Invasión en Ucrania

De Ucrania hasta Acarigua: la guerra encarecerá alimentos en Venezuela

La invasión no provocada, por parte de Putin contra Ucrania, desató una ola de respuestas económicas, comerciales y financieras sin precedentes de otras grandes potencias sobre Rusia. En este nuevo orden mundial, la guerra traerá más parálisis económica, crisis energética y más inflación, especialmente en alimentos. Países débiles y dependientes, como Venezuela, también pagarán su factura.

Alimentos Ucrania AFP
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Para los que creen que la guerra provocada por la invasión de Rusia en Ucrania es un asunto distante: en este mundo globalizado los precios mundiales de los alimentos redoblarán su marcha alcista de los últimos meses. Eso es una noticia muy seria para un país pobre como Venezuela, que depende demasiado de la comida importada y casi quebró su propia agricultura.

Además, Venezuela es uno de los 43 países del mundo que según la Organización Mundial para la Alimentación (FAO) requiere ayuda humanitaria externa y asistencia alimentaria.

En América y el Caribe comparte esa vulnerable condición con Haití.

«Cerca de 3,5 millones de venezolanos refugiados y migrantes están en necesidad de asistencia alimentaria en 2022», advierte el informe «Perspectivas de cosechas y situación alimentaria», difundo este martes 8 de marzo por la FAO.

Las proyecciones indican que en Venezuela, en 2022, la economía se va a contraer por noveno año consecutivo, aunque a una tasa menor, comparada con años anteriores», precisa el documento de emisión cuatrimestral.

Refugiados venezolanos

«El número de refugiados y migrantes venezolanos está estimado en 6,4 millones de personas (cerca del 22% de la población total del país). Están asentados principalmente en Colombia (1,84 millones); Perú (1,29 millones), Ecuador (509.000) y Chile (448.000)».

De los que están en Venezuela, el 27,4 % de la población, o cerca de 7,8 millones de personas está en condiciones de subalimentación, según la FAO y otras agencias como el Programa de Alimentos de la ONU.

Venezuela está entre los países con una «extendida pérdida de acceso a los alimentos».

Esta categoría aplica a naciones donde la mayor parte de la población no está en condiciones de procurarse alimentos en los mercados locales, dado su muy bajo nivel de ingresos, los excepcionalmente altos niveles de precios de la comida, o la dificultad para circular libremente dentro del territorio del país, explica el informe.

Pero, ante el acelerado drama de Ucrania el cuadro de Venezuela palidece y dejará de ser prioridad para el mundo. Además, será más caro y más difícil conseguir donantes para las víctimas del chavismo.

Mal momento

La guerra desatada por Vladimir Putin en Ucrania ya provoca una nueva crisis económica de escala mundial que repercutirá en países de economías más débiles y dependientes, como Venezuela.

Durante los años de la llamada revolución bolivariana, el país además afianzó su dependencia a los alimentos de origen  importado, desde los básicos como arroz y maíz, grasas, carnes y granos, hasta los manufacturados y procesados.

La estrategia de «soberanía alimentaria» del chavismo determinó confiscar y arruinar miles de propiedades agrícolas que eran productivas; establecer drásticos controles de precios y cambiarios; privilegiar las importaciones sobre la producción nacional, inclusive en rubros donde el país era competitivo. También significó desmantelar centrales azucareros; abandonar sistemas de riego; dejar a su suerte a los campesinos y productores agrícolas que son víctimas de la violencia criminal en el campo.

Esta hostil política interna hasta permite e incentiva que la propia Policía Nacional y la Guardia Nacional confisquen a los productores y comerciantes de manera arbitraria parte de las cosechas y alimentos en tránsito hacia las ciudades, según denuncias gremiales.

Crisis sobre crisis

La falta de inversión en vías de comunicación, infraestructura y servicios se unió a una crisis energética sostenida que significa menos disponibilidad de diésel para mover tractores o bombas de riego; menos y más cara gasolina para los camiones que sacan la producción desde las siembras, y hasta menos electricidad para sistemas refrigerados de conservación de alimentos.

Esta política del gobierno determinó que hoy Venezuela tiene la menor superficie sembrada de cereales desde el año 1983, cuando fueron 672.173 hectáreas.

Las últimas cifras disponibles de la FAO  indican que en 2020 se sembraron 580.000 hectáreas de cereales y la producción fue de 2,016 millones de toneladas (dos millones de toneladas).

Es la producción más baja desde el año 1992 (1,978 millones de toneladas) y desde 2017 (1,915 millones de toneladas).

No obstante, en 2021 los productores reportaron un ligero repunte en cosechas de algunos rubros, gracias a los precios internacionales que se pagan en zonas agrícolas como Acarigua, estado Portuguesa.

Pero la cosecha nacional sigue en mínimos históricos.

Venezuela, aunque nunca fue una potencia agrícola y pecuaria, al menos se las arreglaba para tener importantes volúmenes de producción en algunos rubros destacados.

Y llegó Chávez (y Maduro)

Entre los tres años del 2000 al 2002, cuando recién llegaba Hugo Chávez a barrer todas las estructuras del orden democrático, el valor promedio de la producción de alimentos por persona era de $220. Entre 2016 y 2018 cayó a solo $67 por persona. No hay datos de 2020 y 2021.

En contrapartida, lo gastado por Venezuela en importación de alimentos equivalió en 2020 al 15% de las exportaciones totales de mercancías del país.

Entre 2012 y 2014 cuando el país todavía era una potencia petrolera, la factura de comida fue de 13%.

