Aniversario El Estímulo

Transiciones a la democracia (V): La multitud pacífica de Filipinas

El gobierno de Marcos es un clásico ejemplo de lo que en otros artículos hemos llamado desdemocratización, a propósito del caso venezolano. Marcos llegó al poder de forma democrática al ganar las elecciones de 1965. Siete años después de tomar posesión, de forma democrática, el presidente había devenido en un dictador

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Filipinas

Febrero de 1986. El mundo observa cómo millones de ciudadanos de Filipinas salen a las calles, de forma pacífica, y desafiando la represión. Tras tres días de protestas multitudinarias, logran que el dictador Ferdinand Marcos salga del poder y huya del país.

Cuando se revisa el libro Transiciones democráticas: Enseñanzas de líderes políticos, de Sergio Bitar y Abraham Lowenthal, se resalta el caso de Filipinas por cómo se alcanza un cambio democrático con la presión pacífica de la ciudadanía. Esta resultó clave para terminar de generar la salida del dictador. Marcos, debe decirse, en aquel momento, estaba ya tambaleándose, pues la economía estaba en crisis y la presión internacional, en particular de Estados Unidos, fue determinante.

Las manifestaciones multitudinarias en las calles de Manila se conocieron como EDSA debido al nombre de la gran avenida en las que tuvieron lugar. Las mismas durante varios años se usaron de ejemplo para evidenciar el papel de la sociedad civil en un contexto de inestabilidad política y cómo debería ser el rol ciudadano.

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El Poder del Pueblo, como se le llamó en su momento a este movimiento, demostró -nos señalan Bitar y Lowenthal- que era posible expulsar a un gobernante autoritario e impopular sin necesidad de una revolución violenta.

El caso filipino, por otro lado, destacó porque puso en entredicho la necesidad de un pacto previo, entre dictadura y líderes prodemocracia, como un requisito para poner fin a una dictadura.

El gobierno de Marcos es un clásico ejemplo de lo que en otros artículos hemos llamado desdemocratización, a propósito del caso venezolano. Marcos llegó al poder de forma democrática al ganar las elecciones de 1965. Filipinas era un caso atípico en Asia. Tras la segunda guerra mundial fue que alcanzó su independencia (antes había sido colonia de España y Japón también le había controlado) y, bajo una suerte de tutelaje de Washington, se implementó un sistema democrático bipartidista.

Durante el desarrollo de este modelo democrático, que en los años 1960 era la excepción en Asia, Marcos llegó al poder. Siete años después de tomar posesión, de forma democrática, el presidente había devenido en un dictador. La ley marcial de 1972 se considera como el punto de inflexión entre el Marcos que en sus primeros años guardó ciertas formas democráticas y el Marcos que pasó ya abiertamente a ser un déspota.

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Se suele comparar, y el libro de Bitar y Lowenthal también lo hace, a Filipinas con Corea del Sur. En 1972, mientras Marcos promulgaba la ley marcial en su país, en Corea del Sur el presidente Park Chung-hee decretaba el endurecimiento de su régimen, que inició en 1961 con un golpe de Estado.

A diferencia de Corea del Sur, donde el autoritarismo impulsó un gran salto económico, ya que convirtió a ese país en una suerte de factoría para empresas transnacionales, Marcos usó su poder político para entregar empresas y servicios a sus amigos. El hundimiento económico que mostraba Filipinas en los 1980 se le adjudica tanto a la ineptitud del dictador como la de sus allegados.

En 1983 ocurre un hecho que visto en retrospectiva se considera otro punto de inflexión en el movimiento prodemocracia de Filipinas. Ese año fue asesinado el líder de la oposición Benigno Aquino, en el propio aeropuerto de Manila, cuando intentaba regresar al país tras varios años de exilio. Aquel hecho tuvo una honda repercusión e impacto, tanto interna como internacionalmente.

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Pese a que Marcos ilegalizó numerosos partidos de oposición y cometió fraude en anteriores comicios, una oposición dividida decidió presentarse en las elecciones legislativas de 1984. La Iglesia y el empresario privado auparon a los actores políticos a concurrir a las urnas. No había expectativas de ganar, pero pensaron que esta vía podía ser otro espacio para presionar al régimen de Marcos. Un sector de la oposición eligió no concurrir.

Pese a no controlar el parlamento, por una serie de artimañas y por el control de la dictadura sobre las instituciones, los resultados legislativos de 1984 impulsaron tanto a los actores prodemocracia, como a Estados Unidos y otros actores a insistir en la necesidad de unas elecciones presidenciales anticipadas. Estas tuvieron lugar en 1986.

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Corazón Aquino, viuda del líder opositor asesinado en 1983 y sin tener ninguna experiencia política, se convirtió en un símbolo del compromiso democrático. La Iglesia, empresarios y una naciente sociedad civil de clase media se activaron y organizaron para hacer un escrutinio independiente, para demostrar que Aquino había triunfado y que Marcos pretendía continuar en el poder gracias a un fraude.

Toda esta crisis, generada por las elecciones organizadas por la dictadura, llevaron a que un grupo de militares intentara un golpe de Estado en contra de Marcos. Esto fue la chispa que movilizó a millones de filipinos, que pese a la represión campante se lanzaron a las calles de forma pacífica.

Al día siguiente de la huida de Marcos, Corazón Aquino juró como presidenta de Filipinas.

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