Venezuela

La guerra "de los otros"

1. Lo primero que hay que adelantar es que Venezuela ya es un país arruinado y lleno de calamidades, con un gobierno que no gobierna pero que se sostiene gracias a su limitado poder de coacción, con una población chavista que no está de acuerdo con lo que ésta ocurriendo pero juegan cuadro cerrado con Nicolás Maduro (“pues ante la amenaza externa, unidad interna”).

Publicidad
TEXTO: Jesús Seguías. FOTO: Gregorio Terán / AVN

2. Venezuela ya es un país con un liderazgo opositor desarticulado y paralizado, con una ciudadanía indignada y en estado de shock que aún se pregunta «cuándo fue que se jodió el país», donde cada quien hace dibujo libre buscando respuestas y pretendiendo llenar el vacío, y con 30 millones de venezolanos que andan a la deriva, desesperanzados, y más de la mitad de éstos con ganas de huir hacia más allá de las fronteras.

3. Y en medio de ese terrible caos, sobreviene lo que faltaba para completar el cataclismo: ruidos de guerra, anunciando una confrontación final para dilucidar si Nicolás Maduro se queda o se va del poder a punta de balas.

4. Ante la desesperanza, surge como solución la guerra ejecutada por los extranjeros («la guerra de los otros», pues) como una respuesta lógica para enfrentar a un gobierno aferrado al paradigma socialista del “poder hegemónico vitalicio”, y sin elecciones confiables a la vista.

5. Algunos chavistas y opositores coinciden en dos cosas: La inminencia de la guerra y el liderazgo de Washington y Bogotá en las acciones bélicas ¿Pero qué piensan en Washington y Bogotá? ¿Están decididos a expulsar a Maduro de la misma forma como lo hicieron con Hussein en Irak y Kaddafy en Libia? ¿Qué es lo que aun mantiene cautos a los actores principales de esta hipótesis de guerra? ¿Todo quedará en ruidos o habrá guerra de verdad?

6. Estados Unidos tiene capacidad bélica para destruir La Tierra 30 veces. Posee el cuerpo militar convencional más formidable y temible que haya existido en la historia de la humanidad. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana no estaría en capacidad de resistir ni 72 horas en una guerra convencional con los Estados Unidos, la OTAN, y buena parte de América Latina. Eso no lo discute nadie. Ni Maduro siquiera.

7. De manera que ni Donald Trump ni Iván Duque temen a la guerra convencional (Colombia posee la segunda fuerza armada más poderosa de América Latina) sino a sus consecuencias, es decir, a la guerra asimétrica entre otros efectos. Las experiencias de USA con las guerras asimétricas de Vietnam (donde salió derrotado) e Irak (donde no logró el mayor objetivo, pues los iraquíes siguen sufriendo) dejaron marcada a los estadounidenses de por vida. Por eso, Estados Unidos y Colombia no tienen decidida ninguna ocupación militar para Venezuela. No existe ningún plan para empantanar a soldados estadounidenses y colombianos en las selvas y barriadas populares venezolanas. Decir lo contrario es seguir creando falsas expectativas y seguir alimentando la desesperanza.

8. Estados Unidos tiene un protocolo de guerra, y según éste Venezuela aun no llena los requisitos para la entrada de los marines. Ningún soldado estadounidense irá al campo de batalla a menos que la seguridad de su país y la vida de los ciudadanos estén en indiscutible peligro. Si se trata de la defensa de la democracia y de los derechos humanos en otras naciones, entonces los Estados Unidos exigen ver primero a los ciudadanos del país afectado al frente de la guerra, en la escenas de combate y poniendo los muertos (y eso no existe). Es la misma razón por la cual, 60 años después, aun los Estados Unidos no han atacado a Cuba, a pesar del poderoso lobby que tienen los cubanos en el corazón de Washington. En el fondo es la misma situación.

9. Luego de ver a los venezolanos combatiendo fusil en hombro, es cuando la comunidad internacional analizaría el apoyo bélico a través de operaciones aéreas de castigo y destrucción para facilitar el camino a esos combatientes locales. Ese fue el protocolo que se aplicó en Libia y se está aplicando en Siria. También es el que hipotéticamente se aplicaría en Venezuela. Ni los estadounidenses ni los colombianos tienen interés en ser más venezolanos que los mismos venezolanos.

10. Por tanto, de haber una acción militar internacional, sería sencillamente de apoyo aéreo con drones a las inexistentes fuerzas insurgentes opositoras, o lo que es lo mismo, no hay esperanzas de que pueda originarse un ataque militar de ese tipo.

11. Pero supongamos que sí están decididos en Washington y Bogotá a liderar unos ataques aéreos puntuales contra objetivos venezolanos. En este caso, su objetivo no sería otro que disuadir a las fuerzas armadas venezolanas a que den un golpe de estado a Nicolás Maduro y se encarguen de la situación.

12. En este sentido, es necesario recordar que el estímulo norteamericano a un golpe de estado en Venezuela ya tiene fuertes detractores en la opinión pública de los Estados Unidos (y esta pesa mucho en esa nación). El reciente editorial del influyente New York Times fue muy severo al respecto: “Estados Unidos no debe involucrarse en golpes de Estado, punto”.

13. Ciertamente, Donald Trump es presidente y tiene poder, pero no todo el poder. En los Estados Unidos existe «otro poder»,incluido el Deep State (Estado Profundo), tan poderoso como la presidencia de la nación. Y Trump en particular, que no tiene buenas relaciones con el otro poder, corre el riesgo de perder las elecciones legislativas de noviembre, lo cual le amarraría más las manos.

14. De manera que la opción militar para dilucidar la crisis venezolana no tiene el mayor consenso ni en los Estados Unidos ni en Colombia, mucho menos en Brasil y otras naciones latinoamericanas. Temen que unos ataques aéreos, luego de ocasionar daños severos a la infraestructura militar y civil venezolana, no garantizan la salida de Nicolás Maduro del poder y mucho menos la pulverización del chavismo.

15. Y esta es la pregunta de oro que se hacen en Washington y Bogota: ¿quiénes mantendrían el orden en todo el territorio venezolano en caso que los hipotéticos ataques aéreos se realicen y obliguen al gobierno y a los militares a una retirada, y con un chavismo armado y activado en la guerra asimétrica? Ante la inexistencia de fuerzas opositoras armadas y organizadas militarmente, ante la ausencia de tropas extranjeras, entonces todos los caminos conducen hacia la actual Fuerzas Armada Nacional Bolivariana, las mismas que han sido el soporte fundamental del gobierno de Nicolás Maduro, y han sido eje central de la crisis ¿Y entonces? ¿De qué estamos hablando?

16. Esto significaría, en términos prácticos y sin rodeos, que los opositores que propician la salida de la guerra están reconociendo que a estas alturas el cambio en Venezuela pasa por el chavismo (incluida su ala militar), más no contra el chavismo. Buen avance autocrítico, pues por allí apunta la nueva estrategia y la nueva narrativa política opositora, y de la cual hablaremos muy pronto.
Lo que sí parece estar claro es que la solución a la crisis sigue estando en manos de los venezolanos. A trabajar duro pues, porque sí hay que encontrar la solución.

Jesús Seguías

Para leer el análisis completo sobre “La guerra de los otros” haga click aquí.  

Publicidad
Publicidad