Curiosidades

El pesebre, tradición familiar milenaria

Las tradiciones y costumbres de un pueblo son la base de la identidad cultural de toda sociedad, por eso la importancia de conservarlas y transmitirlas a las siguientes generaciones para que perduren en el tiempo

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Colección del cronista Alberto Veloz
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En el mundo cristiano existe una tradición que data de varios siglos y ha permanecido como un acto de fe y esperanza fundamentadas en el nacimiento del Niño Dios y la representación que hacemos de este acontecimiento histórico a través del pesebre.

La esperanza la asociamos a la idea del nacimiento, de algo nuevo que vendrá, de un futuro promisor. Navidad es nacer y los pueblos desde los más diversos orígenes, idiosincrasias y lenguas coinciden en que esta es la más universal de las fiestas cristianas, la más fraternal celebración de paz y amor.

Navidad, Natale, Noël, Weinhnacht, Christmas, la misma palabra en diferentes idiomas, que posee la misma carga emotiva y que celebra el nacimiento del Niño Jesús, pero por ser el cristianismo una de las religiones con mayor cantidad de manifestaciones rituales, cambiantes y llena de matices que comprenden vastos dominios, estas fiestas varían en su liturgia y costumbres, aunque el motivo sea el mismo.

En los países hispánicos es donde se hace más patente la relación directa y evidente entre el festejo y el festejado. Eso lo simboliza la presencia, por estas fechas, del pesebre, belén, nacimiento o portal, diversos nombres para la representación de la llegada al mundo del Niño Dios.

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Pesebre con más de un siglo presente en la casa de la familia Veloz

Cayetano de Thiene y Francisco de Asís

Todos los textos señalan que Francisco de Asís fue el iniciador o inventor de la representación del nacimiento de Jesús, pero la historia dice que en el año 1021, es decir 200 años antes que Francisco de Asís representara la escena del nacimiento, en Nápoles el presbítero italiano Cayetano de Thiene, nacido en Vicenza, comenzó a moldear figurillas de arcilla que recordaban los personajes que rodearon el nacimiento del Niño Dios en la ciudad de Belén, Palestina. Por eso se conoce también como pesebre napolitano.

El motivo de Cayetano para elaborar estas figuras en pequeño formato era para explicarle el pueblo cómo fue el momento del nacimiento de Jesús, ya que la población de ese entonces era absolutamente ignorante y analfabeta.

Los evangelizadores como Cayetano de Thiene, que luego fue canonizado como San Cayetano, visitaban los pueblos para llevar el mensaje del cristianismo y buscaban los métodos más sencillos para explicar las Sagradas Escrituras.

De esta manera se fue extendiendo la práctica de fabricar figuras pequeñas que representaban a los protagonistas de aquel momento histórico que marcó a la humanidad, el nacimiento de Jesús.

También es cierto que Francisco de Asís, en la Navidad del año 1223 se encontraba bastante enfermo y pensó que esa sería su última celebración del nacimiento de Jesús, por lo que quiso conmemorar ese momento y se le ocurrió idealizar esa escena pero con seres humanos y animales.

En una cueva en la montaña vecina a Greccio, pequeño pueblo del Lazio en el centro de Italia, Francisco de Asís con la ayuda de su amigo Juan Vellita, señor del Castillo de Greccio, se empeñó en hacer una representación teatral del nacimiento con la ayuda de unos vecinos.

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Pintura de Giotto interpretando el belén de Greccio

A la medianoche, en complicidad con el párroco sonaron las campanas y el pueblo salió a ver lo que sucedía. Desde la montaña Francisco de Asís, quien subió a los altares como San Francisco, llamaba a los campesinos para que subiesen a la gruta.

Al llegar quedaron maravillados de ver la representación viviente del nacimiento del Niño Dios con personas del pueblo y animales de las granjas donde el párroco celebró una misa encima de un “praesepium”, voz latina para la palabra pesebre que es el recipiente donde se coloca la comida de los animales y por extensión también se utiliza para denominar el establo.

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Santuario de San Francisco de Asís en Greccio, entre Roma y Asís

El portal de Belén como conmemoración

Tuvieron que pasar más de tres siglos para que la representación viviente del nacimiento de Jesús se convirtiera en un conjunto de conmemoración decorativa que semejara toda la escena del magno acontecimiento, pero con figuras elaboradas de diversos materiales.

El primer nacimiento con figurillas de cera y escenas simbólicas que idealizaban a la ciudad de Belén en la Palestina de Jesús lo registra la historia en la iglesia de los jesuitas en Praga en el año 1562.

