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El súbito e imprevisible ascenso del inefable Bernabé

Una aviesa decisión cocinada en la Sala Constitucional del TSJ puso en manos de Bernabé Gutiérrez, un casi anodino secretario de organización, las riendas del "partido del pueblo". El analista político Alfredo Álvarez cincela en este trabajo la figura del dirigente amazonense, cuya imagen y actuación públicas han estado siempre envueltas en la opacidad

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«Está llegando la época en que la honorabilidad es la excepción y la traición es la norma». Mario Vargas Llosa.

Según el imprescindible auxilio de Wikipedia, Bernabé es un nombre propio masculino de origen hebreo para su variante en el idioma español. Proviene del arameo y significa el hijo de la profecía. En su detalle, se refiere al primer Bernabé conocido entre nosotros, un gentil hombre nacido en el territorio de lo que hoy es Chipre, judío de origen y perteneciente a la tribu de Leví.

También aporta la cita que en el texto griego de Los Hechos 4:36 se explica que este nombre, designado también como hyios paraklēseōs, se traduce igualmente como el “hijo de la consolación”. Bernabé fue, además, uno de los primeros apóstoles del cristianismo, un distinguido activista entre los primeros discípulos de Jesucristo.

Favores terrenales

En un plano más terrenal, el martes 16 de junio en horas del mediodía, una búsqueda en Google reconoce 254.000 salidas para el nombre de Bernabé Gutiérrez. Secretario de Organización de Acción Democrática, nacido en 1952 en Caicara del Orinoco, senador del extinto congreso de la república y gobernador del territorio Amazonas durante la administración de Jaime Lusinchi. Su súbita notoriedad deriva de una decisión cocinada por la Sala Constitucional del TSJ que lo convirtió, en menos de 24 horas, en el nuevo amo y señor de la organización política fundada el 13 de septiembre de 1941 por Rómulo Betancourt y un sustantivo grupo de jóvenes demócratas venezolanos, quienes venían de luchar a brazo partido contra la dictadura de Juan Vicente Gómez desde los carnavales de 1928.

Bernabé Gutiérrez, a diferencia de Rómulo Betancourt, resultó favorecido gracias a una expresa disposición de un régimen populista, hibrido entre una dictadura tradicional y un modo de autoritarismo competitivo, que se empeñó, con relativo éxito, en demoler todas las instituciones de la republica civil construidas, precisamente, por la propuesta política de Betancourt y miles de sus seguidores a lo largo de 40 años. Me refiero a instituciones y modos de hacer política que fueron, precisamente, edificados por los fundadores de esta organización partidista, reconocida a escala continental como la más entusiasta promotora de la democracia en América Latina. Todo un verdadero contrasentido para un adeco de los que suelen llamarse “de uña en el rabo”.

La construcción del sparring

La sentencia del TSJ número 0071, correspondiente al expediente 18-0450, está referida a un procedimiento de Acción de Amparo Constitucional, el cual detonó el telúrico evento que colocó a Bernabé Gutiérrez entre las tendencias más calientes de las redes sociales de ese día. Las partes de la acción: Otto Marlon Medina Duarte y Jesús María Mora Muñoz, reconocidas por el máximo tribunal, daban inicio a un acelerado proceso legal, concebido especialmente para diseñar un movimiento opositor a la medida del régimen y de un candidato presidencial tan cuestionado como Nicolás Maduro. La cirugía jurídica construía una especie de sparring político, para un evento electoral que le permitiría lavarle la cara al cuestionado dictador.

«La decisión declara COMPETENTE. ADMITE. DECRETA la medida cautelar de tutela constitucional consistente en suspender la actual Dirección Nacional de la Organización con fines políticos Acción Democrática. Se nombra una Mesa Directiva ad hoc para llevar adelante el proceso de reestructuración necesario de la Organización con fines políticos Acción Democrática, presidida por el ciudadano Bernabé Gutiérrez y que estará conformada por un Presidente, un Secretario General Nacional y un Secretario Nacional de Organización que cumplan las funciones directivas y de representación de la organización con fines políticos Acción Democrática; así como la designación de autoridades regionales, municipales y locales.

