Opinión

Plebiscito tipo 16-J versus CNE ilegítimo: el fin está cerca

Un cúmulo de indicios parece apuntar a la agudización de las contradicciones que favorecen una inminente salida a la crisis politico-económica que vive Venezuela. Felipe Pérez Martí se ocupa en este artículo de identificar esas señales y propone como catalizador inicial una consulta electoral paralela a la que promueve el gobierno, en la que se exprese la voluntad de una oposición unificada y que, asegura, contaría con el firme y decidido respaldo de la comunidad internacional

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Introducción: lo hecho por el desgobierno y sus consecuencias

El “Tribunal Supremo de Injusticia” acaba de juramentar un CNE ilegítimo. ¿Qué hacer ante este gran despropósito del desgobierno, en alianza con la crema y nata de la corrupción opositora? Aquí reafirmamos nuestra propuesta de un plebiscito tipo 16-J como nuestra mejor opción. Lo que es enteramente posible si usamos un CNE legítimo nombrado por la AN.

La idea es reorganizar a la oposición, para delimitar quienes quieren salir de Maduro y quiénes quieren cohabitar con él. Pero debe hacerse por una votación: que el pueblo decida. Esto garantizará que la salida sea la más expedita, porque así se acopian y se organizan, con un solo plan, todas las fuerzas disponibles, hoy dispersas o en conflicto, pero que son muy superiores a las del desgobierno.

De entrada, consideramos que, a pesar de lo que demasiada gente cree, la acción del desgobierno es muy positiva para nosotros. Viendo el bosque, no mirando solo algunos árboles. Es una acción desesperada de un jugador acorralado, un autogol del desgobierno, que a generar varias acciones en su contra que nos van a favorecer.

Primero: porque ya no hay excusa posible de legitimidad institucional en el entorno internacional. Segundo: en ese mismo sentido, ya de falta de legitimidad de origen, no solo legal, que se producirá una abstención que batirá todos los récords de la historia y permite que reaccionemos con una agenda propia. Una elección paralela que, por contraste, nos muestre ganadores.

Tercero: desarma a los flautistas de Hamelín internos (los analistas que abogan siempre por las elecciones, el diálogo sea como sea), pues se demuestra de nuevo que la cohabitación solo sirve para dar oxígeno al desgobierno en este juego de facto. Si este ve que quieres cohabitar, jugará coraje como estrategia óptima, y al confrontar se queda con todo el territorio. Esta vez le metió un knockout definitivo a esa oposición.

En el artículo contenido en el enlace siguiente, describo con más detalle lo que ha pasado desde la teoría de juegos, ilustrando que la cohabitación no es un “equilibrio de Nash”, en el que cada jugador tiene incentivos para jugar su parte, pues el desgobierno no cohabita si la oposición cohabita, sino que se aprovecha de ella para afianzarse en el poder:

https://www.larazon.net/2020/04/mafias-capturaron-el-estado-y-parte-de-la-oposicion/

Por lo tanto, parte de esa oposición, que había venido aprendiendo de alguna manera que la confrontación era lo óptimo en un juego como en el que nos metió el desgobierno, y decidió en su momento que lo primero era el cese de la usurpación, ya no tiene excusa para seguir guabineando entre la cohabitación y el coraje. Se debe venir definitivamente para el campo del coraje. Y debemos aprovecharlo.

Cuarto: porque va a generar una reacción en contra, con la cual saldremos ganando. Cualquiera sea el escenario en que se juegue y nuestra táctica respectiva, pues suma un par de goles para nuestro lado. En particular, la reacción en contra se va a producir porque esta movida del desgobierno hay que interpretarla como un último intento de convertir a Venezuela, ya sin tapujos, en un “Paraíso Delincuencial Democrático”, una suerte de “Cuba Democrática”, o “Norcorea Democrática” empeorada, en que hay votaciones y no cambia nada. El pueblo vota, pero no elige. Un “safe heaven”, o paraíso para las mafias delincuenciales de la droga, el terrorismo, la guerrilla y la subversión de occidente.

Es posible que sea cierto lo que ha trascendido, respecto de que Maduro quiere irse ya y renuncie el próximo año. Buscando una Junta Gatopardiana, tipo Elliott Abrams. Desde antes de esta movida, no podíamos aceptar eso. Pero ahora menos, pues ni siquiera sería “paritaria” frente al G4, ya que la oposición ahí sería la sumisa y tendría una representación muy disminuida, para que con el cambio todo siga igual.

