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“No respires 2”: el villano regresa en busca de redención

Norman, el personaje de Stephen Lang, se convierte quizás en el más ambiguo del cine de terror reciente. Y aunque la película carece del impacto y buen hacer creativo de su predecesora, es una caja de misterios ingeniosa. El terror claustrofóbico regresa y lo hace en buena forma

No Respires 2
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Un hombre ciego que debe defenderse del acecho de un grupo de asaltantes y que al final resulta ser más violento y monstruoso que cualquiera de ellos. La efectiva premisa fue el sostén argumental del éxito de taquilla del 2016 “No respires” («Don’t Breathe»), Un guion sencillo y una puesta en escena pulcra convirtieron al film en una sofisticada película de terror, que también resulto ser un sorpresivo éxito de taquilla.

Fue una asombrosa versión sobre el bien y el mal ambiguo elaborada para un público que encontró en la inquietante batalla entre una aparente víctima débil y sus torpes atacantes, una revisión al género de la invasión doméstica. Esta vez, el terror era algo más que una percepción sobre los espacios, los lugares privados y los límites de lo íntimo destruidos por monstruos reales o imaginarios. Fue una venganza total construida sobre algo más sustancioso, tenebroso y al final, agresivo.

“No respires 2”, de Rodo Sayagues, guarda similitudes con la premisa de la película original. De nuevo, Norman Nordstrom (Stephen Lang) debe enfrentarse a un enemigo desde la violencia, y hacerlo convertido en una especie de monstruo ambiguo que va desde un asesino de habilidad asombrosa a una víctima. Pero en esta ocasión, el director y coguionista también toma algunas decisiones de interés para hacer aun más inquietante a Nordstrom.

Para su regreso a la pantalla grande, Sayagues explora las motivaciones del personaje. Y lo hace, dándole todo tipo de motivaciones nuevas y además, una exploración por completo distinta. El resultado es un trayecto hacia el gore, el terror doméstico y lo terrorífico de la invasión a los espacios personales tan interesante como la primera. Pero además, el realizador encuentra una manera original de replantear la historia base.

Después de todo, el final abierto del primer film dejaba una gran cantidad de interrogantes. Todas, alrededor del personaje de Lang, pero en especial la posibilidad que su venganza se extendiera más allá de los límites reducidos de la casa. La historia a continuación podría haber sido obvia, recurrente o repetir sus mejores momentos. Pero en una decisión brillante, los guionistas Fede Álvarez y Rodo Sayagues crean la condición que esta vez Lang, mostrará sus terroríficas capacidades de forma distinta.

Lang logró dotar al veterano de la guerra del Golfo de una serie de concepciones sobre la vulnerabilidad. Para su regreso a la pantalla grande la premisa se profundiza, pero también hace preguntas distintas acerca de su contexto. La violencia cambia de tono, forma y sentido, para sostener una concepción más inteligente sobre el miedo.

Pero, como toda película de invasión doméstica que se precie, “No respires 2” también es una confrontación con la seguridad, los límites y los espacios. Y aunque el director se atreve a empujar al personaje a lugares nuevos — metafóricos y reales — el hecho de la fragilidad inherente es fundamental.

A pesar de su habilidad física, conciencia sobre su poder y un instinto sobrehumano, Norman todavía se tambalea en el límite de lo vulnerable. O al menos, no sobrepasa la percepción de que no hay forma de detenerle. Ese pequeño matiz es de una importancia trascendental, a pesar de que no lo parece. El trayecto hacia el centro de la historia se hace más complicado y el terror se convierte en algo nuevo. Todo por el mérito de las buenas decisiones narrativas del argumento.

“No respires 2”, el misterio lo es todo

A diferencia de otras secuelas de numerosas películas de terror, “No respires 2” no está interesada en hacerse más grande y aparatosa. Por el contrario, sorprende que el director haya evitado la tentación de profundizar en el mundo de Norman para hacerlo más frenético. Podría hacerlo. Hay cambio de escenario, un nuevo objetivo y en especial, ya el público está familiarizado con lo que el personaje puede hacer.

Pero Sayagues está obsesionado con la relación de su personaje con lo que le rodea. Y eso hace que tome decisiones que benefician a la trama y que hacen uso del suspenso con enorme inteligencia. La historia — que transcurre ocho años después de la primera — tiene su propia dinámica. Y el hecho de evitar la esperada venganza que anunció la original, hace que pueda jugar de nuevo con la sorpresa.

Norman no está en escena de nuevo para convertirse en un criminal imparable que hace lo mismo en lugares distintos. Es un hombre que se enfrenta a situaciones límites y lo hace con una habilidad terrorífica. En ellas, el bien y el mal son un punto concreto a cruzar. Y es entonces cuando Norman (que ahora es el padre que quiso ser), debe enfrentarse a lo que hay más allá de sus fronteras.

No Respires 2

El hecho de que la película medite sobre estrechos lugares claustrofóbicos, además de los peligros exteriores e interiores, no es casual. Y aunque tampoco parece ser una alegoría siniestra a la pandemia, sí juega con los mismos recursos. De pronto, Norman sabe que debe enfrentarse a lo desconocido y hacerlo de la única manera que puede.

Es entonces cuando la violencia se sostiene en algo más elaborado que la crueldad. La película toma distancia de la premisa original y construye un diálogo sobre el miedo de pulcra sutileza. La cámara de Sayagues va de un lado a otro como un ojo fijo, que hace de Norman una criatura implacable pero necesaria. Y es esta casi redención, el mejor giro de la película.

Si en la original la aparente víctima frágil se convierte un depredador temible, en la segunda, es un arma. Una tan violenta e impredecible que logra superar el hecho de que el público ya conoce la premisa.

Se trata de un elaborado discurso que sostiene una condición peligrosa. “No respires 2” depende de qué tanto pueda el director y el guion convencer de que su villano puede ser un héroe. ¿Lo logra?

En sus momentos más inspirados hay una genuina preocupación por Norman. Porque pueda conseguir su objetivo, luchar y batallar contra enemigos que le duplican en número pero jamás en habilidad. Pero en esencia, la película toma un riesgo asombroso y es el de mostrar que su villano es ahora un hombre enfurecido. Siempre lo fue, pero ahora la crueldad se transforma en necesidad de protección. Es entonces cuando “No respires 2” se hace original por derecho propio. Algo que muy pocas veces puede decirse de una película de terror.

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