Opinión

Una cumbre que desnuda la distancia entre EEUU y América Latina

El espacio de las cumbres de las Américas viene decayendo, desde que fueron concebidas originalmente a mediados de los 1990 como un encuentro diplomático orientado a promover el libre comercio hemisférico. El empuje integracionista ya no forma parte de la agenda política regional de América Latina

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El planeta paulatinamente recupera su normalidad. No sólo los niños regresan a las escuelas y la gente vuelve a conciertos o al café de la esquina. Los presidentes también se reúnen de nuevo, cara a cara, tras dos años largos en los que prevalecieron los encuentros telemáticos entre jefes de Estado.

“De cumbre en cumbre”. Así cuestionó un Hugo Chávez recién estrenado en el poder la proliferación de reuniones de presidentes, al iniciarse el siglo XXI. Con el paso del tiempo no sólo asistía a las reuniones ya tradicionales, sino que inventó Chávez otros espacios para que los mandatarios viajasen, se reunieran con mensajes grandilocuentes y resultados nulos.

La Casa Blanca ha convocado la IX Cumbre de las Américas, a realizarse en Los Ángeles en tres semanas. Esta cumbre no despierta mucho interés en América Latina, y mediáticamente está centrada en la presencia o no de los regímenes autoritarios, me comenta el politólogo venezolano Xavier Rodríguez-Franco, quien tiene una maestría en estudios latinoamericanos de la Universidad de Salamanca (España) y es editor del podcast de análisis del portal Latinoamérica 21.

Lo que se esperaba fuese la gran iniciativa del gobierno de Joe Biden en política exterior para el hemisferio, la IX Cumbre de las Américas, podría naufragar como estrategia diplomática por errores estratégicos en los anuncios públicos hechos desde Washington.

La Casa Blanca, que ha enfatizado el tema de la democracia como prioridad de la política exterior, quiso marcar distancia pública de las tres dictaduras que existen en América Latina: Cuba, Nicaragua y Venezuela. El anuncio, previo a que se hicieran las invitaciones formales, activó un frente izquierdista de solidaridad, con varios presidentes que han condicionado su presencia en esta cumbre, a que no haya restricciones en las invitaciones por parte de Washington.

Creo que la convocatoria de la Cumbre se basó en un mal cálculo y se gestionó erróneamente. En vez de asegurar primero con los países aliados su participación, empezaron con una convocatoria abierta general anunciando la exclusión, antes de enviar invitación o negociar bilateralmente, me explica Andrés Serbin, presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES), con sede en Buenos Aires. 

Incluso los aliados más firmes de Estados Unidos “se resienten de una estrategia paternalista e impuesta de esta naturaleza”, según Serbin, quien vivió largos años en Caracas, décadas atrás.

A todo esto se suma, según diversos analistas, la ausencia de una clara política de Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe, año y medio después de que Biden se juramentó como presidente.

Los presidentes de México (Andrés Manuel López Obrador), Bolivia (Luis Arce) y Honduras (Ximena Castro de Zelaya) han puesto en duda su presencia en Los Ángeles si hay exclusiones en las invitaciones. 

Brian Nichols, el subsecretario de Estado de EEUU para el hemisferio occidental, ha reiterado que Cuba, Nicaragua y Venezuela no serán invitados a la reunión, de la cual además se desconoce la agenda. Nichols asegura que en la IX Cumbre de las Américas se tratarán temas de desarrollo, salud, ecología y migración. Su mensaje, sin embargo, es muy general sobre los temas que abordarán los jefes de Estado. Dado que hay tan poco tiempo no se esperan grandes resultados o anuncios posteriores a la reunión.

Alberto Fernández, el presidente de Argentina, también ha solicitado que no haya exclusiones en las invitaciones, pero evitó presionar a Washington amenazando con no asistir.

Un espacio en decaimiento

Otra dificultad que tendrá el gobierno de Biden ha sido el desinterés de Jair Bolsonaro, el actual presidente de Brasil, quien está enfocado en una campaña en búsqueda de la relección en las elecciones pautadas para octubre.

Como me explicaba Rodríguez-Franco, ya el espacio de las cumbres de las Américas viene decayendo, desde que fueron concebidas originalmente a mediados de los 1990 como un encuentro diplomático orientado a promover el libre comercio hemisférico.

“No siguen una periodicidad rigurosa y hace cuatro años, cuando se celebró la última ya estuvo bastante deslucida por la ausencia del presidente Trump. La VIII cumbre se celebró en Lima y ya hubo mucha polémica por la invitación que se le hizo a Nicolás Maduro”, precisa este analista político.

Añade que no se pueden esperar grandes decisiones de esta reunión, y recuerda que el tema integracionista está de capa caída en la región. Ha perdido fuelle el empuje integracionista, no forma parte de la agenda política regional de América Latina, ni están la agenda diplomática de los principales países.

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