Posteriormente se hizo costumbre entre la realeza y la aristocracia y comenzaron a aparecer en palacios y villas. Se señala que en 1567 se conoció el primer pesebre del ámbito privado en el castillo de la duquesa de Amalfi, en la región de Nápoles.

El pueblo creyente rápidamente adoptó la idea y se popularizaron los nacimientos por toda la Europa católica.

El rey Carlos III era un apasionado del belenismo y mientras rigió los destinos de Nápoles, en el período que perteneció a la Corona Española, construyó la fábrica de porcelanas Capodimonte y junto a su esposa María Amalia de Sajonia propagó las figuras del pesebre, especialmente las de porcelana.

Posteriormente cuando Carlos III regresó a la corte de Madrid instaló la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro e introdujo esta tradición en la península ibérica y rápidamente la sociedad española la adoptó e imprimió nuevas ideas para la construcción de belenes. Con la escuela del barroco el pesebre español alcanzó su mayor madurez y desarrollo.

Caracas y sus pesebres monumentales

En una época no muy lejana era costumbre caraqueña visitar durante los días de Navidad los nacimientos monumentales que se exhibían en lugares públicos, especialmente en las iglesias, así como en diferentes organismos del Estado e instituciones privadas.

Este cronista recuerda el gran pesebre monumental que se construía en un enorme galpón donde funcionaban las oficinas de promoción para la venta de parcelas de la nueva urbanización Prados del Este, cuyo lema era “Una ciudad en el campo y un campo en la ciudad”.

Caja de fósforos inauguración de Prados del Este. Colección Alberto Veloz
Caja de fósforos Prados del Este reverso. Colección Alberto Veloz

En diciembre de 1957 visité con mi familia ese nacimiento. Era el más grande que se construyó ese año en Caracas en un espacio por donde se caminaba y se observaban montañas de yeso, algunas blancas y otras coloreadas; cientos de figuritas de hombres y mujeres en diversas faenas acompañadas de un ejército de animalitos, donde no podían faltar las ovejitas de gruesa lana.

Era una representación anacrónica de Belén de Judá, el pueblo donde nació Jesús, porque recreaban escenas de la vida de la Caracas de esa época, donde destacaba un teleférico en copia exacta al original con cabinas idénticas en miniatura que se desplazaban hasta un hotel Humboldt hecho a escala al igual que las Torres de El Silencio, como todas las figuras y edificaciones de este gigantesco pesebre moderno.

Una manera inteligente de conmemorar el nacimiento del Niño Dios y a la vez promocionar la nueva urbanización enmarcada en una atmósfera bucólica.

Las Acacias, una gran casona que fuera residencia de John Boulton y Catalina Pietri Paúl de Boulton, frente a la plaza Madariaga en la urbanización El Paraíso, desde hace muchos años es sede de la Guardia Nacional y es casi obligatoria la parada de los vehículos en la acera para admirar el pesebre gigante que se exhibe en el jardín sur de esta hermosa edificación con remembranzas de palacete europeo.

En frente de la Plaza Capuchinos en la avenida San Martín está la Iglesia parroquial San Juan Bautista y allí en las décadas de los años 50 y 60 se exhibía un enorme pesebre con figuras talladas de gran hermosura elaborado bajo la supervisión del párroco que tenía mucha sensibilidad para estas artes y muy querido por la feligresía como fue Monseñor Cayetano De Luca.

También por esos años y en algunas ocasiones, en la muy caraqueña Iglesia de San Francisco, exhibían durante los días navideños el Santo Niño de Belén, que era retirado de su bellísimo retablo donde permanecía durante todo el año y colocado para su veneración sobre una pequeña mesa cubierta con fino mantel blanco. Esta imagen, traída de Venecia en la época colonial, está considerada como una obra notable de imaginería barroca.

En el Hogar San José en Los Dos Caminos, entre las religiosas de la congregación y los ancianos que viven allí, desde hace varios años arman unos hermosos pesebres con mucha inventiva y de grandes dimensiones, con juegos de luces y figuras en movimiento. Los visitantes pasan horas admirando este belén que se ha constituido en el orgullo de esta noble obra social.

Igualmente los sacerdotes agustinos del Colegio San Agustín de El Paraíso montan un enorme pesebre visitado por los parroquianos y público de toda Caracas.

Entre las nuevas parroquias caraqueñas está La Tahona donde se encuentra la Iglesia de La Sagrada Familia y exhiben un hermoso y monumental nacimiento.