«Dicha Mesa Directiva ad hoc podrá utilizar la tarjeta electoral, el logo, símbolos, emblemas, colores y cualquier otro concepto propio de la organización con fines políticos Acción Democrática. Se suspenden de manera provisional los actos de expulsión o exclusión partidista, suspensión, entre otros, efectuados por los directivos de la dirección nacional política de la organización con fines políticos Acción Democrática contra sus militantes y, específicamente, las que recaen sobre los ciudadanos accionantes».

El ponente de la sentencia fue Juan José Mendoza. Con esta decisión, se daba inicio al inesperado ciclo que decretaba los 5 minutos de gloria de Bernabé Gutiérrez. Una vez conocida la noticia, durante una conversación informal – vía telefónica- con seis antiguos dirigentes del partido Acción Democrática, obtuve una primera validación: Bernabé Gutiérrez no es un hombre apreciado ni estimado por su entorno más inmediato. Uno de ellos, un ex ministro de la OCI en tiempos de Pérez II, me aseguró que en sus 46 años de militancia política no recuerda haberle dado la mano en más de dos ocasiones. Otro consultado, segundo de a bordo en el MTC, le aporta al perfil un sostenido romance de Gutiérrez con una diputada que a su vez es jefe político del partido en el estado Cojedes.

El imitador de CAP

Le pregunté si había un rasgo de la personalidad de Bernabé Gutiérrez que lo colocase en la posición de ser un líder trascendente y con notable influencia en la organización y en el país político. Me dijo que no lo recordaba de esta manera. Le causaba gracia a mi interlocutor que en los actos internos del partido, de un tiempo para acá, le dio por imitar el estilo y la oratoria de Carlos Andrés Pérez. Pero eso nunca pasó más allá de ser considerado como un chiste privado. Lo único cierto y posiblemente beneficioso -me asegura- es que la decisión estimulará un sentimiento de cohesión en torno a Henry Ramos Allup, aun entre los adecos que lo adversan a lo interno de la organización.

Una opinión semejante logro pescarla en las redes sociales. En un tuit, el escritor Ibsen Martínez -ahora radicado en Colombia y una persona a la que bajo ningún concepto se le puede señalar proximidad alguna con la socialdemocracia adeca- nos sugiere un criterio similar. Escribe Martínez en su cuenta de Twitter que “con su infamia, Bernabé Gutiérrez solo ha logrado sublevar al betancourista que late en todo corazón venezolano, incluso en los antiadecos neuronales como yo.”

Otra opinión califica de inaudito el repentino ascenso de BG a las grandes ligas de las trastadas de la política criolla. Esta vez, sostenida por un subsecretario general del partido, quien, en su retiro de la militancia, nos advierte de hechos y valoraciones similares. Nos dice que Gutiérrez nunca manifestó ambición por figurar en los grandes espacios de la Dirección Nacional del partido. Posiblemente en conocimiento de sus propias limitaciones, optó por ser el inobjetable rey en una zona muy rica, que contenía a un pueblo muy pobre, al que manejó con mano de hierro durante todo el tiempo que quiso.

«Su padre también fue dirigente de Acción Democrática. Pero se movió en otros ámbitos de la política del partido y logró establecer una cercana relación con el expresidente Carlos Andrés Pérez, mas no así su hijo. Gris y prescindible es una combinación de palabras que pueden definirlo con más precisión», nos dice.

Carlos Andrés Pérez

Esta misma opinión se refiere a la pasión de Bernabé Gutiérrez por imitar al expresidente Pérez. Pero esta vez en un tono de confesión mucho más vergonzante. Me asegura que en las exequias de CAP, celebradas en capilla ardiente en la Casa de AD en la urbanización El Paraíso, de Caracas, Gutiérrez improvisó un discurso que causó impresión entre los asistentes. Sin ser Cayito Aponte, imitó el tono y la dicción característicos de CAP. Las emociones de los presentes, asegura mi interlocutor, se movieron -con la discreción de un tumbarrancho- entre la sorpresa, el desparpajo y la indignación.

