Mujeres

Silvia De Abreu, ahora yo soy la mala

Luego de ser la hija menor del Rey Lear, Silvia De Abreu volvió al escenario como una de las tres brujas de Macbeth. A lo largo de su carrera ha interpretado multitud de personajes, pero esta es la primera vez que le toca ser villana

silvia
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Desde que Silvia De Abreu decidió que quería ser actriz de teatro, ha dado vida a personajes buenos e interesantes como Cordelia, hija menor del Rey Lear, y Anna, hija del Doctor Knoche. Cuando Federico Pacanins, director de Macbeth, la llamó para que representara a una de las brujas, Silvia aceptó encantada el desafío de ser la mala por primera vez en su carrera.

Como hija de portugueses nacida en Venezuela, Silvia se sintió como el producto de dos culturas muy diferentes: dentro de su casa europea, y al salir, caraqueña. Antes de comenzar con el teatro a los 14 años, Silvia inició su vida como atleta: “Desde muy pequeña competí en natación. Luego, a los 6 años, entré al Parque Miranda en gimnasia rítmica, federada por el estado hasta los 13. Cuando cumplí 14, decidí dedicarme a la actuación”.

Cuando acabó la secundaria, Silvia estudió Comunicación Social en la Universidad Monteávila de Caracas, y desde entonces ha integrado con éxito su profesión a su vida como actriz.

De hecho, fue durante su segundo año de carrera cuando Federico Pacanins, presidente de la Asociación Cultural Humboldt e impulsor de la Experiencia Shakespeare, la descubrió y decidió llevársela a trabajar con él en sus obras. “Era mi profesor de Teoría de radio. Un día me vio exponer, y entonces supo que quería trabajar conmigo”. A partir de entonces, Silvia ha interpretado a increíbles personajes, tanto en obras de William Shakespeare e Isaac Chocrón, como en adaptaciones teatrales de los poemas de Ida Gramcko.

En septiembre del año pasado inició la Experiencia Shakespeare, que tiene la finalidad de presentar clásicos como Medida por medida y Rey Lear, entre otros. Esta programación, organizada por la Asociación Cultural Humboldt, finalizará a mediados de este año. Macbeth inauguró la vivencia shakespeariana este 2020. “A Federico le gusta traer teatro que por lo general no se hace en Venezuela, apoyar a la cultura en situaciones de barbarie, de ahí surge la idea”.

silvia de abreu

Macbeth, dirigida por Federico Pacanins, se estrenó el 22 de febrero en el teatro de la Asociación Cultural Humboldt. Silvia De Abreu, Valentina Garrido y Andrea Mariña son las brujas, fatídicas hermanas de esta obra clásica escrita por William Shakespeare alrededor de 1606.

-¿Tienes un método que te ayude a construir un personaje?
-La música siempre me ha resultado una herramienta fundamental para meterme de lleno en un personaje. Yo soy fiel creyente de que todos vivimos como al ritmo de un soundtrack; lo mismo pasa con los personajes. Me encanta asignarles canciones, dependiendo de las emociones que atraviesas o las situaciones en las que se encuentran. Este ritmo automáticamente me permite conectar mis sentimientos con los del personaje.

-¿En qué consiste tu rutina antes de la presentación de una obra?
-Mi proceso de concentración antes de la presentación de una obra consiste en hablar. Sé que muchos actores prefieren el silencio, pero a mí los nervios me hacen conversar con el elenco y el equipo técnico, sobre cualquier cosa. De esta forma me ventilo y cuando salgo al escenario estoy más relajada.
Quince minutos antes de que comience la obra me paro en el escenario y empiezo a construir el espacio en donde estará ubicado el personaje. Por ejemplo, si se supone que esté en un bosque, lo voy erigiendo: por dónde sale el sol, las sombras que se forman por las hojas de los árboles, etcétera.
También me gusta agradecer al personaje por permitirme representarlo. Cada quien tiene una historia que contar y los personajes no son diferentes. Creo que nosotros, los actores, servimos de vehículo para que puedan contar sus vivencias, experiencias. Entonces hago eso, agradezco, escucho mi canción, reflexiono, imagino, respiro profundo y salgo al escenario.

-¿Hay alguna obra que te haya marcado como persona y actriz?
-Sí. Hay una obra muy especial que presentamos en la biblioteca de la Asociación, que es la adaptación de un poemario de Ida Gramcko que se llama Los Quehaceres.
Federico Pacanins tuvo la idea de convertir estos 15 poemas en un texto dramático, y confió en mí para la tarea. Esto me permitió crecer muchísimo como actriz, porque tuve que crear un personaje casi de cero: la poeta, o más bien, los poemas.
Fue una obra que me dio a conocer y que, además, resultó hermosa porque los poemas eran bellísimos. A mi lado estaba Rafael Gorrochotegui, un mago que prácticamente convertía en realidad todo lo que iba diciendo: si decía que con dos cintas hacíamos un pájaro, él iba y lo hacía. Samuel también tocó piano a lo largo de la obra, así que fue una experiencia mágica.
Todo el que venía, salía diferente después de la función. Esa es nuestra meta al final, que lo que hacemos conmueva a la gente de alguna manera. Fue un trabajo en equipo espectacular.

