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Alza de precios mundiales de alimentos golpea duro a venezolanos

Más de siete millones de venezolanos dentro del territorio y al menos otros dos millones que sobreviven en Colombia, Ecuador y Perú tienen serios problemas para alimentarse y están en los planes de ayuda humanitaria de la ONU. Su situación ya vulnerable se agrava por el alza mundial de los precios de los alimentos, un fenómeno inquietante que golpea hasta a los países ricos.

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Precios de los alimentos

Los precios mundiales de los alimentos básicos mantendrán en 2022 la tendencia alcista que los llevó en 2021 a su nivel más alto en 13 años, por varios factores que van desde el fenómeno climático La Niña, alzas de los combustibles y los efectos de la pandemia de covid, hasta la crisis de los contenedores.

Análisis especializados, proyecciones del Banco Mundial, de la FAO y opiniones de economistas y empresarios ayudan a anticipar un escenario hasta ahora inevitable: los empobrecidos venezolanos -los de dentro y fuera del país- tendrán que pagar más por los alimentos básicos que llevan a su mesa.

El alza de los precios de los alimentos afectará a las poblaciones más pobres, aumentando la inseguridad alimentaria y acentuando el impacto de la pandemia sobre la desigualdad de ingresos, señala el más reciente informe del Banco Mundial sobre perspectivas para 2022.

«Un riesgo crítico al alza para los precios de los alimentos» es la posibilidad de que no se reduzcan los precios de la energía y los fertilizantes, señala el Banco Mundial.

Venezolanos globales

Desde las imprescindibles arepas, hasta el arroz blanco, la pasta, el pollo, el cerdo, los huevos y la carne, todos estos alimentos están sujetos al fuerte vaivén de precios en los mercados de los llamados commodities (productos básicos agrícolas).

En un país donde ya un litro de jugo de naranja es más caro que una botella de un modesto vino español y una pizza básica  de comer al paso es más cara que en Nueva York, este escenario hace prever que los hogares tendrán más problemas para cuadrar su presupuesto.

También tendrán más problemas los migrantes, que suelen vivir con un presupuesto ajustado y cada vez la tienen más difícil para enviar las remeses a sus familiares en Venezuela. Este apoyo financiero ha sido clave en la reactivación del consumo en medio de la debacle de Venezuela, según algunos economistas.

Dolarización firme

Además, en Venezuela están dolarizados los precios de transacciones ordinarias del día a día, pero los trabajadores formales especialmente los del mastodóntico Estado, cobran en devaluados bolívares.

De este modo la correa de transmisión de la inflación internacional de los alimentos llega de manera directa e indirecta al bolsillo y el estómago de cada venezolano, sin posibilidad de escapatoria.

«Venezuela ya tiene los precios internacionales. El maíz se calcula en Acarigua (estado Portuguesa, uno de los graneros del país) en base a los precios de Chicago. Lo cual es algo excelente porque por fin estamos sin subsidios falsos que fue lo que generó la hiperinflación», señala a El Estímulo un empresario de la agroindustria de alimentos para animales.

Esta sinceración de precios ayudó a un modesto rebote de la agricultura venezolana, que de este modo por ejemplo aumenta la cosecha y oferta de maíz nacional.

Pero además de los precios finales con referencia internacional, en el sector predominan altos costos de insumos, agroquímicos, semillas, fertilizantes y maquinarias tasados en divisas.

La mayor parte de los componentes básicos de alimentos concentrados para animales, como maíz, sorgo, soja y hasta harinas de pescado son importados.

Esto explica en parte el aumento de precios del pollo, cortes de cerdo y huevos vivido en Venezuela en los últimos meses.

¿Impacto moderado?

Pero otros economistas, como el profesor y consultor Luis Oliveros, ve más bien un impacto moderado en Venezuela.

Lo atribuye a dos condiciones propias de la economía local: la sobrevaluación del bolívar y los bajos aranceles que emplea el gobierno para traer importaciones que amplían la oferta interna. Estos dos factores, junto con la quema de divisas en el mercado cambiario, han sido determinantes salir de la hiperinflación que se inició en 2017, coinciden varios analistas.

«Ciertamente en el mundo hay un aumento importante de la inflación y hay un componente importante del precio de los alimentos. Es una inflación muy alta para  el estándar mundial», comenta brevemente Oliveros para El Estímulo.

Pero el efecto en Venezuela es moderado porque el gobierno quitó los aranceles entre otras cosas para que haya más oferta. Sin aranceles y con sobrevaluación de la moneda los productos las importaciones son más baratas, señala Oliveros.

«Aunque los alimentos han sido de los rubros que menos subieron, cuando analizas la inflación en Venezuela seguimos teniendo una variación de precios gigantesca. Hay una tendencia al alza de precios de los alimentos en todo el mundo, pero la situación actual de  Venezuela y la situación de oferta, beneficia notablemente a los consumidores, de manera positiva por ese incremento de las importaciones», agrega.

Pero, como muchos otros economistas estima que esta sobrevaluación es insostenible en el mediano y largo plazo.

País dependiente

Los principales proveedores de Venezuela son China, Estados Unidos y Brasil. El auge de las importaciones, especialmente de alimentos, crea una enorme déficit comercial que se mantuvo durante los primeros meses de 2021.

Solamente desde Brasil, Venezuela importó $1.090 millones en 2021, principalmente alimentos de consumo masivo.