Tradicional pesebre en el hospital San Juan de Dios

Otro portal de grandes dimensiones y belleza inigualables es el que se exhibía hasta el año 1970 en el Hogar Clínica Nuestra Señora de Guadalupe, elaborado por la congregación de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios cuando tenía su sede en la Calle Real de Sabana Grande y continúan esta tradición en su ubicación de Valle Arriba.

A través de grutas los visitantes observan escenas de la vida en el momento del nacimiento de Jesús, con figuras hechas a escala perfecta que se respetan entre sí por su tamaño y construido con sentido de planificación arquitectónica. Igualmente los juegos de luces para el amanecer y el ocaso con la aparición de la Estrella de Belén que guió a los reyes magos.

El Ángel de la Anunciación, por medio de un juego de videos muy bien logrados tecnológicamente aparecía en el firmamento durante breves momentos para luego ocultarse en una sucesión que sorprendía a niños y adultos.

La visita a este pesebre reviste un acto de caridad ya que se invita a los visitantes a dar una contribución económica que sirve de mantenimiento al hospital San Juan de Dios donde atienden a una gran parte de la población sin recursos económicos.

Pesebre del hospital San Juan de Dios

Joyas de pesebres en el ámbito familiar

En el entorno privado encontramos una gran cantidad y diversidad de nacimientos que incluyen desde el más sencillo hasta los más elaborados, y que  exhiben figuras que son verdaderas piezas del arte escultórico.

Como tema religioso, absolutamente todos los pesebres tienen exactamente la misma validez como acto de fe y esperanza, basados en el nacimiento del Hijo de Dios, encarnado en la figura histórica de Jesús.

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Moderna concepción del pesebre en láminas de plata

Como no podemos referirnos a todos mencionaremos los que recordamos como los más vistosos por su elaboración, número de figuras o valor artístico sin caer en temas de prácticas y creencias, con mayor o menor religiosidad.

El artista plástico José Mohamed abría su taller de Caracas durante el mes de diciembre y recibía a los visitantes que admiraban su colección privada de pesebres donde se podían observar verdaderas obras de arte y tallas coloniales del Niño Jesús.

Entre las joyas del arte belenístico de la colección de Mohamed estaba uno realizado por Manuel Chili “Caspicara”, el más renombrado escultor quiteño del período colonial.

Fue tal su dominio de la escultura que realizaba en madera o mármol, que el propio rey Carlos III de España, apasionado por el tema del pesebre, exclamó elogiando al escultor de origen indígena: “No me preocupa que Italia tenga a Miguel Ángel, en mis colonias de América yo tengo al maestro Caspicara”.

La familia Marquez-Brandt, en su residencia caraqueña, tradicionalmente montaba un enorme pesebre que era digno de admiración. Entre las piezas estaba un magnífico relieve colonial del nacimiento que perteneció al pintor Federico Brandt.

Las viejas y tradicionales familias caraqueñas que habitaban en enormes casas solariegas en las parroquias de La Pastora y San José acostumbraban a armar sus nacimientos en la sala principal, para lo cual la desocupaban por completo y abrían las ventanas que daban a la calle principal cuya referencia de ubicación eran los nombres de las esquinas.

De esta manera todos los parroquianos y visitantes venidos de otras partes se acercaban para admirar esos portales monumentales donde las piezas habían sido heredadas de generaciones anteriores, lo que siempre ha constituido una bella tradición, como el caso de la familia Valladares en La Pastora que exhibía el enorme pesebre en su casona de tres grandes ventanas con poyo y era elogiado por todos los transeúntes y vecinos.

El gran coleccionista Mario Dubuc Araujo

Se calcula que el número de pesebres de la colección de Mario Dubuc Araujo pasa de los 200, elaborados en los más disímiles materiales y venidos de todas partes del mundo.

Este apasionado del coleccionismo de belenes fue el gerente de Relaciones Públicas de la empresa telefónica Cantv durante las décadas de los 70 y 80 y se dedicó, entre otras ocupaciones, a organizar todos los años una interesantísima y pedagógica exposición de nacimientos.

Los propietarios de pesebres se inscribían y luego había una selección de los nacimientos más representativos por su originalidad, diseño, composición, materiales, formato, entre otros requerimientos para optar al concurso.

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Nacimiento en Exposición y Concurso de la Cantv, año 1983

En la colección de Dubuc Araujo hay piezas ornamentales de pesebres elaborados con los materiales más disímiles y hasta originales que rozan en la fantasía.