Un cacique amazónico

La prolongada actividad partidista del repentino propietario de la franquicia de AD es prácticamente un manual de sobrevivencia. El mismo vocero nos refiere un detalle que así lo confirma. En 1967, durante la confección de las planchas a los cuerpos legislativos, la denominada maqueta de Amazonas para escoger diputados por esta entidad la encabezaba Bernabé Gutiérrez. Un detalle en apariencia banal que propició un serio y violento altercado en el CEN del partido. Este sesionaba en una casa prestada, que funcionaba para la ocasión como comando de campaña, en la urbanización Los Chorros de Caracas. Un desagradable evento que culminó con su defenestración. Precisamente, por el fuerte rechazo que suscitaban sus prácticas políticas tanto en la zona que controlaba con mano de hierro, como en el seno del CES de Amazonas.

Una comisión designada para resolver el espinoso incidente, estuvo presidida por el ministro del Interior para ese entonces, José Angel Ciliberto. Él, junto a un sustantivo número de autoridades partidistas, se trasladó a la región para constatar las denuncias en contra de Gutiérrez. La comisión pudo corroborar buena parte de ellas y otras más, que fueron aportadas por los dirigentes y militantes de esa entidad. Cuando fueron consignadas las listas definitivas ante el CSE, Bernabé Gutiérrez aparecía encabezando la lista definitiva de diputados al extinto congreso. Nadie pudo explicar ese sorprendente acto de magia. Las habilidades del caballero para las maniobras tortuosas quedaron plenamente demostradas.

Entre los mismos dirigentes consultados corrió la especie de que BG vendió la senaduría por Amazonas. El comprador es un caballero de apellido Stefano, ahora dueño de la denominada Universidad del Caribe. Un centro de educación superior de dudoso linaje académico, que se especializa en conferir un buen número de doctorados honoris causa como si fueran caramelos. Pedro Carreño ya tiene varios de esos doctorados en su colección. Lo ciertamente ingenioso de Gutiérrez –nos dice el ex subsecretario- es haber creado un partido paralelo con la figura del Maelacad. Lo que le valió de mucho para ser el más conveniente recolector de la medida de gracia conferida por el TSJ de Maduro. Eso ya estaba cantado, y Bernabé se sentía, desde hace mucho tiempo, el heredero de Ramos Allup.

Partido paralelo

Una aguerrida dirigente adeca de Lara me asegura que eso, simplemente, fue un cambio de nombres de antiguas estructuras, modos y procedimientos de la liturgia adeca. Algo que, en la práctica, no traduce absolutamente nada. Bernabé, sencillamente, no tiene la gente para llenar esas funciones, me asegura tajante, mientras el ex subsecretario en el retiro no profesa el mismo optimismo. Por allí anda –me dice- mucho recogelatas de la política, que por la oportunidad de figurar y cogerse unos viáticos se prestaría para cualquier trapisonda. Coinciden, sí, en asegurar que no saben exactamente qué sucederá a la hora de que les exijan entregar las casas y demás bienes del partido. Podrán cogerse la tarjeta y los demás símbolos, pero no podrán alterar los valores de la cultura adeca, un bien intangible pero intransferible.

La traición política, decía Maquiavelo, es el único acto de los hombres que no se justifica. Y agregaba: los celos, la avidez, la crueldad, la envidia, el despotismo son explicables y hasta pueden ser perdonados, según las circunstancias; los traidores, en cambio, son los únicos seres que merecen siempre las torturas del infierno político, sin nada que pueda excusarlos.

El ex ministro de la OCI me refiere que la organización y la cultura adecas tienen miles de formas de enfrentar este tipo de hostilidades. Me indica que, a lo interno, existen las denominadas trompadas estatutarias. Una alegoría con la cual Gonzalo Barrios se refería a los rigores que se expresaban en los conflictos privados de Acción Democrática. A lo externo, él se imagina 25 conflictos de variada intensidad en toda la geografía nacional. Uno por cada seccional del partido. Y en verdad no se imagina cuánto pueda ser la reserva de músculo del régimen para enfrentar una crisis de esa naturaleza. Tampoco cree que haya tanta gente dispuesta a seguirlos en esa descabellada aventura, y poder cubrir todos los cargos directivos en disputa. En realidad, no hay cama pa’ tanta gente.

