Internacionales

El taconeo de la Cumbre

Las sexoservidoras de Panamá esperaban que el encuentro político que concentró a los mandatarios y representantes de los 35 países del Continente aumentaran los dividendos que percibirían por mercadear sus cuerpos cada noche.

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Texto por Thabata Molina (@Thabatica)

Durante la última semana la jornada de trabajo comenzó más temprano. En la calle, el movimiento de chicas “sexoservidoras” – como las llaman en Panamá- se comenzó a apreciar antes de las 7 de la noche, porque el gremio estaba expectante ante el arribo de una oleada de turistas, más grande de lo habitual, por la celebración de la VII Cumbre de las Américas.

En la capital del istmo hay dos lugares emblemáticos donde, cual secreto a voces, todo el mundo sabe que se puede conseguir placer sexual del que se paga. La Mayor, que es el burdel más popular del casco Antiguo, y el casino del hotel Veneto, en pleno centro de la ciudad. Hay muchos lugares más, pero no son referencia. Hay unos otros pocos que son más elitistas y ofrecen las chicas más producidas. Otras simplementen van a los casinos y se sientan a esperar la oportunidad de “cazar” algún extranjero necesitado.

El jueves, Ana y Stefani se medio escondían en la entrada de una pequeño restaurante, ya listas para trabajar, pero sin clientes a la vista. Sus historias son solo dos más dentro de las tantas líneas escritas sobre su oficio. No son especiales por nada, pero declaran sin pudor sobre lo que viven cada noche en las calles panameñas. Esperan que el encuentro político que hay en su país les reporte unos dólares más de los que consiguen normalmente.

¿Lo más difícil del oficio? “El sexo anal, y es lo que más piden. No es lo mismo hacerlo una vez cada noche, que hacerlo con tres”, dice Stefani mientras encaja su mirada en la pantalla del teléfono celular. Su sobrepeso no la limita. Ella viste un vestidito negro que le cubre muy pocas libras, y que lo único que deja a la imaginación es la idea de pensar cómo logró meterse en él, o que seguramente el sopor de la noche panameña no la molesta.

“Yo prefiero que en mi casa piensen que soy una borrachina y no una puta”, dice y se ríe con picardía. No deja de mirar la pantalla del teléfono. Ella y su amiga se miran con complicidad cuando hablan de las tarifas. Ellas tienen apenas 21 años, pero desde hace por lo menos tres venden sus cuerpos.

“No sabemos nada de cumbres, pero los mejores son los europeos. Esos no saben cuánto valen los Euros y pagan más. Pero por aquí cae de todo y ahora sobre todo muchos venezolanos”, cuenta Ana, mientras ve de lado a lado a ver si pasa alguien.

¿Dónde están los turistas?

En dos noches de recorrido por Panamá, el movimiento de turistas no era mayor al habitual. La extrema seguridad que implementaron las autoridades locales por el arribo de los 35 mandatarios que participarían en las distintas reuniones de la Cumbre, espantaron a la gente.

Normalmente, la vida nocturna de la capital del istmo no es tan movida, en comparación con la venezolana. Sin embargo, el encuentro político hizo que muchos locales que habitualmente cierran temprano, estuvieran abiertos al menos hasta la media noche.

En varios puntos de la ciudad apareció el banner móvil del batitubo más famoso. «Elite», promocionando las populares despedidas de solteros, ofrecidas por cinco “conejitas” multirraciales.

Las autoridades panameñas estimaban que las ganancias que generaría el encuentro de los mandatarios de los 35 países del continente alcanzarían los 80 millones de dólares, al menos en inversión y turismo. Esto, desde luego, no contempla las ganancias extraordinarias de las por concepto de prostitución.

La novedad en el mercado panameño de las sexoservidoras es que ya no solo son colombianas o venezolanas. Ahora hay un grupo de cubanas que tienen poco tiempo en el país, buscando ganarse unos cuántos dólares.

Sami dice que tiene 19 años. Todavía se le nota la inocencia en el rostro, aunque con su cuerpo intenta parecer atrevida. Sacarles información cuando eres mujer no es tan sencillo. Pero utilicé a un colega para el acercamiento. Cuando César se le acerca, de inmediato ella saca el pecho y comienza a contonearse más hacia él. Le incomoda la propuesta de aventurarse a formar un trío, pero de inmediato dice que son 200 dólares por una hora de placer.

Tras unos pocos minutos de conversación, Sami se atreve a decir que llegó a la ciudad de Panamá hace apenas 10 días. No porque el viaje tuviera que ver con el movimiento de turistas que llegaría a la capital del istmo a consecuencia de la celebración de la séptima Cumbre de las Américas, sino porque fue la oportunidad que se le presentó para salir de Cuba.

Es de Mariano y no tiene idea de las implicaciones que tendrá lo acordado en la reunión entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el dictador cubano, Raúl Castro. Ella solo sabe que debe buscar clientes para recuperar los 25 dólares que tiene que pagar cada noche solo para que le permitan trabajar en el Veneto.

Estas chicas cubanas están alzando las tarifas. Normalmente, las panameñas dicen que pueden cobrar entre 75$ y 150$, según las características del cliente. Un par de colombianas asegura que cada una puede poner su tarifa, de acuerdo con sus atributos, pero un chamito panameño que salió de cacería el jueves contó que ellos solo pagan bien a las que mejor se ven.

La policía hace como que no está en el casino. Dos oficiales se pasean entre las máquinas, vigilan la entrada del baño y medio bailan al ritmo del ensordecedor vallenato que suena mientras las nenas “pescan”.

“Lunes y martes hubo más gente. Comenzaron a llegar los visitantes de todos lados”, dice Samantha. También se escandaliza cuando se le pregunta cuánto cobra por unirse a un trío. “¿Es que ustedes son europeos?”, pregunta mientras se ríe y se aplica otra capa de brillo en los labios.

También es cubana y llegó en el mismo lote de Samy, pero ella si se atreve a echar el cuento. Salió de la isla con destino a Ecuador y desde allí viajó cuatro días por carretera, atravesó Colombia y terminó mercadeándose en Panamá.

“Yo lo que quiero es irme para Estados Unidos, pero necesito la plata, pero aquí la competencia es muy dura. Somos muchas”, dice. Ella está en desventaja porque agraciada, precisamente no es.

Desfilan como muñequitas en serie. El cabello prolijamente planchado y largo, unos tacones bien altos, mini vestidos apretadísimos y aquellos implantes de silicón que parece que explotarán dentro de sus ropas. Esas nalgas bien tiesas y senos turgentes por cada esquina.

En encuentro político celebrado durante los cuatro últimos días en la ciudad de Panamá, además de la expectativa del encuentro entre Barack Obama y Raúl Castro, hizo también recordar el episodio ocurrido en 2012, cuando 12 agentes del Servicio Secreto de Estados Unidos llevaron a su hotel en Cartagena, a un grupo de prostitutas.

Se celebraba entonces en esa ciudad de Colombia la VI cumbre de las Américas y según las informaciones difundidas entonces, los funcionarios norteamericanos habrían llevado a las chicas al mismo hotel donde se hospedaba el Presidente Obama.

En Panamá nada lució fuera de lo normal, pero habrá que esperar el paso de los días para saber si se reeditaron las historias, en paralelo a los encuentros ocurridos en el centro de convenciones Atlapa. Ellas dirán la última palabra…

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