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Francia vuelve a confinarse para contener segunda ola de coronavirus

Los bares, restaurantes, museos y negocios no esenciales tendrán que cerrar sus puertas, pero a diferencia del confinamiento de dos meses impuesto entre marzo y mayo durante la primera ola del coronavirus, las escuelas permanecerán abiertas

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AFP
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Francia, severamente golpeada por la segunda ola del coronavirus, decretó un nuevo confinamiento nacional de al menos un mes, aunque menos estricto que el de la primavera puesto que las escuelas, fábricas y servicios públicos seguirán abiertos.

«El virus circula en Francia a una velocidad que ni siquiera los pronósticos más pesimistas habían previsto», dijo el presidente Emmanuel Macron en un discurso retransmitido por televisión, en el que lamentó la muerte el martes de 527 personas debido al covid-19.

Desde este jueves a la medianoche y al menos hasta el 1 de diciembre los franceses «podrán salir de su casa sólo para ir al trabajo, a una visita médica, para ayudar a un pariente, hacer las compras esenciales o salir brevemente a tomar aire», detalló el jefe de Estado.

Se requerirán declaraciones escritas que justifiquen la salida, dijo, sugiriendo que se volverán a imponer multas a los infractores.

Negocios cerrados, escuelas abiertas

Los bares, restaurantes, museos y negocios no esenciales tendrán que cerrar sus puertas, pero a diferencia del confinamiento de dos meses impuesto entre marzo y mayo durante la primera ola del coronavirus, las escuelas permanecerán abiertas.

Asimismo, las fábricas, las explotaciones agrícolas y el sector de la construcción podrán seguir funcionando y los servicios públicos continuarán atendiendo.

«La economía no debe detenerse, ni hundirse», señaló el mandatario francés, que dijo buscar un «equilibrio justo entre economía y salud».

Cada mes de confinamiento le cuesta a la economía francesa entre 2 y 2,5 puntos de PIB, según cifras del ministerio de Cuentas Públicas, pero «nada es más importante que las vidas humanas», apuntó Macron.

«Debemos actuar ahora»

El gobierno francés había impuesto hace dos semanas un toque de queda nocturno que obligaba a dos tercios de la población a quedarse en sus casas entre las 21H00 y las 06H00 (20H00 GMT y 05H00 GMT), pero esta medida, admitió el presidente francés, «no fue suficiente».

Desde agosto Francia observa un fuerte repunte de contagios. En la página oficial del gobierno, las autoridades dieron cuenta el miércoles de 244 muertos en los hospitales en las últimas 24 horas, lo que eleva el balance a 35.785 fallecidos en Francia desde el inicio de la pandemia.

Con más de 3.000 enfermos en cuidados intensivos, es decir más de la mitad de las camas disponibles ocupadas, las autoridades temen ante todo la saturación de estas unidades.

«Si no actuamos ahora, Francia corre el riesgo de sufrir por lo menos 400.000 muertes adicionales» dentro de unos meses, advirtió Macron.

¿Cómo lo tomaron los franceses?

Aunque circulaban desde ayer rumores de un nuevo confinamiento, el anunció cayó como un balde de agua fría para muchos franceses.

«Tengo ganas de llorar. Estoy consternada (…) Debieron hacerlo antes, en lugar de tomar medidas tibias», dijo a la AFP Morgane Lutgen, una francesa de 30 años, que escuchó el discurso del presidente desde un bar del concurrido distrito X de París.

«El futuro ya se había oscurecido y está oscureciendo de nuevo. Pero no tenemos elección. Esperemos que esta vez funcione de verdad», abundó Grégoire Marcotte, un camarero de 28 años.

Ante la pesadilla de un segundo encierro, muchos parisinos se echaron a las calles para huir de la ciudad. A las 17H00 se registraban 335 kilómetros de atascos en la región parisina, el doble de lo normal.

Asimismo, el nerviosismo hundió la bolsa de París, que cerró con una caída de 3,4% el miércoles.

Objetivo: salvar la Navidad

Para paliar las pérdidas, el gobierno otorgará a las pequeñas empresas obligadas a cerrar una ayuda de hasta 10.000 euros al mes (USD 11.700 dólares).

Aunque los viajes entre regiones quedarán prohibidos, las fronteras europeas permanecerán abiertas. Sin embargo, todas las personas que quieran entrar a Francia deberán someterse a «pruebas rápidas» a la entrada en los aeropuertos y puertos.

«Ningún viajero debería poder entrar en el territorio europeo sin tener la certeza de que no es portador del virus», explicó el presidente, añadiendo que «salvo excepciones, las fronteras externas permanecerán cerradas».

«Si en dos semanas tenemos la situación bajo un mejor control, podremos revaluar las cosas y esperamos abrir algunos negocios, en particular para las vacaciones de Navidad», dijo.

«Espero que podamos celebrar la Navidad y el Año Nuevo con la familia», añadió.

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