De Interés

Por lo menos nos queda el futuro

Si viajáramos a la velocidad de la luz, o si fuéramos un rayo de luz, el aquí y el ahora serían eternos. No es poesía, es relatividad. Relatividad de Einstein y de muchos más que la vieron después de él. El tiempo es relativo, cambia de acuerdo con el movimiento de quien lo mide, al igual que el espacio. La política y la economía, ¿también? Después que Einstein formulara su teoría, todo se relativizó.

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FOTOGRAFÍA: DANIEL HERNÁNDEZ | EL ESTÍMULO

Sin embargo, no viajamos ni de lejos a la velocidad de la luz. Parece que nunca lo haremos. Viajamos muchísimo más lento como seres humanos, a veces como sociedad mucho más. En este continente, en el que habita la “Raza Cósmica” del filósofo mexicano, José de Vasconcelos, aquella que conceptualizó como la nueva raza que englobaba y asimilaba caracteres y sangres, aunque la historia muchas veces ha dicho lo contrario, conviven naciones veloces y lentas.

Las veloces, según el futurólogo Alvin Tofler se irían adaptando rápidamente a los cambios del entorno. Las lentas irían acumulando un creciente rezago.

La nuestra es una nación que de rápida devino en lenta. En un mundo lleno de problemas, también hay capas, esferas, aristas, en las que se mueven muy rápido la investigación científica, los cambios tecnológicos, el registro de patentes, las inversiones, los negocios, las libertades humanas, etc.

Recientemente el Foro Económico Mundial (WEF) puso a disposición del público el Mapa de las Transformaciones en el cual se incluyen más de 120 variables. El mismo permite a los usuarios explorar y darle sentido a las complejas e interrelacionados fuerzas transformadoras que impactan en la economía, las industrias y los asuntos globales. Una muestra de la complejidad del mundo que nos tocó vivir.

También WEF publicó en el medio de la Cuarta Revolución Industrial (nuevas técnicas de producción y modelos de negocios que transformaran la producción, basadas en las tecnologías emergentes), el Reporte 2018 de Preparación de los países para el Futuro de la Producción, en donde se analizan las fortalezas y debilidades de los países en los 6 principales conductores hacia la producción como lo son: la tecnología y la innovación (estado de la infraestructura tecnológica y habilidad para innovar), capital humano (fuerza laboral actual y futura), comercio global (infraestructura, facilidades para el comercio y apertura de y hacia los mercados) e inversiones, marco institucional (eficiencia y efectividad del gobierno y Estado de Derecho), producción sostenible (respeto al medio ambiente) y clima de negocios (tamaño del mercado y sofisticación del consumo).

Ningún país latinoamericano ocupa las 25 primeras posiciones concentradas en los Estados Unidos, algunos países europeos y asiáticos. Venezuela, no aparece en el estudio, o bien no participó, o las tareas que demanda el futuro del país son tantas que no valía la pena evaluar lo que se estaba haciendo, porque lamentablemente no es mucho. Nuestra coyuntura, ahora estructural, de esta “pre-industrialidad” anunciada, nos está quitando demasiado tiempo.

A vuelo raso, los elementos de la conductividad hacia la producción requieren de mucho consenso, claridad, y esfuerzo. En el país no se incentivan las actividades de transferencia de tecnología, investigación y desarrollo. No se registran patentes. Las universidades no reciben los recursos que requieren. Los profesores son mal pagados. Los estudiantes abandonan. El capital humano disminuye. Las exportaciones no terminan de crecer, son poco diversificadas, los problemas para producir son muchos. Para exportar hay que producir, para producir, invertir (Es un mantra, es mi mantra, debería ser un mantra nacional).

La dependencia de la renta petrolera, mermada por los bajos precios del petróleo no es suficiente. Nunca ha sido suficiente para un Estado voraz. El país capta menos del 2% de los capitales que se dirigen a la región. El marco institucional no ayuda. Las barreras para hacer negocios son muchas, la legislación no ayuda, el discurso tampoco, la realidad menos.

Hay mucho por hacer, no hay mucho que esperar, porque la mayoría de los países del mundo están montados o montándose en la ola de la cuarta revolución industrial, quizás muy pronto vendrá la quinta, la sexta y perderemos la cuenta.

A la velocidad de la luz, el presente se eterniza. A menos velocidad, el aquí y el ahora están perdidos en todos los lugares de nuestra mente, a veces básicamente compleja, otras, complejamente básica. Por lo menos nos queda el futuro.

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