Crónicas de Alberto Veloz

En el mundo de las ventas, las antigüedades ya no están de moda

Las antigüedades pasaron de ser un negocio altamente lucrativo a casi desaparecer. Quizá sea solo por estar fuera de moda como objetos de decoración, el tiempo lo dirá, pero no solo en Venezuela, es un fenómeno mundial

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En el mundo de las ventas, las antigüedades ya no están de moda

Un negocio altamente rentable, que daba caché, aires de cultura e intelectualidad, aunado a muchas relaciones sociales, eran las ventas de antigüedades en la Caracas de fines de los años 60 y toda la década de los 70 a 90 del siglo XX.

Se habla en pasado porque actualmente el negocio de las ventas de antigüedades auténticas prácticamente ha desaparecido, pero no es solo en la depauperada Caracas, sino que obedece a un fenómeno mundial.

Esto se pudo constatar en las entrevistas con los escasos anticuarios que quedan en la capital venezolana, los de vieja data, los connaisseurs, así como los profesionales que se dedican a realizar avalúos y sucesiones.

Estos vendedores, que por su larga experiencia tienen buen ojo para los objetos de valor y piezas de colección, coinciden en que el mercado de anticuarios está “de capa caída”, se vende ocasionalmente alguno que otro objeto, pero nunca en la proporción de cantidad como en la gran época de la Caracas de los 70 y 80.

Antigüedades en reposo

“En los años 80 era muy de buen tono tener algún objeto antiguo en la casa, pero actualmente las antigüedades no están de moda”, comenta el anticuario Humberto De Armas, de Antigüedades Ventas, quien tiene más de 35 años en el negocio.

Agrega Humberto que actualmente existe mucha mercancía y la competencia es grande ya que tanto por necesidades económicas, como por migración al exterior, la gente está vendiendo lo que tiene en casa, eso aunado a que los herederos en muchas ocasiones no saben su valor y por ese desconocimiento se deshacen de “los peroles viejos que tenía la abuela”.

Resulta que entre esos “peroles viejos” a veces aparecen objetos de valor medio y alto, pero por ignorancia y para deslastrarse rápidamente del “corotero” los venden a cualquier precio.

En este punto actúan los conocedores, los que detectan el verdadero valor de las cosas y allí estaba parte del gran negocio, comprar barato y vender a precio de antigüedad.

Existen muy buenas piezas antiguas interesantes, importantes, con “pedigrí”, pero esas son todavía más difíciles de vender y mientras pase el rebullón de la depresión y se extinga la moda de lo minimalista, las antigüedades guardarán reposo.

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Humberto De Armas ofrece espléndidas antigüedades. Foto Alberto Veloz

De Armas refiere que como toda moda es cíclica y volverán a ponerse en el tapete, porque nunca perderán su valor como objeto de colección, que para alcanzar la categoría de antigüedad tiene que tener más de 100 años, antes de ese tiempo una pieza no se considera antigua.

El mundo de Carmen

A las nuevas generaciones no les interesa guardar y mucho menos conservar los objetos del pasado. Dan mucho trabajo, no hay espacio y prefieren comprar los llamados muebles de diseño, fáciles de limpiar y que les “combinen” con todo.

Esta es la queja de la decana de los anticuarios venezolanos, Carmen Galindo Lecuna, quien tiene el conocimiento de lo que realmente es antiguo, posee un ojo bien afinado para detectar lo verdadero de lo falso y para eso se requieren años de experiencia, haber visitado muchos museos e infinidad de tiendas de antigüedades en el mundo entero, mantiene intercambio de tú a tú con los grandes del coleccionismo, aunado a una amplia cultura debido a los viajes y a la lectura de cientos de libros de historia, arte, literatura y bibliografía especializada en el tema.

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Hermoso espejo a la espera de un amante de lo clásico

“De casta le viene al galgo”, frase que se puede aplicar a Carmen Galindo Lecuna ya que es nieta de Vicente Lecuna, insigne venezolano quien se desempeñó en importantes y disímiles actividades como ingeniero, banquero, educador, político, diputado e historiador, restaurador, organizador y conservador del Archivo de Simón Bolívar, reconstructor de su Casa Natal y editor de la documentación del Libertador.

