Cine y TV

Diomedes Díaz, el asesino: la discusión que vuelve a incomodar a Colombia

Se estrenó en Netflix el documental que revisa la vía del cantante y en específico, su participación en el asesinato de una seguidora, Doris Adriana Niño. Este trabajo ha vuelto a abrir las heridas de un país que idolatra a Diomedes Díaz y le cuesta asimilar el feminicidio

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En Colombia, un cumpleaños no es cumpleaños hasta que se escucha salir de los parlantes: «¡Ay! Vamos a entonar una canción pa’ que cantemos«. El éxito de Tu Cumpleaños, es una pequeña muestra del impacto de Diomedes Díaz en la sociedad.

No importa la edad, el sexo o el estrato social, «ponéme una de Diomedes» es una de las fases que más se repiten en medio de una rumba. Hay algo de catártico en cada festejo en este país, como si se necesitara un toque dramático en medio del onomástico. Y ahí aparece el «Cacique de la Junta», porque eso contiene el rito del vallenato: una exorcización de las penas.

Desde el 30 de marzo, el cantante ha sonado más que nunca en las reuniones, pero como tema de discusión. Ese día se estrenó el documental «Diomedes: El ídolo, el misterio y la tragedia». La producción de Netflix no es novedosa, pero está muy bien hecha y consigue el objetivo: remover el pasado, recordarle al país que uno de sus «hijos» más queridos es un asesino.

Sobre la película, Netflix dice: «Este revelador documental relata la vida y carrera del cantante colombiano Diomedes Díaz, cuyo legado fue opacado al ser acusado de la muerte de una de sus fans». Realmente el legado del intérprete está ahí, saludable, en el corazón de sus seguidores, sobre todo mujeres. Lo que sí pasó, luego del suceso, fue que su salud se deterioró de manera acelerada, como si la pena y el remordimiento hubieran invadido cada célula de su cuerpo.

El valor del documental, entonces, no está en la revisión del caso ni en el análisis de la vida del artista. Lo más importante que consiguen los directores, Jaime Barbosa y Jorge Durán, es reflejar a esa sociedad machista, violenta y corrupta que propició el ascenso y el declive de Diomedes.

Es imposible no molestarse, entristecerse o asquearse por algunos comentarios que vemos frente a la cámara, como el de Rafael Santos, quien dice que su papá amaba tanto a las mujeres que las embarazaba. Cuesta digerir, también, las risas de Joaquín Guillén, amigo y mánager del artista, mientras narra varios episodios de misoginia e ilegalidad.

No obstante, «Diomedes: El ídolo, el misterio y la tragedia», también es una historia de tenacidad y valentía, aunque estos fragmentos queden opacados por la personalidad del cantante. Es admirable la labor de Rodrigo Niño, hermano de la joven asesinada. Fue él quien se encargó de cambiar la narrativa impuesta por el círculo del cantante: que Doris Adriana era prostituta y adicta a las drogas. Igual de clave el trabajo de la fiscalía, que logra desmontar pieza por pieza los argumentos de los abogados defensores.

Como Diego Armando Maradona, Diomedes es un producto de una época. Fue querido porque representó al pobre, al indígena, al marginal, que consigue el estrellato con esfuerzo y dedicación. Sus letras tenían una conexión profunda con el sentir del colombiano; el compositor registraba esa cotidianidad desapercibida por otros para hablar del despecho, la aparición de la primera canael destino del sueldo de cada jornalero.

Pero Diomedes termina arrastrado por el lado oscuro que ha retrasado el desarrollo de Colombia: las drogas y la corrupción. En uno de los episodios más surrealistas del documental, se cuenta cómo el cantautor evadió la justicia por años, siendo custodiado por paramilitares y guerrilleros. Parece una simple anécdota, sin embargo es revelador que dos grupos ideológicamente enfrentados sucumbieran a la popularidad y dinero de un prófugo.

Casi al mismo tiempo que se estrenó el documental del cantante colombiano, Netflix presentó «A British Horror History», la historia de Jimmy Savile, un DJ y estrella de televisión que se codeó con la realeza, recibió el titulo de Sir y murió a los 84 años. Fue enterrado con todos los honores como un héroe británico. Luego se supo que había abusado de niños, niñas y adultos. Según las denuncias, sus víctimas tenían entre 5 años y 50. Nunca fue llevado a juicio.

El caso de Savile pone en evidencia la necesidad no solo de escuchar a las víctimas, sino de revisar todo aquello que la fama parece comprar o venir con el paquete. Está claro que los protagonistas de los documentales son criminales, pero también hicieron felices a miles de personas. Eso devuelve la mirada al espectador.

Según la psicología, la idolatría es patológica mientras que lo sano es la admiración. Vale la pena tener eso en cuenta en estos días, porque pareciera que los grandes ídolos ya no son producto del éxito de la televisión, el cine y los conciertos, sino de las redes sociales. Eso nos plantea el gran reto, principalmente a los hombres que también somos padres. Además de revisarnos, debemos preguntarnos qué estamos haciendo para que estos episodios no se vuelvan a repetir. Sobre todo ahora que cualquier famoso está a un clic de cercanía.

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