Literatura

Gustavo Valle trae a Caracas Amar a Olga: su tercera novela más allá de un solo lugar

Gustavo Valle. Foto: Daniel Hernández/El Estímulo
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Radicado hoy en Buenos Aires, el reconocido escritor caraqueño Gustavo Valle se marchó de Venezuela antes de la llegada del chavismo, pero permanece conectado con su país de origen tanto de manera emocional como en su imaginación literaria. Este martes 29 presenta su más reciente novela «Amar a Olga», con palabras de D`janida Hernández y Oscar Marcano en la librería El Buscón en Paseo Las Mercedes.

Gustavo Valle vive en Buenos Aires. Ha publicado libros de poemas: Materia de otro mundo (2003) y Ciudad imaginaria (2005); de crónicas: La paradoja de Itaca (2006) y El país del escritor (2015); y novelas: Bajo tierra (2009) y Happening (2014). Obtuvo el Premio de Novela Adriano González León, el Premio Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana y el Premio de la Crítica, en dos oportunidades.

«Yo me fui de acá antes de que llegara Hugo Chávez», enuncia Gustavo Valle ( Caracas- 1967). Ante sus ojos marrones, Caracas vuelve a desplegarse en su esplendor, tal como en dos de sus novelas. Desde la terraza en la que compartimos un café, la autopista se agiganta con los nuevos accesos. Ha vuelto al (ex) país petrolero en que el litro de gasolina cuesta 50 centavos de dólar y en muchos estados hay que hacer colas de 15 días para surtir los vehículos.

Este es un país con precario Internet – la banda ancha más lenta de América Latina-, con apagones constantes, racionamiento de agua y un sueldo mínimo de 28 dólares al mes. Un país del que Valle no se ha desconectado – una parte importante de su familia permanece aquí.

Con el fenómeno de la diáspora también le ha tocado conocer de cerca historias cercanas de dolor y angustia, llevadas por sus compatriotas a Argentina, un destino al que han aspirado buena parte de los que han huido.

El vértigo de la ausencia

“Argentina es un país hondamente competitivo y con una crisis económica creciente», advierte en esta reposada entrevista con El Estímulo.

“Cada vez que pienso la cantidad de tiempo que tengo fuera de Venezuela me da como vértigo. A la vez, también estoy muy conectado con el país. Me mantengo informado, me preocupo, me angustio, quizá es porque tengo familia aquí. En mis historias el paisaje imaginario es Caracas, o son paisajes de Venezuela y eso me sigue ocurriendo. No sé en lo sucesivo como será, pero mi imaginación se sitúa en territorio venezolano», explica.

Si bien esta residenciado y trabaja hoy en Buenos Aires, pasó una larga temporada en Madrid, ciudad de la cual tiene los mejores recuerdos y con la que continúa vinculado a través de grandes amigos y publicaciones en las que colabora.

“Tuve dos etapas con Venezuela. Me fui en el 97 y luego vuelvo en el 2003, trabajé aquí hasta el 2005 y a partir de ese año me instalo en Buenos Aires», recuenta.

Como Amar a Olga, sus dos novelas anteriores, Bajo Tierra y Happening vieron la luz en Buenos Aires.

Violeta Rojo, en su libro Las heridas de la literatura venezolana, establece la relación entre la producción literaria y los sucesos que han marcado al país (deslave de Vargas, golpes de Estado, el chavismo).

En el caso de Gustavo Valle, el escritor se había ido antes de la llegada de Chávez al poder, e incluso del deslave en el estado Vargas.

-Regresas cuando el chavismo está instalado en el país y te toca vivir el comienzo de la nueva herida: el éxodo.

“La he vivido en carne propia. He visto la cantidad de venezolanos que han emigrado a Buenos Aires. Incluso con amigos que siguen viviendo las dificultades que enfrentaban en Venezuela. Argentina es un país muy competitivo. No es fácil emigrar. Pero al mismo tiempo se me ha revelado una cara del país que no tenía tan clara», explica.

“La cara del venezolano emprendedor, disciplinado y trabajador. En general los argentinos tienen una opinión sumamente favorable de los venezolanos, salvo una que otra excepción, y eso me da mucha satisfacción».

-Retomo la idea de Violeta Rojo: la herida tiene que ver con un contexto desfavorecedor. Hay como una sensación de traición del proyecto país.

