Salud

Retinoblastoma, el cáncer infantil que empieza con un destello en el ojo

Aunque ataca en todo el país, la especialista Livia Romero detecta una alta incidencia en niños del estado Lara. La oftalmóloga explica que este tumor suele atacar a niños muy pequeños, por lo que exhorta a los padres a atender las señales de alerta

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Daniel Hernández

Una lucecita blanca en medio del ojo. Esa es la primera señal que da el retinoblastoma, un tipo de cáncer que ataca a los niños desde recién nacidos y hasta los cinco años. Es un destello que llama la atención de los adultos, pero al que no suele dársele importancia. Y es una señal de alerta importante: siempre revela alguna enfermedad ocular.

La peor de estas enfermedades es el retinoblastoma, que aparece cuando las células inmaduras del ojo se transforman en tumor.  Si se ataca en estadios tempranos, por ejemplo apenas se ve la primera lucecita blanca, se supera sin afectar la visión, el ojo y mucho menos la vida del pequeño paciente.

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El problema es que la mayoría de los padres acude tarde a la consulta con el oftalmólogo. Suelen hacerlo cuando ven el destello blanco varias veces, y eso significa que el tumor ya ha crecido.

La oftalmóloga Livia Romero es especialista en este tipo de cáncer ocular que suele afectar a niños menores de cinco años. Atiende a pequeños de casi todo el país en la unidad de Oftalmología de la Clínica Luis Razetti y en su consulta privada. Explica que el retinoblastoma aparece por una alteración a nivel de proteínas que hace que las células se multipliquen acelerada y desordenadamente, hasta que se convierten en cancerígenas.

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Fotos de Daniel Hernández / @danielimagengrafica

El retinoblastoma avisa. La doctora Romero apunta los principales síntomas de los cuales los padres deben estar pendientes:

1. Un ojo rojo siempre

El niño suele tener un ojo irritado, pero los padres asumen que es conjuntivitis.

«Tenemos un serio problema con la automedicación y es uno de los errores que se cometen: asumir que es conjuntivitis y ponerle remedios caseros», explica.

2. Pupila blanca

En algunas posiciones de la mirada se puede observar, en la pupila del niño, un reflejo blanco o como «un brillito hecho con una gota de aceite», dice la doctora Romero.

«Cuando los padres o cuidadores ven ese reflejo, deberían llevar de inmediato al niño al oftalmólogo. Pero como no lo vuelven a ver inmediatamente, no lo toman en cuenta hasta que aparece otra vez. Pero en ese tiempo, ya el tumor creció», alerta Romero.

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Cuenta la especialista que de los más de 500 pacientes que atiende, solo un padre lo llevó la primera vez que vio el reflejo blanco. «No todo reflejo blanco en el ojo es un tumor, pero siempre es un signo de alarma», enfatiza.

Los padres suelen consultar al oftalmólogo cuando los destellos se hacen más frecuentes. «Eso es mal signo. Cuando lo ves más seguido es porque el tumor creció, incluso más que el nervio óptico», dice.

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Si se tienen dudas, los padres pueden tomarle al niño una foto con flash. Lo normal es que el reflejo salga rojo. Pues en un niño con retinoblastoma el reflejo no sale rojo: sale blanco.

Y también es signo de alarma si en la foto aparecen dos reflejos rojos, pero disímiles entre sí. «Tienen que ser iguales porque las retinas son idénticas», apunta.

3. Estrabismo

El niño padece estrabismo cuando uno de los ojos se desvía con respecto al otro. Por ejemplo, si fija la mirada en un objeto, uno de los ojos se va hacia afuera o hacia adentro. Esto no es normal pues, desde los tres meses, los niños deben tener una alineación 100% completa.

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El estrabismo puede ser síntoma de retinoblastoma. Explica Romero que una de las grandes causas de retraso en el tratamiento oportuno es el consejo popular de «esperar a que el niño tenga tres años» a ver si se le «arregla» solo. Lo mejor es acudir al especialista cuando el bebé con estrabismo cumple los tres meses.

4. Ojo hinchado, empequeñecido o lacrimeo

De repente, un ojito se le crece. Esto puede revelar una reacción tumoral aguda. Pero también puede pasar que al niño se le hincha el ojo y luego se le empequeñece. Eso se debe a que hizo reacción pero luego derivó en necrosis.

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«A todo niño que haga una celulitis ocular imprevista se le debe hacer una tomografía del ojo para ver si está pasando algo», alerta Romero.

 5. Tropezones

Si el pequeño de repente empieza a tropezarse con paredes, sobre todo con esquinas, o con objetos, es porque no está viendo bien. El tumor puede entorpecerle la visión y hacerle perder la perspectiva.

Ante cualquiera de estos signos, los padres deben consultar al médico sin demoras. E insistir en que se le dilate la pupila, para poder ver bien.