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En cualquier caso, naturalmente ni Estados Unidos ni la gran mayoría de los venezolanos, incluyendo a los militares patriotas y los partidos políticos que quieren el país y han sido maltratados adicionalmente con esto, vamos a aceptar eso. Y no es cuestión de querer, sino de poder. Debemos aprovechar la debilidad del desgobierno enmascarada de fortaleza con su radicalismo y organizarnos para tener una oposición nacional e internacional mucho más fuerte, aprovechando el inmenso potencial que está a nuestro favor.

El hecho se enmarca en nuestro análisis más reciente

La propuesta: elijamos una nueva representación capaz de liderar la solución

Es claro que hay que reorganizar a la oposición ahora. Pero va a ser imposible, e inconveniente, hacerlo a la sombra, mediante acuerdos de cogollo. En vez de eso, para lograr la unidad y la fortaleza, la reacción óptima, tanto para los que nunca han abandonado la ruta del coraje -incluyendo a la gran mayoría de los venezolanos, como para Juan Guaidó y la parte de la MUD-FA sensibilizada por lo que pasó-, es una elección tipo 16-J, con un CNE nombrado por la AN que garantice las condiciones mínimas de amplitud y democracia. Eso pone al pueblo venezolano a ser el árbitro de la reorganización necesaria. Sabiendo que no podemos aspirar a la perfección, en particular con el actual padrón electoral y sin los recursos del CNE ilegítimo. Sería una elección manual, con recursos propios, con veeduría y apoyo político internacional, como lo fue la consulta del 16-J.

De hecho, como vemos, las elecciones que proponemos también pueden verse como unas “primarias” de la oposición. Pero, además, su resultado: una nueva AN, las hará legítimas en lo jurídico, pues viene de las instituciones legítimamente establecidas en el país e internacionalmente. Así que el resultado genera una nueva representación política popular opositora, con legitimidad de origen, adicional a la jurídico-institucional. Y permite al pueblo venezolano insurgir como un jugador determinante para designar líderes políticos que realmente representen sus intereses y su voluntad, en la lucha contra el desgobierno.

Marchas en Venezuela. Foto: AFP / referencial
Foto: AFP

Se recupera así la confianza ciudadana perdida para el propósito de las luchas de calle, que deben acompañar las otras acciones que la nueva dirigencia va a impulsar. En este particular, sabemos del gran descontento que hay entre la población sobre el papel que ha desempeñado la actual AN desde su elección, cuando ganamos las dos terceras partes del parlamento frente al desgobierno. Y la división en la dirigencia opositora sobre si cohabitar o jugar al coraje. La corrupción rampante se ha manifestado a tal grado en una parte importante de la dirigencia opositora, que la gente sabe que no motiva ni la representa como contendiente y/o interlocutor válido cuando confronta al enemigo principal: los cazarrenta radicales, representados por el desgobierno.

La ciudadanía quiere, pues, recuperar su derecho a designar sus representantes y su voluntad sobre la estrategia que se debe seguir frente al desgobierno. Ello, además, recupera su confianza para incorporarse a la lucha de calle. Si la oposición es democrática, no puede negar ese derecho fundamental al pueblo venezolano. El lapso de la AN se vence ahora. El soberano quiere decidir su destino, y exige a los políticos una elección legítima para concretar su voluntad al respecto. Pero no con la elección írrita que está convocando el desgobierno, sino una legítima, convocada por el CNE legítimo nombrado por la AN y por las fuerzas opositoras unidas, ahora sí, enfrentando el despropósito del desgobierno.

Transparencia: la verdad nos hará libres

En lo que viene, hablaremos con toda la candidez del mundo. Pues estas cosas, aunque muestran nuestras verdaderas intenciones y nuestra estrategia frente al desgobierno y la oposición corrupta, también las saben esos enemigos; y a nuestro jefe, el pueblo venezolano, con demasiada frecuencia se le deja de lado en estas consideraciones estratégicas, con informaciones que muchas veces no conoce, o con decisiones de las cuales tampoco es informado.

En guerra avisada no muere soldado. Y es cierto que siendo cándidos vamos a avisar al soldado enemigo de nuestra estrategia. Pero, por un lado, no perdemos nada, pues ellos ya saben lo que viene. Por el otro, ganamos mucho, pues necesitamos alertar a nuestros propios “soldados” sobre lo mismo. Para sacarlos de la exclusión y para que se preparen y se activen para esa guerra. Con esto decimos basta a los conciliábulos en la sombra, y, si nos organizamos bien y aprovechamos lo que ahora está planteado, buscamos “equilibrios de Nash” -en que incluso al enemigo le conviene jugar- lo que está prescrito en el resultado transparente para todos. Incluidos tanto a la oposición cazarrenta como el desgobierno. Porque no les quedará otra salida, habida cuenta de lo que vamos a jugar nosotros y prevemos que jugarán nuestros aliados.

