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Enero en Venezuela: dos congresos, dos presidentes y un colapso total

El chavismo se queda sin baño de pueblo en la instalación de la nueva Asamblea Nacional (congreso), mientras la oposición sesiona gracias a internet para prorrogar la existencia del parlamento reconocido por casi 60 países. Dos caras de una Venezuela donde lo único real y sólido es el atroz colapso de la economía y los servicios públicos

Bolívar por Carlos Malamud
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En una Caracas desierta, agentes armados del régimen de Nicolás Maduro se apostan este martes 5 de enero frente al edificio donde vive el líder opositor Juan Guaidó. Mientras, se instalan dos asambleas (Congreso) paralelas: una opositora y de poder simbólico, y otra salida de unas cuestionadas elecciones del 5 de diciembre pasado organizadas por el poderoso y autoritario régimen chavista que manda en Venezuela.

En el medio, están los venezolanos comunes: sufriendo apagones diarios, desinformados sobre los grandes temas, a merced de las falsas noticias; perdiendo largas horas en filas frente a las gasolineras, sobreviviendo en la economía informal y viendo impotentes como el dólar paralelo reanuda su disparada en esta fría primera semana de enero.

«La gente se cansó de la política de lado a lado», dice un vendedor de gorras del chavismo en los alrededores del Palacio Federal Legislativo, sede del parlamento, en la mañana del 5 de enero.

Vende las chaquetas a 15 dólares y las banderitas de Venezuela a un dólar… un empleado público convencional, un maestro o un policía tendrían que destinar un mes de su trabajo formal solo para pagar una de esas gorritas patrióticas.

Militares, policías y chavistas civiles en los alrededores del Palacio Federal Legislativo, en el centro de Caracas, durante instalación de la asamblea chavista. (Foto: El Estímulo)

Venezuela ya es paisaje

Este antiguo edificio neocolonial del siglo XIX es territorio chavista desde hace mucho tiempo. Hace un año, el régimen de Nicolás Maduro impuso una junta directiva paralela con diputados disidentes de la oposición, para arrebatarle los últimos jirones del Poder Legislativo a la mayoría opositora.

Lo hizo mediante la compra de diputados opositores que habían sido expulsados de sus partidos tras participar en una trama de corrupción con alimentos importados por el llamado sistema Clap.

Estos comités del Partido Socialista racionan alimentos -en su mayoría importados directamente por el régimen y sus amigos en los negocios-  a precios subsidiados, según sólidas denuncias de periodistas de investigación, como Armando.info.

Los diputados están sancionados por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por ser parte de esa trama y asociarse con Maduro.

Poco después del nombramiento de esa junta directiva prochavista, integrada además por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el régimen de Maduro desalojó a los diputados opositores del palacio.

El único parlamento reconocido por casi 60 países de América y Europa tuvo que seguir sesionando durante los últimos meses en plazas, en la antigua sede de un periódico quebrado, en canchas deportivas, auditorios privados y -en medio de la pandemia- vía Zoom, gracias a la fuerza de internet.

Sin baño de pueblo chavista

Pedro Zambrano, el vendedor, remata las gorras en 5 dólares mientras se lamenta de que no hay pueblo en la Plaza Bolívar, frente a la sede del Congreso.

El despliegue de las fuerzas de seguridad en torno al Poder Legislativo despertaría alarmas en cualquier otra sociedad, pero no en Venezuela, que lleva ya dos décadas bajo un férreo régimen militar con camuflaje civil.

En los alrededores de la plaza está dando vueltas hoy la sombra de Hugo Chávez, el militar golpista elegido presidente en 1998 por un pueblo desesperado. Pero el comandante delfín de Fidel Castro terminó demoliendo las estructuras físicas e institucionales del país que fuera la cuarta economía más poderosa de América Latina. Después de estas dos décadas, es un caso de ayuda humanitaria internacional y el país más pobre de América y el Caribe, junto con Haití.