“La gente ahora no quiere tener preocupaciones. No quiere trabajar para mantener objetos en buen estado. Existe una influencia o moda del minimalismo. Todo lo quieren más ágil para limpiar y cuidar”, comenta Carmen Galindo.

“Los jóvenes no van a comprar una vajilla de cientos de piezas con borde dorado porque no las pueden lavar en el lavaplatos. No les interesan los manteles de encaje por lo delicado para su conservación ya que se deben lavar a mano. Ahora se limitan a unos individuales, y de plástico. Igual con las copas y toda la cristalería de Baccarat, Lalique o Bohemia, que son piezas de cristal muy fino que deben ser tratadas con mucha delicadeza”, comenta esta anticuaria propietaria del Mundo de Carmen, ubicado en el Centro Plaza, comercio con más de 45 años.

En las décadas pasadas las parejas de novios acudían a Mundo de Carmen donde hacían sus listas de bodas. Era una época cuando las antigüedades sí gustaban y estaban de moda para decorar. Los novios de ahora todo lo compran en tiendas estilo Ikea, donde reinan los muebles funcionales y sencillos.

La situación actual obedece a que las antigüedades como objeto de decoración pasaron de moda. A esto se suma lo reducido de las viviendas y, en el caso venezolano, las migraciones. “Se van del país y terminan rematando todo a cuatro lochas”.

“En Caracas, entre los años 70 y 90, había una clientela formidable que compraba mucho, como europeos que vivían en el país, miembros del cuerpo diplomático, altos ejecutivos e industriales que hacían espléndidos regalos para bodas o cualquier otro motivo. Eso se acabó. No hay quien compre estos objetos y, repito, es a nivel mundial. En el mercado de Suramérica y Europa han cerrado cientos de ventas de anticuarios”, enfatiza Carmen Galindo.

Igualmente explica que, para el vendedor local, tampoco es buen negocio porque un juego de copas de Baccarat lo pagan en París hasta cuatro veces más del precio que se vende en Caracas.

Anécdotas de anticuaria

En dos ocasiones a esta experta anticuaria le trataron de vender un mismo juego de platos y cubiertos para bebé que estaba en perfecto estado y tenía las iniciales M T Toro, haciéndole ver que pertenecieron a María Teresa del Toro y Alaiza, la esposa del Libertador. Ella se negó a comprarlo.

Pasaron unos años y otro comerciante poco escrupuloso le presentó el mismo juego. Carmen lo observó mejor y descubrió que databa del año 1900, así que era imposible que fuese del personaje histórico a quien le endilgaban su propiedad.

En una oportunidad, una dama de la alta sociedad caraqueña, le solicitó unas piezas de plata entre las que había un centro de mesa de gran valor, con la excusa que su esposo las viera y, si le gustaban se las compraba todas. Carmen accedió gentilmente.

A la semana siguiente, la señora se disculpó porque a su esposo no le interesaban esas antigüedades y le devolvió todas las piezas de plata, eso sí, perfectamente pulidas y pulcras.

La sorpresa de Carmen fue mayor cuando vio en las páginas sociales de El Universal, donde se reseñaban las grandes fiestas de la ciudad, que el cronista social Richard Delgado Ruiz había publicado una elegante recepción con varias fotos en las cuales aparecían sus piezas. La dama en cuestión solo quería aparentar ante sus invitados ser la dueña de tales objetos. Colorín colorado…

El valor de lo clásico

“Las piezas clásicas son eternas. Lo que no está de moda es la antigüedad como elemento de decoración, pero siguen teniendo un gran valor como objeto protagonista de la historia”, así se expresa José Joaquín López Rey, reconocido anticuario, propietario de Villa Niza arte y antigüedades.

“Hace varios años dábamos charlas gratuitas para enseñar al público sobre la apreciación de objetos antiguos con el fin de generar emoción y amor por esas piezas. El problema actual, entre otras situaciones, es que a las nuevas generaciones nadie les ha inculcado el amor por la historia y sus objetos. Existe falta de cultura y en muchos casos ignorancia”, comenta José Joaquín.

