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El infierno de Notre Dame captado desde el lente de un venezolano

Cristóbal Ochoa se encontraba en su habitación absorto de lo que ocurría en el exterior cuando un amigo lo llamó por teléfono para informarle que la catedral de Notre Dame se estaba quemando. Cristóbal, fotógrafo venezolano no lo podía creer. Enseguida tomó su cámara y salió corriendo a captar lo que ocurría.

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FOTOGRAFÍA: CRISTÓBAL OCHOA

El joven vive a escasos metros del monumento de más de ocho siglos, pero a pesar de la cercanía no percibió el olor a humo que despedía el edificio, considerado como patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Desde el día uno en París, Cristóbal siempre tuvo una conexión con la catedral. Aunque no se considera un católico practicante su condición de artista creó el nexo, además de ser un lugar fijo en su ruta para el trabajo.

Notre Dame se encuentra en el centro de la ciudad, en la llamada Isla de Francia. Representa el corazón del país y de la ciudad, puesto que es el kilómetro cero.

En el momento que se encontró frente al templo se topó, no sólo con el cordón de seguridad, si no con una cantidad de turistas extranjeros y de franceses que querían ver de cerca el terrible espectáculo. No obstante, cuando intentó grabar los policías lo empujaron a él y a otros presentes para evitar daños.

El corazón de una ciudad en llamas

Para el artista si hay algo que nunca olvidará era el sonido del ambiente. “Había un silencio sepulcral. Todo el mundo observaba la escena del fuego y escuchabas un Oh mon dieu, merde o frases en inglés como no way. Nadie sabía que era lo que ocurría realmente, si era un atentado o no”.

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Para Alvaro Santana, historiador egresado de la Universidad de La Laguna en España y doctor en sociología de la Universidad de Harvard, el daño en Notre Dame es más simbólico, puesto que gracias a las labores de los bomberos se salvaron obras de arte exhibidas en su interior.

“La catedral es uno de los monumentos estrella de la lista de bienes de patrimonios de la humanidad y su incendio representa un revés a lo que es la política de protección de estos edificios y la duda que ha saltado es que si un hecho de estas características sucede en Notre Dame ¿Qué no está sucediendo con otros patrimonios?”, cuestionó el experto en una entrevista para El Estímulo.

No es la primera vez que eventos así ocurren. Hace siete meses en Brasil el Museo Nacional ardió en llamas y se perdieron más de 20 millones de piezas que comprometieron a la historia de la humanidad.

Museo Nacional de Río

Ambos monumentos comparten una historia similar. Según el experto en patrimonio, las dos obras sufrieron un recorte de presupuesto que se vio reflejado en el deterioro de las estructuras. Sin embargo, para el mundo Francia es uno de los mayores preservadores de monumentos.

Esto a su juicio lo lleva a una reflexión “¿En manos de qué personas está nuestro patrimonio?”.

Hipocresía y desidia colectiva

Las consecuencias de esa desidia se vieron reflejadas en los rostros que capturó Cristóbal durante su labor fotográfica. “Podías ver mujeres tapándose la boca por la impresión, hombres con la mirada perdida viendo hacia el edificio y de fondo la catedral ardiendo y volviéndose nada”, expresaba.

Para el venezolano estar ahí fue una experiencia inolvidable y triste que se quedó en su ser. Pero, el deber de documentar lo ocurrido lo llevó a secarse las lágrimas del rostro y apuntar con su cámara al monumento en llamas. “Sabía que en algún momento caería la aguja de Viollet Le-Duc y así fue. Ya tenía todo listo y con una ráfaga capté la secuencia”.

La posibilidad de ver todo vuelto cenizas era una realidad tangible que por suerte no ocurrió, pero el simple incendio  dejó al descubierto la hipocresía de la que habló Santana en su artículo del New York Times.

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El experto ha sido crítico con Macron y mucho más tras haber escuchado sus declaraciones, en las que percibió que el político utilizó el patrimonio como una propaganda política, al hablar de “reconstruir Francia todos juntos” y asegurar que en cinco años estaría lista la catedral.

Es absurdo ese mensaje porque existen organizaciones como la Unesco que se encargan de estas labores, cuestionó Santana.

A su juicio es poco probable que en cinco años esté lista la catedral, Cristóbal también lo cree, pero cuando se deja entrever el tema político toma distancia porque es asilado político.

Mucho dinero y demasiados problemas

La razón de Santana para afirmar el plan de cinco años de Macron, es que aunque se han recaudado más de 950 millones de euros, durante la reconstrucción se van a presentar problemas, y desde el día uno ya se han reflejado algunos como el debate de reconstruir o reformar la catedral.

Desde el 15 de abril Francia y el mundo discuten cuál debe ser el futuro del templo. “Una réplica traería polémica porque el techo necesita de 21 hectáreas de madera de árbol y representa un problema medioambiental. Una reforma para mí es lo más adecuado. Sin embargo se debe llegar a una reforma que no altere el monumento, si no que deje una marca de nuestro tiempo tal y como lo hizo Le-Duc en el siglo XVII cuando añadió la aguja”.

Nuevamente Cristóbal y Álvaro coinciden, puesto que para ellos no existe una reconstrucción verdaderamente fidedigna. Sin embargo, se enfocan más en el tema de los protocolos de restauración para evitar incidentes como el de la catedral.

Santana repitió que aunque los protocolos son estrictos, los hechos se produjeron por errores pequeños. En el caso de Notre Dame se habla de una colilla de cigarro, pero además recalcó la falta de un sistema de extinción de incendios que acabara con el fuego antes que iniciara la propagación, en la que el polvo y los residuos centenarios fueron unos aceleradores.

Por suerte, Notre Dame tiene oportunidad de resurgir de las cenizas, pero por desgracia, el historiador duda que este episodio sirva de escarmiento para los gobernantes del mundo.

En la actualidad  Francia tiene otros patrimonios que están en peligro como: el antiguo Parlamento de Normandía, la ciudad de Albi, la ciudadela de Carcassonne y la catedral de Rouen. El gobierno de Macron y sus antecesores no han hecho nada por ellas. Santana ante esto hace una crítica. “Sólo se preserva lo que está de cara al turismo, pero el patrimonio mundial debería verse como el Amazonas. No se trata de cuidar a los árboles grandes, sino a todo el ecosistema. No se trata de cuidar solamente a las catedrales, sino a las ciudades antiguas que la rodean”.

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