerable en Colombia y otros países andinos, como Perú.

Los municipios fronterizos Bolívar, Pedro María Ureña y Junín ya recibieron a 3.974 venezolanos. Son las últimas cifras del representante del gobierno chavista en Táchira, Freddy Bernal.

Este éxodo se intensificó desde el pasado sábado 4 de abril. Familias enteras o grupos de amigos han retornado al país a través del canal humanitario dispuesto en el puente internacional Simón Bolívar, que une a Venezuela y Colombia.

Promesas oficiales

En el terminal terrestre de la localidad de San Antonio del Táchira, el pasado lunes 6 de abril, el general jefe de la Zona Integral de Defensa (ZODI) Táchira, Ángel Moronta Juliao, dijo a un grupo de venezolanos  que pernoctaba allí que los llevarían a puntos de atención social donde serían atendidos.

“Ahí en los puntos si vamos a poder establecer la atención médica urgente, porque mientras estén 700 u 800 aquí no podemos hacer esa atención médica”, precisó el jefe militar.

Prometió que mujeres embarazadas, niños y personas de la tercera edad deben tener una atención especial en “Puntos de Alojamiento Social Integral”, (PASI).

A estos lugares serían trasladados de acuerdo a los estados del país al que pertenezcan, la edad de cada ciudadano, su estado de salud y grupos familiares.

“Pasarán a los PASI (…) totalmente acondicionados no están pero ya tenemos segmentadas 300 a 350 personas. Y en cada uno de esos PASI van a tener la atención médica, social, alimentación, medicinas y me van a conseguir fórmulas para los niños”, afirmó el jefe de la ZODI Táchira en una reunión informal que quedó registrada en video.

Filtros militares

Para permitirles seguir a sus estados de origen deben pasar una cuarentena de 15 días más o menos aquí, detalló el militar.

Hasta la mañana del martes 7 de abril en Táchira se habían instalado ocho Puntos de Alojamiento Social Integral en instituciones de San Antonio y Ureña. Allí llevaron a los venezolanos que regresaron, con la promesa de darles atención médica, social, epidemiológica y legal, según informaron fuentes oficiales en la región.

Durante la madrugada de este miércoles 8 de abril, otro grupo de ciudadanos fueron llevados en autobuses hasta la población de Rubio. Allí fueron albergados en la escuela Gervasio Rubio, pese a las protestas de la población.

La otra cara

Los que ya han sido instalados para cumplir cuarentena en las escuelas de la frontera con Colombia, hacen llamados a quienes tienen la intención de regresar para que no lo hagan. Advierten de las precarias condiciones en las que los mantienen, a cinco días de haber arribado a Venezuela.

“Ya son cinco días sin comer bien, sin agua y durmiendo en el piso. Quien quiera venirse a Venezuela, piénsenlo bien porque esto es un calvario. Ya nos duele todo el cuerpo por estar en el piso todo el día. En las noches los buses del gobierno llegan y se llevan 100 o más personas”, relató una de las venezolanas que se encuentra en el terminal de San Antonio del Táchira.

La joven de 27 años, precisó que alrededor de 1.500 personas se encontraban el pasado martes 7 de abril en el terminal. Al amanecer del miércoles solo quedaban unas 150, las demás las llevaron a albergues provisionales.

“Es una locura. Quien pueda quedarse donde está que lo haga. En una plaza en Bogotá, donde sea. Con niños, mujeres embarazadas o personas adultas no vengan. Está situación es para afrontarla uno sola para poder guerrear”, denunció.

Refugiados en su propio suelo

María Angélica Sánchez, (nombre con el que se reserva su identidad) oriunda del estado central de Carabobo,  regresó de Bucaramanga. Es una de los centenares de venezolanos que han vuelto desde Colombia.

Todo el viaje fue tranquilo hasta llegar al peaje de la entrada a Cúcuta, donde Migración Colombia los juntó para llevarlos al canal humanitario del puente Simón Bolívar.

“Todos tenemos que pasar por el puente Simón Bolívar para ir a San Antonio. Si alguien se desvía por las trochas (caminos ilegales en el monte) se va a encontrar con otra gente que está toda vestida de negro y encapuchada. Igual ellos si lo agarran a uno lo entregan a las autoridades venezolanas que están en la aduana”, relató.

Una vez en Venezuela, los empiezan a organizar por estados.

“Uno sale contento a decir de donde es, lo suben a un autobús pero es mentira todo porque nos llevan al terminal de San Antonio, donde nos tienen como perros”, afirma.

Con voz quebrada María Angélica aseguró que el suministro de comida es intermitente.

“El agua nos la quitaron anoche a las 11 de la noche y esta es la hora (11 de la mañana) y no la han puesto. Tenemos hambre, la poca plata que traíamos se acabó. Algunas personas a escondidas nos han traído cosas”, relata.

Los mantienen incomunicados. No solo porque en la zona el servicio de telefonía móvil es deficiente y los extensos y constantes cortes eléctricos hacen difícil el uso de la telefonía móvil o fija.

“Los teléfonos los usamos escondidas. Si nos ven que tomamos fotos nos metemos en problemas (…) esto no es un juego, les estoy contando la realidad”, denunció otra de las venezolanas que pidió reserva de su identidad.

