Crónicas de Alberto Veloz

Clubes de Caracas, crisol de naciones

Caracas siempre ha cobijado a personas de todas partes del mundo que han hecho de esta ciudad su hogar. Metrópolis propicia para encuentros, tanto de nacionales como extranjeros, en esta tercera y última entrega descubriremos algunos clubes sociales que albergan sus costumbres y tradiciones

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portada alberto veloz

En la continuación de este largo pero entretenido recorrido por los clubes de Caracas, el escenario puede ser la montaña, el mar, una piscina, las canchas de tenis y de fútbol o el salón de baile, lugares donde se han tejido historias e intrigas que también pueden entretener.

El golf llegó a la montaña

A tan solo 16 kilómetros de Caracas se puede cambiar drásticamente de clima y respirar aire puro de montaña. Eso lo pensaron los propulsores del Junko Country Club, inaugurado en 1948.

La pelota de golf se suele esconder en la neblina y cuando el día está despejado, la maravillosa vista puede alcanzar las aguas del Caribe por su situación a 1.600 metros sobre el nivel del mar.

Se puede “temperar” unos días en su pequeño hotel, rodeado de una exuberante vegetación y disfrutar del aire puro y de todos los servicios del club con clima frío. Ideal para refugiarse en el bar al abrigo de una copa de brandy o un chocolate caliente.

El terruño en un club

A comienzos de la década de los 50, por iniciativa del entonces presidente Marcos Pérez Jiménez, se inauguraron varios centros sociales que representaban a los estados de Venezuela.

Se abrieron sedes regionales como las Casas Sucre, Yaracuy, Monagas, Guárico, el Centro Mérida o el Club Táchira, donde se reunían los coterráneos de pueblos y ciudades del país para socializar, hacer fiestas, jugar dominó o cualquier actividad que sirviera de excusa para intercambiar ideas y cuentos del terruño.

Pero indudablemente que de todos esos centros regionales destaca el Club Táchira por su audaz arquitectura en lo alto de Colinas de Bello Monte con una extraordinaria vista panorámica de Caracas, obra del ingeniero Eduardo Torroja y el arquitecto José Fructoso “Fruto” Vivas.

En 50 mil metros se proyectó el Club Táchira en un alarde arquitectónico en consonancia con la modernidad en que se convertía la ciudad en esa década.

El enorme techo es una vistosa concha forrada en madera que cubre un espacio de 60 por 40 metros cuadrados donde se realizan diversas actividades sociales y sirve como pista de baile, escenario de las orquestas Billo´s Caracas Boys y Los Melódicos que amenizaron muchos saraos, cosa que con el tiempo se ha ido desvaneciendo.

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Construcción del techo del Club Táchira, Colinas de Bello Monte, 1955

En el año 2005, el Club Táchira fue declarado Bien de Interés Cultural para la Nación por el Instituto de Patrimonio Cultural.

La edificación donde por muchos años funcionó la Casa Monagas, en la urbanización Las Acacias, es un edificio modernista obra de los arquitectos Martín Vegas y José Miguel Galia.

casa monagas
Club Casa Monagas, 1956. Las Acacias, Caracas

Lamentablemente fue expropiada y pasó a manos de la Alcaldía de Caracas.

La liga de las naciones

Los clubes de las comunidades extranjeras son el epicentro de la actividad de un importantísimo conglomerado de personas que han llegado “allende fronteras” para hacer de Venezuela su segunda patria y reencontrarse con sus connacionales para compartir intereses, costumbres, revivir tradiciones que por diversas causas tuvieron que dejar en sus países de origen.

España, Italia y Portugal dominan la escena caraqueña con varios centros donde convergen sus nacionales y amigos. Grandes edificaciones con las mejores instalaciones para que sus socios tengan un lugar de encuentro.

Euskal Etxea jaio da

En 1939 llegó a La Guaira el barco “Cuba” con los primeros 82 exiliados vascos por un acuerdo entre el Gobierno Vasco en el exilio y el de Venezuela.

Momento de gran emoción cuando fueron recibidos, en un país libre y con democracia plena, por Arturo Uslar Pietri, Director del Instituto de Colonización e Inmigración.

