Opinión

Bien "blindao", mi patrón, mi papá, mi patrón, mi papá

¿Pero qué es eso que hemos visto? Eric Colón se hace preguntas y se responde: la inolvidable cuña esa en Instagram del local de blindajes es toda una síntesis antropológica. Estamos a la vanguardia en la región

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Apareció hace unas semanas en redes y se convirtió en tendencia. Dicen que es la cuña de una tienda de blindaje  y “auto-periquitos”, ubicada en algún lugar de Caracas. El protagonista es un comediante de Instagram e inusitadamente se convirtió en ópera prima de algo que pretenden llamar “cine etnográfico”. Se dijo. Una obra maestra de la decadencia publicitaria, un documento antropológico del proceso involutivo del “proto-sapiens venezolano” al “megaterio arribista común bolivariano”. Full HD 4K

Sinfonía audiovisual acerca del atrofiamiento de nuestra sociedad.

Retrato hablado del único y verdadero hombre nuevo que parió la revolución bolivariana.

Una metralleta de anti-valores que nos aterroriza y culpabiliza al mismo tiempo, mientras nos hace reír de verguenza: corrupción, violencia, prostitución, nepotismo, ignorancia, machismo. Todo esto en una pastilla concentrada que no se puede digerir a la primera sino que te estalla en la cara como una bomba. Es una “propaganda”, marico.

Algo que pocos han notado sobre el joven que estelariza -con naturalidad de actor profesional- este desopilante comercial es la posible revelación que hace su estructura ósea. No hay dinero que pueda reparar las consecuencias del déficit alimentario al no atender las mínimas exigencias de los rigores nutricionales del crecimiento infantil.

No es juego -La Patria Microcefálica Bolivariana-. No es tan cómico. Los datos que recoge UNICEF son escandalosamente dramáticos.

El “micro” en cuestión, la cuña, simplemente satiriza sobre el desmembramiento de todos los principios comunes probos y aristotélicos conocidos hasta la fecha. En el material audiovisual, por demás impecablemente producido, se evidencia no sólo la ruina moral de una sociedad que se ha vuelto muy primitiva. Es también, por supuesto, una caricatura lamentable del gentilicio. Esa cosa pintoresca de “chévere, pilas, joda…” que en realidad terminó siendo la razón del fracaso absoluto de nuestra realidad histórica.

No obstante, la pieza nos brinda, en formato videoclip, una clase extraordinaria de sociología moderna, política y economía post-global. Un espejo que nos cuesta mirar y que viene para retarnos en este extraño duelo ético-fantástico.

Es nada, pero al mismo tiempo es todo.

Lejos de la apreciación regionalismo, se descubre en el inesperado documento la síntesis antropológica que explica la cosmología generacional desinformada y activista que predomina en nuestros tiempos.

Citando a Houllebecq, quien en Las partículas elementales habla de algo llamado “las mutaciones metafísicas”, es decir, (…) las transiciones radicales y globales de la visión del mundo adoptadas por la mayoría, las cuales son bastante raras en la historia de la humanidad. Como ejemplo, el autor cita, por decir algo, la aparición del cristianismo. Nada más y nada menos.

A mi entender, nuestro coterráneo “pichón de influencer”, es sin duda una mutación metafísica de la conciencia moral de la raza humana en la actualidad.

“Soy yo, mi veveh… un banco andante…”, es el profeta que viene a explicarnos la vanguardia histórica del mismísimo devenir de la civilización.

Viene para alegar que el único dogma paradigmático que une a los seres humanos en esta Era concierne exclusivamente a lo que me atrevo a llamar La Trinidad del “BigTech”: dinero, sexo y poder.

Es así. Todo lo demás en la existencia es “terciario” y ornamental, a los efectos evolutivos -darwinianos- de la supervivencia del más apto. El apto contemporáneo, pues. Charles ni lo imaginó. Pobre veveeh.

La abominable pieza publicitaria viene para decirnos, una vez más, y aunque cueste aceptarlo, que Venezuela es la vanguardia cultural de toda la región. Un laboratorio para el estudio de la selección natural.

Es la ruina sobre la ruina.

Es el futuro.

Para todos.

Qué rico vale.

Ya lo dijo.

Soy yo.

Veveh.

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