Con motivo de la X Exposición y Concurso de Nacimientos coordinada por Mario Dubuc Araujo en el año 1983, se refirió a ésta en los siguientes términos: “Vuelven nuestros queridos nacimientos a los sitios públicos y a los hogares caraqueños. Abundan los patrocinantes y participantes, lo cual satisface nuestra labor de pioneros. Va en grande el homenaje a DIOS. Expondremos pesebres de variados motivos y diferentes calidades artísticas que muestran la rica creatividad del pueblo venezolano; amén de muchos de otras naciones, que también acostumbran hacerlo con igual devoción. De paso se cumple el objetivo de revivir una tradición un tanto decaída por influencias extrañas. Esta labor nuestra es un grito del espíritu dentro de un mundo con la sensibilidad dormida”.

En esa ocasión las ediciones del Congreso de la República publicó un hermoso libro “La eterna Navidad” con poemas y cuentos de un valor y belleza incuestionable relacionados con el tópico de la Natividad escritos por renombrados intelectuales como Ramón J.Velásquez, Manuel Alfredo Rodríguez, Mario Briceño Iragorry, Beatriz Mendoza Sagarzazu, Arturo Uslar Pietri, Andrés Eloy Blanco, Luis Beltrán Guerrero, Manuel Felipe Rugeles, Francisco Pimentel (Job Pim), José Rafael Pocaterra, entre otros que se han referido al tema navideño.

La eterna Navidad, Ediciones Congreso de la República, Caracas 1983, colección Alberto Veloz

Lamentablemente, después de 37 años de la edición de ese hermoso libro la sensibilidad por estas celebraciones se encuentra nuevamente dormida, las influencias extrañas y externas en materia de celebraciones decembrinas continúan y los congresistas mantienen la cultura relegada.

Personajes infaltables

El eje fundamental de todo pesebre son las figuras del misterio: el niño recién nacido nombrado Jesús. Su madre, la Virgen María; el esposo San José, una mula, un buey y el ángel que anuncia el nacimiento del hijo de Dios.

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Portal tradicional realizado con corcho

Estas figuras están en el establo donde el niño reposa en un lecho de heno mientras los animales vigilan la escena. Es el lugar más humilde de la Natividad y verdadero símbolo de este magno acontecimiento.

Las otros personajes primordiales son las de los tres sabios de Oriente con sus extraños nombres originales de Melchor, Gataspa y Bitisarea, que luego la historia cambió por Melchor que representa la vejez; Gaspar la juventud y Baltasar la madurez. Según las escrituras no eran tres sino muchos más.

El resto del belén está poblado de figuras casi emblemáticas como los pastores, labradores, arrieros, cargadores de agua, samaritanos con cántaros y ánforas, herreros, carpinteros, campesinos. Generalmente todas las figuras son de pasta, arcilla, terracota, resina, madera o yeso pintadas y vestidas a la usanza.

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La madera como elemento único en este pesebre

El reino animal lo representan cientos de ovejitas de algodón muy gordas con paticas de madera que originalmente son de un blanco níveo pero con el tiempo y el trajín de figurar todos los años van tornándose marrones. Camellos y dromedarios en caravanas por los desiertos donde no faltan unas estilizadas y erectas palmeras que nunca envejecen.

Granjas pobladas de gallos, gallinas, avestruces, pollitos, patos y hasta cigüeñas le dan un toque de Arca de Noé pues algunos no tienen nada que ver con la verdadera fauna palestina.

El desierto lejano

En todo nacimiento nunca faltará el desierto de donde emerge una tenue luz para que resalten las figuras silueteadas de tres camellos con sus reyes magos, que no eran reyes ni eran magos, sino hombres de ciencia, sabios astrónomos, matemáticos e investigadores de la historia y la filosofía.

Estos personajes procedentes de la lejana India también eran estudiosos de las Sagradas Escrituras y tenían el convencimiento que estaba cercana la fecha señalada por los antiguos profetas para la aparición del hijo de Jehová en la Tierra quien vino para cumplir con la difícil tarea de redimir a la especie humana.

La simbología de la apartada escena desértica intenta emular la realidad ya que Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron a Belén 18 meses después del nacimiento de Jesús.

Por eso también se conmemora la presencia de estos sabios señores en fecha distante, el 6 de enero que es cuando se celebra la Epifanía, el momento en que los visitantes del lejano Oriente conocen al niño Dios y en señal de adoración le llevan oro, lo que honra la realeza del recién nacido. El incienso por su divinidad como Dios y la mirra como hombre, que en su santa humanidad conocerá la muerte y la sepultura.