Más gris que blanco

Otro notable dirigente adeco de la capital, colega periodista, tiene la misma referencia. Gutiérrez, en su opinión, es un dirigente gris, que solo pudo hacer carrera en su entorno más inmediato. Las últimas elecciones las perdió ante otro dirigente indígena de la zona, Liborio Guarulla. Este no le comió cuento y logró que se repitieran unas elecciones salpicadas de demasiada viveza caribe. Bernabé Gutiérrez no tiene las credenciales para montarse en lo que conocemos como la tribuna de un dirigente nacional. Recuerda que gustaba abusar de su condición de descendiente de algunas de las etnias locales. «No recuerdo si era Warao o Yanomami. Pero la cuestión siempre me olió a estafa, y no recuerdo algún otro antecedente que me permita endosarle algún otro mérito. Tampoco recuerdo si era profesional, pero el dato hay que chequearlo», me dice.

-En todo caso, Bernabé Gutiérrez es uno de los tantos dirigentes adecos que crecieron a la sombra del esfuerzo organizador impuesto por Carlos Andrés Pérez como secretario general y Luis Piñerúa Ordaz como secretario de organización, a partir de la derrota electoral de 1968. Ellos impusieron un estilo a la maquinaria y a la militancia, el cual nos permitió ganar las elecciones en 1973. El reajuste que sobrevino a lo interno del partido, colocó a Luis Alfaro al frente de las tareas organizativas. Gutiérrez se coló por los palos. Muerto Alfaro, el hombre se cogió el partido. Él pensó hacer lo mismo con Henry Ramos, pero el TSJ se le adelanto.

Henry Ramos Bernabé

Un técnico, para más señas ex presidente de Inparques, me refiere las nada agradables circunstancias que rodearon sus frecuentes encuentros con el inefable hombre fuerte en el entonces territorio federal Amazonas. “Lusinchi lo había designado gobernador en 1983. A partir de allí, se hizo amo y señor de la zona, haciéndose elegir para un nuevo período cuando así lo permitió la descentralización política. No aceptaba observaciones, era inflexible e implacable con los suyos y más aún con los adversarios. El estado es prácticamente un parque nacional, que demandaba mucho celo en su cuidado. Eso fue una política que BG desatendió abiertamente, porque percibía nuestras observaciones como inaceptables injerencias en su potestad como gobernador”. Este funcionario también recuerda sus alegatos como descendiente indígena, lo cual terminó -a su juicio- siendo más bien una bravata racista y descontextualizada.

Denuncias como arroz

Este profesional, más técnico que dirigente político, recuerda que al término de sus funciones como gobernador de Amazonas, Bernabé Gutiérrez acumuló no menos de 18 denuncias sustanciadas en expedientes en la Contraloría General de la Nación. La acción era motivada por diversos actos considerados por sus accionantes como delitos de corrupción. No desestima este funcionario que esos mismos expedientes hayan sido utilizados como un delicado mecanismo de presión por parte de los promotores de la sentencia contra AD, para involucrarlo en toda esa oscura trama.

Rubí Figueroa es un nativo de La Guaira. Motorizado de los duros y abuelo de varios larenses, ya avecindado en estas tierras luego del deslave de Vargas. Un adeco genético. Me dice que a ese caballero le lavaron los pulmones para que volviera a respirar.