-Yo me fui porque quería conocer mundo. No me vi impelido a huir o a cambiar de país porque era invivible: conozco y soy sensible a la situación porque sé de casos muy cercanos. Yo prefiero dejar la categoría del relato del éxodo en manos que quienes lo han sufrido en carne propia porque tienen cosas muchos más interesantes que yo, lo que no quiere decir que cuando imagino una novela no esté presente».

– Luego de leer tus tres novelas, uno siente un viaje imaginal del disparador de las historias: Bajo tierra se inicia con una catástrofe, como dice Rafael Castillo Zapata- Happening por un accidente, hasta llegar a Amar a Olga que es un viaje intimo.

“Hace muchos años cuando yo participaba de las peñas y talleres en la casa del poeta Alfredo Silva Estrada le preguntaba ¿Cómo haces para escribir un poema? Y él dijo: ‘Cada poema me exige una manera diferente de escribirlo’. Esa respuesta quedó grabada a hierro forjado en mí. Cada una de esas tres historias, me exigieron una manera distinta de abordarlas», explica.

Bajo Tierra ocurre en un contexto muy bien identificable del subsuelo de la ciudad de Caracas, en Happening es el paisaje del oriente del país, específicamente el del Golfo de Cariaco, al oriente del país es una zona donde yo viví siendo muy joven”.

«En Amar a Olga “lo que estaba buscando era precisamente blindar de intimidad al personaje, no fue algo deliberado. Se fue desarrollando a medida que iba a avanzando en la novela y sentía que la profundización en ese universo íntimo era el verdadero magma de lo que yo estaba escribiendo. El contexto pasaba a un segundo lugar, lo que no quiere decir que no esté presente. Cualquier lector caraqueño se va a dar cuenta de que la historia ocurre en la ciudad de Caracas, aunque no nombro los lugares con sus nombres específicos: la montaña se llama montaña y no Ávila. Hay calles que no tienen una precisión de su nombre pero son reconocibles al menos para un lector venezolano».

Gustavo Valle y Caracas
Caracas, la de la montaña y los atardeceres, permanece en obras de Gustavo Valle. Foto Giuliana Chiappe/El Estímulo

– ¿El personaje te jaló hacia la historia?

«Absolutamente. Casi siempre es así y al menos en estas tres novelas es así. Y acá en Amar a Olga mucho más. El personaje y los personajes».

– “Amar a Olga es la menos autobiográfica de mis novelas “ dice Gustavo Valle ¿Cuéntanos el proceso de esa historia?

«Esa novela la comencé hace bastante tiempo. Escribí una primera parte, luego la abandoné y quedó en el freezer como por dos años y luego la retomé, la trabajé y la terminé».

¿No te ha tocado el imaginario de esa ciudad tan impresionante que es Buenos Aires? ¿Te sientes imaginalmente extranjero en esa ciudad?

“Sucede que para mi la memoria es una herramienta muy poderosa para narrar. Y la memoria y la imaginación siempre van de la mano. Por lo pronto y hasta nuevo aviso yo sigo imaginando mis historias acá. Aunque hacia el final de la novela hay una huida del personaje- alerta spoilers- y probablemente eso sea el indicio de algo que no va a ocurrir en Venezuela desde el punto de vista ficcional».

Amar a Olga parece una historia de amor pero ese relato tiene debajo otra cosa y otra a manera de capas….

«Esta es engañosamente una novela de amor. Más una novela sobre el amor que de amor. Late debajo la memoria, el pasado y la reflexión sobre el tiempo. Es una novela bifurcada en dos tiempos en los años 80 y luego en la actualidad. Se me hace muy difícil hablar del pasado si no estoy ubicado en algún lugar del tiempo presente. Me gusta hacer ese contrapunteo porque a mí la actualidad y la cotidianeidad me resultan un ancla que me permite dialogar con mis contemporáneos».

-Entregas esa pista al lector en la primera frase cuando el personaje es disparado al pasado (no más spoiler).

«Hay un tema con el pasado en esta novela porque está asociado con la iniciación sexual del personaje que coincide desde el punto de vista autobiográfico, con la iniciación sexual mía», revela.

«Lo cual no quiere decir que sea una novela autobiográfica. Es engañosamente autobiográfica: tiene un narrador en primera persona que habla de manera franca y la gente cree que soy yo. Las novelas de contenido más autoficcional son Bajo tierra y Happening. Por el contrario esta es muy literaria en el sentido de que el disparador fue la lectura de un libro de Julian Barnes».