Allí comenzó la historia de la trabajadora y enérgica colonia vasca en el país. En 1941 fundaron el primer Euzko Etxea (Centro Vasco) de Cipreses a Velázquez, luego de Truco a Balconcito y el 14 de octubre de 1949 Monseñor Lucas Guillermo Castillo bendijo la primera piedra de la actual sede en El Paraíso, diseño del arquitecto Miguel Salvador, creador de la arquitectura neovasca de Caracas, representada en hermosas casas de Las Mercedes y El Rosal.

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Monseñor Lucas Castillo bendice la primera piedra del Centro Vasco en 1949

En el Centro Vasco funciona el frontón de pelota vasca más grande del país, el único donde se juega Cesta Punta o Jai Alai que significa Fiesta Alegre.

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Centro Vasco de Caracas

Dato curioso, el Jai Alai es el deporte con pelota más rápido que existe en el mundo, cuando la esférica alcanza casi 300 km. por hora en su recorrido.

El expresidente del Centro Vasco, Pedro Arriaga Aguirre es enfático cuando se le pregunta qué significa ese lugar para los vascos:

“Para nosotros es más que un club, es nuestra tierra vasca en Caracas, es nuestra casa”

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Vista aérea del Centro Vasco de Caracas

Canarios en la octava isla

El Hogar Canario Venezolano, desde el 23 de julio de 1970, pasó a ocupar la sede del Club Paraíso, hermosa casona estilo neohispano de principios del siglo pasado, que ha sido conservada en toda su integridad por los canarios, respetando este patrimonio arquitectónico y símbolo de esplendor de la sociedad caraqueña en una Venezuela próspera y pujante.

En los 28 mil metros que ocupa el Hogar Canario Venezolano se practican, desarrollan y divulgan los valores autóctonos canarios, a través de diversas actividades culturales, así como de las devociones marianas, muy importante en la cultura del archipiélago.

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Hogar Canario Venezolano

En sus instalaciones se celebra el Día de Canarias para conmemorar la constitución del primer Parlamento del archipiélago, ocasión para recuperar y conservar la gastronomía, vestimenta tradicional, danza y la música popular canaria.

Los nacidos en la octava isla, Venezuela, agradecemos profundamente a nuestros hermanos canarios que han sabido preservar y respetar la estructura del antiguo Club Paraíso, joya arquitectónica y recuerdo imborrable para quienes disfrutamos parte de nuestras vidas en sus instalaciones.

Lea también: El club social: un alto en la cotidianidad donde se fraguan historias

Allende Galicia

La Hermandad Gallega comenzó a funcionar en el antiguo Club Casablanca el 12 de octubre de 1961, pero sus inicios como lugar de reunión fue en el Centro Gallego, en El Paraíso en el año 1954, que a su vez sustituyó la sede de El Conde.

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Hermandad Gallega en su primera sede en El Paraíso

A partir de 1960 el Lar Gallego, la Casa de Galicia y el Centro Gallego se unieron para formar la actual Hermandad Gallega.

Ubicado en el cruce de las avenidas principal de Maripérez con Andrés Bello, sus socios lo han ido transformando para hacer de este centro un lugar de encuentro de la comunidad gallega allende Galicia.

Pero entre sus paredes la Hermandad Gallega esconde un secreto y un tesoro. Todavía se conservan algunas partes de la casa original de tierra pisada que fue de doña María Pérez, de allí viene el nombre del sector Maripérez.

Se pueden observar paredes de 60 centímetros. de espesor y el techo acristalado del siglo XIX que cubre el patio de lo que fue la casa de esta rica matrona, dueña de inmensas haciendas de cacao y mujer altamente devota, altruista y caritativa.

El abuelo es una hermosa canción compuesta por Alberto Cortez que retrata la migración gallega. Escuchemos a Mirla Castellanos en esta regia interpretación.

Neix el Centre Català de Caracas

El Centre Català fue fundado el 14 de abril de 1945 por inmigrantes catalanes establecidos en Venezuela desde la época de Juan Vicente Gómez, pero el núcleo promotor fue un grupo de exiliados políticos llegados a Venezuela desde el triunfo del franquismo en España.

Su primer presidente Augusto Pi Suñer, junto a Pedro Grases, Pablo Vila y Marco Aurelio Vila entre otros, fueron destacadísimas personalidades que descollaron en Venezuela por el rol que desempeñaron desde sus profesiones.

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Centre Català de Caracas. Foto Carlos Reglá i Castillo

Desde la primera casa de Hoyo a Castán hasta la actual en Los Palos Grandes, ha tenido siete sedes. Su restaurante El Racó gozó de merecida fama por sus condumios, entre sus chefs estuvo el televisivo Ángel Lozano.