Este anuncio público también motiva y emplaza a las demás fuerzas políticas del coraje a que pongamos de lado intereses subalternos. Para que nos unamos de una vez para aprovechar, en mutuo beneficio, las grandes oportunidades que se abren ahora ante nosotros. Así será posible representar realmente a la gran mayoría del pueblo venezolano, que es honesto, trabajador y que implora cambios que le permitan vivir y trabajar para forjar su destino económico y social, recuperando su país y reconstruyéndolo.

Con esta nueva unidad, tendremos un inmenso poder a nuestra disposición, la fuerza necesaria para no dejar otra salida a los enemigos que las jugadas esperadas de ellos en los equilibrios que estamos planteando. Por tanto, será un resultado robusto y previsible. Ese es nuestro aporte en este nuevo artículo, para complementar el anterior, pasando ahora a los correspondientes detalles estratégicos.

El objetivo inmediato y el liderazgo opositor unitario que lo facilita

Es claro que el esfuerzo principal debemos hacerlo para la salida del desgobierno: el cese de la usurpación. A estas alturas, la gran mayoría sabemos que estamos ante un conflicto de facto, más que de iure, y esa la salida tiene que ser por la fuerza, pues es la que el régimen ha escogido sin dejarnos opción. Como ciudadanos, debemos tratar de convencer a los líderes políticos con capacidad de facilitación de la necesidad de apoyar dicha estrategia del coraje en todo sentido: el político, el diplomático y el logístico. Porque una acción de fuerza requiere fuerza: la militar. Nacional e internacional.

La pregunta es si con la actual AN y la dirigencia política con más poder que deriva de ahí, la MUD-FA, sobre todo por el despropósito del desgobierno y las pocas posibilidades de esa AN para el próximo año, con una AN ilegítima “elegida” con el CNE chimbo, se logra ese objetivo. O si se puede aspirar a que, por ejemplo, SV se una con la MUD-FA golpeada para conformar un nuevo liderazgo unitario para lograr el objetivo. Es claro que esto último no va a ocurrir. Y si se intenta, va a generar muchos conflictos del tipo de cuotas de poder final.

Nuestra propuesta es instrumental en ese sentido de lograr la unidad opositora contra Maduro, y de hacerlo sin conflictos internos sobre las cuotas de poder. Y de fortalecer, en vez de debilitar, a la AN para que confronte exitosamente los intentos hegemónicos totales del desgobierno. De manera que todos quienes ahora sabemos que se requiere una acción militar, y quienes sabemos que se requiere un liderazgo político que la facilite, podemos y debemos converger en una misma estrategia con el mismo objetivo, como planteamos en el artículo previo para todos los del coraje, cuando hablamos de la “fiesta de traje”, o potluck. Es lo que se plantea aquí, analizando con algún cuidado el significado de esta convergencia.

Los apoyos indispensables

La idea es, entonces, que necesitamos contar con una dirigencia política que garantice el apoyo a ese objetivo. Apoyo popular, por la nueva confianza en el nuevo liderazgo y apoyo militar interno y externo, por razones similares de confianza. Para ponerlo en términos militares: un enemigo infiltrado entre tus filas no nos va a favorecer en la guerra. Solo los aliados. Y, lamentablemente, la mayoría de los políticos “disponibles” han estado hasta ahora en el campo enemigo. El del cazarrentismo, con sus agentes tanto en el desgobierno como en la oposición.

Es por eso que no podemos pedirle peras al olmo. No por casualidad, la mayoría de los políticos opositores hasta ahora no han apoyado, más allá de las palabras, y eso solo algunos, la opción militar. Como hemos dicho, algunos lo han hecho, y debemos aumentar ahora esa cantidad y su gestión práctica en ese sentido. Por ejemplo, el Movimiento Libertadores ha tratado hasta ahora de hablar con Juan Guaidó para lo mismo. Pero no ha sido posible, a pesar de los grandes esfuerzos al respecto. Se sabe que en su momento hizo gestiones para apoyar la acción armada. Pero que fueron desbaratadas por la parte opositora, que se perjudicaría de una salida de ese tipo, porque le conviene más la cohabitación con el sistema cazarrenta.

La buena noticia es que, con lo que ha pasado, se presenta una tremenda oportunidad para que, incluso, políticos no confiables hasta ahora puedan consentir, por lo menos de manera oportunista, con un nuevo liderazgo y un desenlace como el deseado. Hablemos entonces de los incentivos que se han generado ahora, para poder predecir, no solo impulsar, lo que debe pasar y va a pasar.

