Venezuela

Las cajas y el bodegón CLAP no son lo mismo

Alex Saab y Álvaro Pulido, ambos perseguidos por la justicia colombiana, están estrechamente vinculados con las Tiendas CLAP. Actualmente hay más de ocho (8) locales comerciales identificados con el programa impulsado por Maduro, que sustituyen las extintas cadenas de Abastos Bicentenario, PDVAL y Mercal. Una de sus tiendas cuenta con un área exclusiva donde se venden licores, golosinas y cereales importados a precios dolarizados.

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La Tienda CLAP ubicada en el Centro Ciudad Comercial Tamanaco (CCCT) inauguró a finales de 2018 su “bodegón”: un espacio exclusivo dentro del local donde se venden productos importados y nacionales que son catalogados como “exquisiteces”, además de licores y caramelos internacionales.

A diferencia de otros bodegones, cada vez más populares en Venezuela, este negocio está directamente relacionado a los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) creados por Nicolás Maduro en abril de 2016, como solución a la crisis abastecimiento que afectaba a los venezolanos. Los locales ocupan lo que antes eran las cadenas de Abastos Bicentenario, PDVAL y Mercal, que se «pudrieron» por la corrupción, según él mismo mandatario.

Al igual que la mayoría de los bodegones del país, los precios del espacio “exclusivo” dentro de la Tienda CLAP están regidos por el dólar.

Los productos que venden son importados con apoyo del gobierno y sus precios están calculados a la tasa del dólar Dicom publicado por el Banco Central de Venezuela (BCV) diariamente, una tasa que se acerca mucho a la del mercado paralelo que por muchos años fue duramente criticada por funcionarios del Estado entre ellos Hugo Chávez.

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La Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) establece que todos los negocios deben tener los precios de sus productos publicados en bolívares (Bs.), pero un par de trabajadores del bodegón CLAP explicaron: “No tiene sentido publicar precios en bolívares porque cambian casi todos los días”.

Sin embargo, cuando los compradores se dirigen a la caja para preguntar el precio de algún producto, inmediatamente los empleados toman la calculadora para “convertir” de dólares a bolívares, a pesar de que aseguraron que es ilegal poner precios en dólares.

El BCV emitió un convenio cambiario en septiembre del 2018 que establece en su artículo 1: «La libre convertibilidad de la moneda extranjera bajo un tipo de cambio de referencia de mercado único”.

El mismo BCV calcula y publica a diario en su sitio web el tipo de cambio de referencia.

La oferta de productos en este espacio es reducida: unos pocos chocolates de populares marcas internacionales como Mars o Milka, algunos cereales Kellogg’s y General Mills importados como Frosted Flakes, Pop-Tarts, Cheerios o Rice Krispies, pero sobre todo eran bebidas alcohólicas lo que llenaban los anaqueles, aunque todas de producción nacional, como el ron Caribú y un licor seco producido en el estado Aragua llamado Old Label.

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Los trabajadores aseguraron que en un principio se podían conseguir productos de perfumería de marcas americanas y otros de origen asiático; una variedad más amplia de golosinas y licores de renombre, sin embargo, la situación cambió. “De repente estos productos empezaron a llegar cada vez menos y ahora hay lo que ves”.

En comparación con el resto de los bodegones de Caracas, el del CLAP es uno de los que menos opciones ofrece entre productos y métodos de pago, pues sus empleados aseguran que los desembolsos deben hacerse en bolívares al cambio del día porque las transacciones en dólares son “ilegales”.

Las cajas: control social y desesperación

El surgimiento de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción y la venta de las cajas de comida ha sido una de las medidas más controversiales tomadas por el régimen de Maduro para “combatir” la escasez y el hambre en el país. Es una caja, ahora convertida en bolsa, llena de productos nacionales y algunos productos importados, que se expende a precios “solidarios” principalmente a los seguidores del oficialismo.

Las cajas con alimentos, que llegan “a la puerta de cada casa” por un bajo costo, son consideradas un medio de control social del gobierno de Nicolás Maduro. Según un sondeo realizado por la encuestadora Datanalisis a finales de julio de este año la población dependiente del CLAP aumentó de 47% a 83% en un año.

Los detractores lo ven como una medida desesperada por satisfacer las necesidades de una población que cada vez sufre más los estragos de una economía fallida que depende únicamente de las ventas de petróleo.

