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Cuarentena: ¿Cómo manejo la ansiedad del encierro?

Las limitaciones de movilidad apenas empiezan en Venezuela. No sabemos por cuánto tiempo. Y el encierro de la cuarentena afecta. Consultamos a dos psicólogos jóvenes en busca de consejos

ansiedad
Composición gráfica: Yiseld Yemiñany
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Nos vienen prolongados momentos de soledad. La cuarentena, cuya duración desconocemos, afectará a todos y especialmente a quienes no logran lidiar bien con el hecho de estar solos. Estrés, ansiedad, tristeza: hay que prepararse.

Ignacio Azpurúa, licenciado en Psicología, egresado de la Universidad Católica Andres Bello, explica que la ansiedad responde a necesidades fisiológicas más fuertes que el estrés: se altera la respiración, el flujo cardíaco, y normalmente induce a pensamientos negativos, como ideas de peligro y muerte.

Lo que está pasando en estos días genera incertidumbre, evidentemente no sabes qué va suceder mañana. Así que hay que apelar a la racionalidad y medir el riesgo.

Si el peligro real de muerte, que es bajo en jóvenes, se acompaña de desinformación, la gente lo extrapola. Está bien tener cuidado con los adultos mayores o alguien con una enfermedad base, pero exagerar trae alarmismo y eso da pie a los sentimientos negativos.

Aunque vivamos en un país limitante y limitado, igual estamos acostumbrados a hacer un poco lo que uno quiere. Y entras y sales de tu casa, tienes una dinámica, una rutina establecida. Pero eso cambió. Así que, según Azpúrua, es natural que te sientas afectado.

“Tienes el estrés de la misma situación pandémica y no es como que estás pasando un fin de semana en tu casa porque no tuviste planes, sino que estás viviendo una situación donde el estrés es normal”.

También considera que el encierro depende de cómo te lo plantees. Cree que no es recomendable refrescar Twitter cada tres minutos para ver noticias, sin hacer más nada. Si algo grave pasa, nos vamos a enterar de cualquier manera.

¿Y si hay un diagnóstico previo?

Las personas diagnosticadas son un caso distinto: tendrán sus medicamentos o no, como un manejo individual y particular del tratamiento.

“Es muy importante el autocuidado, especialmente para las personas depresivas. Por más que estés en tu casa y nadie te vaya a ver, igual báñate, vístete, arregla tu cuarto”.

Esto parece banal, pero no lo es. Alguien con depresión, aseado y en un ambiente ordenado, puede sentirse más tranquilo. Manejar bien los hábitos también puede ayudar a las personas ansiosas o depresivas. En realidad, a todos en general: “El esfuerzo debe ser por mantenerse. Dormir bien, el ejercicio puede ayudar y tratar de comer tres veces al día”.

Mantenerse informado es importante, señala el psicólogo, pero a veces es pertinente preguntarle al periodista o al médico conocido, para corroborar alguna información.

Asomarse con cuidado

“A los que sufren algún trastorno de ansiedad les puede ayudar salir un poco, dentro del aislamiento, claro, tomar sol, tener más espacio para respirar”.

El efecto del encierro será diferente en cada persona. Pero hay un punto en el que Azpúrua considera que los jóvenes venezolanos ya tienen algo de preparación. Forzada por otras circunstancias, pero preparación al fin:

“A diferencia de un joven de Madrid, por ejemplo, uno se ha limitado y es más capaz de hacerlo. Vivimos apagones, marchas, violencia recurrente, no podemos hacer todos los días planes. El joven, sin embargo, quiere hacer más cosas, salir, no sentir que se está perdiendo de algo. La empatía sirve para esto, entender que todos estamos en la misma situación”.

Le parece relevante que el hecho que el aislamiento físico, no tiene porque implicar también un aislamiento emocional o de comunicación.