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Club Los Palos Grandes, hoy Centre Catalá. Postal Carlos Lachica de Caracas en retrospectiva II

La lucha antifranquista encontró en el Centre Català un colaborador para sus intereses. Una vez restablecida la democracia, el centro fue condecorado con la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya.

Un socio catalán, recién llegado de España en los años 50, no quería enviar cartas a sus familiares porque el domicilio donde vivía era entre las caraqueñas esquinas de Muerto a Miseria. Esa nomenclatura no la iban a entender en su pueblo y se preocuparían por su estado económico y de salud. Con el correr de los años y de su trabajo, este inmigrante se haría millonario.

La cultura catalana tiene su representación en una Coral, el Grupo Escénico y las danzas folklóricas Esbart Dansaire “Terra Nostra”.

Escuchemos a la Coral Dolca Catalunya del Centre Català de Caracas interpretando El romantón.

Principado de Asturias

El Centro Asturiano en la carretera Caracas–Baruta, es el lugar de encuentro de los paisanos de la reina Letizia.

El centro cuenta con piscinas, canchas de tenis, restaurante, grandes espacios abiertos y parque con senderismo donde se realizan campamentos vacacionales.

Dos organizaciones gigantes

Entre las comunidades extranjeras más importantes del país destacan la italiana y la portuguesa, amén de la española ya reseñada con varios centros sociales.

El Centro Italiano Venezolano, en Prados del Este y el Centro Portugués en Macaracuay, concentran y organizan en sus respectivas sedes múltiples actividades que le dan una activa vida social, cultural, filantrópica, gastronómica y especialmente deportiva.

Estas pujantes y laboriosas comunidades junto a la española, con su constancia en el trabajo y emprendimiento en negocios han sido pivote fundamental en todos los ámbitos de la formación de nuestra sociedad y por ende tienen un puesto muy bien ganado dentro de la conformación de Venezuela.

Forza Italia

La historia del Centro Italiano Venezolano tiene orígenes similares a los centros de las demás comunidades extranjeras como es la necesidad de un lugar donde encontrarse y recordar sus orígenes, pero también de integrarse y ofrecer sus aportes a la sociedad que los recibe.

Esa pasión original se mantiene, pero con el tiempo, el empuje económico y social, surgieron otras necesidades lo que dio espacio y lugar a construir un club de dimensiones y características de gran importancia.

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Centro Italiano Venezolano

En este sentido, el empresario Filippo Vagnoni, en su texto “La inmigración italiana en Venezuela: Legado de integración cultural de los ciudadanos del mundo”, señala:

“Sin lugar a dudas que el italiano inmigrante le debe mucho a Venezuela, pero es también indudable que Venezuela quedó marcada para siempre por la impronta de sus aportes y logros tanto en la vida cotidiana (gastronomía, vivienda, vialidad, alimentos), como en su presencia muy cualificada en centros educacionales de los diversos niveles, en el desarrollo del deporte (fútbol, ciclismo) así como en la fundación y mantenimiento de decenas de clubes de convivencia ítalo-venezolana”

Actualmente el Centro Italiano Venezolano ostenta una población de casi 22 mil miembros, que como socios tienen acceso a múltiples actividades, lo que constituye que esa sede ubicada en Prados del Este sea una pequeña ciudad para complacerlos a todos.

Este centro es una mega estructura altamente funcional que ofrece prácticamente de todo: restaurantes, cafeterías, biblioteca, iglesia, guardería, bodegón.

En deportes desde fútbol, natación, pilates, gimnasia olímpica, esgrima, taichí, tenis, maratón, voleibol, water polo, kung fu, yoga, bailoterapia, yudo, y billar.

Las actividades culturales se concentran en danza, teatro, artes plásticas, coro, música, idiomas italiano e inglés, corte y costura, biblioteca.

Así como en todos los países del mundo se puede encontrar a un italiano, en las principales ciudades de Venezuela, el Centro Italiano sirve de testimonio del paso de esa comunidad que no solo nos enseñó a comer pasta, sino que son responsables de la transformación del país.

Fados en Macaracuay

Otro lugar de encuentro, pero esta vez del pueblo lusitano, es la gran construcción del Centro Portugués en Macaracuay.