Los datos del ministerio de Industria y Comercio Exterior de Brasil revelan que el 60% de esas compras estuvo concentrado en azúcares y melazas, grasas y aceites vegetales; «otros productos comestibles» preparaciones y cereales de harinas y «despojos comestibles de carnes».

Los aumentos de precios del petróleo junto con una tímida mejora en la producción de crudos ayuda a financiar este déficit. Pero la situación del país es precaria en términos de disponibilidad de divisas.

Además, los aumentos de precios mundiales son tan altos que tienden a neutralizar las ventajas del mercado venezolano para las importaciones.

Mundo en problemas

Un reciente artículo en The Economist señala que esa los precios de los alimentos se mantendrán altos, impactando en especial a los países más pobres.

«A principios de 2020, cuando gran parte del mundo entró en crisis, se temía que la acumulación de reservas y el cierre de las fronteras hicieran subir los precios. En cambio, apenas se movieron. Sólo unos meses después, cuando la pandemia pareció remitir en el mundo rico y las economías se reabrieron, los precios empezaron a subir de forma alarmante. En mayo de 2021 habían alcanzado su punto más alto desde 2011, tras subir un 40% en 12 meses», señala citando datos de la FAO.

«En 2022, las mismas fuerzas que crearon esta subida seguirán causando problemas, lo que significa que hay pocas posibilidades de que los precios se enfríen», agrega.

El índice de precios de los cereales de la FAO subió en 2021 un 27,2 % respecto del promedio de 2020 y es el más alto desde  2012. Por su parte, los precios promedio del maíz y el trigo fueron un 44,1 % y un 31,3 % más elevados que sus respectivos promedios de 2020, sobre todo por la fuerte demanda y la escasez de suministros entre los principales países exportadores de trigo.

El precio de los aceites vegetales llegó a su nivel más alto de todos los tiempos, tras aumentar 65,8% en 2021 según el índice de la FAO; el azúcar aumentó 37,5 % respecto al año 2020 y el promedio más elevado desde 2016.

Un país en crisis sobre crisis

Venezuela está medio una crisis humanitaria y es uno de los 10 del mundo que según la FAO sufre de inseguridad alimentaria. Con una agricultura que apenas lucha por persistir, el país depende de la importación masiva de comida. Por eso el escenario mundial es de temer e impactará el bolsillo de las personas comunes.

La agricultura enfrenta en Venezuela su peor  período en la historia reciente. Sus males van desde la falta casi total de créditos financieros para los períodos de siembra, hasta la escasez de combustible para mover tractores, bombas y camiones; escasez de fertilizantes, agroquímicos, semillas.

Los productores sufren una merma diaria por las extorsiones en alcabalas de policías y militares en todas las carreteras del país.

Esto significa que el sector tiene poca capacidad de respuesta inmediata para aumentar la oferta interna, mucho menos para competir con importaciones subsidiadas por los bajos aranceles y la sobrevaluación del bolívar.

Caso de ayuda y caridad

Desde hace ya tres años Venezuela recibe formalmente ayuda humanitaria internacional gestionada a través de agencias de la ONU. Para este año se requieren levantar $1.800 millones para financiar estos programas.

El más reciente informe de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Ayuda Humanitaria, divulgado esta semana actualiza los datos de este drama:

Más de seis millones de migrantes y refugiados venezolanos refugiados han huido de Venezuela, lo que la convierte en la segunda mayor crisis de desplazamiento a nivel mundial después de Siria.

Diáspora con hambre

Se estima que siete millones (un cuarto de la población) de personas dentro de Venezuela requerirán asistencia humanitaria este año 2022 . Sufren inseguridad alimentaria grave mientras el país encadena ocho años de crisis económica y política, explica el texto.

Otros dos millones de venezolanos, de los tres millones que se fueron a Colombia, Ecuador y Perú, se encontraban en situación de inseguridad alimentaria en agosto de 2021.

"La presión al alza de los precios de los alimentos debido a la dolarización informal de la economía venezolana puede restringir aún más el poder adquisitivo de los hogares durante 2022, especialmente entre los que no tienen acceso a las divisas", dice el informe citando datos de la Organización Mundial de la Salud.

"En general, las necesidades humanitarias prioritarias en Venezuela en 2022 incluyen la reducción de las tasas de  inseguridad alimentaria y malnutrición y proporcionar ayuda para salvar vidas. La ampliación del acceso humanitario, especialmente para las organizaciones no gubernamentales (ONG), también seguirá siendo una de las principales prioridades de los agentes de socorro", dice el documento.

Números alarmantes

Aproximadamente una cuarta parte de los venezolanos encuestados en agosto declaró haber consumido una comida o menos el día anterior, mientras que más de dos tercios declararon haber recurrido a la venta de activos o el préstamo de dinero para satisfacer las necesidades alimentarias básicas, señala el informe.

En Colombia se encuentra la mayor proporción de venezolanos que experimentan dificultades en el consumo de alimentos durante el período de evaluación: el 72% del total de la población migrante venezolana.

Le siguen Ecuador y Perú, con un 68% y un 61% respectivamente, de personas en dificultades para conseguir alimentos.

"El deterioro de las condiciones económicas y políticas -caracterizadas por la hiperinflación- en Venezuela ha reducido el acceso de los hogares a los alimentos, las medicinas y los medios de subsistencia, ha contribuido a aumentar las necesidades humanitarias y ha provocado la afluencia de venezolanos a países de América latina y el Caribe", remata.

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