Materiales y mucha imaginación

Indudablemente que la imaginación se desborda a la hora de armar o “montar” un nacimiento.

Se comienza recolectando cuanta caja de cartón se atraviese y junto a mesones, mesas, mesitas, sillas y taburetes deberán soportar el peso del portal, que en ocasiones es gigantesco, donde cientos de figuras representativas de personajes de la época, casas, palacios, pueblos, animales, bosques y desiertos estarán en sana convivencia durante, por lo menos, un mes.

No pueden faltar las montañas pintadas entre verde perico y colores tierra, cubiertas de mucho musgo. El desierto con un bello oasis y carpa en medio de la arena. Ríos logrados con papel de aluminio y lagos idílicos con espejos donde nadarán paticos de plástico de picos muy rojos.

Dependiendo de la categoría del pesebre habrá agua de verdad gracias a un sencillo sistema de reciclaje y ésta caerá en un pequeño lago y retornará a las montañas, algunas con nieves perpetuas. Igualmente las figuras de diversos materiales tendrán movimiento.

El cielo cambiará de tonalidad gracias a los juegos de luces. Como por arte de magia, el tiempo pasará en una exhalación y volveremos a ver la luz del día que ilumina todo el nacimiento, para que de inmediato se cumpla el ciclo de la noche con la estrella de Belén como guía para los sabios de Oriente.

En los nacimientos se repiten lo puentes sobre riachuelos, pozos y cascadas de agua así como callejones estrechos con pilares y arcadas que emergen del fondo y dan la sensación de profundidad.

Las casas envejecidas o semiderruidas con ladrillos corroídos y tejas en colores ocre y marrón rojizo. Cuando esas construcciones son elaboradas con corcho dan la sensación de poblado antiguo, lejano en el tiempo y nos transporta a las tierras donde habitó el hijo de Dios, como hemos leído en la Biblia y visto en cientos de películas de carácter histórico.

Para lograr el efecto de antigüedad se acude a la corteza del alcornoque, de gran belleza por su textura rugosa que ofrece muchas posibilidades para construir portales, cuevas y montañas.

Todos esos elementos propios de los pesebres generalmente están enmarcados en un escenario de materiales reciclados, papel engomado, coletos y telas pintadas con avestina, endurecidas con yeso y goma, bañadas de aserrín o musgo que le dan un esplendoroso verdor a la obra.

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Figuras realizadas con cerillas de fósforos en su caja.

Nunca faltan los germinados de caraotas negras que se sembraron un mes antes en frasquitos de compotas y formarán parte del vergel natural.

Montañas de periódico arrugado y cubiertas de papel verde para forrar o papel crepe. El cielo suele ser de papel lustrillo azul con pequeñas estrellas que circundan a la gran luminaria y guía para llegar a Belén. En algunos nacimientos está el firmamento completo y a veces con constelaciones que van desde la Osa Mayor hasta Andrómeda.

El nacimiento de los pueblos

La representación de un pesebre -si no es fiel a la idea que tenemos del lugar donde nació Jesús en la antigua Judea- generalmente exhibirá elementos propios del lugar donde se hace, siempre conservando la tradición de las figuras principales, pero el elaborador o constructor del mismo dará rienda suelta a su imaginación y en las casas de los estados andinos muchos belenes tendrán grandes montañas, algunas nevadas y quizás hasta con teleférico y ventas de dulces abrillantados.

Grandes extensiones con morichales y rebaños de ganado pueden aparecer en los nacimientos de los llanos. Este cronista ha visto en la isla de Margarita hermosos nacimientos con cocineras haciendo empanadas, las vendedoras en el mercado y pescadores a la orilla de un mar de plástico azul intenso.

Igualmente un pesebre con los tepuyes de la región guayanesa y pescadores a la orilla de un “caudaloso” Orinoco de papel de aluminio y Salto Ángel ídem, pero con mucha escarcha plateada.

Por supuesto los materiales variarán de una región a otra, pero siempre con la misma devoción y honras al nacimiento del hijo de Dios.

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Tela de yute en este diseño clásico de pesebre

Escuchemos el tradicional villancico “El niño criollo” autoría de Isabel Herrera con música de Luis Morales Bance e interpretado por Nancy Ramos.