“Los grandes coleccionistas de Caracas no enseñaron a sus hijos el amor y pasión por los objetos del pasado. Y esos mismos descendientes, de cierta manera, se sintieron desplazados por esas colecciones. Cuando les tocó la hora de decidir, la gran mayoría prefirió el dinero que conservar los testimonios de pasado”, comentó López Rey.

“El gran boom del mercado de anticuarios fue en los años 80. Ahora la moda es por el diseño moderno, minimalista, contemporáneo. Los grandes compradores se murieron o se fueron del país. Quedan muy pocos interesados que no pueden sostener el mercado que cada vez está más competido por el exceso de oferta y poca demanda. Definitivamente el negocio se vino abajo a partir de 2007, aproximadamente, y está muerto por desconocimiento e ignorancia. No hay relevo. A las nuevas generaciones no les interesa el pasado”, refiere.

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Guía Lyle de precios de antigüedades por Anthony Curtis

Este anticuario también explicó que la procedencia de los objetos y piezas antiguas es sumamente importante en el momento de hacer los avalúos y tasar precios para posteriormente repartir entre los herederos o vender en el mercado.

“Conocer el origen de la pieza, tener facturas de su compra o algún documento que acredite su origen o saber quiénes fueron los propietarios que ha tenido, es de suma importancia para su validez, unido al estado de conservación, es un trabajo que requiere experticia, investigación y mucho estudio”.

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Guías de precios de antigüedades Miller´s

Existen libros y catálogos especializados con precios de referencia de cientos de obras de arte, muebles, vajillas, cristalería, porcelana, cerámica, vidrio, orfebrería, tapices, alfombras, libros, mapas, fotografías, postales, colecciones de todo género donde los profesionales y amateurs consultan ya que cada año hay ediciones revisadas y actualizadas con los precios del mercado internacional.

Por ejemplo están los libros con fotos detalladas como Antiques Handbook and Price Guide de Miller´s, con ediciones anuales o el también prestigioso The Lyle Price Guide to Collectibles and Memorabilia de Anthony Curtis.

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Guía de antigüedades Miller´s 2020 – 2021

Igualmente la consulta abarca desde los catálogos de las casas de subasta más famosas como las londinenses Sotheby´s o Christie´s o la española Balclis hasta la venezolana Odalys, ya que las referencias deben compararse en todos los mercados y en todas las categorías, por muy disímiles que sean.

Pero cuando se trata del patrimonio nacional, es imprescindible recurrir a la extensa bibliografía del escritor, investigador e historiador, experto en la vida colonial venezolana y director del Museo de Arte Colonial Quinta de Anauco, Carlos F. Duarte.

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Juan Pedro López, Maestro de pintor, escultor y dorador 1724-1787 libro de Carlos F. Duarte (2)

Innumerables títulos de su autoría son de lectura fundamental para conocer nuestra historia: Muebles venezolanos siglos XVI, XVII y XVIII. La historia de la alfombra en Venezuela. El arte de la platería en Venezuela, período hispánico. Museo de Arte Colonial de Caracas “Quinta de Anauco”. Historia de la escultura en Venezuela: época colonial. Juan Pedro López: maestro de pintor, escultor y dorador 1724 – 1787. El arte de tomar el chocolate: historia del coco chocolatero en Venezuela. Patrimonio hispánico venezolano perdido: con un apéndice sobre el arte de la sastrería. Quinta de Anauco 1797 – 1997, entre muchas otras obras.

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Muebles venezolanos siglos XVI, XVII y XVIII de Carlos F. Duarte

M&M Ventas

Desde hace más de 27 años, el cliente habitual a estos negocios tiene plena confianza en el nombre de M&M Ventas, por sus archiconocidas propietarias Morella Erminy y María Elena Vianey de Alemán, quienes tienen fama bien ganada gracias a su organización, experiencia y seriedad.

