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El hambre atormenta a quienes combaten el coronavirus en Venezuela

“Hemos tenido casos de trabajadores que se han desmayado durante sus labores, los atendemos y los llevamos al servicio de emergencia. Les preguntamos si padecen algún tipo de enfermedad, pero al final con mucha vergüenza, señalan que su dolencia es el hambre, que se sienten débiles, que tienen un constante dolor de cabeza", El Estímulo recoge testimonios del frente de combate al coronavirus,

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Desde hace varios años, los sindicatos que representan los trabajadores del sector  salud en Venezuela denuncian la crítica situación socioeconómica que atraviesan sus agremiados, por los bajos salarios que reciben. Hoy, la gran mayor de ellos recibe un salario mínimo de Bs. 400.000, lo que al cambio de esta semana corresponde a menos de un dólar $ 1, mensual. Ni de lejos esto les alcanza para comprar alimentos. La salud de estas personas dedicadas a cuidar la vida de los otros está afectada por esta situación. En general, presentan perdida peso padecen distintas enfermedades y condiciones, entre ellas desnutrición. Deben buscar dos y tres trabajos adicionales para sobrevivir.

Para ayudar con la nutrición de estos trabajadores, líderes sindicales  han activado un programa de donación de 1.000 almuerzos diarios, en ocho hospitales de Caracas, que no solucionan el problema, pero sirven un apoyo.

Niños con hambre

Wendy Vargas tiene 41 años de edad, es madre de dos hijas y abuela de un niño de 9 años. Trabaja como camarera en el hospital Oncológico Luis Razetti, ubicado en la parroquia San José, de Caracas

Dice que después de cumplir su horario en el hospital se traslada hasta un comercio en donde ayuda a la limpieza, para así ganar un poco más de dinero, que destina a la compra de comida.

“En el hospital tengo un salario mínimo de Bs. 400.000, de cuyo monto me descuentan la ley de política habitacional, el servicio funerario, la caja de ahorros y las cotizaciones para el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, IVSS. Ese dinero no me alcanza para hacer un mercado, ni siquiera para comprar medio cartón de huevos”, dijo Vargas.

Con ese dinero apenas se compra un kilo de harina de maíz.

Rodrigo Abd/ AP

Asegura que la situación más fuerte que le ha tocado vivir es no poder ofrecerle una buena alimentación a su nieto.

“He tenido días en que el niño me dice que tiene hambre y solo le he podido ofrecer un bollito sancochado (masa de harina de maíz hervida), sin ningún acompañante y de beber un vaso de agua. Me dice que no quiere eso, que tiene hambre, pero lo digo que no hay más nada para comer, mi nieto y ningún otro niño venezolano merece pasar esta situación”, señaló.

Dice que el pequeño, al igual que muchos niños de su comunidad y los hijos de sus compañeros de trabajo, ha dejado de consumir carne, leche y pescado, pues el salario no alcanza para pagar los altos precios de esos alimentos esenciales.

“Tomarse un vaso leche es un sueño, es un producto prohibido para nuestros niños, que tampoco pueden, ni siquiera, comer frutas. El cambur, que era el fruto más económico, ya tiene un costo de Bs. 200.000 por kilo, es decir la mitad de mi salario mensual”, explicó Vargas.

Wendy Vargas, sale de su casa todos los días a las seis de la mañana y regresa pasada las 10 de la noche, después de cumplir jornadas de trabajo entre  14 y 15 horas.

“Pero si llego a la casa y por suerte hay agua por las tuberías, debo pasar toda la noche lavando y almacenando líquido,  pues en mi comunidad, hay graves problemas con este servicio”.

Enfermos de hambre

Geraldinne Montilla, actualmente se encarga del departamento de recursos humanos del hospital Luis Razetti. Señala que ya es común que los trabajadores lleguen tarde y que pidan permiso para retirarse antes de culminar su horario establecido.

Explica que la mayoría de los trabajadores, para poder llegar al hospital y retirarse a sus hogares, deben caminar largos trechos, pues en la zona de San José hay graves problemas con el  trasporte público y nunca se logró concretar con las autoridades la ruta de la salud prometida del traslado del personal hasta el centro de salud, especialmente en estos tiempos de covid-19.

Además señala que, el pasaje mínimo se ubica entre los  20.000 y 30.000 bolívares, lo que significa una inversión diaria de 40.000 a 60.000 bolívares, cuando el salario diario de los trabajadores no llega a los Bs. 14.000 (no llega a un dólar por mes).

“Aquí hemos tenido casos de trabajadores que se han desmayado durante sus labores, los atendemos y los llevamos al servicio de emergencia. Les preguntamos si padecen algún tipo de enfermedad, pero al final con mucha vergüenza, señalan que su  dolencia es el hambre, que se sienten débiles, que tienen un constante dolor de cabeza,  que se vienen a cumplir su horario de trabajo, sin haber probado un bocado de comida, pues no tienen alimentos en sus casas o lo poco que tienen lo dejan para que se alimenten sus hijos”, señaló Motilla.

Dijo que, por otro lado la mayoría de los trabajadores han tenido que buscar otros empleos alternativos, en otros hospitales, con emprendimientos propios o en la economía informal,  para poder tener otra entrada de dinero “por lo cual  piden permiso para retirarse más temprano, después de haber cumplido con todas sus asignaciones”, dijo.