Los portugueses lo tuvieron claro desde el año 1958, cuando un grupo de empresarios decidió crear una asociación que diera una imagen de prestigio del pasado glorioso de casi nueve siglos de historia de su tierra, y que mantuviera vivas las costumbres de Portugal.

El proyecto comenzó en una pequeña casa de El Paraíso y escogieron el 10 de junio, Día de Portugal, fecha en que se conmemora la muerte del poeta Luis de Camoes, para iniciar el proyecto que hoy está consolidado en el Centro Portugués en Macaracuay, otra gran edificación donde converge y hace vida la comunidad lusitana.

Y siguiendo el rigor histórico, el 10 de junio de 1975 celebraron el Día de Portugal en la nueva sede, todavía en construcción para aquel momento.

Entre las múltiples actividades que desarrollan está la presentación de conciertos de fado, la voz del alma portuguesa, como es el caso de Iliana Goncalves y Andrea Imaginario, las máximas representantes de este canto en Venezuela.

Nuestra Señora de Fátima, patrona del país, preside la capilla del Centro Portugués donde también hay bowling con seis pistas, piscinas, gimnasio, fuente de soda, canchas de tenis, fútbol y bolas criollas.

Cursos de idiomas, canto, dibujo y pintura; ballet, teatro, flamenco, agrupación de gaitas, coral, grupos folklóricos infantiles y juveniles, clases de computación, de música e instrumentos, tareas dirigidas y servicio de enfermería son otras de las actividades del centro.

Diversidad de clubes

Un centro social pequeño, pero con una gastronomía exquisita es el Club Líbano Venezolano, en Prados del Este, donde se puede disfrutar de una amplia variedad de platos de la culinaria árabe-libanesa.

En la urbanización Alto Prado está el Caracas Racquet Club, donde los socios se especializan en la práctica de tenis en sus 12 canchas; dos para racquetball, una de squash y una de futsal. También cuentan con dos piscinas, gimnasio, sauna, vapor, pista de trote y demás actividades para el entretenimiento.

Para desarrollar sus talentos artísticos un grupo de aficionados al teatro fundaron en 1950 El Club del Pequeño Teatro de Caracas que luego se transformó en el Caracas Theater Club ubicado en San Román. Su actividad se amplió a la práctica del tenis con clases dictadas por instructores personalizados.

La gastronomía del Caracas Theater Club estaba dirigida a los socios norteamericanos, por lo que contrataron al chef Lee Hamilton. Tiempo después este cocinero decidió montar tienda aparte y fundó un restaurante con su nombre que dictó cátedra en el servicio y corte de carnes durante mucho tiempo.

Un club dirigido a los residentes de Santa Paula y zonas aledañas, es el Club Ejecutivo Social Santa Paula, creado el 20 de diciembre de 1976 por un grupo de empresarios interesados en fomentar las relaciones sociales y familiares.

El proyecto de la sede estuvo a cargo del arquitecto Harry Jagenberg y como casi todos los clubes de Caracas cuenta con piscina, canchas de tenis y demás actividades para la recreación. Fue el preferido por aquellas señoras agrupadas en asociaciones benéficas, por lo que la palabra ¡bingo! se escuchó muchas en muchas tardes.

El Magnum City Club es un complejo recreacional que intenta diferenciarse de los demás de su categoría ofreciendo servicios para complacer a todo el grupo familiar. Sus modernas instalaciones ubicadas en Los Campitos, están dotadas de alta tecnología ya que sus directivos quieren un servicio óptimo en todas las áreas.

Entre palmeras borrachas de sol

El clima de Litoral Central -mar, sol y palmeras- es idóneo para la recreación y el “dolce farniente”. Desde Chichiriviche de la Costa hasta los pueblos de Caruao y Chuspa, con más de 500 kilómetros de costas llenas de hermosas playas, varios clubes vacacionales y edificios residenciales con modalidad de centro social se han desarrollado durante muchos años.

En la década de los 50 se diseñaron y construyeron muchos de los clubes modernos vacacionales en esa franja del litoral central. La mayoría de esas edificaciones están en perfecto funcionamiento, a pesar del terremoto del 67 y el deslave del 99.

Arquitectos, ingenieros y empresarios de la talla de Federico Beckhoff, Julián Ferris, Juan Andrés Vegas, Diego Carbonell, Eduardo Robles Piquer, Juan Manuel Galia desarrollaron muchas construcciones que son sede de hermosos y funcionales clubes de playa todos con piscinas olímpicas o contorneadas, espacios abiertos, apartamentos amplios, marinas, cabañas individuales rodeadas de un paisajismo cónsono con el entorno.