El bosque y los árboles: interpretaciones correctas y oportunidades

Como ya comentamos, la acción del desgobierno señala claramente a la oposición cohabitadora. Esta se ha radicalizado a tal punto que no aceptará la propuesta de una Junta Gatopardiana tipo Elliott Abrams, en que tanto Maduro como Guaidó se hubieran puesto de lado, y se llegaba a un acuerdo paritario entre los corruptos de la Cuarta y los corruptos de la Quinta.

Aunque es posible, veo muy poco probable que ni Maduro, ni Diosdado, ni El Aissami quieran hacerse a un lado. Es claro, eso sí es incontestable, que quieren la cabeza tanto de Guaidó como de la oposición cohabitadora que no se pliegue completamente a sus términos de sometimiento. A aceptar una esclavitud domesticada, con elecciones tipo Cuba. Esa actitud soberbia del desgobierno es una radicalización que muestra que se siente envalentonado por su presunto triunfo sobre Gedeón. Quiere mantenerse en la mina inacabable de recursos naturales que significa el poder en Venezuela, no importa que el pueblo se muera. En alianza con Cuba y con Irán, y apoyo subyacente de Rusia, China y la guerrilla colombiana y Hezbolá. Han decidido retar a Estados Unidos y a nosotros, los del coraje.

Miembros del régimen chavista tienen sanciones de varios países del mundo

Este acto de soberbia los ha cegado. Hasta tal punto -como a los drogadictos, en este caso del poder económico-político-delincuencial-, que no toman en cuenta que la reacción en contra será devastadora, en un contexto en que realmente están más débiles y acorralados que nunca, y que Gedeón, como explicamos antes, significó un gran avance, en neto, para nuestra causa.

Juan Guaidó, quien ha guabineado bastante -como lo sabemos- y es uno de los políticos “objetivo” de nuestra propuesta, ha tenido una reacción natural al rechazar tal radicalización del desgobierno. Y ha reafirmado que el CNE legítimo debe ser nombrado, como lo manda la Constitución, por la AN.

Sabemos que algunos políticos, como Ramos Allup y su partido, están jugando “gallo tapao” en todo esto, y quieren jugar a dos bandas. Pero el conflicto interno de la oposición habitadora y al interior de sus partidos, que se ha generado por la acción del desgobierno, es real. La MUD-FA está en una disyuntiva, y se está dividiendo. Unos quieren ir a la sumisión total con el desgobierno (como Bernabé Gutiérrez y compañía, que se suman a la mesita). Otros quieren dar la pelea, y no les queda otro remedio que radicalizarse frente al desgobierno. En particular porque el desgobierno quiere hacer “caída y mesa limpia”, con las amenazas de robar las tarjetas electorales a los partidos de la MUD.

Es la conveniente decantación de fuerzas, catalizada por el radicalismo delincuencial del que hemos hablado en torno al principal juego: el de facto. Eso, en realidad, nos favorece, pues, como venimos diciendo ahora con más detalles, vemos el bosque y no solo los árboles, según describimos aquí.

Cabe hacer notar que esa parte de la MUD-FA que se quiere radicalizar ahora tiene que ser realista y saber que, luego de esta derrota adicional, debe tener en cuenta que, si opta por confrontar al desgobierno, el único aliado interno en esas contienda alternativa lo representan quienes hasta ahora han jugado coraje de manera consistente, y en el frente externo, EE UU y no la Unión Europea ni el Grupo de Lima.

Y también tienen que ser realistas. Tener en cuenta que si hacen una alianza con los del coraje, nacional e internacionalmente, aunque saldrán mejor parados que si se someten totalmente al desgobierno, no pueden aspirar a un poder político que les permita seguir siendo los líderes máximos de la oposición, como hasta ahora. Deberán pasar a ser “seguidores dentro del liderazgo”, como lo explicamos abajo. Y está en su mejor interés asumir ese nuevo papel, como están las cosas, pensando que en un futuro quizá puedan retomar el liderazgo principal, pero con las reglas democráticas, en las que todos podrán, al igual que ellos, aspirar a la primacía.

Desde luego, ese nuevo arreglo no se puede lograr, en la práctica, mediante acuerdos en la sombra ni conciliábulos. La única manera es realizar una “primaria”, como cuando se dirime este tipo de conflictos entre los políticos que se quieren unir con un mismo objetivo. Por ejemplo, para ir a unas elecciones fortalecidos frente al mismo enemigo.