Estas dos señoras empresarias han sabido mantenerse en el tiempo dentro del competido mundo de las ventas. Es Morella Erminy quien expresa que “se trata de un trabajo de mucha responsabilidad. No es nada fácil y actualmente ha entrado mucha gente nueva que no tiene idea de lo que hace. Eso también se presta a ventas falsas y negocios dudosos”.

Morella y María Elena se han dedicado a los avalúos y sucesiones, casas enteras con muebles y demás objetos heredados donde hay antigüedades, vajillas, platería, obras de arte de grandes maestros.

Para hacer el avalúo se ponen de acuerdo con el o los propietarios y herederos y así poder tasar el precio de todo lo que se va a poner a la venta.

“Hay muchos casos en que el propietario dice que determinada pieza es valiosísima porque era de su abuelita que, a su vez, la había heredado de sus padres. Y resulta que el objeto no tiene ningún valor artístico, ni material y mucho menos histórico o comercial. Se trata solo un apego sentimental. En ese caso nosotras le explicamos con relación a la pieza misma, hasta que se convencen de cuál sería su valor real con respecto al mercado nacional o internacional”, comenta Morella.

En ocasiones debemos explicar lo que verdaderamente es antiguo de lo contemporáneo o también llamado vintage. Muchísima gente cree que cualquier pieza que ha visto toda la vida en su casa es una antigüedad e inmediatamente la convierten en algo muy valioso.

El arte de las ventas

La presentación de las ventas es sumamente importante. Las fotografías que se exhiben en la web deben reflejar lo impecable del lugar, el orden y el estado de conservación de los artículos que se ofrecen.

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Un clásico infantil, la caja de creyones gigante

“No vendemos ropa  porque siempre aparecen falsos compradores y en el momento de la venta se torna una situación de mucha confusión para tratar de robar. En ocasiones podemos vender una pequeña selección de trajes de alta moda, diseños de firmas reconocidas, vestidos de gala”, aclara enfáticamente Morella Erminy.

También hay muchos compradores que son revendedores, pues las piezas que adquieren las llevan a un segundo mercado, como es el caso de la bisutería que puede ser de excelente factura, las intervienen y crean un nuevo modelo que a su vez tiene mucha salida.

“A la gente le gustan nuestras ventas. Tenemos la mejor reputación porque saben que ofrecemos objetos, muebles, vajillas, cristalería y arte de buena calidad, excelente y en perfecto estado. Las antigüedades de mucho valor no se están vendiendo. Ese mercado está contraído porque no hay compradores interesados”, dice con conocimiento Morella Erminy.

Con respecto a los libros señala que solo existe interés por los de arte, los libros de bello diseño y de gran formato. El resto de los libros tampoco se venden por lo que los propietarios terminan donándolos, con el agravante que las grandes bibliotecas públicas y de las universidades no están aceptando donaciones por falta de espacio para contener tantos volúmenes usados que hay en oferta.

Con respecto a la nueva competencia de gente que no conoce el mercado, comenta que se dedican a vender un solo fin de semana, obtienen alguna ganancia rápidamente y devuelven la venta al propietario que ha invertido tiempo y dinero.  “No tienen seriedad ni responsabilidad”, enfatiza Morella Erminy quien agrega que si la venta ya ha pasado por otras manos, nosotras no hacemos negocio”.

Una visión diferente

Alessandro de Franceschi  se presenta como Sucesiones avalúos venta de antigüedades y objetos de arte.

Con más de 14 años en el negocio de las antigüedades, Alessandro de Franceschi siempre ha atendido la zona nororiental del país, los estados Anzoátegui, Sucre, Monagas y Nueva Esparta. Ahora está radicado en la capital con su negocio llamado Caracas Antigüedades.

De Franceschi difiere en cuanto al negocio porque señala que sí se están vendiendo buenas piezas antiguas. Lo importante es tener una clientela interesada, que ubica a los vendedores que tienen importantes colecciones de valiosos objetos de arte. “Pero el negocio está muy competido porque hay mucha gente vendiendo sin saber ni conocer de arte y muchos menos de antigüedades”, comenta.