“La soledad pega, pero puedes apoyarte. Puedes hablar con alguien, llamar a alguien que te acompañe. Y en situaciones graves consultar a un psicólogo. También hay alternativas como jugar juegos online o con la gente a tu alrededor. Hay maneras de buscar no estar aislados dentro del aislamiento”.

Encierro productivo mata la ansiedad

Según Mariana Michelena, psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela, el estrés no está definido.

“No hay consenso sobre qué significa. Los médicos, primer gremio en atreverse a conceptualizarlo, lo asumen como un desequilibrio en el cuerpo y lo llaman estrés fisiológico, donde estás sometiendo a una situación al cuerpo que no está acostumbrado y este se sobreactiva como respuesta inmediata”.

Explica que la psicología habla del estrés como la distancia entre lo que te demanda el ambiente en cuestión de habilidades y lo que te hace falta por responder, y pone como ejemplo un examen sobre el que no tienes conocimientos, o cuando hay alguien enfermo en tu casa y no tienes cómo adquirir un medicamento.

Lazarus y Folkman, resalta Michelena, dicen que ni lo uno ni lo otro, que el estrés es ambas cosas porque aunque todo sea un constructo social, hay una reacción biológica.

“El estrés es cuando no cuentas con las habilidades para resolver. Puede ser bueno porque puedes crecer a partir de él: si te estresas con la universidad, puedes desarrollar las herramientas para aprobar, por ejemplo”.

Por eso ella cree que el estrés, usado correctamente en esta situación de encierro, puede “ponernos” productivos.

“La ansiedad, en cambio, se refiere a un problema que no está cerca de ti, por eso no lo enfrentas sino que te preocupa. Muchas veces está basado en un supuesto. La ansiedad es algo que te podría pasar, pero no te está pasando en el momento”.

Aclara que son líneas muy finas y tienden a mezclarse, pero básicamente esa es la diferencia. Ejemplifica diciendo que el estrés se produce, por ejemplo, si no tienes comida en la casa para la cuarentena. Ese es un problema real y directo. Y la ansiedad se dispararía, por ejemplo, al pensar en qué pasaría si nos infectamos y fijarte en esa idea, que, tomando las previsiones correctas, no te debería suceder.

“La ansiedad se manifiesta en cambios en el ritmo del sueño. El apetito también te puede cambiar: o comes por gratificación instantánea o tu estómago se ve comprometido y no comes”.

Hay, según ella, ansiedad paralizante y desorganizada, en una empiezas muchas actividades y no las terminas y en la otra ni siquiera las empiezas.

“La ansiedad es como un torrente, una red de pensamientos que se conectan y no se callan”.

Le parece importante destacar que en las enfermedades mentales la cuestión no es unidireccional, no es solo que la ansiedad deviene en malos hábitos exclusivamente, también opera en la otra dirección: si no te impones una rutina de comidas, descanso, etcétera, y te descuidas y terminas comiendo solo chucherías, si no te haces horarios, etcétera, eso mismo puede dar paso a la ansiedad. Es algo a tomar muy en cuenta.

“Tenemos que ser disciplinados porque sino nos vamos a sentir mal. Pero hay hábitos que te ayudan a mejorar tu situación mental y sentirte mejor contigo mismo, se puede meditar, por ejemplo. Si nunca se tiene tiempo para actividades de uno mismo, este es el momento”.

Ningún joven está exento de sentir ansiedad y por eso es importante, de acuerdo a la psicólogo, entrar en un proceso productivo para evitar estados de ocio totales. Empezar a cocinar si siempre has querido aprender, leer sobre un tema que te interese, sentir que estás haciendo algo.

“A los jóvenes con depresión, para los cuales las interacciones sociales son clave, les recomiendo como ejercicio contactar a un amigo que emigró, con el cual solo tenemos uno que otro encuentro por WhatsApp pero no es profundo, llamarlo ya que él también está en cuarentena y ponerse al día con él. Eso, cosas así, pueden generar una sensación gratificante”.

Mariana Michelena: @psicoidear 04143991410

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