La oposición, hasta ahora cohabitadora, al negarse a reconocer al CNE ilegítimo, trata de evadir el golpe del desprestigio ante el pueblo y la comunidad internacional en que hubieran incurrido en el caso de haber avalado abiertamente el mencionado entuerto. Por otro lado, muestra que es posible que pueda jugar un juego que conviene más a los del coraje. Y ellos lo saben: hacer las “primarias” o una elección paralela a la del CNE gatopardiano, sabiendo que no pueden aspirar a mayoría en el resultado de esa votación. Por supuesto, saben que el desgobierno, por contraste, los trataría extremadamente mal si prorrogan su mandato. Con su AN “legítima”, el CNE ilegítimo y el desgobierno los atacarían a muerte, literalmente hablando. De manera que los incentivos son claros entre estas alternativas.

El nuevo liderazgo así electo, en que ellos serían minoría y los del coraje la mayoría, confrontaría unido al desgobierno. Pero no en unas elecciones, para lo cual se hacen normalmente primarias. Sino en el juego de facto en que los han arrinconado a ellos y a todos nosotros. Por no estar unidos, fortalecidos y carecer de un objetivo unificado. El desgobierno les ha dado un golpe devastador ahora, y no les queda otro remedio que asimilarlo lo mejor que puedan, como los buenos boxeadores, y conformarse con lo que les toca en el nuevo escenario, pues la opción de seguir de líderes opositores no es ahora una opción realista.

Lo ideal es que todos los rectores del CNE legítimo que debe nombrarse ahora, para hacer posible la elección paralela, sean realmente independientes y preparados, como lo dice la Constitución. Pero, incluso, podemos admitir en ese CNE, en el peor de los casos, una relación paritaria entre la MUD-FA y los del coraje. Lo que sí no podemos admitir ahí es a ningún miembro del PSUV, por principio. Ellos ya tienen su elección, con el CNE ilegítimo, y no hay razón política para admitirlos aquí.

El punto es que si va a haber una elección en que nos midamos los hasta ahora cohabitadores y los que han jugado coraje de manera coherente, es de esperarse que todos ellos aspiren a tener rectores en un CNE de la AN. No habría problema, y es cuesta arriba impedir eso. Pues aquí sí se puede decir que los votos serán los que decidan lo que ocurre al final, que es lo que se quiere. Aunque no hay que ser ingenuos y sí tener en cuenta que en este camino, presuntamente legal y transparente, los corruptos son unos zorros al momento de determinar el resultado. Pero los honestos también juegan, claro. Y aquí sí que hay que aceptar el reto de ir a las elecciones parlamentarias como espacio conveniente para la lucha definitiva por las elecciones libres, luego de la transición.

Los tres jugadores y los tres juegos: la elección, la coordinación y “la gallina”

Ahora bien: ¿nos preocupa que el desgobierno no la acataría, como no acató el mandato del 16-J? No importa, pues es de esperarse, y no sería un retroceso, ya que tampoco reconoce en la práctica ni a Juan Guaidó, ni a la AN, ni al TSJ legítimo. Lo importante es que sería un paso hacia adelante, partiendo del statu quo, por lo dicho de la unión de los políticos y la participación de la gente (incluyendo los venezolanos en la diáspora de manera importante), lo mismo que con la comunidad internacional sensibilizada por los progresos internos, como contraparte adecuada para su acción desde fuera. El pueblo, como jugador adicional en esta contienda, haría la diferencia, para contribuir a destrancar de manera determinante el juego vigente. En un primer momento, en la elección; luego, en la calle. Lo mismo Estados Unidos.

La idea, pues, es que entre los que han jugado consistentemente al coraje y la MUD-FA juguemos el juego democrático: el de las elecciones. Y que el pueblo, el jugador excluido hasta ahora, sea quien determine el resultado en la repartición de la torta. Así iríamos mucho más fortalecidos que hasta ahora, además de coordinados. Con el desgobierno, jugaríamos coordinados en un mismo frente: el juego de facto en que se nos metió desde el robo del revocatorio: el del halcón y la gallina. Para este juego, sumamos en una misma alianza. Se requiere un equipo de coordinación, que puede llamarse algo así como Frente Patriótico.

Con relación al tema de la mayoría y la minoría previstas en la elección propuesta, es lo que ocurre de manera natural en un “equilibrio de Stackelberg”. Tanto los del coraje como los de la MUD-FA vamos al mismo juego electoral, y estos últimos están dispuestos a aceptar ser minoría. En términos de juegos, esto de la elección y su equipo de coordinación resultante significaría un “equilibrio de coordinación” táctico, temporal, entre dos contendientes en relación al cazarrentismo como sistema.

