De Interés

Omaira le regaló sonrisas a los chamos de Petare

En víspera de Navidad, una vecina del barrio José Félix Ribas le obsequió juguetes a más de 70 niños en el sector. Ellos encontraron en esos detalles un motivo para sonreír, después de 9 meses confinados por la pandemia

Daniel Hernández
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Pa’ ve qué te dieron a ti.

—Un Hulk.

—A mí me dieron este Batman con luz roja.

—El mío también alumbra.

—Juguemos, pues.

La conversación la tienen dos niños en la zona 7 del barrio José Félix Ribas, en Petare. Acaban de recibir esos regalos de parte de Omaira Rodríguez, una líder comunitaria con más de 30 años de trabajo social en la localidad. Y, a diferencia de otras actividades similares que abundan en el barrio durante este mes, la de ella no está auspiciada por el gobierno o algún partido político: nació del seno de su numerosa familia, quienes, desde noviembre, recolectaron los juguetes para repartirlos a los niños del sector.

La vocación de Omaira por servir a los demás no es nueva, la ha tenido siempre. Lo reconoce ella misma y lo confirman sus vecinos. Si bien de joven fue militante de Copei y después de Primero Justicia, hoy su labor es independiente. Es un trabajo que nació y se organizó desde su casa, a pesar de las carencias que trae consigo vivir en una de las barriadas más grandes de América Latina. Pero ella no concibe esa realidad como un obstáculo, sino como una oportunidad para ayudar a su gente.

Omaira, la cariñosa

Omaira fue una de las primeras voluntarias de Alimenta la Solidaridad, el programa creado por Roberto Patiño que, hasta finales de noviembre, sumaba 239 comedores en 14 estados del país, donde más de 25.000 niños reciben almuerzos diarios. El proyecto fue amenazado por el gobierno de Nicolás Maduro, quien allanó la casa de los padres de Patiño y, a través de la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (Sudeban), congeló sus cuentas y afectó la distribución de los alimentos.

Para esa fecha, el comedor de Omaira ya tenía historia. Abrió sus puertas el 28 de febrero de 2018 con 30 niños. Una cifra que al poco tiempo se duplicó y hoy todavía se mantiene. Semanalmente, Omaira recibe los alimentos y ella misma diseña el menú con la ayuda de sus hijas, sus nueras y su hermana.

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(Fotos: Daniel Hernández)

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Por la labor que lleva a cabo empezaron a llamarle “la cariñosa”. Y ese mote ahora le da nombre a su comedor. Cuando le preguntan, responde: “Cariñosa con los niños, odiosa con los adultos”.

Aunque la lista del comedor es de 60 niños, Omaira trata de que otros también se beneficien de las actividades que no solo se remiten a los almuerzos. Existe un suministro de las fórmulas para los recién nacidos, entregados por el mismo programa de Patiño. Ese es el caso de Franyelis García quien dio a luz en el mes de octubre y semanalmente recibe el apoyo de Alimenta la Solidaridad a través de Omaira: “Esto me ayuda mucho, de verdad, porque esta leche de fórmula no se consigue o es muy cara en la farmacia”.

El parrandón y los juguetes

A pesar de que la situación actual del programa impidió la organización de la logística navideña, Omaira se las ingenió y resolvió por su cuenta.

Con ayuda de sus hijos y de su hermana Leida Rodríguez, le preparó el plato navideño a los 60 niños que se benefician del comedor de Alimenta la Solidaridad y también a otros 14 que viven cerca de la escalera. Ese día, víspera de Navidad, almorzaron una hallaca, una porción de ensalada de gallina y pan canilla.

Una vez terminaron de comer, los muchachos tomaron sus maracas hechas con potes de plástico y arroz, y comenzaron a cantar aguinaldos sentados en los escalones, al son de la nuera de Omaira, quien trabaja como maestra de preescolar en un colegio capitalino. La música parecía sustituir al sonido de los fosforitos, pero sobre todo de las ráfagas de tiros que resuenan todo el año en José Félix Ribas. Mientras los niños cantaban entusiasmados, los vecinos apreciaban desde sus ventanas el concierto en el callejón.

Cuando empezaron a ser llamados para la entrega de juguetes, todos se quedaron quietos. Era el momento que más esperaban. Uno a uno pasaban a la casa, mientras afuera reinaba la expectativa. Algún juguete esperaba por ellos. Podría ser un superhéroe, podría ser una muñeca o una pelota. Las sonrisas pintaban los rostros y muchos se comían las uñas. La emoción los embargaba. Querían sustituir el papagayo, la perinola o las metras por un juguete fabricado, uno que fuera de verdad.

Escape del confinamiento

Para los niños del barrio José Félix Ribas los días en cuarentena no son divertidos. Aunque juegan papagayos, metras, el escondite o la ere, la mayoría pasa el tiempo cargando agua, gas o comprando pan. Extrañan el colegio. Sus padres retiran las asignaciones en los planteles y la llevan cada mes. El encierro les arrebató parte de su infancia, por eso, las actividades organizadas por Omaira son un oasis en el desierto. Allí escapan del confinamiento que no eligieron, que desde marzo se le impuso en sus vidas.

omaira

Omaira comprende que los niños son los más afectados por la cuarentena, por eso promueve eventos para distraerlos del letargo de la pandemia. Sin embargo, el trabajo no ha sido fácil: ha tenido que enfrentarse a diversos obstáculos, entre ellos los adeptos al gobierno chavista, quienes, al enterarse de la eficiencia del comedor en su casa buscaron amedrentarla e instalaron uno paralelo. La idea no prosperó porque los vecinos respaldaron a Omaira. Muchos años de trabajo no pudieron ser apocados.

*

Dos días después de Navidad, los regalos que debían ser entregados por las comunas del barrio todavía no llegan a las manos de los niños, a pesar de que el gobierno anunció a principios de diciembre que más de 12 millones de juguetes serían distribuidos.

Entre los vecinos comenzó a circular el rumor de que sólo se repartirían a las niñas, pues el camión donde venían los de los niños fue robado. La información no ha sido confirmada. Omaira, en cambio, no depende del Estado, ella busca los medios y resuelve siempre. Por eso hubo un Hulk. Y hasta un Batman con luz.

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