Venezuela

“Mis compañeros de clases se desmayan del hambre”

Aquellos acólitos, enchufados y panegíricos que viven negando la pobreza, la miseria, la desnutrición y hasta la muerte por hambre que están sufriendo los venezolanos, (en especial nuestros niños),  también suponemos saldrán a desmentir el título de este artículo, el cual es una textualidad de una adolescente, vocera del liceo Benito Canónico de Guarenas, estado Miranda, adscrito al ministerio de educación. 

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En efecto, la representante estudiantil fue muy asertiva con su intervención en el programa dominical de Nicolás Maduro correspondiente al 5-2-2017, cuando denunció la infame realidad que viven ellos como estudiantes de la mencionada institución, donde la infraestructura se encuentra destruida, carecen de mobiliario pedagógico, están azotados por la delincuencia, y el programa de alimentación escolar se encuentra suspendido, lo cual resultó más dramático, al momento de decirle la grave situación de alimentación que viven sus compañeros al primer mandatario

Lo irónico de todo esto es que Maduro se justifique de tal responsabilidad, al reclamarle a su equipo de gobierno por la forma en que se habría “enterado” de tales irregularidades. Y nos preguntamos: ¿Dónde vive y gobierna Maduro? ¿Es qué no resultan suficientes la cantidad de denuncias, protestas, cierre de vías,  reportajes, artículos, mensajes por redes electrónicas, y hasta los reclamos que se encuentran en los archivos de las “instituciones del Estado” sobre la quiebra de la educación en el país?

Solamente bastaría abrir cualquier medio impreso o digital (por supuesto, que no sea afecto al madurismo) para mirar la malograda realidad educativa y social que afronta la ciudadanía; pero lo más grave, a propósito de la denuncia que realizó de manera muy ponderada y valiente la adolescente, es que existen docentes y trabajadores de la educación, que también se desmayan por no haber ingerido los alimentos mínimos necesarias para enfrentar el día a día, es decir, ¿cómo pueden recibir educación nuestros niños y jóvenes, sí hasta los educadores están pasando hambre? Y no vengan con el cuento que los salarios que perciben maestros y profesores son “dignos”, porque la verdad es que tales ingresos se han convertido en vulgares limosnas que apenas si permiten cubrir los costos de transporte,  y para medio comer una empanada o tomarse un jugo que mitigue por unas horas la necesidad de engañar al estómago.

Es dramática la realidad educativa del país. Estudiantes, docentes y trabajadores están viviendo días muy menguados. El mal llamado sistema de alimentación escolar (SAE) es una comiquita que sólo funciona uno o dos días por semana (en el mejor de los casos), y cuyas raciones son menos que una vergüenza, no sólo por las cantidades de alimentos que se distribuyen, sino porque en muchos casos, los aportes calóricos y balanceados que reciben quienes conforman la población educativa, ni aun comiendo en su totalidad esos “desayunos” o “almuerzos” se garantiza que habrá un sano desarrollo biológico y cognitivo en los niños y adolescentes.

En el caso de las universidades, la realidad es similar a la que se vive en escuelas y liceos. Muchos estudiantes se han visto en la necesidad de abandonar sus carreras porque el servicio de comedor debido a la irresponsabilidad de este gobierno, prácticamente ha sido eliminado.

Nuestros jóvenes, en su mayoría provenientes de los estratos populares y más humildes del país, se ven forzados a trabajar en lo que encuentren para contribuir con sus familias ante la crisis económica y social, la cual no les permite ser una carga para sus padres o representantes, y por lo contrario, prefieren dejar de estudiar, lo cual también genera un problema para el desarrollo y la formación del talento humano que requerimos como nación, porque simplemente, si no hay comida, no hay posibilidad de estudiar y avanzar en el conocimiento integral de las necesidades agrícolas, pecuarias, técnicas, industriales, sociales, biológicas y naturales para el equilibrio de la sociedad.

Tenemos un gobierno que vive de cadena en cadena hablando de “motores”, “planes”, “comandos”, “guerras” y cualquier otra imaginativa o mentira para tratar de engañar al pueblo en el medio de su esquizofrenia del poder. Lo cierto, es que mientras ellos continúan en sus andanzas de realismo mágico,  nuestros niños y adolescentes, en cada lágrima, en cada dolor, en cada desmayo, y hasta en cada muerte, nos demuestran que el hambre no es revolucionaria sino humana.

Nicolás Maduro prefiere comprar armas a Rusia y China mientras la población educativa nada tiene que comer. Nicolás Maduro y sus huestes de la cúpula roja viajan y viajan por el mundo hasta para ir a comprar pantaletas e interiores en Roma, mientras los niños y adolescentes sufren los rigores de una pésima alimentación.

Tenemos castas civiles y militares que se roban el tesoro público mientras niños fallecen por desnutrición. Tenemos un gobierno insensible que niega el cómo niños y sus padres buscan el qué comer en la basura, mientras ellos sólo buscan el cómo aferrarse de manera ilegítima al poder.

Por lo pronto, esta vez una adolescente le dijo a Nicolás Maduro: “mis compañeros de clases se desmayan del hambre”¹. ¿Será que Maduro no ha escuchado de los niños que han muerto, precisamente por el hambre? A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
https://youtu.be/Rfxz_pyZOzs

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