Los del coraje obtendrían más poder a la hora de determinar la directiva de la nueva AN en enero de 2021. Y excluiríamos por completo al PSUV de nuestra elección, por diseño, como dijimos. De esa manera, pues, frente a los cazarrenta radicales acopiamos una inmensa fuerza adicional para preparar su salida definitiva y completa. En ese juego, el de la gallina (y de la soga, en cierto sentido), el que gana sí se lo lleva todo. Como debe ser (o casi todo, como hemos dicho en el análisis del diálogo de Oslo).

En resumen: hay tres jugadores principales y tres juegos. Uno, los del coraje, que enfrentan no solo a Maduro sino al cazarrentismo. Otro, los cazarrenta moderados, hasta ahora cohabitadores, empujados por el desgobierno a tomar en serio la ruta del coraje. Y el último, los cazarrenta radicales, que agrupan al desgobierno y a la oposición sumisa. Al interior de los del coraje, se juega una alianza de largo plazo: una colusión. Entre los del coraje y los cazarrenta moderados, se juega la competencia electoral. Con el desgobierno y la oposición sumisa, se juega el juego del halcón y la gallina.

Es pertinente explicar que en este juego electoral se llega a un equilibrio de Stackelberg, llamado de líderes y seguidores. Este, en realidad, significa un equilibrio de Nash aplicado a la competencia entre factores de poder, como opuesto a la colusión de esos factores. Muy importante recalcar que -para que pueda haber predicción realista, y no solo buenos deseos, invocando el patriotismo y cosas así- todos los jugadores están dispuestos a jugar lo que les toca, dado que los otros juegan su parte. En particular, la oposición cazarrenta. Hasta ahora cohabitadora, estaría dispuesta a obtener menor cuota en la AN resultante y pasar de líderes, como lo han sido hasta este punto, a seguidores, por lo descrito.

Y lo bueno de esta unión de toda la oposición que quiere salir de Maduro (aunque no toda ella quiera salir del sistema cazarrenta) es que el que tiene más fuerza relativa en el juego del halcón y la gallina se lleva todo el territorio. Sacaríamos de cuajo al desgobierno, según la predicción teórica, que consideramos práctica si hacemos lo propuesto. No lo lograríamos si seguimos desunidos y descoordinados.

La alianza imperativa contra el cazarrentismo y la Junta de Transición

Aunque lo que proponemos aquí implica ganar la guerra antes de desplegarse en batalla (Sun Tzu), para quienes queremos no solo salir de Maduro sino de todo el sistema, la acción tiene sus incertidumbres y sus esfuerzos adicionales. Así es como debemos estar planificando y previendo respuestas adecuadas con respuestas tácticas de nuestra parte, coherentes con la estrategia. Eso incluye las cosas que decimos aquí: un plan estratégico del coraje contingente y dinámico, con tácticas apropiadas. Por tanto, es imprescindible la alianza inmediata de los del coraje contra el cazarrentismo. Y no solo contra Maduro, para encarar todas estas cosas de una vez.

Como vemos, se trata de una coyuntura propicia, pues iríamos como un solo bloque en este proceso. Incluso antes de que se realice, para elaborar estrategias juntos y actuar juntos. Por ejemplo, aunque la directiva de una nueva AN dominada por diputados del coraje puede designar a una Junta Patriótica del Coraje. La sociedad civil independiente, representada apropiadamente dentro de esa alianza, expresando con esto el sentir de la gran mayoría del pueblo venezolano, preferirá, por supuesto, que la Junta de Transición sea elegida directamente por la ciudadanía.

Por eso, debemos solicitar que en la votación tipo 16-J, que estamos estar empujando juntos, se elija de una vez a esa Junta de Transición. Y los candidatos nuestros, de los del coraje contra el cazarrentismo, deben ser comunes, idealmente, pues en la unión está la fuerza. Y ahí sí es previsible que los candidatos de la MUD-FA no llegarían a ser parte de la Junta de Transición de cinco miembros: el que gana se lo lleva todo en esta elección. En esto se asemeja, como debe ser, a la presidencial. Pues una Junta de Transición designada en la AN, aunque tengamos ahí la mayoría, sería resultado de repartición de cuotas de poder en una elección secundaria, no originaria, lo cual mermaría su capacidad de salir, por diseño institucional implantado por esa Junta, del cazarrentismo.

Una Junta del Coraje así elegida sí que actuaría correctamente, por supuesto, y solicitaría la ayuda militar externa sin titubeos. Apoyaría logísticamente, políticamente, jurídicamente y diplomáticamente a los militares patriotas, algo que no se ha logrado hasta ahora. De hecho, la elección misma sería un detonante para la acción de facto definitiva frente al desgobierno, como lo hemos dicho.