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«Algunos oftalmólogos se niegan a hacerlo, porque el bebé es muy chiquito. Pero se debe dilatar, así sea sedando al niño», aconseja Romero.

Es curable… pero con condiciones

El retinoblastoma es un cáncer que se puede curar pero si se diagnostica a tiempo. Incluso si se detecta en estadios tempranos se puede salvar la visión en el ojo afectado.

«La mamá de un paciente de apenas 15 días de nacido se percató que uno de los ojos se le movía muy rápido. Se le trató de inmediato con quimioterapia y láser y no perdió ni la visión ni la vida», sentencia Romero.

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Si se diagnostica más tarde y el tumor ya ha tomado la mácula, el pequeño puede conservar el ojo pero la visión se deteriora. Y mientras más pequeño es el paciente, mayor es el riesgo que el tumor alcance los dos ojos. Esto ocurre también cuando los padres sufrieron retinoblastoma.

«Algunos pacientes crecen acudiendo a consulta porque el tumor puede ser reincidente o, si ya perdieron uno de los ojos, hay que chequear con frecuencia el otro para que no queden ciegos», dice.

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Con mucha frecuencia, el tumor se expande y hace metástasis porque los padres se niegan a retirarle el ojito afectado al paciente. «Entonces, el cáncer infiltra el nervio óptico y llega al cerebro. También puede presentar recidiva en los brazos y piernas. Cuando esto ocurre, es de mal pronóstico a pesar de existir protocolo de tratamiento para retinoblastoma metastásico. Pero todo depende del órgano afectado y su evolución», explica.

La tasa de sobrevivencia es alta: 98%, aunque muchos pierden la visión en un ojo. Cuanto antes se trate, más exitoso será el resultado.

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El extraño caso del estado Lara

Debido a la centralización forzada de los servicios de salud, pacientes de prácticamente todo el país deben tratarse en Caracas y, en concreto, con el equipo de la doctora Livia Romero en la Unidad Oftalmológica de la Clínica Luis Razetti.

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Ella comenta que a excepción de los pacientes de estados fronterizos, que prefieren irse al país vecino a tratarse, a su consulta llegan niños de todos los estados. Y ha notado algo excepcional: por causas que aún se desconocen, los niños del estado Lara son más propensos a sufrir retinoblastoma.

«Conforman, aproximadamente, el 25% de los pacientes», dice. Y agrega: «La incidencia es alta, no sabemos por qué. No sabemos si es el agua, muchas familias cruzadas, mutación genética, alguna fábrica, no sabemos».

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Los pacientes del estado Lara vienen de varias ciudades. Por ejemplo, en el momento de hacer las fotos, estaba tratando a un niño de Quíbor y a otro de Barquisimeto.

«La incidencia es alta. De 3 a 4 casos por mes», dice.

A pesar de ser el único servicio público que trata los retinoblastomas, la Unidad Oftalmológica de la Razetti «trabaja con las uñas», dice Romero. Y asegura que subsisten porque todo el equipo y los pacientes conforman «una familia» y se ayudan entre sí para poder seguir atendiendo.

Las causas

No existen causas definidas para el retinoblastoma. La especialista dice que son muchos los factores que pueden incidir. La genética predispone, por supuesto, y los niños con padres que sufrieron ese cáncer ocular deben ser chequeados de inmediato. Pero también inciden factores externos. Entre estos pueden estar «aguas no filtradas, el uso de pesticidas, novel socioeconómico bajo, entre otras».

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Pero hay una causa de alto riesgo ya identificada: cuando el padre del niño es mucho mayor que la madre. Esto se debe a la alteración de la espermatogénesis.

En el caso de familias donde hay pacientes con retinoblastoma, el riesgo se multiplica a medida que tienen mayor número de hijos. Por ejemplo, es probable que el primogénito de una pareja de riesgo no tenga el cáncer. En el segundo hay mayores probabilidades de sufrirlo pero en el tercero es casi seguro.

«En estos casos de alto riesgo se puede incluso hacer un ecosonograma especial para ver los ojos del feto, y detectar la presencia de las células malformadas. Con esto se trata apenas nace», dice Livia Romero.

Para ella debería ser una ley que a todo niño «apenas salga del vientre materno» se le examinen los ojos.

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La especialista insiste en la necesidad de acudir al médico apenas se sospeche que algo no está bien en la visión del pequeño, y consultar a dos o tres si no se está satisfecho con los diagnósticos.

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«El retinoblastoma no es sinónimo de muerte. En el 98% de los casos el niño sobrevive, aunque sea con un solo ojo. Tengo pacientes que ya son adultos y son artistas, fotógrafos, abogados, locutores, radiólogos…».

Coordenadas

Instagram: @livirom y @retinoblastomave

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