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Rincón con jarrones en Antigüedades Caracas

Muchos clientes de nuevo cuño quieren lucir piezas antiguas en sus casas para combinarlas con mobiliarios modernos y solicitan asesoría. Suelen preguntar ¿qué se usa como antigüedad? ¿cómo decoran sus casas la gente rica? ¿cuál es el modelo de vajilla y cubiertos que debo presentar en mis comidas para sorprender a mis invitados?

De esta manera algunas antigüedades, no todas, continúan su tránsito de un propietario a otro. De familias de abolengo pasan a otras con quizás menos alcurnia pero ahora con mucho dinero. Ese es el destino cíclico de algunos objetos de arte, unos con historia, otros muy lujosos por sus materiales y otros porque están de moda.

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Vitrina del anticuario Alessandro de Franceschi

“Las antigüedades pasan de mano en mano -comenta Alessandro De Franceschi- lo que para unos ya no es útil, o que por necesidad económica debe venderlas, resultan piezas interesantes para otros que ahora las pueden adquirir y se convierten en símbolos de estatus, especialmente los muebles de estilo”.

Anticuario, coleccionista, acumulador y loco

Así se autodefine el conocido Freddy Castro con su negocio en la avenida Francisco Solano López, atiborrado de objetos de arte donde predominan las obras pictóricas de reconocidos artistas plásticos junto a cientos de cientos de objetos entre antiguos, retro, vintage, contemporáneos, inútiles algunos, desgastados otros, que es muy difícil definir o enumerar porque sencillamente hay de todo “como en botica”.

Castro es un bohemio, viajero incansable que no puede determinar cuántos museos conoce en el mundo entero y que su pasión por el coleccionismo lo convierte en acumulador, pero no solo en el negocio, sino en su vida privada.

Con un ojo bien afinado para reconocer el valor de las cosas, lo que le gusta lo compra, Freddy Castro también se declara loco apasionado por el arte y asume con entereza que tiene un “perolero” en grado casi extremo a lo que se suma que no está inventariado ni debidamente organizado.

El coleccionista y «acumulador», Freddy Castro

Cuando se apasiona por algún objeto comienza a formar una nueva colección, estudia todo lo relacionado con el tema hasta que quizá termina vendiéndola.

El coleccionismo como pasión y razón

Un auténtico coleccionista es Armando Aranguren, abogado de profesión, quien directamente se define como un custodio de una parte de la historia, porque al igual que sus colegas apasionados de las antigüedades, está al tanto de lo que se oferta en el mercado y buscan incansablemente la pieza que falta o que le guste.

“En toda colección debe existir una fusión entre la pasión y la razón. Al comprar un objeto como simple coleccionista está la pasión por la belleza estética de la pieza, pero luego se hace un estudio previo, investigar los antecedentes, a quién o a quiénes perteneció, documentos de propiedad, mucha lectura sobre el objeto, período histórico de su esplendor, fabricantes, materiales, entonces priva la razón, se adquiere de una manera consciente y pasa a ser custodio de una parte de la historia”.

La pátina del tiempo le concede una belleza especial a los objetos auténticamente antiguos y siempre será un buen negocio esta compra-venta de antigüedades porque es cíclico, pasa de manos y conserva su valor histórico, comenta Aranguren que reconoce al vuelo lo valioso que pueda ser una pieza.

“Ser coleccionista -expresa Aranguren- te hace estudiar, investigar, viajar e intercambiar opiniones con los otros conocedores y esa razón conlleva a una acción económica donde debe existir pasión”.

También explica que se debe ir con una visión definida para poder captar el objeto verdaderamente interesante dentro de cientos que existen en las tiendas de los anticuarios y tener capacidad de abstracción para fijarse y determinar lo importante y valioso.

Anticuarios unidos en una asociación

A comienzos de los años 70, los anticuarios de Caracas decidieron unirse para tener fuerza de venta, intercambiar opiniones, conocerse y estrechar vínculos que terminaron en grandes amistades unidos por la pasión del objeto antiguo, de su valor y peso en la historia, así nació la Asociación Venezolana de Anticuarios.

