«Criminales e insurgentes manejan extensas zonas del territorio de un país en caos. Recorrimos una de las regiones bajo su control», recoge el New York Times. Presenta una serie de reportajes de su corresponsal Anatoly Kurmanaev, con fotografías de Adriana Loureiro Fernández, en los que documentan una ostensible presencia de irregulares que es harto conocida en esas remotas regiones fronterizas de Venezuela desde hace años.
«En la capital, Caracas, Maduro aún mantiene un firme control sobre los principales pilares del poder, y sus militares siguen siendo capaces de responder con fuerza a las amenazas a su gobierno. Pero en amplias zonas del país, el Estado venezolano y su autoridad se reducen drásticamente, lo que permite que grupos armados y organizaciones criminales de todo tipo tomen el control, a menudo con consecuencias devastadoras», resume la investigación.
«Como en otros lugares de América Latina, Venezuela albergaba grupos armados ilegales mucho antes de la actual crisis económica. Las guerrillas colombianas han utilizado el campo venezolano como refugio durante décadas, y las barriadas descuidadas de Caracas han sido durante mucho tiempo hogar del crimen organizado».
«Pero pocas veces las organizaciones criminales han ejercido tanto control territorial y económico —y el gobierno tan poco— como ahora, una potente ilustración de la descomposición de la nación durante el gobierno de Maduro».
“Venezuela está caminando a ciegas hacia la fragmentación por los grupos armados”, dijo Andrei Serbin Pont, analista de seguridad de América Latina. “Recuperar el control territorial será un desafío inmenso para quien ocupe el poder en Venezuela en las décadas siguientes”.
En su día, Venezuela, repleta de riquezas petroleras, construyó durante décadas un Estado fuerte que se extendía a las aldeas más alejadas a través de escuelas, estaciones de policía y carreteras.
El extenso y minucioso reportaje se puede leer en inglés, destacado en la primera plana del NYT. También está en digital en sus versiones en inglés y en español.
Un país en ruinas
Citando a expertos, el medio destaca que desde 2014 los ingresos por exportación de petróleo de Venezuela cayeron casi un 90%; los salarios públicos se han desplomado. «Los funcionarios del Estado recurren cada vez más al soborno y la extorsión».
«Los agentes de seguridad empezaron a vender armas e información a los grupos criminales y a cobrarles por su protección, según entrevistas con agentes de policía, y el gobierno empezó a replegarse en grandes franjas del país».
Destaca que en el sur de Venezuela, «los brutales grupos armados conocidos como sindicatos que dominan la minería ilegal gestionan el suministro de electricidad y combustible». También proporcionan equipos médicos a las clínicas de las ciudades que controlan.
«A lo largo de los 2.219 kilómetros de frontera de Venezuela con Colombia, el ELN y otros insurgentes ejercen su influencia».
Lea la versión completa de este reportaje en The New York Times.