Opinión

La silenciosa recuperación de Pdvsa

Dos nuevos factores en Pdvsa, mayor producción y mejores precios, le garantizan al chavismo “flujo de caja” para permanecer en el poder. Mientras que la postura zigzagueante de Estados Unidos (no aplica sanciones, pero tampoco las levanta) le permite a Maduro achacarle responsabilidad al “bloqueo yanqui” en diversos problemas

Publicidad

Ya no es la petrolera que en la última década del siglo XX encabezaba los rankings, entre las compañías de su sector, más destacadas del mundo. De lejos, dejó de ser la empresa que, en febrero de 1999, cuando Hugo Chávez asumió el poder producía 3,1 millones de barriles por día. Hablamos de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) que vivió una suerte de muerte y ahora una tímida, pero silenciosa resurrección.

Pdvsa no es sólo sinónimo de producción petrolera, como lo fue desde que se nacionalizó el sector a mediados de los 70, sino que con la llegada del chavismo al poder, esta empresa pasó a ser una suerte de caja chica de la Revolución Bolivariana. Que Pdvsa recupere sus niveles de producción, aunque no sean los óptimos de hace 20 años, es –sin duda- una buena noticia para el chavismo en su plan de permanecer en el poder.

Una administración más permisiva

Discretamente, debe decirse, Pdvsa recupera su producción y comercialización de crudo apalancada por la asesoría de Irán y aprovechando un clima de permisividad por parte de Estados Unidos. La política de la nueva administración de la Casa Blanca contrasta con lo que fue la política de Donald Trump, cuya presidencia sancionó a esta empresa estatal.

Sin cifras oficiales por parte del régimen de Nicolás Maduro, cuya opacidad informativa domina a diversos sectores de la economía de Venezuela, una forma de aproximarse a lo que ocurre en la producción de crudo es a través de las cifras que divulga la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), del cual la nación forma parte desde su fundación.

En octubre, el promedio de producción fue de 796 mil barriles por día. Esta es una cifra bastante por encima del punto más crítico que se registró a mediados de 2020, cuando Pdvsa sólo reportó una producción de 393 mil barriles por día. Dicho promedio resultaba similar a la producción venezolana de crudo de 80 años atrás.

Antes de las sanciones estadounidenses, en octubre de 2018, en tanto, Pdvsa producía 1,1 millones de barriles por día. Esta cifra, por lo demás, distaba de forma significativa de los 3,1 millones de barriles diarios que se producían en diciembre de 1998, cuando Chávez ganó la elección presidencial y se daba inicio a una nueva era en la historia venezolana.

En enero de 2019, siendo presidente de Estados Unidos, Trump no sólo reconoció como presidente “interino” de Venezuela al joven presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, sino que también por primera vez dictó sanciones contra la comercialización de crudo por parte de Pdvsa. La medida entró en vigor meses después y ya para el cierre de 2019 habían hecho mella en la dinámica interna de la petrolera. Para entonces se había reducido a unos 700 mil barriles por día.

La caída más aguda, sin embargo, se produjo en 2020. La política de sanciones de Washington estaba no sólo aprobada sino activa. Se conocieron de llamadas y memorándums enviados a empresas de otros países para advertirles de los peligros que enfrentaban si comercializaban o transportaban petróleo venezolano.

El cambio de mando en Washington relajó la vigilancia estadounidense sobre el mercado petrolero. Si bien el discurso oficial del gobierno de Joe Biden es que se mantienen las sanciones sobre Pdvsa, así como las sanciones a los altos jerarcas del chavismo involucrados en casos de corrupción o violaciones a los derechos humanos, en la práctica Estados Unidos se ha vuelto permisivo con el tema petrolero.

Irán, el aliado de Pdvsa

Para mantener esta línea ascendente en la producción petrolera venezolana, PDVSA se ha apoyado en la cooperación con la Compañía Nacional de Petróleo de Irán. Ambas empresas estatales renovaron un convenio recientemente.

La agencia Reuters, a la que debe seguirse para tener idea de los movimientos que están haciéndose en materia petrolera, confirmó que durante la última semana de octubre arribó al país una embarcación procedente de Irán con 2,1 millones de barriles de condensado, que es esencial para usarse como diluyente en la producción de crudo pesado y extra pesado, que abundan en el oriente venezolano y en la faja petrolífera del río Orinoco.

Pdvsa paga estos condensados a Teherán con el envío de crudo. En la era Trump se registraba un discurso amenazante sobre este tipo de transacciones entre los regímenes de Caracas y Teherán. Inicialmente voceros del gobierno de Biden lo replicaron, pero con el pasar del tiempo es un tema solapado en la agenda de Washington para Venezuela.

También ha comenzado a exportar petroquímicos a través de terceros. Poco a poco se recuperan espacios teniendo una política relajada de Washington.

Mejores precios

Otra buena noticia para el chavismo, en relación con el tema petrolero, es que ha mejorado la cotización promedio del petróleo venezolano en el mercado internacional. En 2020, por ejemplo, el precio promedio fue ligeramente inferior a los 28 dólares por barril, mientras que el valor promedio de este 2021 se ubica por encima de los 50 dólares.

La combinación de estos dos factores, mayor producción y mejores precios, le garantizan al chavismo “flujo de caja” para su proyecto de permanecer en el poder. Mientras que la postura zigzagueante de Estados Unidos (no aplica sanciones, pero tampoco las levanta) le permite al régimen de Nicolás Maduro achacarle responsabilidad al “bloqueo yanqui” en diversos problemas, como ocurre con el programa de trasplantes.

En días recientes, por ejemplo, Maduro dijo que su gobierno planea reactivar el programa nacional de trasplantes que está paralizado por decisión oficial desde 2017, dos años antes de que Trump dictara las sanciones contra Pdvsa.

Publicidad
Publicidad