Lo cierto es que al igual que con los fallidos Abastos Bicentenario y las cadenas Pdval-Mercal, los CLAP se han vuelto una red de corrupción que incluso ha salpicado a los países que surten sus productos al gobierno de Maduro.

Actualmente el precio de las cajas (o bolsas) CLAP es muy distinto al de algún producto de los que se vende en las Tiendas CLAP. Los combos se comercializan en 6.000 Bs., al menos en algunas zonas del centro de Caracas, pues se sabe que los precios varían en otros sectores de la ciudad y regiones del país. Por ejemplo, algunos habitantes de El Valle aseguran que el precio de las cajas aumentó a 11.000 Bs. Este mes, sin incluir el costo de transporte que se cobra aparte.

El sueldo mínimo en Venezuela se ubica actualmente en 40.000 Bs., equivalentes a 1,95$ estadounidenses calculados a la tasa oficial publicada por el BCV, situada en 20.506 Bs. Por dólar el 10 de septiembre.

En comparación, no hay ningún producto – más allá de las cervezas nacionales como Polar y Solera – que tenga un precio similar al de las cajas CLAP. De hecho, las cervezas más económicas hasta la primera semana de septiembre en el bodegón costaban 7.900 Bs. Por botella.

Aunque el licor no es un producto de primera necesidad, como la mayoría de las cosas que vienen dentro de las cajas y bolsas entregadas por el gobierno, sirve para demostrar que incluso un producto hecho en Venezuela y distribuido en el país, es más costoso que los productos importados que se encuentran dentro de las cajas CLAP.

Países como Turquía, Rusia, China y México son los principales proveedores de alimentos de los CLAP. Productores de esos países venden sus alimentos a empresas extranjeras que finalmente le venden al Estado venezolano. Investigaciones periodísticas han revelado que detrás de esas compañías intermediarias han estado Samark López, señalado como testaferro de Tareck El Aissami y los colombianos Alex Saab y Álvaro Pulido, perseguidos por la justicia de Colombia.

Los dueños de las empresas intermediarias y de las Tiendas CLAP están relacionados. El portal web de investigación Armando.Info explicó que Salva Foods la empresa detrás de los establecimientos es propiedad de Carlos Rolando Lizcano, un empresario colombiano fuertemente vinculado con Saab y Pulido.

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Los bodegones: ¿un alivio a la crisis?

Donde muchos han visto una oportunidad para emprender, llevando productos de primera necesidad que hace tiempo desaparecieron de las fábricas y los anaqueles venezolanos, otros solo ven precios exorbitantes y artículos que se podrían considerar “lujos”, dada la situación país.

Sin embargo, los bodegones no están ni cerca de satisfacer las necesidades que las mayorías de los venezolanos tienen: si bien existe la intención de traer productos de calidad, por ejemplo, jabón para la ropa de marcas reconocidas como Tide (conocida como Ace en el mercado nacional), el precio de un galón ronda los 16$; poco más de 8 sueldos mínimos al cambio del día.

Productos como crema dental, champú, jabón de tocador, desinfectantes, jabones y suavizantes para ropa, entre otros artículos para el cuidado del hogar, son los que buscan la mayoría de las personas que hacen “compras casuales” en estos locales.

La señora Gladys Mijares, que se encontraba en el bodegón CLAP buscando jabón para la ropa “a un precio decente”, dijo que además de que no se consiguen ese tipo de productos dentro de esa parte del local, seguramente tampoco podría pagarlos.

“Mi sueldo es bueno, cercano a los 700.000 Bs., pero no puedo costear en un mismo mes más de un kilo de jabón en polvo sin sacrificar al menos dos kilos de carne o champú para el pelo”, dijo Mijares.

Dentro de la Tienda CLAP había jabones en polvo tanto importados como producidos en territorio venezolano, pero ninguno de ellos costaba menos de 62.400 Bs. por kilo, equivalente a un sueldo mínimo (40.000 Bs.) y poco más de la mitad de otro.

Los bodegones, incluidos el de las tiendas CLAP, calman la desesperación y parecieran contrarrestar la escasez, pero la verdad es que son pocos los venezolanos que pueden darse el lujo de hacer la mayoría de sus compras en establecimientos de este tipo.

Sorteando los problemas que el régimen de Maduro tiene para realizar importaciones, las cajas siguen siendo una fuente de sustento para muchas familias en Venezuela, aunque ciertamente fueran concebidas como un medio de control social. Sin embargo, queda demostrado que la caja y el bodegón no son lo mismo.

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