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Comité de Regularización FIFA: ¿el Mesías que esperábamos?

Carlos Domingues analiza lo que significa un Comité de Regularización de la FIFA actuando en la Federación Venezolana de Fútbol

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Es preocupante el escepticismo con el que hemos recibido la noticia de la creación de un comité de regularización para la Federación Venezolana de Fútbol por parte de la FIFA. Razonable, creo yo, porque por más necesidad real y evidente que pueda existir de tener que ordenar la casa, todo lo que obedece a cambios y transformaciones en el seno del ente que rige el fútbol en Venezuela, parece una tarea imposible, utópica y cuando menos, titánica.

Los antecedentes, el manejo histórico que han tenido otras federaciones con comités similares e incluso algunos nombres que han sonado para conformar ésta instancia en nuestro país han generado poca expectación, pero creo necesario elevar una señal que encuentre en ella una luz en la oscuridad de este túnel llamado FVF (sin entrar en análisis esperanzadores o lo que muchos llaman “venta de humo”).

Primero es preciso recordar cuáles son las funciones asignadas para este comité de regularización, cuyos miembros no se han oficializado pero a todas luces indica que estará encabezado por el ex presidente de la FVF Laureano González. En líneas generales, son bastante amplias: gestionar la actividad diaria de la entidad, así como coordinar y realizar elecciones de todos los miembros y de un nuevo Consejo Directivo. Queda claro, además, que ninguno de los que conformen dicho comité de regularización podrá optar a cargos de elección en los comicios federativos.

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Ahora bien, el escepticismo tiene un asidero explicable. Decía recientemente Richard Páez en un foro promovido por una emisora radial, que es más fácil ser presidente de la República que de la FVF y no es para nada un chiste si usted revisa los estatutos del ente modificados en enero de este año bajo la regencia del fallecido Jesús Berardinelli. Las opciones presidenciables se estrecharon aún más y limitan a un muy pequeño grupo de optantes, como lo establece el artículo 69 de los estatutos. En resumidas cuentas, la persona debe ser o haber sido miembro del Consejo Directivo de la FVF, directivo de alguna asociación estatal o de sus clubes por un mínimo de ocho años y no ser directivo de un ente gubernamental, aparte de otras acepciones.

Entonces, entendido todo lo anterior, hay presuntos candidatos o personas con intenciones de aspirar a cargos presidenciables que no podrían optar. Solo una modificación estatutaria que flexibilice esos requerimientos sería el primer paso para abrir el espectro de personas externas a la FVF que quieran participar, pero ¿tendrá la voluntad el comité de regularización de impulsar dicha modificación?

Históricamente, y no solo en la FVF, sino en la mayoría de las entidades adscritas a la FIFA, quienes toman decisiones colegiadas acostumbran a cerrar las posibilidades de generar cambios que provengan del exterior a las federaciones. Es decir, en vez de abrir mecanismos de inclusión, permeabilizan al ente, tal cual podemos ver en dicha modificación hecha a los estatutos en enero de 2020 en cuanto a los requisitos para optar al cargo de presidente de la entidad.

Alguien muy cercano a la FVF me decía algo muy cierto: “Para poder hacer un cambio dentro de la FVF primero hay que hacerles entender la necesidad de cambios y eso solo puede hacerlo alguien que tenga un ratio de influencia en la Federación. El fútbol no se deja afectar por las críticas y la presión del mundo exterior, al contrario, se une más ante ellas”. ¿Cómo lograr esto?

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Sabemos claramente que el fútbol venezolano necesita un replanteamiento organizativo que permita adaptar su estructura a los nuevos tiempos. Eso sólo será posible si existe la voluntad de hacerlo y ése es el primer elemento clave: que haya voluntad de cambio, que quienes formen parte del comité de regularización promuevan las transformaciones necesarias, tanto estatutarias como de estructura. Sin embargo, no solo hace falta la voluntad, componente subjetivo pero vital para que haya un cambio real a partir de la intervención de la FIFA, oportunidad que me parece única para poder materializar los cambios que tanto se anhelan desde hace una buena cantidad de tiempo.

La segunda clave está en la progresividad de esos cambios. Asestar de entrada un solo golpe “bolchevique” que revolucione toda la estructura no será nada beneficioso porque la reacción desde adentro no será positiva, en el entendido que la comisión regularizadora no está autorizada para modificar nada sino proponer. El hacer entender la necesidad de transformar implica tiempo y solo bajo ese tenor se podrá recomponer la estructura de la FVF.

Y aquí interviene la tercera clave: la conciliación será el componente que permita hacer entender que hay espacio para todos en la democratización y descentralización necesaria en el ente federativo. En las estructuras con dependencia de la FIFA los “golpes de estado” no tienen lugar, por lo que se deben alcanzar acuerdos con las partes involucradas. Recordemos que los votantes siguen siendo los miembros de la estructura actual en Asamblea y sin su consentimiento ningún cambio será posible.

Es difícil. Muy difícil que una nueva FVF surja de inmediato a partir de la intervención de éste comité de regularización, pero es el momento único e inaplazable para que se comience a dar un vuelco al funcionamiento de una entidad que reclama una reconfiguración de todo. Lo sabemos todos los que de algún modo estamos involucrados.

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