Maduro, mucho menos talentoso, carismático y resuelto que Chávez ha tenido menos éxito para vender su imagen. Tampoco cuenta con los ingentes recursos del petróleo que tuvo el comandante de paracaidistas para mantener su modelo populista clientelar.

La gallina degollada

Años de ineficiencia, corrupción y despidos de personal estratégico llevaron a la quiebra a Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (Pdvsa). La petrolera estatal era la gallinita de los huevos de oro para un Chávez que dispuso como amo y señor de los mayores ingresos petroleros que haya recibido el país en su historia, comprimidos en tan corto tiempo.

Cuando Maduro heredó el trono del chavismo, en 2013, comenzó un declive del «proceso», por la caída de los precios mundiales del petróleo y por el desplome de la producción de crudo y combustibles de Pdvsa.

Hasta el cierre de 2020, la economía perdió 80 % de su tamaño y sufre una virulenta hiperinflación que es de las más largas y sostenidas de la historia económica mundial. Venezuela también vive el colapso de los servicios públicos como agua, electricidad y saneamiento; de la infraestructura y de los sistemas de salud, educación y transporte público.

Por todos los estados hay un cementerio de obras públicas pequeñas y faraónicas que fueron abandonadas a medio construir.

Cientos de miles de millones de dólares fueron consumidos y desaparecidos en esos negocios turbios y morosos, hasta que la caída de los ingresos fiscales dejó al desnudo la quiebra de todo el Estado. Las obras fueron abandonadas y hasta ahora no hay ni un solo preso por ese robo nacional.

Abandonada desde hace más de 10 años, la línea del Metro que conectaría a Caracas con las ciudades dormitorio de Guarenas y Guatire es uno de los emblemas del colapso venezolano. Consumió 7.800 millones de dólares y solo avanzó 27 %, según datos recopilados por Transparencia Internacional.

Coctel de petróleo y sanciones

Después se sumó el efecto de las sanciones aplicadas por el gobierno de Donald Trump al régimen chavista por sus atentados a la democracia, y por sólidas acusaciones de violaciones masivas a los derechos humanos, narcotráfico y corrupción.

En 2020, las exportaciones de petróleo se desplomaron en 376.500 barriles por día (bpd), según datos de Refinitiv Eikon y documentos internos de Pdvsa, reseñó la agencia Reuters, por lo cual se culpa a las sanciones de Estados Unidos que han presionado financieramente al régimen de Nicolás Maduro.

Trump elevó el pasado año su presión sobre Maduro al sancionar a los principales socios comerciales de Pdvsa y a los propietarios de tanqueros que aún transportan petróleo venezolano.

Parte de ese crudo es cambiado por gasolina y diésel, que dejó de producirse en el país desde hace unos 10 años, tras continuos accidentes en plantas, corrupción y falta de inversión en el sistema de refinación nacional.

«Las exportaciones venezolanas de crudo y productos refinados cayeron un 37,5 % en 2020 a 626.534 bpd, el nivel más bajo en 77 años. La disminución fue aún mayor para las importaciones de combustibles, que retrocedieron un 51 % en comparación con 2019, a 83,780 bpd», según los datos reseñados por Reuters.

En el pasado, Venezuela era uno de los mayores proveedores de gasolina al mercado de Estados Unidos. El sistema de refinación integrado de Amuay Cardón, con capacidad para procesar al menos 900.000 millones de barriles por día, era uno de los mayores del mundo. Pero está semiparalizado desde que en 2012 un aterrador incendio afectó varias plantas y dejó 42 muertes, ocho desaparecidos y 132 heridos en Punto Fijo, estado Falcón.

La verdad oficial

Pero ninguno de estos argumentos parece importarle mucho a los desinformados chavistas, que creen a pie juntillas el cuento oficial de que todo lo malo que ocurre en Venezuela se debe a las sanciones de Estados Unidos y al supuesto «bloqueo» impuesto por la primera potencia mundial.