Con respecto a estas construcciones a orilla de playa, el periodista Leopoldo Fontana Briceño nos comenta:

“Todos estos clubes tienen rompe olas de cemento y piedras que penetran decenas de metros dentro del mar, para amansar el muy azul pero bravo Caribe, y que sus aguas se tranquilicen en los muelles de sus yates y las playas de sus bañistas”.

El primero por su ubicación en dirección hacia el este es el Club Tanaguarena, fundado a principios de los años 40 por el empresario Bernardo Siso, quien diez años más tarde fundaría el Club Caraballeda.

El nombre le viene de un antiguo cacique de la zona y también se le dio a la urbanización. En los años 60 se construyeron las Residencias Tanaguarena, con acceso al balneario del club que tiene, por supuesto su playa con un malecón y servicio de comida en bohíos.

Laguna Beach, Bahía del Mar y Mansión Charaima, condominios playeros ubicados a la izquierda al entrar en Caraballeda, con apartamentos para vacacionar que funcionaban como club privado.

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Terror en Charaima

Mansión Charaima tuvo su historia en el terremoto del 29 de julio de 1967. Uno de los episodios de los muchos que se vivieron esa trágica noche, lo protagonizó la simpática relacionista pública Margot Domínguez Benavides, una de las artífices del certamen Miss Venezuela, en períodos pre-Osmel (Sousa).

clubes del litoral
Vista aérea de Laguna Beach y Mansión Charaima. En construcción se ve el Macuto Sheraton

Los pisos superiores del edificio, que según se especuló se añadieron sin permiso posteriormente a su construcción, cedieron al movimiento telúrico y Margot tuvo que ser rescatada a través de la fosa de los ascensores junto a su diminuta perrita. Una viga sobre su cabeza la protegió y se salvó de morir aplastada por los pisos superiores.

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Mansión Charaima, Caraballeda, Julio 1967

Margot Domínguez, socialité por excelencia de esa Caracas glamorosa, sempiternamente lucía exóticos y llamativos sombreros. En una ocasión un periodista le preguntó cuál era su sombrero favorito a lo que respondió: “Una viga de Mansión Charaima encima de mi cabeza que me salvó la vida”.

Está documentado que el día anterior al sismo, dos policías que hacían guardia en Caraballeda, con 24 horas de anticipación tuvieron la visión que se derrumbaba Mansión Charaima. Lo reportaron a su comando pero no les hicieron caso y hasta se burlaron de ellos. Al día siguiente, a las 8:05 de la noche se vinieron abajo los últimos tres pisos de esa construcción.

Puerto Azul y Playa Azul, ¿rivales?

Estos dos clubes limítrofes siempre han tenido una rivalidad soterrada   -no declarada, comentada puertas adentro- por tratar de ser el de más prestigio y exclusividad. Palabras más, palabras menos, ambos complacen las exigencias de sus socios, por lo tanto cumplen con su finalidad.

El Club Puerto Azul, fundado en 1954 por el empresario larense Daniel Camejo Octavio en los terrenos de la vieja hacienda Longa España, es el más grande de todos de todos los clubes del Litoral Central.

Puerto Azul ocupa una gran ensenada y tres edificios residenciales de 15 pisos con los nombres de las carabelas de Cristóbal Colón: La Pinta, La Niña y la Santa María.

Por supuesto tiene todas las instalaciones deportivas, culinarias, culturales y capilla para el bienestar y relax de sus miembros, que incluye una enorme playa Oceánica y Marina para las embarcaciones. Su emblemático faro domina parte de la escena playera.

Los jardines y caminerías fueron diseñados por el famoso arquitecto paisajista brasileño, Roberto Burle Marx, quien también proyectó el Parque del Este.

Las fiestas de carnaval siempre tuvieron fama. Contrataban a las orquestas de mayor prestigio del momento como la de Tito Rodríguez. Por cierto, la carátula de uno de sus long play lo ilustra su famosa piscina.

Club Puerto Azul
Tito Rodríguez en Puerto Azul

Escuchemos a Tito Rodríguez en Un domingo en Puerto Azul

Su vecino Playa Azul fue fundado en 1956 siguiendo el proyecto del arquitecto Julián Ferris. Playa Azul, similar a los demás clubes, tiene piscinas, playa privada, muelle y al final del malecón está el elegante restaurante El Pelícano.

