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Savarino: Dios y Venezuela, por encima de todo

Jefferson Savarino es, hoy, una figura no solo en su equipo, sino de toda la Copa Libertadores. Está en un nivel extraordinario a sus 24 años y ya comienza a sonar la sirena de Europa a su puerta. Carlos Domingues conversa con él sobre su presente y lo que espera de su futuro

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Savarino

Comenzando febrero, escribíamos que Jefferson Savarino era, para la fecha, el futbolista venezolano en el extranjero con mayor proyección. Por entonces, apenas comenzaba el fútbol en Suramérica para el 2021, pero el zuliano traía consigo un 2020 de muchísimo nivel, convirtiéndose en la referencia ofensiva en su club, el potente Atlético Mineiro de Brasil.

Hoy, es una figura no solo en su equipo, sino de toda la Copa Libertadores. Está en un nivel extraordinario a sus 24 años y ya comienza a sonar la sirena de Europa a su puerta. Un aparente interés del finalista de la Europa League, el Villarreal, se deja correr entre el rumorama de las redes sociales. Su extraordinario estado de forma no está pasando desapercibido en el viejo continente, desde donde están viendo al futbolista del sur de América como una opción económica que no hiera las ya golpeadas arcas afectadas por la pandemia.

Un atleta de Cristo

Savarino todo lo ve con calma. Se aferra a Dios y a su familia y con una fe ciega en el Ser Supremo, espera que 2021 sea el mejor año de su carrera.

Extrañamente sin un agente que negocie su pase, tiene mucha calma pero la combina con el convencimiento que es el momento de dar un paso hacia alcanzar el sueño de su carrera: jugar en la liga española.

Nos atiende desde el calor de su casa. La pantalla muestra el fondo plagado de souvenirs de Atlético Mineiro. La silla en la que está sentado no es de “gamer”, como suelen mostrarse la mayoría de futbolistas en las entrevistas online. Jugar en Brasil no le da mucho chance de otra cosa: “Aquí jugamos casi setenta partidos al año, por lo que es clave descansar bien”, asegura de entrada. Su envidiable estado físico que le permite aguantarle la exigencia a esa exagerada cantidad de partidos es consecuencia de algo no común: “Es espiritual. No es alimentación ni preparación física; solo le pido a Dios que me de todas las fuerzas necesarias”.

La relación con Dios es remarcada en cada respuesta: “Desde los 17 años tuve un llamado personal de Dios para mí. Mi novia sufría de artritis reumatoide y no podía caminar y solo un milagro de Él permitió que pudiera volver a caminar. A los 19 años decidí casarme agradeciendo a Dios por ése milagro. Mi esposa es la clave del éxito de mi carrera, es el orden de mi vida”, indica con firmeza el volante.

Acompañado de su señora ha estado siempre, desde que diera el salto de Zulia al Real Salt Lake de Estados Unidos tras una buena Libertadores con el cuadro petrolero. En Utah, su vida cambió: “El primer partido fue con una nevada. Jamás había visto la nieve. Llegué ahí a préstamo y me decidí a que no fuera solo un paseo, quería que el equipo me comprara”.

Foto de archivo de Jefferson Savarino
Foto de archivo de Jefferson Savarino

Aprecia el nivel de la MLS: “El que dice que no tiene nivel no sabe lo exigente que es jugar ahí. Si te relajas, no te va bien. Ahí le dije a Soteldo (recién fichado por Toronto) que mantenga el nivel, que no se relaje con las comodidades que hay en EE.UU”, precisa Savarino, a quien le fue tan bien en el Norte que pronto vino el llamado de Brasil.

Muy cerca de Europa

“Mi pensamiento era ir a Europa pero llegó la oferta de Brasil. Como mis pensamientos no siempre son los de Dios, él quería que fuera a Brasil”, revela, al tiempo que no da el crédito total a Rafael Dudamel, técnico del equipo brasileño a su llegada, sobre el interés del Atlético en él: “Me venían siguiendo y se dio la posibilidad de venir, incluso antes de la llegada de Dudamel. Vine a aprender de los grandes para poder ir a donde quiero llegar. Creo que Dudamel se fue por los resultados, porque aquí si pierdes tres partidos ya los aficionados te presionan”, dice, explicando por qué cree que el técnico venezolano duró tan poco en el equipo blanquinegro.

¿A dónde quiere llegar? “Desde muy chamo me gusta el fútbol español y es mi sueño llegar ahí”, responde sin vacilar, aunque elude hablar sobre el supuesto interés de Villarreal. También sabe claramente que debe aprovechar su buen momento: “No sé si es ahorita en verano o en diciembre, pero sé que mi sueño está cerca. Desde que llegué a Brasil el club está claro de mi meta que es ir a Europa. Si llega una propuesta buena para el club y para mí, pues me iré”, sentencia.

Atlético de su vida

En Atlético Mineiro está rodeado de estrellas. Es la del “Galo” quizá una de las nóminas más potentes del continente. Él demuestra que en el camerino sobra la humildad por encima de los apellidos: “Siempre me respetaron siendo venezolano, aquí respetan mucho al futbolista extranjero, además que ya estaban Rómulo Otero y Dudamel. Cuando llegué no fue fácil, tenía la cabeza en otro lado y tuve que centrarme y todo cambió. Hoy tenemos una gran comunicación en nuestro camerino; todos son grandes futbolistas pero muy humildes, cualquiera es capaz de cambiar un partido”, dice.

En Atlético Mineiro ha vivido el mejor momento de su carrera y, además, aprovecha de palpitar la gran rivalidad entre las aficiones de su club y Cruzeiro: “La rivalidad es muy fuerte; si ganas todos están felices pero ¡ay si pierdes ese partido! Siempre en nuestra cabeza está ganar ése choque; tuve la oportunidad de jugar un clásico con público y los pelos se te paran cuando ves a las aficiones en el estadio, sientes lo mismo que cuando escuchas el himno nacional en un partido de la selección”, sentencia como siempre, haciendo referencias a su entrañable combinado patrio.
Con el técnico Cuca ha tenido que adaptarse a jugar en distintas posiciones y roles. No se incomoda y le está yendo muy bien, aunque él admite que la ubicación en la que se siente mejor es la de extremo por la derecha: “Ahí tengo mi mejor rendimiento, pero me muevo sin problema por todo el campo”, algo que también cumple con la selección nacional.

Quiere ganar la Copa América

Sobre la Vinotinto, informa que siempre se mantiene en contacto con el seleccionador José Peseiro. “Nos llama, está pendiente no solo de uno sino de la familia”. Sobre la ausencia confirmada en las eliminatorias mundialistas de Salomón Rondón, Yordan Osorio y Yangel Herrera, no se preocupa tanto porque cree que la ilusión de todos es importante: “Son jugadores que marcan diferencia pero gracias a Dios hay más jugadores de dónde escoger para sustituirlos. Todos seguimos con el mismo compromiso y la ilusión pronto de jugar con la selección”, admite.

Sobre el final, le pregunté qué escogería entre tres opciones: ser campeón de Copa Libertadores, fichar por un club europeo o ganar la Copa América con Venezuela: “Escogería ganar la Copa América con Venezuela aunque me quieran matar los aficionados del Galo. Los venezolanos necesitan una alegría en estos tiempos”.

Con Venezuela y Dios siempre por delante, Savarino ya está maduro para cumplir su sueño. Ha juntado todos los recaudos necesarios para que desde España le ofrezcan cumplir esa meta. Está en un nivel envidiable.

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