Economía

Remesas en Latinoamérica también están bajo amenaza por la guerra en Ucrania

Si los precios de la energía y otros bienes de consumo básicos mantiene su disparada, los migrantes tendrán menos recursos para apoyar a las familias que dejaron en sus países de origen

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Remesas

La guerra en Ucrania ya cumple un mes, ha escalado y sus consecuencias son impredecibles. Se ha convertido en un evento con repercusiones mundiales y alto impacto en la inflación, por la vía de los aumentos sostenidos en los precios de los combustibles y de los alimentos. Además ralentizará el crecimiento económico que apenas despuntaba tras la pandemia de covid y con ello la generación de empleos. Con un efecto en cascada, podría perjudicar el flujo de remesas que hoy envían y reciben los venezolanos y otros latinoamericanos.

La ecuación es sencilla, si los costos de la energía y la inflación suben sustancialmente, los migrantes contarán con menos recursos para apoyar a sus familias.

Este jueves, la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) redujo en 1% sus previsiones de crecimiento global en 2022, respecto a estimaciones hechas en 2021, antes de que cristalizara la amenaza de la guerra en Ucrania, ubicándolas en 2,6%.

El director de la División de Globalización y Estrategias de Desarrollo de la UNCTAD, Richard Kozul-Wright indicó que en septiembre del año pasado habían anticipado que la economía mundial crecería alrededor del 3,6%.

“Por supuesto, el principal factor entre los que contribuyen a este ajuste es la guerra en Ucrania”, explicó Kozul-Wright en declaraciones a la prensa en Ginebra.

“Hay una perspectiva de empeoramiento rápido para la economía mundial en 2022. Después de dos años de crisis con la pandemia de covid-19, la tasa promedio de crecimiento de la economía mundial será del 2,6%, por debajo del 5,5% del año pasado y de las proyecciones que se hicieron en el último trimestre de 2021”, subrayó la secretaria general de la UNCTAD.

Recuperación más lenta

«Si en Europa suben mucho los precios de la energía, eso afectará a mucha gente y podría hasta llegar a reducir las remesas que Venezuela está recibiendo ahora desde países como España, Italia o Portugal. Lo mismo podría suceder en países latinoamericanos, que son importadores netos de energía, como Chile y Perú. Y México importa gasolina de Estados Unidos, así que si suben mucho los combustibles, eso también podría disminuir las remesas que recibe Venezuela desde allá», advertía recientemente el economista Manuel Sutherland.

Si la economía de Venezuela crece entre 4% y 5%, como dice el gobierno que creció en 2021, el país necesitaría entre 32 y 40 años para volver al PIB que tenía en 2013, acota Sutherland. Pero si crece menos, por un debilitamiento de las remesas, de las exportaciones y/o del consumo interno, entre otros factores, la recuperación económica tomará más tiempo.

Venezuela, antes de la llamada revolución socialista del siglo 21, fue un importante emisor de remesas a países de Europa y Latinoamérica. Pero ahora es un receptor neto.

Según la firma de consultoría económica Ecoanalítica, las remesas en Venezuela pasaron de 78 millones de dólares en 2016, a $2.500 millones en 2018 y cayeron durante la pandemia, pero que actualmente representan cerca del 6% del Producto Interno Bruto (PIB) y que llegarán a $4.000 millones en 2025.

Y el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) estima que totalizaron $2.700 millones en 2021.

Con amigos así

El economista Ronald Balza es de los que piensa que el respaldo que está dando el gobierno de Nicolás Maduro públicamente al jefe de Estado de Rusia, Vladimir Putin, en lugar de a los ucranianos que están recibiendo los bombardeos ordenados en Moscú, puede retrasar aún más el levantamiento de sanciones impuestas contra Venezuela por Estados Unidos y otras democracias occidentales.

En este contexto, ¿podría lograrse el restablecimiento del diálogo en México o una flexibilización de esas sanciones? Improbable.

«Venezuela tiene problemas previos. Está saliendo de una hiperinflación, pero con una economía y una población que están muy disminuidos, con un fuerte deterioro de los servicios públicos y la salud y la educación. Y una guerra puede afectar nuestra capacidad de recuperación interna, aunque suban los precios del petróleo y entre por eso más divisas por exportaciones, y aún más para contar con apoyo internacional y de multilaterales», destacó Balza.

No se sabe cómo puede evolucionar esta guerra ni cuánto tiempo pueda durar ni qué otro país se pueda involucrar y eso no solamente puede afectar los precios del petróleo sino de los otros bienes que puedan requerirse en Venezuela y Latinoamérica entera.

“Esta guerra puede hacer que suban los precios del petróleo, pero también puede dificultar el comercio internacional. Y allí es bueno recordar que la política de sustitución de importaciones en Venezuela comenzó justamente durante la Segunda Guerra Mundial, porque no era posible importar cuando el comercio mundial se interrumpió”, añadió Balza.

Escenario por verse

A finales de 2021, cuando pocos imaginaban la escala que tomaría la agresión de Rusia contra Ucrania, el Banco Mundial pronosticaba que en 2022 habría un incremento mucho más modesto de las remesas: 4,4%, sobre todo debido las menores perspectiva de crecimiento de la economía estadounidense.

«Los flujos de remesas hacia los países de América Latina y el Caribe alcanzarían un nuevo máximo de 126.000 millones de dólares en 2021, lo que supondría un aumento del 21,6% con respecto al año anterior, según las previsiones del Banco Mundial publicadas en su “Reseña sobre migración y desarrollo”.

En 2021, la región latinoamericana y caribeña recibiría flujos de remesas un 21,6% por encima de 2020. Los huracanes Grace e Ida y la recuperación del empleo y los programas de asistencia en Estados Unidos impulsaron el aumento. México es el principal receptor.

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