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Logo de la Asociación Venezolana de Anticuarios

La idea surgió de Luis Díaz Ojeda, acompañado de su hijo Luis Díaz, quienes coleccionaban botellas tocuyanas, piezas consistentes en un tríptico en madera tallada y policromada.

El logotipo de la naciente asociación era precisamente la figura de una botella tocuyana, arte popular de esa región.

En esta gesta de unión y hermandad estuvieron Jesús María Losada quien tenía su tienda en Quebrada Honda y su sobrino Pedro Durán quien vendía las mejores lámparas de Baccarat en su negocio ubicado en la urbanización El Pinar, también ofrecía muchas piezas de porcelana de Limoges y finísimos cristales.

Anticuarios de siempre

Don Manuel Herrera, en su Casa de Antigüedades en La Candelaria, tenía toda suerte de objetos que iban desde cachivaches hasta auténticas obras de arte colonial de gran valor, reunidas bajo un mismo techo, donde acudía Irma Felizzola de Medina Angarita quien era apasionada por las antigüedades.

La exprimera dama se hizo amiga de Herrera, a quien le compró innumerables objetos, y de sus hijos, quienes continuaron la saga de estas ventas en otras locaciones de la ciudad.

Manuel Herrera era muy celoso con las ventas y sabía a quién le guardaba determinada pieza, conocía sus gustos y las vendía al mejor postor. Era un hábil negociante.

Sus hijos Jesús, Narciso, Casto Juan e Iván Herrera siguieron la senda familiar y se dedicaron a este negocio que, en esa época, fue bastante lucrativo.

En la calle Coello de La Florida y en el edificio Askain de Chacaíto estaban Batistin Rinaldi y Constantino Castro respectivamente. Tenían piezas de mucho valor y conocían bien su procedencia, lo que le imprimía mucha confianza al comprador. Su clientela era de alto poder adquisitivo.

Algunos de estos llamados anticuarios comenzaron con locales que se conocían como chiveras. Luego fueron aprendiendo el oficio del negocio y comenzaron a reconocer, comparar y tasar las piezas, hasta convertirse en unos expertos.

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En las ventas de antigüedades todo está atiborrado

Gran parte de la cantera para nutrir los negocios de estos hábiles comerciantes estaba en los pueblos y ciudades del interior del país. Allí acudía una pequeña legión de personas quienes hurgaban en chiveras, casas abandonadas o en demolición, iglesias y capillas, de donde surgían algunas piezas de gran valor patrimonial porque procedían de la Colonia y habían quedado olvidadas en algún rincón de nuestra geografía.

De esos años era Miguel Campanelli, quien abrió su lujosa tienda de antigüedades y obras de arte de gran valor y conservación, llamada Casa Piú en el Centro Lido, donde sigue al frente su hijo Claudio Campanelli.

Otros para recordar son el experto en avalúos y sucesiones Samuel Dezman. Un anticuario reconocido fue Adolfo Malavé Von Weber en la avenida El Paseo de Los Rosales así como don Amado Villegas, entre los decanos del grupo.

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Sello del anticuario Adolfo Malavé Von Weber, colección de Freddy Castro

También fueron vendedores de objetos de colección Maruja Beracasa Benzecry, Jaime Fonseca de La Cabada, Gediminas Orentas, María Gracia Alcaraz, Edison Rosales, Patricio Petricca y Boris Ramírez.

Las hermanas Enriqueta y Ana María Pardo Pardo en su Librería Soberbia de La Florida también gozaron de fama, especialmente para los coleccionistas de libros raros, documentos, fotos y postales antiguas.

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Aviso de Librería Soberbia de las hermanas Pardo

Liz Sanoja vendía extraordinarios mapas antiguos. Marvia Méndez ofrecía muebles de época en El Hatillo y Luciana Cavicchiole tuvo un local con hermosas piezas en el Paseo Las Mercedes.

Actualmente otros nombres ocupan la escena, como Rodolfo París quien tiene muchos años con Orpa Ventas; María Julia Ventas y Alessandro De Franceschi en Antigüedades Caracas.