En la cafetería todos piden en el desayuno arepitas dulces servidas por Héctor, el mesonero más antiguo, simpático y amable del club. Otro plato muy solicitado en la sopa del Viejo Pescador en el Bar K.

Los socios disponen de edificios residenciales, salones de juego, capilla y canchas para múltiples deportes.

En la llamada pista negra se celebran los bailes de Carnaval y Fin de Año con orquestas que animan hasta ver el sol en el horizonte caribeño. A esa hora los fiesteros se empatan con la parranda de las “frías” para sacarse la “curda”.

Por ser uno de los clubes más exclusivos del litoral central, el acceso a Playa Azul pende de la temible y terrible bola negra.

Es de antología el caso de dos importantes empresarios caraqueños a los que les fue negada la membresía. Después de mucho tiempo entre amenazas judiciales y desencuentros graves con la junta directiva, lograron su ascenso al otorgarles el codiciado carnet. Al final todos tan contentos.    

Caraballeda entre yates y golf

En los terrenos de Juan Díaz con casona colonial del siglo XVIII incluida, fue fundado uno de los clubes más hermosos del litoral: Caraballeda Yacht y Golf Club.

En 1950 Bernardo Siso y Carlos Heny compraron los terrenos de esta antigua hacienda para construir un club de playa. Los promotores le plantearon al afamado arquitecto norteamericano residenciado en Venezuela, Donald “Don” Hatch, derribar la casona colonial y en su lugar edificar un monumento al vidrio y al aire acondicionado, para seguir los patrones de la modernidad propios de esa época.

Alarmado por tan descabellada idea, Don Hatch se negó rotundamente a tocar la antigua casa y propuso su recuperación, adecuándola a las necesidades de lo que sería el club, dotándola de confort sin perder un ápice de su señorial estilo.

A los pies de la colina, junto a la torre del viejo trapiche de caña, se construyó la piscina con sus vestuarios. Y así, el Caraballeda Yacht y Golf Club tiene la sede más hermosa de todos los clubes de Venezuela.

Alrededor de sus campos de golf están las casas de la urbanización del mismo nombre. En la playa, junto al muelle para sus yates, está el edificio residencial para los socios, ese sí, moderno y de varios pisos.

Copacabana en Camurí

Quizá el más exclusivo de todos los clubes del Litoral Central sea el Club Camurí Grande fundado en 1958 en los terrenos de la hacienda Camurí al lado de Naiguatá.

Proyectado por los arquitectos Diego Carbonell, José Miguel Galia, Leopoldo Martínez Olavarría, Bernardo Nouel y Gustavo Legórburu, tiene un bar y restaurant alrededor de la piscina, cabañas y varios edificios residenciales. Amplias playas, el Pabellón Náutico y canchas para múltiples deportes.

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Club Camurí

La fiesta del Fin de Año se ha constituido en un hito social. Desde hace unos años algunas familias y socios cambiaron el esmoquin y traje largo de los bailes en el Country Club por un “dress code” casual-chic playero para lucir en el Club Camurí.

Una gigantesca fogata en medio de la playa es el centro de reunión, baile con orquestas y champaña fría para observar con deleite y admiración una auténtica lluvia de fuegos artificiales y figuras pirotécnicas, al estilo del fin de año en Copacabana, la internacionalmente famosa playa de Río de Janeiro.

Otros centros sociales como Playa Grande Yachting Club, Marina Grande y el Club Oricao de gran significación, en el lado oeste del litoral también dan vida social a ese sector y cuentan con confortables instalaciones similares a sus congéneres para el disfrute de sus socios.

Es digno de destacar que estos clubes para su funcionamiento y mantenimiento, proveen de fuentes de trabajo todo el año a los vecinos de Catia La Mar, Maiquetía, La Guaira, Macuto, Naiguatá y todas las demás poblaciones a su alrededor.

Corporativos y sindicales

Existe un grupo de clubes que fueron diseñados especialmente para el uso de un sector de la población como los empleados de las grandes corporaciones, miembros de sindicatos obreros y de empresas del Estado.