«Entre 1999 y 2014, Venezuela recibió US$960.589 millones. Un promedio de US$56.500 millones anuales durante 17 años», explicaba en 2016 el economista Carlos Miguel Álvarez, de la consultora Ecoanalítica, a BBC Mundo.

El país pues, hizo cualquier otra cosa menos utilizar los recursos del petróleo para sembrar.

El demonio de la guerra

Hoy los mercados petroleros mundiales están sacudidos por un barril de crudo que toca $130 tras el bloqueo declarado por Biden a las importaciones desde Rusia.

El impacto en el mercado de alimentos llegará como una cascada.

Los precios de la energía elevan los costos de labrado de la tierra, almacenamiento, transporte terrestre , fletes marítimos y  manufactura de alimentos.

También se encarecen los fertilizantes derivados del gas natural, que ya se han vuelto caros y escasos en los mercados mundiales porque Rusia es uno de los principales productores y exportadores.

Graneros del mundo como Brasil dependen de los fertilizantes rusos.

Y Venezuela depende de Brasil pera abastecer buena parte de su mercado de alimentos de consumo final.

Datos del ministerio de Industria y Comercio Exterior de Brasil indican que en 2021 Venezuela importó desde allí productos por valor de $1.086 millones. De esa factura, el 18% fueron azúcares y melazas; 17% grasas y aceites vegetales;  11% «otros productos comestibles y preparaciones»; 8,5% cereales y harinas; 5% margarinas; 4,5% maíz, y 2% arroz.

Clientes pagarán más

Entre enero y febrero pasados estas compras a Brasil venían aceleradas, y habían subido 68% respecto a los dos primeros meses de 2021, hasta llegar a $189,6 millones.

«La guerra desatada en Ucrania ya es un conflicto mundial, por sus efectos económicos y políticos. En Brasil repercute en la posible privación de fertilizantes vitales para la agricultura, especialmente la de exportación», advierte un análisis de la agencia de prensa IPS.

Brasil es el mayor importador de fertilizantes del mundo y el cuarto mayor consumidor. Las importaciones responden por cerca de 85 % del consumo nacional de los tres insumos básicos para la siembra: potasio, urea y fosfato, según el Ministerio de Agricultura.

«La invasión militar de Rusia a Ucrania destapó el riesgo de esa abrumadora dependencia externa. Brasil puede quedar sin una cuarta parte de los fertilizantes que suele usar para mantenerse como el principal productor de soja, caña de azúcar y café, si se prolonga la guerra», explica Mario Osava, de IPS.

Perspectivas ya malas

El más reciente  informe de la FAO no incorpora el impacto de la guerra en los mercados mundiales de alimentos. Preveía un leve (0,9%) aumento en el comercio mundial de cereales hasta 484 millones de toneladas en esta campaña 2021/22.

Ucrania iba a responder por la venta de seis millones de toneladas de trigo y 16 millones de toneladas de maíz. Rusia por ocho millones de toneladas de trigo y 2,5 millones de maíz.

En Ucrania se esperaba una cosecha histórica de 40 millones de toneladas de maiz y 32 millones de trigo.

«Sin embargo, los daños significativos a la infraestructura, particularmente en puertos  y vías férreas, pueden doblegar la capacidad para exportar cargamentos de granos», advierte la FAO en su informe.

Alimentos ya en alza

El más reciente índice de precios de los alimentos de la FAO, del 4 de marzo con datos de febrero, es un preámbulo de lo que viene. Aunque ya había ocurrido la invasión de Putin, fue antes de la escalada de la guerra de resistencia en Ucrania y antes de la respuesta mundial contra la economía rusa.

Las sanciones de Occidente dejan por fuera los sectores de agricultura, alimentos y medicinas (en Europa la energía). Pero es previsible que habrá trastornos fuertes en la cadena mundial de suministros y en los sistemas financieros de pago de ese comercio.

Además, el propio Putin ordenó suspender exportaciones de fertilizantes rusos.

En febrero, ese índice de la FAO subió 3,9% respecto a enero y 20,7% por encima de los niveles de hace un año.

«El aumento de febrero se debió a los grandes incrementos de los subíndices de precios de los aceites vegetales y los productos lácteos. Los precios de los cereales y la carne también se incrementaron», señala el informe.

Ucrania, por cierto cubría la mitad del comercio mundial de aceite de girasol, que a su vez es el 14% del mercado global de aceites comestibles.

Cereales y el pan diario

En febrero, los precios mundiales de los principales cereales aumentaron en comparación a enero. Los del trigo en 2,1 %, «debido a incertidumbres sobre los suministros desde Ucrania y Rusia, dos de los principales exportadores».

Los precios mundiales del maíz se incrementaron un 5,1 %, por una combinación de preocupaciones sobre los cultivos en Argentina y Brasil, el aumento de los precios del trigo y la incertidumbre en relación con las exportaciones de maíz de Ucrania, uno de los principales exportadores, señala la FAO.

Un panadero en El Menzah, Túnez. La invasión rusa sobre Ucrania puede significar menos pan en las mesas de Egipto, Líbano, Yemen y cualquier parte en el mundo árabe, donde millones ya luchan por sobrevivir. Este efecto se siente en todo el globo. Foto: FETHI BELAID / AFP.

Venezuela por cierto, con su herencia de la colonia italiana es uno de los grandes consumidores de trigo y derivados en América Latina. El maíz, especialmente el blanco, es el más usado para la arepa, el pan de cada día de las familias dentro y fuera del país.

El maiz amarillo sirve en todo el mundo para elaborar alimentos concentrados para animales. Esto hace previsible también fuertes aumentos en los precios del pollo, los huevos y la carne de cerdo, especialmente.

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