Precarias condiciones

En el liceo Manuel Díaz Rodríguez, de San Antonio, tres de las personas en cuarentena dijeron a El Estímulo que no les estaban dando alimentos como es debido.

“Solo comieron mujeres y niños y el día que llegamos, para los hombres no alcanzó la comida. Nos hicieron unos exámenes y estamos esperando que va a pasar con nosotros”, declaró una de las mujeres que no quiso identificarse.

Prohibido quejarse

También denuncian el maltrato por parte de las autoridades militares y policiales que los custodian.

“Me quejaba por la falta de agua y el guardia me gritó; dijo que para qué me regresé.

“¿Usted no se había ido porque Venezuela era lo peor? (…) ahora aguante´, me contestó”.

En el liceo bolivariano “San Antonio”, han sido recluidas más de 300 personas.

No tienen agua, la poca que llega es racionada, los alimentos escasean y la gente permanece en el piso durmiendo. Apenas fueron entregadas 30 colchonetas entregadas en las últimas horas, precisó Alirio Ceballos, de 34 años, quien llegó desde Colombia y permanece en cuarentena en ese lugar.

En el terminal de pasajeros hay niños menores de 10 años, dijo Sonia Rodríguez, otra retornada desde Colombia.

“Hasta ellos no se han extremado las medidas porque más allá del contagio la situación que están pasando puede ocasionarles con el tiempo un trauma emocional. Ellos (los niños) no entienden que está pasando, quieren salir de ese lugar, irse a casas, pero no pueden”, señaló.

Los pobladores

Los reclamos y el descontento no solo viene por parte de los ciudadanos venezolanos que llegan a través del canal humanitario. Habitantes de San Antonio, también expresan su rechazo a la situación que se vive.

Están sitiados, con un toque de queda que inicia a las 4 de la tarde cada día y finaliza a las 10 de la mañana. A esto se suma la austeridad ocasionada por la pandemia y por el cierre de la frontera en los pasos legales. Varios afirman que la situación en la zona no puede ser peor.

“Por las trochas está entrando gente por cantidad, sin ningún control. Parece que quienes retornan ya están enterados de la situación que se vive en San Antonio y prefieren regresar por trochas. Llegan al pueblo y buscan un transporte por sus propios medios para continuar el camino a casa”, dijo José Arellano, vecino del barrio Lagunitas, de la población fronteriza.

Durante un recorrido por la población, Arellanos aseguró haber constatado que ningún protocolo de seguridad se cumplía dentro de algunas instalaciones de la cuarentena.

Improvisación

“No se ve organización y la gente se queja de la improvisación. No hay alimentos, ni agua les están dando. Es angustiante ver lo que sucede y pensar que en las próximas semanas se pueda agudizar aún más la situación con la llegada de más venezolanos”, manifestó.

En San Antonio hay gente en las calles pidiendo limosna, -dijo Arellano-, quien aclaró que no se trata de habitantes del pueblo, porque “esos uno ya los conoce».

«Estas son caras nuevas y generan temor en la población ante un contagio. Pero también uno se pone en el lugar de ellos y entiende la situación por la que están pasando, señala.

Por su parte, Natacha Duque, coordinadora de la ONG Operación Libertad y habitante de San Antonio, hizo un llamado a las organizaciones internacionales (ACNUR, UNICEF, OIM) para que den una solución a los retornados.

“Como directora de la ONG Operación Libertad, hago un llamado a los organismos internacionales ACNUR, UNICEF, OIM, para que pongan la mirada en la situación de desplazamiento en frontera. Sabemos que existen programas de alimentación que pueden ayudar a solventar esta situación que se está viviendo en la frontera”, pidió Duque.

Protestas

El retorno de connacionales despierta duras críticas y hasta protestas de vecinos en la frontera. Se unen para evitar que a escuelas y liceos de la zona sean llevadas personas que regresan y deben cumplir cuarentena por protocolos de seguridad.

Obstáculos en las vías, gritos, consignas en rechazo a las medidas son formas de protestas en las poblaciones de San Antonio, Rubio, Ureña y Capacho.

Al final de la tarde del lunes del lunes 6 de abril,  habitantes de la zona sur de San Antonio, salieron a la calle principal del caserío «Llano Jorge». Protestaron contra la intención de recluir en la escuela local a otro grupo de venezolanos que llegaron de terceros países.

Resistencia civil

La vía fue cerrada por obstáculos que impedían el paso a cualquier vehículo que intentara penetrar el lugar.

“Aquí en el Saladito la gente está en la calle. Todos hemos salido porque quieren meter un convoy que viene con gente en la escuelita de la zona. Han salido a protestar y la gente no los dejó pasar. En Libertadores de América también se quisieron meter y la gente no se dejó”, dijo Domingo González, habitante del caserío El Saladito.

Las comunidades de la parte alta de San Antonio se prepararon con implementos como cornetas, pitos y demás utensilios ruidosos. Los usan para advertir a los vecinos de la presencia de autobuses o camiones militares que de madrugada movilizan a los retornados para instalarlos en las escuelas de la zona.

Hasta el término de este reportaje la zona sur de San Antonio del Táchira ha sido el único lugar donde no han ingresado las fuerzas militares a albergar ciudadanos Venezolanos retornados. Los habitantes rodearon el lugar con escombros que no permiten el ingreso, y no los han retirado.

Publicidad
Publicidad