Maruja Beracasa Benzecry organizó el Salón de Antigüedades durante varios años donde convergían coleccionistas y anticuarios de alto nivel junto a vendedores, no exactamente de antigüedades, pero que sin embargo tenían objetos decorativos, accesorios y muebles de altísima calidad.

Es de destacar tres grandes coleccionistas como Rafael Dubois especializado en platería religiosa; Eduardo París con platería civil de la colonia y Beclá Velutini con colección de navetas de plata.

Un anticuario muy famoso es el pintor Luis Vicente Herrera Vieira, quien tuvo su venta en la urbanización Las Acacias de Valencia. Muchos coleccionistas de Caracas viajaban a la capital carabobeña solamente para ver las maravillas de objetos y muebles que el ofrecía. Obviamente también había intercambio comercial para luego revender en Caracas.

Coleccionista de la historia

Nicomedes Febres Luces es ginecoobstetra, pero su pasión es el arte, la historia y todo lo relacionado a estas disciplinas. Para tener la historia más cerca, poder casi “tocarla”, se ha dedicado a coleccionar, guardar, atesorar -en el buen sentido de la palabra- objetos de época pero de determinados momentos que vivió el país que luego exhibirá en exposiciones en su galería de arte D´Museo en Los Galpones de Los Chorros.

También es investigador y escritor por lo que actualmente está en el afán de terminar un libro y su búsqueda está relacionada con toda la vida civil de Venezuela a finales del siglo XIX y primeras décadas del XX.

Recorre anticuarios, ventas de garaje y objetos usados, chiveras y casas en demolición, conoce todos los rincones donde podría encontrar ese material que alguien guardó durante años por diferentes motivos y que ahora pone a la venta o simplemente los obsequia porque sabe que en manos de  coleccionistas tendrá mejor uso y destino.

“Busco piezas de un período determinado, objetos que me sirven para ilustrar lo que escribo para mis libros sobre una Venezuela enmarcada en un determinado momento de la historia, especialmente la vida civil del venezolano, la vida común y corriente, poder transmitir y dar a conocer lo cotidiano”, comenta este médico dedicado a contarnos nuestra historia, la de nuestros antepasados.

Pero igualmente coincide con todos los anticuarios: las antigüedades no están de moda y a la juventud no les interesa absolutamente nada. “Mientras la gente es más ignorante es más sintética”, dice.

“Busco papeles, documentos, fotografías y libros relacionados con el tema de Caracas. También puede aparecer un platón o cualquier otra pieza, que no necesariamente debe o tiene que ser antigua, sino que representa el momento histórico que estoy estudiando. No es por su valor material que me interesa”.

Feria de antigüedades don Amado Villegas

Todos los domingos religiosamente se abre la Feria de Antigüedades don Amado Villegas, un espacio único en variedad y extensión, cedido por el Museo del Transporte para que un grupo de personas puedan exhibir sus objetos para la venta.

Los domingos, los espacios del Museo de Transporte se transforman en una particular feria

Los asistentes van en busca de la pieza que les falta, alguna curiosidad vintage o retro, objetos raros, la acuñación de una moneda que no tienen en su colección de numismática o la estampilla valiosa que puede aparecer en cualquier momento. También se ofertan muchos juguetes, entre nuevos y usados, ropa y enseres utilitarios.

En esta feria conviven antigüedades con curiosidades y objetos raros. Algunos los consideran “cachivaches”, pero para otros resultan pequeños tesoros.

El nombre es un homenaje a uno de los anticuarios más “antiguos” de Caracas, don Amado Villegas, uno de los pioneros organizadores de esta feria dominical y quien tiene una interesante colección de arte colonial, documentos históricos, fotografías, postales a color y piezas de arte.

Ventas de garaje y de ocasión

Otro rubro muy en boga, especialmente en este momento que vive el país debido a la gran diáspora de venezolanos por diferentes motivos, son las llamadas ventas de garaje o de objetos usados en donde conviven toda suerte de artículos y accesorios.

