Venezuela

VIDEO | La solidaridad vence al hambre en La Vega, Caracas

En La Vega, un populoso barrio al oeste de Caracas, una comunidad trabaja junto a la ONG Alimenta la Solidaridad. La zona, que hoy cuenta con el apoyo de la embajada alemana, se organizó y le está ganando la batalla al hambre en momentos en que la crisis humanitaria arrecia y ataca a millones de venezolanos.

Comedor en La Vega
Fotos: Daniel Hernández
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«¡Fuera Maduro!» grita un vecino en el sector Las Nuevas Casitas, Gran Mariscal de Ayacucho, en la Alta Vega al advertir la presencia de personas que no son residentes de la zona.

Del otro lado de la acera Juana Estrada, mejor conocida como “Juanita”, una trabajadora social jubilada de 76 años de edad, recibe con abrazos a los diputados Stalin González, Miguel Pizarro y Roberto Patiño de la ONG Alimenta la Solidaridad que van a visitar uno de los comedores que impulsa esta organización para las comunidades más desasistidas e impactadas por la crisis.

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Este sector de La Vega la conforman casas de bloques algunas pintadas, otras sin frisar ni pintar, de estrechos callejones, donde los perros pululan y el canto de los pájaros llega a ser por momentos atronador por el efecto auditivo de las paredes y el eco.

En las Nuevas Casitas, hoy el invitado de excepción es el embajador alemán Daniel Kriener y su equipo quienes llegan para constatar de primera mano las necesidades de la zona y el trabajo de Alimenta la Solidaridad y la comunidad.

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Alemania es uno de los países que se ha comprometido a ayudar a la población venezolana con la crisis humanitaria. El gobierno de esa nación europea ya donó 5 millones de euros y este comedor de La Vega es solo uno de los varios esfuerzos con los que Berlín colabora en Venezuela.

El futuro

“Juanita”, como la conocen en el lugar o “mamita”, como le dicen los niños, es junto a Patiño la artífice de que en ese estrecho callejón 45 niños de entre 0 y 15 años de edad –más algunos que también llegan buscando alimento- disfruten a diario de un plato nutritivo que puede incluir carne, arroz, caraotas con queso y plátanos, además de recibir hierro y un complemento nutricional, todo un lujo en momentos en que muchas personas de la zona pasan hambre.

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“Nosotros hacemos un acercamiento a la comunidad, identificamos el liderazgo, les planteamos que es un programa de corresponsabilidad, conseguimos los ingredientes y la comunidad se encarga de lo demás, elige el sitio, pone las ollas, el agua, el gas y lo más importante el trabajo”, afirma Patiño para explicar cómo se desarrolla el trabajo en estas zonas.

La labor de Alimenta la Solidaridad se refleja en los platos de comida nutritivas y proteicas que reciben los niños más necesitados de La Vega y en el conocimiento y empeño de las madres formadas en este programa.

Compromiso

“También contamos el compromiso de esos niños de que irán a estudiar. Un niño que no se alimenta bien no desarrolla el cerebro y su capacidad cognitiva puede estar comprometida hasta 40%”, agrega Patiño.

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Un docente de una de las comunidades de La Vega –que prefirió no identificarse por temor a ser botado de su trabajo- observó la llegada de los legisladores y representantes de la embajada y pidió la colaboración del programa para que se abra un comedor en su escuela.

El maestro clamó: “Tenemos 700 niños en la escuelita que no se alimentan, que son el futuro de Venezuela. Quiero que sepan ustedes, que sé que van a ser gobierno, que a esa escuelita le han cambiado mil veces el nombre, pero se mantiene el problema. Yo estoy en mi atardecer, pero ellos están ahora en el alba. Esa renovación de ideas, ¿qué va a parir si no come? Ni siquiera sabrá donde está parado”.

