Opinión

Joe Biden sí tiene quien le escriba… desde Venezuela

No hace falta tener una bola de cristal para pronosticar que sí prevalece la actual situación de fragmentación opositora, que tan bien han simbolizados estas cartas, Maduro seguirá en el poder por largos años

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Primero fueron 25, luego 68. En cuestión de pocos días Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, recibió dos cartas firmadas por venezolanos. Las misivas dejan en claro las diferentes visiones en torno al papel que tienen las sanciones que en su momento impuso la administración de Donald Trump contra Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

Esta comunicación epistolar simboliza al menos dos cosas. La primera es que no hay espacios de articulación internos, no existen espacios deliberativos dentro del país en los que se congreguen, debatan y acuerden estrategias los opositores venezolanos que siendo adversarios del chavismo tienen posturas diferentes sobre qué debe hacerse.

Esto no es un asunto ni pasajero ni menor. Mientras no haya una agenda común de lucha democrática, con acuerdos mínimos entre partidos y liderazgos políticos, activistas sociales, gremios y sindicatos, el chavismo seguirá reinando pese a que es hoy una minoría en Venezuela.

La segunda cosa que simbolizan las cartas, a mi modo de ver, es buscar respuestas externas, apelar a otro, en aras de alcanzar unos objetivos determinados. Es legítimo dirigir una carta a Biden o a cualquier otro líder internacional, pero en el fondo representa la incapacidad que se tiene, como actor político o social, de lograr los objetivos trazados por sí mismos.

Conozco personalmente y respeto a muchos de los firmantes de las sendas cartas enviadas a la Casa Blanca. Caer en el juego de las acusaciones y señalamientos tipo que los 25 actúan porque alguien les pagó o que los 68 no saben de que hablan ya que muchos viven fuera del país, no va a al problema de fondo, que no es otra cosa que la falta de una amplia, plural y urgente deliberación unitaria en Venezuela.

El torneo de insultos que hemos presenciado con estas cartas, a través de las redes sociales, sólo termina beneficiando al chavismo. 

La carta de los 25 está firmada por activistas de la sociedad civil, economistas e intelectuales quienes le pidieron a la Casa Blanca apuntar a una revisión de la política de sanciones, en aras de aliviar la crisis que padece la población; en respuesta 68 figuras principalmente políticas y empresariales, le pidieron al presidente estadounidense que profundice en la aplicación de sanciones contra el gobierno de Maduro.

Las dos cartas no sólo encendieron una viva polémica en torno a qué debería hacer Washington ante el régimen de Maduro. Que los opositores estén peleándose entre sí, sin capacidad de conversar entre ellos y trazar una agenda común es sin duda una buena noticia para el chavismo en el poder.

El trasfondo de una carta

En términos temporales, la primera carta parte de la tesis de que “las sanciones económicas y la política de máxima presión no lograron sus objetivos”, los firmantes proponen reactivar con urgencia el diálogo político para lograr mejoras económicas y estabilidad institucional. La política de máxima presión fue definida así en su momento por la administración de Donald Trump en 2019, cuando la irrupción pública de Juan Guaidó y un clima internacional favorable al aislamiento del chavismo parecían apuntar a una inminente transición.

Tres años después, Guaidó insiste en reivindicarse como “presidente interino”, pero ciertamente su liderazgo está mellado. De los 60 países que explícitamente le apoyaron en el pasado, hoy su figura también está cuestionada dentro del país.

Estados Unidos no sólo decidió este año abrir una canal de comunicación directo con Maduro, con la visita a Caracas de funcionarios de alto nivel de la Casa Blanca, lo cual es sin duda un giro de 180 grados, sino que también evalúa reabrir el suministro de petróleo venezolano con la participación de empresas estadounidenses, lo que de facto dejaría las sanciones en letra muerta.

La carta de los 68, entretanto, llama a Biden a evitar el acercamiento con Maduro y explícitamente pide que se mantengan y profundicen las sanciones, especialmente contra Pdvsa, que en otro momento fue la gallina de los huevos de oro del chavismo.

“Si bien las sanciones económicas no son la raíz de la emergencia humanitaria en Venezuela, han exacerbado gravemente las condiciones para el venezolano promedio”, manifiestan los firmantes de la primera misiva, entre los cuales no hay políticos, y piden que cualquier negociación entre opositores y el chavismo se centre en los temas humanitarios.

“Las sanciones planteadas como un fin en sí mismo y no como un mecanismo para obtener algún cambio están condenadas al fracaso”, señaló en Twitter Maryhen Jiménez, académica venezolana de la Universidad de Oxford. En su opinión, el objetivo de la carta de los 25 apunta a destrabar la discusión, que parece estar empantanada.

Desde hace medio año se suspendieron los diálogos en México, dado que el chavismo se levantó de la mesa. Este año el régimen de Maduro dijo que estaría dispuesto a volver a una negociación pero que fuese dentro de Venezuela y con una representación más diversa de la oposición. En verdad el objetivo del chavismo es reducir o restarles influencia a los delegados de Guaidó en este proceso.

Sobre las dos cartas

Para unos lo prioritario debe ser la agenda humanitaria, llegar acuerdos para atender la crisis generalizada que padecen los venezolanos. Para otros, lo primero que debe suceder es la salida de Maduro y todos los esfuerzos deben ir en esa dirección.

La política real, al menos en la agenda común que ahora tienen Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea en torno a la crisis venezolana, va en dirección de reconocer que Maduro es quien ejerce el poder, y es con él con quien se debe hablar.

Lamentablemente, no hace falta tener una bola de cristal para pronosticar que sí prevalece la actual situación de fragmentación opositora, que tan bien han simbolizados estas cartas, Maduro seguirá en el poder por largos años.

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