Anacronismo y arte naif

Una característica generalizada en los belenes familiares es que no se respeta mucho la escala de las figuras, por lo que encontramos a reyes magos gigantes con camellos enanos; ovejas más grandes que sus pastores y casas donde no puede entrar ninguno de los figurantes.

Al lado de escenas casi bíblicas coexisten casas de cartón con ventanas de papel celofán de colores a manera de vitrales, bañadas con escarcha y techos nevados, rodeadas de bosques de pinos. En lo alto de alguna montaña está el palacio de Herodes con cúpulas y minaretes, grandioso y opulento.

Los hay que ostentan hasta pinos o arbolitos adornados al estilo del norte con bombillas pequeñitas y bastones. También pueden aparecer antiguas carretas tiradas por bueyes mezcladas con carritos y soldaditos de plomo, indios apache de plástico y hasta muñequitas Barbie, propiedad de los más pequeños de la casa. De vez en cuando asoma un trineo con renos conducido por San Nicolás.

Se podría decir que muchos pesebres son una oda al arte naif por lo irregular de su propuesta estética y el anacronismo imperante, gracias a la fértil imaginación de algunos “montadores de pesebres” que tampoco conocen de rigores históricos.

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El pintor ingenuo Feliciano Carvallo y su interpretación del pesebre venezolano. Portada revista Shell 1959. Colección Alberto Veloz

Escenografía y arte

Pero si se quiere lograr un bello y equilibrado pesebre es imprescindible respetar la escala de las figuras, lograr perspectivas que den la sensación de profundidad con juego de luces, sentido del ornato y de la historia, una planificación casi arquitectónica acorde a lo que se quiere representar como símbolo de la antigüedad.

Cuidar al máximo los detalles es clave para que el pesebre sea armónico, al igual que utilizar con inteligencia los niveles y lograr diferentes alturas que le dan mayor dinamismo y le confiere carácter. El portal de Belén es una escenografía convertida en manifestación artística.

Representación viviente de un belén clásico

Un nacimiento ortodoxo sería representar fidedignamente a la ciudad de Belén, que según la historia antigua es el sitio donde se sitúa el nacimiento del hijo de Dios, pero también imitar escenas de pueblos como Emaús, Betania, Jericó o los más alejados Jerusalén o Nazareth, que tenían construcciones y parajes similares.

Lo que interesa es dar sensación de vida, de pueblo y homenajear al hijo de Dios que permanece en el establo, lugar escenificado respetando siempre su pobreza y humildad, donde no faltan una mula y un buey que con paciencia y en actitud pacífica son mudos amigos del recién nacido y simbolizan la sencillez a la cual se honra en el pesebre, se elogia la pobreza y se celebra la humildad.

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Pesebre en retablo pintado

Figuras importadas

En las décadas de los años 50 a 80, Caracas tenía varios negocios especializados en materiales para la puesta en escena de hermosos belenes con figuras importadas, principalmente de España, como la Casa Aranda en La Candelaria y Hermanos Bártoli en la avenida Lecuna que además disponían de cientos de imágenes religiosas.

Tardíamente en los años 90 se podían conseguir unas bellísimas tallas en madera policromada, realizadas en Italia por la Casa De Dolfi. Eran figuras costosas, muy apreciadas que vendían algunas tiendas de objetos religiosos y litúrgicos de Caracas.

Gloria in Excelsis Deo

Todos los años a las doce de la noche del 24 de diciembre, las iglesias cristianas del mundo comienzan a repicar indicando el Gloria in Excelsis Deo, anunciando el nacimiento del Hombre que lo dio todo para la redención humana: Jesús, Jesucristo, Ungido, El Salvador, Divino Maestro, Redentor, Mesías, Emmanuel. Así empiezan las múltiples honras empleadas en el mundo cristiano para festejar tan trascendental fecha.

Como canto de esperanza de un futuro mejor para el venezolano escuchemos a Simón Díaz en “El Niño Jesús llanero”, de su autoría.

Bibliografía

Gabriel Briceño Romero. Historia de Instituciones y Días Estelares de la Humanidad. Artegrafía C.A. Caracas, 1974

La eterna Navidad. Mario Dubuc Araujo, compilador. Ediciones del Congreso de la República. Caracas, 1983

El nacimiento. Catálogo de la Primera Exposición y Concurso de Nacimientos de la Cantv. Aquiles Nazoa / Juan Vives Suriá y otros autores. Caracas, s/f (Colección de Julieta Dubuc)

Revista Shell. Producción Corpa. Caracas, diciembre 1959

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