Valle concibe al escritor de novelas como un hombre que produce mezclas a la manera de un barman: “una especie de barman que utiliza diferentes ingredientes para hacer un coctel que debe ser a la vez delicioso y embriagador».

-Y venenoso – acotamos-.

«Sí, algo de veneno, y en todos esos ingredientes siempre va a haber unos extraídos de la vida personal de uno. En mi caso yo nunca la traslado literalmente. Lo que trato de trasladar es la emoción, pero no el suceso que generó esa emoción. Yo el evento lo cambio; lo muevo a otro escenario. Pero me quedo con esa fibra».

Los escritores Krina Ber y Alberto Hernández felicitan en una carta y un articulo respectivamente, hayas eludido la tentación de la novela rosa.

«Escribir sobre el amor o que el tema sea el amor es difícil porque es una experiencia que le toca a todas las personas. Conseguir un lenguaje que agregue algo adicional a lo que ya conocen es complicado. Yo intenté siempre huir del abismo del sentimentalismo o la cursilería que es la tentación más grande cuando uno escribe sobre estos temas».

-Ahora bien, ¿Qué pasa cuando escribes sobre un primer amor de unos chicos de 16 o 17 años donde la experiencia de la sentimentalidad está en carne viva? ¿Cómo respetar eso y no caer en lo meloso?

«Fue un trabajo de artesanía con el lenguaje estilístico que me tomó mucho tiempo. En ese caso de las escenas de amor y de sexo que tiene la novela me tomé una dedicación adicional para lograr esa especie de balance que yo necesitaba».

-Agradecí que no emplearas el segundo recurso fácil: asumir el tono irónico o paródico para eludir el sentimentalismo. Hay un respeto por esa iniciación. Por eso se puede sentir que es una novela sostenida sobre una historia de amor.

«Estoy un poco fastidiado con el uso de la ironía, el sarcasmo y la acidez. Ha habido un abuso de ese recurso y un aplauso excesivo alrededor de esa manera de abordar las historias. No digo que no deban emplearse, es un ingrediente más de la retórica de la composición literaria, pero llegó un momento que no permitía acceder a las fibras que nos mueven y a las historias que nos apasionan, que es lo que al fin al cabo hacemos cuando somos escritores: Tirar un puente con respecto a una experiencia que nos moviliza».

El amor, ese acto de transgresión

-“Solo los muertos no aman, un cadáver es en rigor el despojo de un amor. Morir es dejar de amar….”, escribe el personaje.
Uno no puede evitar sentir que el amor se convierte en un acto de resistencia frente a un país que comienza a desdibujársele.

“El amor no solo es un acto de resistencia, es un acto de transgresión permanente, es ir en contra de un montón de cosas del deber ser. El amor trasgrede, el amor desestabiliza, en lo social en lo personal, el amor es complicado. Se convierte en una experiencia transgresora y de resistencia ante la fuerza del poder que te quiere indicar cuál es tu destino. El amor es siempre una fuerza salvaje que se está liberando de las imposiciones del entorno”, expresa Gustavo Valle.

-La novela habla del amor como una manera de estar en el mundo. El protagonista se está secando y se avienta a un pasado remoto.

«Es un personaje que está lidiando permanentemente con la experiencia del fracaso. Yo soy un militante del fracaso en los personajes. Un personaje que no tiene debilidades o fragilidades no es un personaje con el que puedes entablar una empatía. Mis personajes están subsumidos en una experiencia de fracaso».

Gustavo Valle, escritor. Foito: Daniel Hernández/El Estímulo
Gustavo Valle, escritor de la diáspora antes de la diáspora, con su imaginario insertado en Venezuela. Foto: Daniel Hernández/El Estímulo

¿El fracaso puede leerse como una postura política?

«Es una verdad de Perogrullo que lo contrario del fracaso es el éxito, que es el discurso de las sociedades dominadas por el autoritarismo. Si uno se deja dominar por esa fantasía no vas a poder nunca admitir la situación grave en la que se encuentra en lo personal y en lo social», explica.

“La perspectiva del fracaso es bastante saludable. Creo que vivimos un momento histórico en Occidente donde el exitismo es un valor. Particularmente el venezolano acostumbra a reírse en medio de sus desgracias. Es una manera de metabolizar y de lidiar con el dolor, pero no sé si eso es suficiente. Asumir la experiencia trágica es saludable para reconstruir heridas».