Por cierto, los electos pueden estar fuera del país, por supuesto, o inhabilitados o presos por el desgobierno, y pueden trabajar desde el exilio o desde una embajada. La entrada posterior a Venezuela puede ocurrir como ocurrió con De Gaulle cuando entró desde el Reino Unido a liberar Francia. O con Bolívar y Miranda, quienes con frecuencia entraron desde fuera para liberar a Venezuela. De forma similar, con las condiciones nuestras, estando tanto dentro como fuera del país, se puede activar la salida definitiva del régimen. Y la decisión sobre esto dependerá de la táctica que se adopte.

Algo digno de hacer notar es que la alianza de los del coraje contra el cazarrentismo supone jugadores egoístas entre quienes la conforman. Hay allí actores con distinta ideología, por ejemplo, de derecha, centro e izquierda, y se sabe que la van a perseguir a lo largo del camino, como en el Pacto de Punto Fijo. Pero deben tener cierto grado de visión íntertemporal: no pueden ser demasiado miopes, sino que deben valorar el futuro suficientemente, para no caer en el dilema del prisionero, que les impide cooperar con los demás miembros de la alianza. En otras palabras: los aliados persiguen sus propios intereses al llegar al acuerdo. Pero esos intereses deben incluir el futuro de manera importante en sus preferencias egoístas.

Los incentivos de Juan Guaidó, un jugador clave

Recalquemos que Juan Guaidó es un líder político que podemos -y debemos- traer para este lado. Para el lado del coraje, con la táctica facilitadora de la elección tipo 16-J. Está en una posición clave, que ayudaría enormemente en lo político institucional y en lo diplomático, pero solo hasta enero, muy probablemente. Y tiene, especialmente en esta nueva coyuntura, incentivos claros para ponerse del lado correcto de la soga.

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AFP

La elección propuesta sería una muy buena opción para él. Saldría con la frente en alto de la situación en la que está metido en este momento. Encararía su futuro como joven político con mucho potencial, luego de la gran baja de popularidad que ha experimentado y de los ataques arteros provenientes hasta del G4. Sería recordado como el líder que facilitó las cosas con un detonante definitivo para la salida del régimen de Maduro. Su período está por cumplirse, tanto como diputado como de presidente interino. Sería cuesta arriba justificar su continuación como tal. Tanto frente a los demás aspirantes del G4, si se prorroga la AN, como frente al país y la comunidad internacional.

La alternativa disponible para la MUD-FA, en vez de la elección, en efecto, es decretar la permanencia de la AN por un año más. Ramos Allup ya adelantó que la reacción de la AN puede ser esa. Pero una opción de este tipo no favorecería a Juan Guaidó. A lo dicho, se agrega que el desgobierno le hará la vida imposible, literalmente hablando, luego de elegir su AN ilegítima.

Esta opción de prórroga quizá podría ser conveniente para él solo si piensa invocar él mismo, antes de que su período caduque, el principio de necessitas, y pedir ayuda militar externa, usando el artículo 187.11. Aunque no todo el G4 se lo pondría fácil, creemos que podría ser perfectamente posible como escenario alternativo. Esto, con base en el antecedente de su juramentación el 23-E, cuando jugó coraje, pese al deseo en contrario de una parte importante de quienes lo rodeaban. Esta opción también le permitiría salir con la frente en alto.

En pro de la opción de la elección está el hecho de que una ayuda militar estadounidense es mucho más probable si aquí hay una oposición organizada. Una oposición unida y representativa, como la que resultaría de dicho evento. Estaríamos en el escenario contrario si hay una oposición dividida y sin rumbo, como lo está en este momento, a merced del desgobierno. Como dijimos, no es cuestión de pedir la pizza y ya. Se trata de una “fiesta de traje”, o potluck, en la que nosotros debemos traer comida criolla. EE UU tiene experiencias negativas cuando se depone a un tirano y el gobierno posterior no tiene éxito, porque internamente no hay la contrapartida adecuada y preparada, como pasó en Irak.

Creemos que Juan Guaidó tomará eso en cuenta a la hora de una decisión. Le conviene más la opción correcta, aunque la otra esté disponible. Se alinean así los intereses de los políticos y los del pueblo venezolano. Gracias, de nuevo, a la soberbia del desgobierno.

Una última nota antes de resumir y concluir: el tema de la seguridad y la logística del evento. Recordemos que esta movida del desgobierno es un intento ya clarísimo de convertir a Venezuela, sin ningún tapujo, en un “paraíso delincuencial democrático”, peor que en Cuba, donde hay elecciones y no cambia nada. Representa un reto directo contra los intereses estratégicos de Estados Unidos y los de quienes no querremos eso en nuestro país. Ni la sociedad civil, ni los militares patriotas, ni los partidos consecuentes, sean del coraje o no.

