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Kim Jong Un: así han sido sus 10 años mandando en Corea del Norte

El dictador, que heredó el poder de su padre fallecido en 2011, ha erigido un enorme arsenal nuclear consolidado a pesar del hambre crónico de su gente, pero que le ha abierto espacio entre los líderes internacionales

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Sunghee Hwang / AFP

Kim Jong Un cumple 10 años en el poder de Corea de Norte, que heredó de su padre Kim Jong Il, fallecido el 17 de diciembre de 2011. En esta década ha dejado claro al mundo internacional dos características: una enorme crueldad que lo lleva a matar incluso a su gente más cercana y la megalomanía de construir un arsenal nuclear nunca visto, incluso a costa del hambre de su gente.

Hoy, a sus 37 años, Kim Jong Un desafía a Occidente sin disimulo, basado en ese poderío nuclear, según analistas.

Sus diez primeros años de mandato permiten vislumbrar su futura trayectoria, apostando por el desarrollo del armamento nuclear para pasar del aislamiento a hacerse un lugar en el tablero geopolítico internacional con los líderes más poderosos del mundo.

Kim Jong Un heredó el poder de su padre en 2011. Foto ED JONES / AFP

«Corea del Norte va a mantener su confrontación con Estados Unidos y el acoso desafiándolo tácticamente. Pero asegurándose de no cruzar la línea para no descarrilar por completo las relaciones», dice a AFP el investigador del Instituto para la Unificación Nacional de Corea, Kim Jin-ha.

Asesinatos de su tío y de su hermano

Durante más de seis años, Kim Jong Un no abandonó su aislado país. Tampoco se reunió con ningún jefe de Estado extranjero.

Inicialmente visto como un títere de los generales de Corea del Norte y de los burócratas del Partido del Trabajo, Kim consolidó brutalmente su autoridad en 2013, ejecutando a su tío Jang Song Thaek por supuesta traición.

También fue señalado por el asesinato con un agente nervioso de su medio hermano mayor Kim Jong Nam en el aeropuerto de Kuala Lumpur.

Al mismo tiempo, Kim aceleró el prohibido programa nuclear de Corea del Norte.

Cuatro de los seis ensayos nucleares realizados por el país fueron bajo su mandato. Y en 2017 lanzó unos misiles balísticos con capacidad de alcanzar todo el territorio de Estados Unidos. Así desafió las cada vez más severas sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Durante meses, intercambió aguerridos mensajes con el presidente estadounidense Donald Trump, alimentando temores de un conflicto armado.

Pero después declaró «completo» el arsenal nuclear del país y llamó a la puerta del mundo exterior.

Fallidas reuniones con Trump

Con ayuda del presidente pacifista surcoreano Moon Jae-in, en 2018 Kim Jong Un se convirtió en el primer dirigente norcoreano en reunirse con un presidente estadounidense en el cargo. Lo hizo en una cumbre en Singapur.

Soo Kim, analista en la RAND Corporation, asegura que fue el arsenal nuclear de Pyongyang el que hizo posible el encuentro.

«El desarrollo de Corea del Norte de su programa armamentístico, la credibilidad de la amenaza nuclear y de misiles y la fortuita convergencia de liderazgos (Trump, Moon y Kim) ayudó a preparar las condiciones», dice esta experta.

Después del primer encuentro, Trump dijo haber entablado «un vínculo especial» con quien antes había tildado de «pequeño hombre cohete». Pero esa armonía duró pocos meses.

Kim Jong Un
La armonía entre Kim Jong Un y Donald Trump duró poco. Foto de junio de 2018 de SAUL LOEB / AFP

Después de esa cumbre, Kim mantuvo contactos con Moon y varias reuniones con el chino Xi Jinping, principal aliado de Pyongyang.

«El dictador cruel, de aspecto cómico, se había transformado en un reformista, pacifista y responsable administrador de arsenales nucleares y gulags. Incluso se pensó que estaría dispuesto a la desnuclearización», indica Sung-yoon Lee, profesor de Estudios Coreanos en la Universidad Tufts (EEUU).

Finalmente Kim Jong Un se quitó la máscara. Una segunda cumbre con Trump en Hanói fracasó por los desacuerdos sobre la retirada de sanciones y las concesiones que Pyongyang haría a cambio.

Trump se marchó en avión de la capital vietnamita y Kim Jong Un viajó en tren 60 horas hasta su país.

Un encuentro posterior en la zona desmilitarizada que divide la península de Corea no sirvió para romper el bloqueo.

Corea del Norte muere de hambre

Altos responsables y analistas aseguran que Kim nunca estuvo dispuesto a renunciar a su arsenal nuclear.  Corea del Norte ha consolidado este poderío de bombas y misiles durante décadas con un alto costo en recursos y aislamiento. Y sigue en desarrollo.

«No puede alimentar a su pueblo, pero consigue la supervivencia política del régimen» con sus armas, dice Soo Kim de RAND Corporation. «Y eso es más importante para Kim», añade.

El desarrollo nuclear del Norte contrasta con la mala gestión de su economía, incluso antes de las sanciones. Su población, además de tener restringida las libertades y vivir bajo vigilancia permanente, también sufre escasez de comida crónica.

Con un sistema sanitario vulnerable, el año pasado cerró sus fronteras tras la emergencia del coronavirus en China. Ese bloqueo autoimpuesto sigue en pie y parece convenirle al régimen.

Aunque muchos analistas dudan de ello, Pyongyang asegura que no registró ningún caso de covid-19. Aun así, Kim Jong Un prepara a su gente para el «peor escenario posible siempre».

«Económicamente, Corea del Norte está a la cola del orden internacional. Pero con su arsenal nuclear, es capaz de ejercer su influencia entre dos poderes mundiales, Estados Unidos y China. Yo lo llamaría un éxito considerable de Pyongyang», dice Park Won-gon, profesor de estudios norcoreanos en la Universidad Ewha Womans de Seúl.

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