La mayoría de estos centros ya no existen porque sus empresas cerraron, se fueron del país o pasaron a otras administraciones y ya no funcionan como clubes sociales.

casa sindical de El Paraíso
Casa Sindical, avenida Santander, El Paraíso, 1955

Entre los que se recuerdan están los clubes de las empresas petroleras Creole y Shell. La edificación rectilínea de la Casa Sindical en la avenida Santander, en donde se escenificaron las fiestas de carnaval más animadas y multitudinarias. Actualmente es la sede del Incret.

fiesta casa sindical
Carnaval en la Casa Sindical

La Casa del Profesor Universitario, el Club de la Policía Metropolitana en la subida de la Cota 905 en El Paraíso. Club del Banco Obrero en Coche. Los clubes del Inos y Cantv, Club de Sub Oficiales de las Fuerzas Armadas. También existió en La Trinidad el Club Deportivo Germania.

La noche de anoche…

Un lugar de encuentros nocturnos, el muy privado Le Club, funcionó en el Centro Comercial Chacaíto, desde su inauguración a finales de los años 60, el primer centro comercial que tuvo la ciudad, llamado publicitariamente “el Corazón de Caracas”.

Le Club fue fundado por Oscar “El Catire” Fonseca Kolster, mundano socialité de la noche caraqueña y de otras latitudes.

Este night club de estricta y cerrada membresía no pudo superar su inmejorable ambiente que vivió por varios años en el sótano del Centro Comercial Chacaíto.

Por decadencia del mismo centro comercial se mudaron a la Torre Lara, luego al Centro Comercial San Ignacio, también sin mucha suerte, para finalizar sus rumbosos días en un rescoldo del Paseo Las Mercedes.

Leopoldo Fontana Briceño recuerda que “sus fiestas marcaron época, y ningún visitante de relevancia que viniera a Caracas, se iba sin haber sido invitado a Le Club por alguno de sus miembros”.

Por allí, de vez en cuando, aparece la foto de la princesa Margarita de Inglaterra, sonriente, entrando al desaparecido pero siempre recordado Le Club.

El club que nunca abrió

Corría el año 1998, época pre electoral en el país, con cambios políticos a la vista que muchos no querían ver, quizá por eso la vida social continuaba igual entre cocteles, fiestas, inauguraciones, congresos, shows, todo aderezado con mucho “cotilleo” político.

Entre ese ajetreo social, la plana mayor del consorcio The International Group of ClubCorp invitó a una recepción el jueves 26 de marzo de 1998 para “presentar en sociedad” el Caracas City Club en la plaza central del Centro Comercial San Ignacio.

Esa fiesta fue verdaderamente apoteósica, como diría un cronista social de la época, estaba “le tout Caracas”, lo que llamamos en el argot de los cronistas sociales, eso fue un “coctelazo” a todo dar.

caracas city club
Invitación Caracas City Club en marzo de 1998

Caracas City Club prometía ser un lugar de reunión altamente exclusivo, solo para socios que serían escogidos a lupa y luego de ser aceptados debían pagar su membresía, nada económica.

Caracas pasaría a formar parte de un círculo muy exclusivo de 200 ciudades que tienen clubes similares en todo el mundo y los nuevos socios podrían utilizar esas instalaciones en cualquier momento.

Este club nombró una Junta de Consejeros (Board of Governors) entre los que se incluyeron las personalidades más influyentes de la banca, comercio, sociedad, política, economía, cultura y demás actividades de relevancia en la vida social del país. En esa lista no se veían lo que hoy se conocen como enchufados o bolichicos.

Algunos de esos consejeros ya no viven en el país, como tampoco vivió el Caracas City Club ya que los directivos del The International Group of ClubCorp decidieron no abrir las puertas del club y devolvieron el dinero a los entusiasmados socios. Posiblemente consultaron con una adivina quien vio el futuro en su bola de cristal.

Créditos

Agradecimiento especial al periodista y cronista social Leopoldo Fontana Briceño por los datos aportados para la realización de la serie sobre los clubes sociales de Caracas.

Pedro Arriaga Aguirre, Euzko Etxea (Centro Vasco)

Carlos Reglá i Castillo, Centre Català

Eleazar López C. Crónicas de clubes sociales de Caracas

Fotografías:

Colección de Ricardo Rodríguez Boades

Caracas en retrospectiva II. Carlos Lachica

Así progresa un pueblo. Talleres gráficos Ilustraciones, S.A. 1956

Bibliografía

Varios autores. Italia y Venezuela: Inmigración y gastronomía. Fundavag Ediciones 2017

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