Por lo tanto, las elecciones que planteamos deben ser el resultado de un acuerdo político-militar que incluya EE UU, a nuestros militares patriotas y a la resistencia civil organizada. Así como ese país estuvo pendiente de las elecciones parlamentarias del 6-D en el 2015 y le exigió a Maduro y a Padrino acatar, y así como no le permite al desgobierno apresar a Guaidó, pues pasa la línea roja, así tampoco se permitiría el saboteo de este evento civil, pacífico, democrático, de votación. Ni a su veredicto. La Junta de Transición, en particular, debe ser intocable por el desgobierno.

Además, nosotros, la sociedad civil, los partidos en coalición -ahora del coraje-, los militares patriotas, haríamos nuestra parte en este acuerdo para el evento y para defender a los elegidos, sabiendo que estamos en resistencia, lo cual tiene riesgos que estamos dispuestos a asumir. Como los judíos, que en la Segunda Guerra Mundial preferían resistir fuera de los guetos, con sus riesgos, antes que esperar la muerte pasivamente.

El desgobierno sabe que es parte de la guerra, claro, aunque no su final. Y nosotros también. Un saboteo es como evitar que el contrincante en el choque de carros (juego del halcón y la gallina) se monte en el carro. Nosotros lo impediríamos con la alianza mencionada. Lo del choque de carros viene luego. Pues una vez montados en nuestro Hummer iríamos a la confrontación final contra el Volkswagen sin escape y con dientes de tigre pintados en el capó. La predicción es que los del carro realmente más débil, en términos relativos, se pondrían de lado, pues saldrían destrozados si hay choque frontal: pedirían un salvoconducto. Probablemente, luego de algunas escaramuzas de calibración final. Y nosotros lo concederíamos. Esa es la salida prevista con todo esto, si nos activamos. Lo de la logística es fácil de cubrir con los recursos con los que cuenta el presiente interino.

Resumen y comentarios finales

En cualquiera de los dos escenarios, de elección o prórroga con petición de ayuda militar externa, es altamente probable una solución definitiva en un período perentorio. De no más de siete meses, según estimamos. No pasaría de enero. La alternativa de la elección paralela la debemos impulsar como reacción natural y óptima a la crisis política adicional del entuerto del desgobierno, que, en su avaricia y su ceguera de drogadicto, lo quiere todo para sí, cuando no puede con nada de lo que tiene. Sadim, Midas al revés, convierte todo lo que toca en caca, como en este caso.

La acción de Sadim, como rata acorralada, es un tiro que le va a salir por la culata. Pues está produciendo una reacción en contra, que abre todas estas posibilidades positivas adicionales determinantes para el desenlace. Desde este punto de vista es que hay que ver la avaricia de Sadim: un error; un autogol que hay que aprovechar al máximo para determinar quién gana el juego al final.

Por eso debemos actuar en consecuencia, en función del objetivo planteado. Eso favorece muchas convergencias positivas, antes inesperadas para muchos. Ahora sí que se produciría la “unidad de la oposición” que tanto se ha reclamado para confrontar al régimen. Aunque el conflicto interno de la oposición siga, sobre todo por el tema del cazarrentismo como sistema, y es dirimido, por lo pronto, en una alianza táctica temporal, mediante los comicios propuestos.

La elección paralela sería apoyada y validada por los países que apoyan a Guaidó, sin duda. En particular por EE UU. Y sería el detonante final para una acción militar coordinada, tanto de EE UU, en operaciones quirúrgicas, como de los militares patriotas, para sacar la satrapía de una vez por todas. Con las alternativas que los sátrapas escojan: o irse para minimizar muertos, o exponerse a la muerte o a la cárcel de por vida. Como cobardes que son, creemos que optarán por lo primero. Pero de que salen, salen, por supuesto.

Como vemos, la mano de Dios está en lo que está ocurriendo, pues se nos presentan grandes oportunidades para avanzar. Y es la providencia divina la que seguramente está conduciendo, al fin y al cabo, estos eventos. Nosotros estamos alineándonos, cada quien por su parte, para producir la montaña de la profecía autocumplida, que motiva nuestra fe y nuestro amor por Venezuela. Y estamos abiertos a lo que ocurre y a lo que nos inspire Dios, a medida que se vayan dando los acontecimientos, que siempre pueden arrojar sorpresas.

Por eso mismo, debemos estar unidos los del coraje, tanto parar el análisis y la estrategia y táctica, como para la acción: civiles independientes, militares patriotas, políticos consecuentes y comunidad internacional.

Por fin vemos una luz al final del túnel.

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