Estómago vacío

Ernesto Rodríguez ocupa el cargo de aseador en este hospital oncológico  y de camillero en otro centro de salud. “Tengo dos trabajos y aun así hay días en los cuales no tengo alimentos en la casa, me ha tocado venirme a la guardia con el estómago vacío, he perdido mucho peso y mi historia ya es común, es igual a la de mis otros compañeros”, asegura.

Señalan que en este y otros hospitales, los pacientes también sufren las embestidas de la crisis y que en muchas oportunidades solo les sirven arroz o pasta sola, que no representa la dieta que deben tener una persona enferma.

Sumidos en la desesperanza

Saraí Elingon es secretaria desde hace 14 años en este centro de salud. Ella vive en el estado Vargas y dice que el salario que le pagan no le alcanza para cancelar los traslados, por lo cual de lunes a viernes se queda pernoctando en casa de unos familiares, en Caracas.

Señala que en el hospital todos los trabajadores se encuentran en crisis. Están sometidos a una constante violencia psicológica, que los mantiene sumidos en la desesperanza y preocupados en cómo poder resolver la alimentación diaria  de sus familias.

Donación de comida

En medio de tantas dificultades, un total de 90 trabajadores de este centro de salud desde hace dos semanas han comenzado a ser beneficiados con la donación de almuerzos, gracias a una alianza de los líderes sindicales de la Federación Nacional de Trabajadores de la Salud, Fetrasalud, con distintas organizaciones no gubernamentales.

Desde tempranas horas comienzan anotarse en una lista, en la oficina del sindicato y a partir de la una de la tarde hacen la cola para retirar la comida, respetando todos los protocolos de prevención contra el covid-19.

El menú del día es pasta con carne molida, servida en envases desechables, en buena proporción y caliente.

“La comida que he recibido durante estos días ha tenido muy buena sazón, con el salario que me pagan no podría darme el lujo de comprar este plato en un restaurante, en donde por lo menos debería pagar $1, igual al monto de mi salario mensual”, señala uno de los vigilantes mientras degusta su alimento.

Otros trabajadores prefieren guardar la comida, para compartirla en casa con su familia o llevársela a los niños para darle la cena.

Pablo Zambrano, secretario ejecutivo la Federación Nacional de Trabajadores de la Salud, Fetrasalud, acompañado de Luis Gómez y Mauro Zambrano, también líderes sindicales, indicaron que tomando en cuenta la grave situación que padecen los trabajadores ha sido activado este plan alimentario, gracias al cual hasta ahora donan 1.000 almuerzos diarios, en ocho hospitales de Caracas.

“Este es un programa que se lleva a cabo en alianza con la Organización No Gubernamental Alimentando la Solidaridad y con el apoyo del líder social, Roberto Patiño, que se ha dedicado a instalar comedores en sectores populares, para la atención de los niños en situación de vulnerabilidad”, dijo Zambrano.

Explicó que a través de Fetrasalud se llevó a cabo una encuesta en diferentes hospitales, para conocer la situación de los empleados. Encontraron que además de los problemas socioeconómicos, causados por los bajos salarios y la carencia de los equipos de bioseguridad para combatir el covid-19, hay un importante grupo de trabajadores con preocupantes síntomas de desnutrición y enfermedades ligadas a esta condición.

“Padecer de hambre es una grave situación que enfrentan nuestros trabajadores y sus familias, por lo cual presentamos un proyecto para colaborar con la donación de alimentos. En una primera etapa entregamos 700 almuerzos, en estos momentos estamos atendiendo a 1.000 trabajadores y nuestra meta es alcanzar la entrega de 1.500 almuerzos diarios”, dijo  Pablo Zambrano.

Una cucharada

Indicó que mientras el gobierno de Nicolás Maduro, anuncia la llegada de grandes lotes de ayuda humanitaria, en los centros de salud se agudiza la crisis por la falta de insumos, alimentos y equipos.

Luis Gómez, indico que por ahora son atendido 1.000 trabajadores distribuidos en los hospitales, Oncológico Luis Razetti, Hospital de Niños, Maternidad Concepción Palacios, Hospital general Dr. José Ignacio Baldó, mejor conocido como El Algodonal, Periférico de Catia, Dr. José Gregorio Hernández, el Hospital de Niños, Clínico Universitario y el Hospital Vargas.

“Hemos dado prioridad para el beneficio de la comida al personal obrero, que se encuentran en el nivel más bajo de la tabla salarial y que reciben el salario mínimo.”, dijo Gómez.

Aseguró que la misma situación de enfermedad, desmayos y desánimo entre los trabajadores, del hospital Luis Razetti, se vive en los demás centros de salud, tanto de Caracas como en el interior de país.

Por su parte Mauro Zambrano, señaló que aspiran aumentar la ayuda alimentaria a otros hospitales ubicados en toda Venezuela, para lo cual buscan realizar alianzas con otras ONG y empresarios privados, “las personas interesadas en apoyar nuestra iniciativa, pueden ubicar los representantes de Fetrasalud, en los distintos centros de salud, en donde se quiere desarrollar el proyecto, en beneficio de los trabajadores”, señaló.

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