España

Parque Warner de Madrid, escenario de una paliza a una madre de un niño con autismo

Un hombre de entre 40 y 50 años insultó y se burló repetidamente del niño de 11 años. Cuando la madre le reclamó, la zarandeó y la lanzó al suelo dos veces, hasta que perdió el conocimiento. Será juzgado penalmente por delito grave

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parque warner
Cortesía TripAdvisor

«Mongolito», «subnormal». De fila a fila, un hombre de entre 40 y 50 años insultaba así a un niño de 11 años en el Parque Warner de Madrid. Jimmy, con condición de autismo, no podía responder. Lo que causó la rabia del hombre, incapaz de controlar sus bajos instintos, fue que el chico hacía la fila para personas con discapacidad, más corta que la del acosador.

Jimmy y sus acompañantes contaban con unos pases especiales, que entrega el parque de atracciones a personas con capacidades diferentes. Entre ellas se encuentran los trastornos del espectro autista. Los pases son unas visibles pulseras azules, y permiten al niño entrar hasta con tres acompañantes. Jimmy estaba con dos amigas de su mamá.

Las acompañantes de Jimmy decidieron ignorar la situación, como tantas otras veces han hecho. El hombre continuó burlándose un rato más, moviendo los brazos mientras le decía «mongolito» mientras sus amigos se reían. Lo dejaron pasar.

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Más tarde, sentados en un anfiteatro, volvieron a ver al sujeto. El chico se puso muy nervioso y se lo señaló a Mayte, su madre. «Allí está el hombre malo», repetía. La mujer de 38 años, que no había estado con su hijo al momento de los insultos, se acercó a él cuando terminó la función. Quería explicarle las condiciones que padece una persona con autismo y reclamarle su actitud.

La respuesta fue literalmente brutal. El sujeto zarandeó a la mujer, la tomó por el pelo y la tiró al piso. Cuando ella se levantó, la volvió a estrellar contra el asfalto, con tanta fuerza que perdió el conocimiento. Todo en un parque de atracciones, lleno de niños y sus familias, la tarde del 2 de mayo. Ahora va a juicio penal acusado de delito grave.

El juicio

El 4 de mayo, dos días después de la paliza, Mayte pidió ayuda a la asociación ProTGD, según cuenta el diario El Mundo. Decidieron denunciar, amparados en fotos y videos del suceso y en el informe médico de las lesiones.

En principio, sería un juicio rápido, una fórmula que existe en España para resolver diferencias en pocos días. Pero, dice el diario ABC,  la Guardia Civil analizó el asunto y su médico forense consideró que las lesiones eran suficientemente graves para iniciar un proceso judicial completo.

Las fotos del hospital, que describe el portal Tododisca.com, son claras: Se ve a una mujer llorando, con el labio roto, los ojos morados, sangre en la nariz, y una herida profunda en la frente. Además, se detectó una lesión en la cervical.

El abusador será juzgado por delito grave.

“Tanto el niño como la madre siguen muy afectados. Los daños físicos se están curando, pero tienen graves secuelas psicológicas. Afortunadamente, agresiones tan violentas no ocurren tan a menudo», dijo Ana Vidal, directora de ProTGD a TeleMadrid.

Otro caso en Madrid

A pocos días del temible incidente en Parque Warner, ocurrió otro caso en Madrid que enfrenta a una madre con un niño con autismo y a otra familia vecina. Aunque no hay violencia física, devela la falta de empatía con personas con autismo.

Lo contó la madre del niño en sus redes sociales @Martuki77777 . Edu tiene 15 años pero «es un niño de 2 años atrapado en un cuerpo enorme». Le gusta cantar a todo pulmón y saludar efusivamente a los que pasan. Eso le molestó tanto a unos vecinos que lo denunciaron a la policía, aprovechando que un día cantaba en el jardín del edificio.

«Los policías no sabían a dónde meterse cuando vieron lo que realmente estaba pasando», dijo Marta. Varios seguidores le aconsejaron demandar a esa familia, por denuncia falsa y discriminación, pero ella dijo que solo quería un poco más de empatía, «especialmente de vecinos que han visto crecer a Edu».

«Los demás hemos tenido la SUERTE y el azar de nacer con todas nuestras capacidades plenas, aunque sea moralmente les debemos respeto, dignidad, amor y protección», añadió.

Lo paradójico es que, al día siguiente del episodio, esos mismos vecinos se pusieron a hacer puertas en el mismo jardín. El ruido de las sierras y taladros era peor que el de un chico cantando.

Y pensar que hace un año creíamos que la pandemia nos iba a enseñar a ser mejores personas.

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