“El éxito no me quita el sueño”.

-Uno asume que tu carrera como escritor se inicia con el éxito. Tu primera novela gana la Tercera bienal de novela Adriano González León, la segunda el Premio transgenérico -Fundación para la Cultura Urbana- y ambas novelas ( Bajo tierra y Happening obtienen el premio de la crítica).

“Esta novela la publica una editorial española Pretextos, que admiro y adoro con un editor (Manuel Borrás Arana) que debe ser el más importante y prestigioso de la lengua española, eso me emociona mucho. Antes del premio de Bajo Tierra y Happening ya había escrito tres o cuatro libros, incluso guiones de cine de películas que nunca se filmaron. Me alegré, me emocioné, brindé, abracé a mis amigos, pero no fue algo que incidiera en la forma en que asumo la literatura. Por supuesto que el reconocimiento siempre te da facilidades para publicar, te leen desde otro lugar etc».

Ser un navegado. No pertenecer a la “ciudad letrada” de Buenos Aires…

«Los primeros años en Argentina participé mucho de la vida cultural: publicaba en Clarín, y en Perfil con mucha asiduidad, también estaba activo en la movida cultural. Tengo un libro de crónicas llamado El país del escritor, que fue incluido en una colección que se llama ‘Nueva exposición de la narrativa rioplatense’. Me pareció un gesto de gran generosidad de los argentinos hacerme parte de ellos».

“He corrido con la suerte de que mis tres libros han sido publicados allí. Salvo Amar a Olga, publicada en España. Ahí entra el tema de la economía del libro que es complicada. En cuanto al reconocimiento me gusta en el momento en que lo vivo y ya. Por suerte a mi edad y en este momento, he ido domesticando a la fiera del ego, la he metido en una jaulita y tengo la llave, lo que no quiere decir que no se me aparezca en las pesadillas o en los sueños”.

Buenos Aires, ciudad que acoge a muchos venezolanos, como Gustavo Valle
Buenos Aires, una meca americana de la cultura y las letras, ha abierto sus brazos a miles de venezolanos de la diáspora, que llegan arrastrando sus historias de vida.

El país: geografía afectiva

Si bien esta novela es hondamente intimista, no deja por fuera el contexto- país. Hay lectores que leen en Olga…

«Al país, eso me conmueve. Mi trabajo siempre va de la necesidad existencial de los personajes hacia afuera. No al revés», puntualiza.

«Suficiente trabajo es concentrarse en la dramaturgia de los personajes. Yo escribo atado al personaje y lo que le va sucediendo. Es contraproducente escribir desde la idea, hay que escribir desde la imagen y desde las exigencias emocionales de los personajes y desde ahí es susceptible de ser construida una idea o una lectura».

-Vivimos un momento extraño: cambios de paradigmas más allá de lo digital: la sociedad de la ninfomanía -las no cosas según el filósofo germano -coreano Bul Chul Han- el metaverso, la inteligencia artificial ¿Dónde queda la literatura?

«Soy más escritor que intelectual, lo cual no quiere decir que no me interesen ni el pensamiento ni la Historia. Me dan alergia los escritores que están en capacidad de opinar sobre la condición humana y la Historia. Yo creo que las historias, los relatos y la ficción van a seguir reinando por mucho tiempo. El famoso fin de la novela nunca llegó. Lo que creo que van a cambiar son los canales de transmisión, de aproximación hacia esos universos imaginarios y ficcionales. Creo que las redes sociales, el streaming, si bien no son necesariamente literatura en el sentido ortodoxo, es imposible llevar a adelante esas acciones si no tienes un sentido ficcional o una mirada literaria».

«No creo que haya una amenaza de parte de la nueva sociedad de la información hacia la situación que vive un escritor: escribir historias y llegarles a los lectores. Yo me siento tranquilo escribiendo en mi casa. En definitiva, lo que uno escribe no está destinado a esos actores de las redes o las nuevas tecnologías. Esas personas tienen su propio universo. La literatura implica establecer vínculos con las personas y generar puentes de empatía y comunicación entre dos almas. Hay que hacerlo bien», recalca.

Coordenadas: Amar a Olga (Pretextos 2021) será presentada el día Martes 29 en la Librería El Buscón, de Trasnocho Cultural de Paseo Las Mercedes, con palabras de D`janida Hernández y Oscar Marcano, a las 430 pm.

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