Y continuó: “Hay que ir a los colegios, desde preescolar hasta liceo, no abandonarlos es esta la etapa más importante, donde se desvían, es la etapa más desasistida, no son alimento electoral, no votan, pero es ahí donde se debe sembrar en ellos”.EE-COMEDOR-LA-VEGA-18.02.19-DANIELH-22

Hasta el final

Unos metros más adelante “Juanita”, la líder de la comunidad Nuevas Casitas en La Vega recibió con los brazos abiertos a los visitantes, muestra su satisfacción por la recompensa de ver a los niños avanzando en su desarrollo a pesar de la crisis.

“Estoy preocupada por los niños y lo que me interesa es que Venezuela eche pa’ lante. Esta comunidad me la gané así. Yo tengo a mis niños misioneros, el padre Alfredo Infante también me ayudó, para que esos niños que me pedían comida pudieran ser alimentados”, expreso.

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Un día el padre le dijo que tenía una oferta. Abriría un comedor solidario, y le pidió llevara 25 niños, pero eran tantos en esa situación que le llevó el doble, y muchos niños quedaron en el comedor de Fe y Alegría.

Sin embargo, y ante la apremiante necesidad de alimentar a otros tantos niños, el padre y Roberto Patiño no cejaron en su insistencia para que “Juanita” montara un comedor en su casa. Finalmente, junto a la comunidad, lograron que los niños tengan su alimento diario.

Es ese comedor, el número 26 y que se abrió en diciembre del año pasado, es el que hoy visitan los legisladores y la embajada alemana. Kriener mismo aprovechó la oportunidad para llevarle comida a los niños. “Estamos agradecidos de estar aquí, en la parte alta de La Vega. Como gobierno de Alemania estamos comprometidos, para ayudar a aliviar la crisis humanitaria en Venezuela y nuestro gobierno ha entregado cinco millones de euros”.

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Ayuda vital

El representante alemán manifestó el compromiso que hay en colaborar con los comedores de Alimenta la Solidaridad, para ayudar, e incluir a más niños y familias. “Apoyamos los esfuerzos de la Asamblea Nacional, junto a su presidente Juan Guaidó, quien como presidente interino ha reconocido que existe una crisis humanitaria y trabaja en aliviarla y traer ayuda humanitaria a este sector y hemos decidido apoyar esos esfuerzos”.

La ayuda, dice Patiño, es vital, y por ello es, a su juicio, más que necesario se permita el ingreso de la ayuda humanitaria, para enfrentar esta crisis humanitaria compleja.

Son más de 7.000 niños en 10 estados del país que son beneficiados en estos comedores populares, que siguen en la escuela y sus familias también aprenden y se forman para la autogestión y capacitación.

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“Juanita” abrazada de Patiño muestra su alegría por lo alcanzado con el programa pues tal como dijo Patiño se forma a las madres para que mantengan el esfuerzo y trabajo, además de lograr que los niños sigan teniendo acceso a los alimentos.

“No es la cantidad de comida que le damos, es la calidad” dice con orgullo.

Para la trabajadora social el trabajo en la comunidad es su razón de ser, desde 1970 ha comprometido su vida a ayudar a los niños.

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Muero con esto

“Yo moriré con esto. Esta es mi vida, son estos niños que me tocan la puerta a cualquier hora. Es duro, hay diferentes caracteres, pero yo soy feliz con los niños, ellos dan el cariño más puro cuando uno te dice ‘te quiero’ es porque de verdad lo hace, y por eso lucho por ellos. Si no hago nada por ellos me enfermo y para incapacitarme muero caminando”, dijo.

Patiño, a su vez, dijo que es en comunidades como esta donde se expresa la mayor necesidad y vulnerabilidad, ante la terrible crisis que se pretende imponer desde el poder. “La crisis humanitaria ya ha puesto a más de 300.000 venezolanos en una situación de vida o muerte y es por eso que es necesario apoyar a las comunidades más vulnerables”.

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Afirmó que la idea es que los niños tengan acceso a las proteínas para lograr ser la mejor versión de ellos mismos. Además, manifestó, se busca brindar oportunidades de desarrollo para las mujeres del sector y lograr un país donde los comedores no sean necesarios y puedan lograr lo que se desea, trabajar, para que se pueda comprar lo que quiere y ofrecer ese esfuerzo y talento en el desarrollo del país.

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