Venezuela

Tomás Straka: "Habrá que ver si las élites van a ayudar a reconstruir la democracia"

A propósito del 23 de enero, el historiador Tomás Straka conversó sobre la responsabilidad de las élites de los 80 y 90 en el derrumbe de la democracia y en lo que realmente significó el voto de la sociedad por Chávez

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tomás straka
alejandro cremades

El 23 de enero de 1958 es una fecha emblemática para la memoria venezolana contemporánea. Fue el día en que, a raíz de un movimiento que compaginó las fuerzas cívicas y militares, fue derrocado el régimen de Marcos Pérez Jiménez. Sobre este tópico, y lo que esa efeméride implica para Venezuela en el actual contexto, conversó el historiador Tomás Straka.

Mañana se cumple otro aniversario de esa madrugada en que el dictador, con sus familiares y colaboradores más cercanos huyó vía República Dominicana. Ese fue el colofón del levantamiento de efectivos militares, que lo obligaron a renunciar. Este suceso marcó el fin de una dictadura de 10 años y abrió la puerta a la etapa más larga en democracia que ha tenido el país.

Daniel De Alba, de El Ucabista, órgano de comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello, entrevistó a Tomás Straka, historiador y director del Instituto de Investigaciones Históricas «Hermann González Oropeza, sj» de la misma universidad y quien dirige el proyecto “Análisis de la erosión de la democracia en Venezuela”.

El objetivo de este proyecto es, en palabras del historiador, entender «por qué el sistema democrático nacido en el año 1958, que parecía en un momento tenerlo todo a su favor, comenzó lentamente a rodar por un plano inclinado, hasta colapsar en el transcurso más o menos de 20 años. Es decir, del año 78 al año 98».

El error de las viejas élites

– ¿Cuál fue el rol de las élites económicas en la erosión de la democracia nacida en 1958? ¿Y cuál debería ser su papel en un proceso de restauración de la misma?

– «En el proceso de desdemocratización venezolana, las élites tuvieron un papel muy importante, porque en última instancia eran las que estaban a cargo y se les fue de las manos. El principal error que tuvieron las élites venezolanas, a finales de la década de los 80 y 90, fue no aceptar las reformas que el país necesitaba. El sistema político y el modelo de desarrollo venezolano estaba agotado; hacían falta unas reformas, pero esas reformas era relativamente dolorosas: implicaban compartir poder o en todo caso, renunciar a ciertos privilegios dentro de la repartición de la renta petrolera.

Al unísono con las mayorías, las élites no quisieron las reformas. Hay que entender que las veces que se planteó hacer la reformas, para oxigenar y renovar el sistema de desarrollo, la sociedad venezolana dijo que no. En gran medida, cuando se derrocó a Carlos Andrés Pérez y cuando se votó por Chávez.

En la reconstrucción de una democracia en Venezuela, las élites deberían tener algún papel. Eso está por verse, porque la función de la élite es la dirigencia y el liderazgo de la sociedad, y los grandes procesos necesitan de liderazgos. Habría que ver qué nuevas élites surgen, porque no pueden ser las anteriores, ya que desaparecieron o se transformaron de tal manera que se convirtieron en otra cosa».

Otra mirada sobre el voto por Chávez

El voto de Chávez fue el costo que entendió la sociedad venezolana para dejar que las cosas fueran iguales. La gente no votó por Chávez para que las cosas cambiaran sustancialmente, sino para que las cosas se mantuvieran como venían siendo desde la década de 1940: un Estado con una enorme riqueza que sea promotor, providente, benefactor.

La gente identificó que si el Estado no podía seguir siendo así era por los políticos, quienes efectivamente tenían mucha responsabilidad. Y si el costo era salir de los políticos y de esa política para que ese Estado se mantuviera, pues se hizo».

¿Podría brindar una perspectiva real sobre la recuperación de la democracia en Venezuela?

«Hay una idea de Germán Carrera Damas que me gustaría usar. Él dice que, por primera vez en la historia venezolana, en la actualidad es el pueblo el que reclama la democracia a las élites, sean cuales sean ellas. Y que no es un grupo de las élites, ni una vanguardia de la élite ni una dirigencia determinada la que le está llevando la democracia al pueblo como quien lleva una buena nueva y trata de evangelizar al pueblo con unos valores.

Los valores actuales

Esa presión de abajo hacia arriba, para Carrera Damas, es muy esperanzadora. Yo creo que es un signo interesante. Esto no significa que los valores democráticos estén tan nítidamente asumidos, como eventualmente pudiera quererse desde ciertas perspectivas, como tampoco significa que no estén presentes otros valores. En 1958, los venezolanos eran demócratas, creían en la democracia, creían en la modernidad, pero en sí mismos no eran tan modernos como pensaban.

Esto forma parte de las cosas que hemos encontrado en el proyecto de la UCAB. Es complejo, contradictorio, paradójico en muchos aspectos, pero porque los humanos somos así.

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Tomás Straka dirige el Instituto de Investigaciones Históricas «Hermann González Oropeza, sj» de la UCAB. Foto Archivo

En términos generales, hay unos valores que están en la sociedad y que presionan hacia arriba. Creo que ellos pudieran ser esperanzadores.No podemos cerrar los ojos ante el contexto mundial sobre la democracia. Actualmente, vemos una reautocratización de muchos países del mundo. Hay líderes populistas, personalistas, autoritarios, que han ocupado lugares importantes inclusive dentro de la Unión Europea.

Esta es una esperanza que tiene que ser tan mesurada, precavida y cautelosa, como lo indican las circunstancias, pero es una esperanza al fin y al cabo».

La entrevista completa se puede leer en este enlace.

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