Hay muchos oficiantes de estas ventas que tienen años en el mercado y se han especializado en estos objetos generalmente utilitarios como enseres del hogar, artefactos eléctricos usados pero en buen estado; muebles daneses de los años 50 u otros estilos más contemporáneos, pasando por los más variados artículos que se pueda imaginar porque en este caso si hay compradores para todo.

Este mercado está muy competido porque en los últimos años han aparecido legiones de “vende tutti” y ahora con un simple post en Instagram, la publicidad y promoción de ventas ya está en boca de todos. Es muy fácil publicar un aviso para vender el “corotero”, palabra muy caraqueña que según su historia viene del pintor Jean Baptiste Camille Corot, pero eso es otro cuento.

María Alejandra Nouel Paúl tiene muchos años en la organización de ventas de garaje bajo el nombre de Ventas Exit Sale. En Instagram es @ventas_exit_caracas.

Tiene una clientela casi especializada que solo compra determinados objetos. Por ejemplo hay personas que solo se interesan en vajillas usadas. Otros van por muebles daneses y vintage. Algunos compran utensilios de cocina y electrodomésticos. Muchos son revendedores.

“El negocio ha mejorado notablemente este año. Casi todos los fines de semana tenemos ventas porque los precios han bajado. Los clientes que compraban se fueron del país. Eso hace que aumente la oferta y que los precios bajen, pero casi todo se vende. Hay que tener paciencia”, dice María Alejandra.

Por su parte otra de las muchas ventas de garaje es la de Lupe Maes Galindo ( @lacasa_ventas) quien tiene poco tiempo en el negocio y solo vende muebles de variados estilos. No tiene un local físico, todo es online.

El interesado puede ver la mercancía en su portal donde están las características del mueble. Por allí se contactan hasta ponerse de acuerdo para ir a verlo en físico.

“No queremos vender pacotilla. Tenemos precios diferentes a la competencia, nos mantenemos en ese criterio porque son muebles usados en perfecto estado. Queremos que se vendan al precio real», explica Lupe Maes. Y agrega que tiene muchos clientes que son decoradores y siempre están a la búsqueda de objetos utilitarios para sus negocios.

Si se revisa Instagram, con escribir las palabras ventas, antigüedades, garaje, muebles, coleccionables, objetos usados, aparecerán cientos de nombres de empresas o personas que ofrecen los más variados e inimaginables artículos. Pero no “todo lo que brilla es oro” y los compradores deben estar atentos ante tanta “antigüedad” moderna.

Misteriosa desaparición

Dos tondos, cuadros en forma ovalada de la época colonial que representaban a San Francisco de Asís y a Santo Domingo de Guzmán, óleos pintados posiblemente por el excelso artista de la colonia, Juan Pedro López, desaparecieron misteriosamente hace muchos años de su lugar de exhibición natural que era la nave del Evangelio y la nave de la Epístola, al lado del altar mayor de la iglesia de Las Mercedes en el centro de Caracas.

El grupo de anticuarios de la época, hace unos 15 años aproximadamente, quienes celosamente estaban pendientes de nuestro patrimonio pictórico colonial, observaron un buen día que esas dos valiosas pinturas ya no estaban colgadas en las paredes del mencionado templo. Las alarmas se encendieron pero no se supo más nada.

Pasado un tiempo, uno de los seguidores de estas piezas y consuetudinario visitante de las tiendas de anticuarios se encontró con la sorpresa que los dos tondos, piezas de incalculable valor con las imágenes de San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán, fundadores de las órdenes Franciscana y Dominica respectivamente, aparecieron en el comercio de un conocido vendedor.

Cuando fueron a rescatar las pinturas para que no salieran del país, venta de por medio, la sorpresa fue mayor porque ya las habían negociado por varios miles de dólares y nunca se supo a ciencia cierta su destino, aunque hay versiones que señalan que se encuentran en algún lugar de la geografía de los Estados Unidos de América.

De esta manera se han perdido piezas importantes del patrimonio cultural y artístico de los venezolanos.

Créditos fotográficos

Alessandro de Franceschi, Humberto de Armas, Alberto Veloz, Pinterest e Internet.

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