De hecho, en la elección forzada de esta Asamblea, Maduro y los demás lideres del fragmentado chavismo descartaron diálogo o negociación alguna con la oposición en busca de una salida sostenible a la crisis. Rechazaron la intermediación de la Unión Europea y de varios piases americanos.

Lo que les importa -coinciden analistas políticos- es lavar la imagen del parlamento para agradar a sus aliados China, Rusia, Turquía. Estos socios podrán tener el camino más expedito para hacer inversiones y negocios con el Ejecutivo venezolano, contando para ello el aval del Poder Legislativo.

La propia sobrevivencia del chavismo como lo conocemos depende de que Maduro logre hacer reflotar la economía con ayuda de sus aliados. Es otra forma de lidiar con las sanciones que, de paso, sirven de inconsistente argumento para justificar lo que ocurre en el país.

En realidad, en la Venezuela de hoy se encuentra casi de todo lo que hay en cualquier ciudad occidental o en China, incluyendo licores y alimentos de lujo, automóviles, yates y ropas de marca. Pero solo unos pocos pueden comprarlos porque el modelo económico chavista se asemeja más al capitalismo salvaje, sin derechos sociales ni laborales, que a cualquier nirvana socialista.

La casa soñada

«Quiero una casa para mis hijos, dos con discapacidad», dice a El Estímulo en la calle, frente a la sede de la Asamblea, la señora Marta Vargas, junto a su hijo Jesús Vargas. Llegaron desde Chacaíto, a unos cinco kilómetros del parlamento. Es una trabajadora doméstica residencial y pide a sus flamantes diputados que se mejoren las condiciones de atención a las personas con discapacidad.

Chavistas acuden a pedir favores a los nuevos diputados de la Asamblea Nacional, este 5 de enero de 2021. (Foto: El Estímulo)

Liseth Cañón viene de más lejos, del violento suburbio de Santa Teresa del Tuy.

«Vengo a apoyar la reconquista de la Asamblea, pero también a exigir: así como vas a buscar votos, nos vuelvas a visitar», declara.

Son muchas las empobrecidas mujeres que encabezan estos reclamos, en una sociedad altamente machista, pero matriarcal.

Aurora Martínez vive también de los Valles del Tuy, a unos 4o kilómetros de Caracas por una utopista que está hoy bloqueada al transito normal por las medidas para contener la irremediable expansión del coronavirus.

«Vine apoyar a la nueva Asamblea. Es necesario que sigan significando a las personas vulnerables, sigan siendo pueblo, no aceptamos que nos olviden», dice esta mujer con cierta incapacidad física.

Son reclamos históricos que sobreviven a la vida, pasión y muerte de líderes carismáticos que se creen iluminados.

Sin perdón ni olvido

Eso no ha cambiado, pero en Venezuela en pocas horas pueden ocurrir tantas cosas como las que sacuden a cualquier país vecino en uno o dos meses.

No sería extraño que el chavismo comience a pasar factura para concentrar más poder y termine de darle el tiro en la nuca a la malograda oposición política y, también, a las ONG que luchan contra los estragos dejados por el colapso de la economía y de las condiciones de los segmentos más pobres de la sociedad.

«Con olvido no lograremos el diálogo, con olvido no lograremos reconciliación. Perdón sí, pero sin olvido. Pero ese diálogo, esa reconciliación no puede ser en medio de la amnesia. El olvido no puede ocurrir frente a tantos crímenes que se han cometido en contra del pueblo de Venezuela», declaró el nuevo presidente de la Asamblea chavista, Jorge Rodríguez. Este civil del marxismo radical, psiquiatra, ha ocupado en estas décadas varias posiciones de poder en el cúpula estrecha del chavismo.

Ya la zona donde vivía Guaidó amaneció bajo más ostensible vigilancia de las fuerzas uniformadas, según denunciaron varios opositores.