-¿Cuánto hay de ti en los personajes que interpretas?
-Siempre he estado de acuerdo con la premisa que dice que siempre hay algo de uno en el personaje, aunque al principio no lo parezca.
Cuando lees por primera vez a un personaje, puede parecer muy lejano al comienzo. A medida que te acercas a él, que te familiarizas con su historia y su personalidad, te das cuenta de que sí existen ciertas similitudes: puede ser que ambos sean enamoradizos, o que provengan de dos culturas diferentes. Sea cual sea el caso, siempre hay algo con lo que te puedas identificar, aunque sea un poco.
Así que sí, siempre hay algo de mí en el personaje. Es inevitable. Es tu cuerpo, pero de cierto punto en adelante, es el personaje y hay que tenerlo bien claro.

knoche

-¿Qué ocurre cuando el actor se cree demasiado un determinado papel?
-Uno se da cuenta inmediatamente cuando, en el escenario, un actor se pone y se quita la máscara de un personaje. Lo mismo ocurre cuando se cree demasiado una situación y a eso lo llamamos enajenación. Es sumamente peligroso.
Por ejemplo, si te toca representar una pelea y te enajenas, puedes llegar a golpear de verdad a tu compañero. Lo mismo con otras situaciones un poco más emocionales, como las de llanto. Las vives en el escenario, pero en cuanto sales debes cortarlas. En seguida hay gente que te lleva un chocolate o te hace reír, porque necesitas cortar esa emoción, que es ajena a ti.
A mí me pasó una vez con Cordelia, la hija menor del Rey Lear. Gracias a Dios solo me ocurrió durante los primeros ensayos, pero salía de ellos y me costaba quitarme el drama de encima, esa pesadez que te deja la tristeza. Y es que la actuación es uno de los oficios más complicados porque jugamos con lo que todo el mundo retiene: las emociones.

-¿Cómo integraste el teatro a tu carrera?
-Yo creo que el teatro y la comunicación, comunican. Con esto me refiero a que ambos son herramientas para transmitir mensajes a un público objetivo. Entonces para mí está demasiada ligada una cosa con la otra.
De hecho, no solo actúo sino que produzco, redacto artículos y notas de prensa, diseño los flyers para los eventos, las fotografías de las obras, hago los videos. Lo que quiero decir es que todo está estrechamente relacionado.

-¿Cómo fue tu participación en Knoche: el doctor que venció a la muerte?
-El guión lo escribió Isabela García-Ramos, quien estudió conmigo en la Monteávila, y la dirigió Vilma Ramia. En esa ocasión mi papel fue el de Anna, la hija del doctor Knoche. Ella es una niña llena de ímpetu que vive en Caracas alrededor de 1840, con su esposo quien era un hombre mayor a ella. Cuando se enfermó comenzó a enviarle cartas al padre para contarle de sus dolencias. No es sino hasta que va a revisar por qué no le contesta, que se da cuenta que se mudó sin decirle.
Entonces, Anna es un personaje con quien me identifico, pues fue una niña que provenía de una familia europea que creció en Venezuela. Tal y como dice al principio: creció siendo la perfecta combinación entre la cultura europea y la tropical.
Al finalizar se muestra un video donde sale lo que sucedió después de que el doctor Knoche muriera; ayudé a la directora a montarlo. También aporté en la parte audiovisual de las fotografías para la promoción de la obra.

-¿Cómo te preparaste para actuar de villana en Macbeth?
-La bruja es muy diferente a los papeles que suelo representar, no solo porque es un villano, sino porque es inexistente. Por lo general, cuento con una referencia por la cual guiarme: un psicópata, puedo ver series sobre ellos. En este caso, cada quien tiene una imagen sobre cómo debería ser una bruja, porque es algo que existe en el imaginario colectivo.
Cuando me dieron el papel decidí asignarle un animal al personaje. Escogí a la serpiente, mientras que las otras bujas son un cuervo y una pantera. Cada animal tiene características que puedes transportar a los individuos; la serpiente me mostró cómo debía moverme y acosar a la presa. Significó un punto de partida para comenzar a construirlo.

-¿Estamos fascinados por el mal?
-Yo creo que todos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior. Por supuesto que hay quienes prefieren dejarse seducir por la maldad, pero siempre he creído que los buenos somos más.
También creo que mientras lleves, en tú día a día, esa aura luminosa, tan solo una sonrisa, entonces estás ayudando a alguien que quizás se encuentre triste o esté pasando por un mal momento, a aligerar su alma y sentirse un poco mejor. Y al contrario también sucede.
Siempre nos preguntan por qué apostamos por el teatro clásico en un país como este. La respuesta siempre es la misma: no podemos abandonar la cultura en tiempos de barbarie. La mejor medicina contra la violencia es el arte. De esta forma aportamos nuestro granito de arena, nuestra luz, para ayudar a vencer esa oscuridad que a veces quiere dominarnos.

-Además de teatro, ¿qué otras cosas te gustarían hacer?
-Me encantaría realizar diplomados y maestrías en marketing digital. Sueño con estudiar algún posgrado afuera, vivir aventuras, conocer otras culturas y traer un poco de ellas para seguir enriqueciendo al país.
También me gustaría interpretar a Julieta en Romeo y Julieta, así como producir cine y televisión en Venezuela. También sueño con hacer una serie de Netflix. Al final, el teatro te lleva a hacer mil cosas. Es un estilo de vida y, en mi caso, como, vivo y respiro teatro.

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