Mesa que más aplauda…

Hay mucho interés en lavarle la cara al régimen. La mejor manera de hacerlo es mediante unas elecciones que lo hagan ver como un gobierno que realmente respeta las normas del juego democrático. En esa jugada, la denominada Mesa de Diálogo desempeña un papel determinante. Sus integrantes se promueven como la oposición más conveniente, ante un cuestionado Nicolás Maduro a quien la comunidad internacional percibe como un dictador con todas las de la ley. Fue precisamente la Mesa la que solicitó al TSJ que se pronunciase para proceder a designar un nuevo CNE. Uno a la medida de los requerimientos del chavismo. Otra acción, esta vez dirigida vulnerar a los principales partidos del llamado G4, coloca fuera de juego a la oposición mayoritaria, que se agrupó en torno a Juan Guaidó. Pulverizan a Copei, luego a AD, más adelante a PJ y Voluntad Popular.

A última hora del miércoles 17 de junio, se conoció que un procedimiento similar se intentó contra la directiva de UNT, otro de los partidos integrantes del FUVL.

La «Mesita» y el autoritarismo competitivo

Ellos, en la «Mesita», tienen como su opción hasta su propio candidato presidencial para enfrentarlo a Maduro: Claudio Fermín. Algo del reparto le corresponderá a Bernabé Gutiérrez. Él, en teoría, controla el partido más importante de la oposición, ahora atomizada por la decisión del TSJ. La literatura política se refiere a estos casos como la conformación de regímenes denominados autoritarismos competitivos. Una figura que lo describe como una forma de gobierno que se caracteriza, precisamente, por generar una muy desigual relación entre el gobierno y la oposición. John Magdaleno y Benigno Alarcón nos han dado muchas luces sobre el tema.

Oposición Claudio Bernabé

¿Cómo funciona la cosa? Aunque en esos regímenes se dan, con regularidad, procesos electorales -sin fraudes aparentes-, los funcionarios abusan constantemente a su favor de todos los recursos del Estado. No garantizan una actuación libre a los dirigentes opositores y limitan su acceso a los medios de comunicación. Persiguen a los candidatos opositores y, de ser necesario, manipulan los resultados de las elecciones que ellos mismos han convocado. En cuanto al Poder Judicial, los regímenes autoritarios competitivos intentan subordinarlo a toda costa, mediante persecución, soborno, extorsión y otros sutiles mecanismos de captación. Cualquier parecido con la realidad, es un ejercicio de pura mala intención.

Bernabé viral

Para quien lea estas líneas y no haya visto nunca al personaje, le sugiero vea el corto video sin edición que está al final de este escrito y que más bien parece un elaborado producto de El Chigüire Bipolar. Allí aparece Bernabé Gutiérrez en su rol de imitador de Cayito Aponte, imitando al finado Carlos Andrés Pérez. Intenta grabar, en mitad de una calle, una arenga con probable destino en los jóvenes seguidores del partido, durante las últimas elecciones en el estado Amazonas. Aspiraba a ser elegido nuevamente gobernador. Cuando logra lo mejor de su improvisada intervención, una humilde mujer del pueblo, que se cruza a sus espaldas, dice con una sorna mortal y demoledora que todo lo dicho por BG es mentira.

La mujer sigue su marcha y sale de cuadro con la misma velocidad que entró. Bernabé luce desconcertado. Voltea a ver quién se atreve a sabotear esa obra de arte de la demagogia populista adeca que él acaba de interpretar con tanta buena leche. Les advierto que se trata de un invento adeco, cuyo copyright data desde mucho antes de la Constituyente de 1945. Existe comprobada autoría por genios de la comunicación política, como el mismo Rómulo Betancourt, Andrés Eloy Blanco y Rómulo Gallegos. Un soberbio ejercicio de deliberada manipulación. En él se habla, en una forzada y rebuscada metáfora, de linternas y democracia, como una sola unidad de significación. Y de repente, todo ese glorioso esfuerzo se ve atomizado por la sonora imprecación de la humilde -pero decidida mujer-, que le advierte al público que todo lo que nos dice es una soberana mentira.

La imagen queda congelada, mostrando todo el desconcierto de un sujeto que es descubierto en la ejecución de una habitual fechoría. El pueblo no se equivoca, nos han dicho con anterioridad. La imagen congelada de un político totalmente desprovisto de todas sus habilidades seductoras, justo ante la mirada escrutadora de todo un país, no tiene precio. Para todo lo demás, existe MasterCard.

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