Lo cierto es que se  mantiene la conflictividad política y la economía de esta ex potencia petrolera está paralizada y se derrumba más allá de los infiernos de la hiperinflación y la depresión. También se acelera el empobrecimiento de millones de familias, con más hambre; pobreza extrema, escasez, desempleo y enormes brechas entre una ínfima minoría -con cierta capacidad de consumo en una mercado dolarizado- y una vasta mayoría con ingresos formales en bolívares, que en la mayor parte de los casos no llegan ni a 200 dólares por mes.

Golpes a la puerta

Juan Guaidó, joven diputado del partido Voluntad Popular -fundado por Leopoldo López-, saltó a la palestra hace dos años, cuando la oposición proclamó que había un vacío de poder en el Ejecutivo porque Nicolás Maduro se reeligió en mayo de 2018 pasando por encima del orden constitucional, en unos comicios en los que estaba proscrita la oposición.

Con todo, en este mundo dual en el que se ha convertido Venezuela, Guaidó asumió también la continuidad de su mandato, y ha recibido cierto apoyo internacional. Incluso Estados Unidos reiteró su apoyo a los opositores y dijo que desconoce la Asamblea chavista instalada hoy 5 de enero. 

En un país con la peor internet de América después de Haití y millones de hogares sin dinero para comer, mucho menos para ver videos en internet, la sesión inaugural de la Asamblea encabezada por Guaidó y reconocida internacionalmente se instaló y sesionó por redes como YouTube, con interrupción de comerciales y todo.

«La continuidad constitucional de la Asamblea Nacional electa en 2015 responde a la situación atípica que vivimos, en dictadura. Como hemos hecho en todo momento, nos corresponde buscar una solución para defender a nuestra gente, a la Constitución y a la Asamblea», proclamó Guaidó.

«En respeto a Venezuela y a nuestra constitución, no podemos permitir que exista un vacío de poder. Al no haber diputados legítimamente electos para este nuevo periodo legislativo, corresponde al Parlamento electo en 2015 seguir en funciones hasta que haya una elección válida», insistió.

También Instagram, y Twitter son otras de las plataformas que conectan a los políticos venezolanos con su pueblo.

Pero, hasta ahora, todo ese reconocimiento externo ha sido un dechado de discursos de buenas voluntades. Tienen poca aplicación práctica para desalojar al chavismo del poder, según muestran las evidencias de un régimen fortalecido que hace tiempo traspasó la línea del autoritarismo.

Nada personal

Tanto la Unión Europea como muchos países americanos han permitido la continuidad de los negocios de sus empresas con el sistema chavista. Incluso han negociado directamente con funcionarios del régimen, han renovado diplomáticos y se relacionan con las embajadas chavistas en sus capitales del primer mundo.

Donald Trump, el aliado más fanfarrón y vociferante, se va de la Casa Blanca en pocos días. Aunque la política actual de Estados Unidos hacia Venezuela es respaldada hasta ahora por demócratas y republicanos, habrá que esperar definiciones de Joe Biden respecto al régimen chavista.

Mientras, los venezolanos sufren los estragos adicionales provocados por la escasez de combustibles, en un país que bajo Chávez llevó al extremo su dependencia al petróleo.

Y, más allá de la retórica anticapitalista, en realidad el chavismo siempre mantuvo firme su relación comercial y económica con Estados Unidos, su principal aliado histórico bajo las sábanas de los grandes negocios petroleros.

«Si la administración entrante de Joe Biden elimina las sanciones a Pdvsa, la producción podría recuperarse en 300.000 barriles por día (bpd) a 500.000 bpd en meses», según un reporte de la agencia Platts Analytics de este lunes.

Pero una recuperación adicional de la producción requeriría “un cambio de régimen, inversión extranjera y alivio de la deuda”, dijo Nareeka Ahir, de Platts Analytics.

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