Literatura

Venezuela se traduce como tenacidad en Guadalajara

La presencia de editoriales vernáculas en una de las ferias del libro más importantes del mundo brinda respiro y esperanza ante la estrechez del negocio editorial local

Fotografías: Cortesía de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
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Dispuestos en ubicación privilegiada, en el pabellón de honor del país invitado, Portugal, en la recién concluida Feria del Libro de Guadalajara —la segunda más importante del mundo después de la de Francfort—, imantarían a narradores, conferencistas, investigadores, editores y público en general las obras de autores lusitanos hasta ahora inéditas en español publicadas por la editorial venezolana Bid&Co. Colección proveniente del país de las fracturas, el chito y la neolengua, sedujeron las novelas de José Luis Peixoto y Fernando Pessoa, de cuyo inagotable baúl siguen saliendo —como si de la chistera de un mago se tratara— también ensayos y cuentos suscritos por sus heterónimos o alguno de sus casi 160 autores ficticios.

Señuelo acertado —ningún libro de la editorial quedó frío—, impactaría también a los lectores de medio mundo en este inmenso festín de ene cuadras llaneras, la presentación, en el mismo espacio expositivo, de la reedición de la revista Orpheu, publicada por primera vez hace cien años bajo la codirección de Pessoa, cuyo contenido dadá sigue siendo vanguardista y revolucionario.

Hornada hecha a cuatro manos por Bid&Co y Portugal, se trata de una alianza estratégica que no solo acerca las letras lusitanas a América; por retruque, tal éxito es un abono que permite publicar obras no menos seductoras que de otra manera permanecerían en la fila de los anhelos en la escena internacional: las de autores vernáculos celebérrimos y emergentes. Por ejemplo José Antonio Ramos Sucre, cuyas obras completas —gracias a esta fórmula convenida para sortear el tsunami vernáculo de la carencia de papel y del alto costo de la tinta—, son ya novedad en los anaqueles, a la espera del inminente bautizo.

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FIL-cita2Edición revisada de manera exhaustiva por Alba Rosa Hernández Bossio, especialista en el autor cumanés, la obra tiene ese empaque característico de Bid&Co, de portada firme en tono ocre y con ventana redonda —“la poesía es un círculo perfecto”, dice Bernardo Infante Daboin, cabeza de la editorial— que deja entrever los guiños de arte al fondo.

“Una apuesta que nos satisface”, se anima Infante Daboin. “La grata experiencia mexicana y la persistencia venezolana tienen que ver ambas con nuestro tesón, en realidad el de todas las editoriales del país: nos estamos esforzando al máximo porque de alguna manera pendemos de un hilo”, acusa recibo. “Que nos mantengamos y hallamos participado en Guadalajara con estos libros fue entendido así: a cada conquista la precede un inmenso esfuerzo”, apunta quien añade que también estuvo en esta celebración de la palabra con sus exquisitas publicaciones la editorial venezolana Libros del Fuego. “Publicamos contra viento y marea, a veces con asociaciones, a veces afincándonos en otras latitudes, comprometidos, eso sí, con la palabra oportuna, reveladora, consagrada, y con lo que se está escribiendo”.

Desde el gusto por lo inédito o el afán de hacer memoria con la reedición, bien descubriendo el autor internacional o asumiendo a los grandes del patio, queda claro que las editoriales locales no cejan en el intento. Así como que la palabra hermosa emerge invicta. Allí está la poesía alzándose a la vista de todos. Ricardo Ramírez Requena, director de La Poeteca —nuevo templo, oasis, boya al que se va en peregrinación— asegura que no es cosa de ahora; que siempre la poesía venezolana se ha ubicado al frente. Comprometida.

FIL-cita1Pero no deja de sorprender, a propósito de las desalentadoras circunstancias, que los triunfos sean tan rotundos para los autores y los libros de manufactura criolla, reconocidos por su diseño. Venezuela balbucea auxilio y sus mandamases alargan el discurso como un chicle, lo rumian, lo escupen, hacen con las ideas un pegote con el cual pretenden taparear las carencias. Con las palabras a las que se les ha extraído el significado hasta dejarlas estériles.

Sin embargo, sapos y culebras mediante, vence la palabra cierta. Rafael Cadenas obtiene el reina Sofía en España y en la Universidad Católica de Caracas le dedican el Festival de la Lectura del Oeste y lo premian con la ovación de pie más sonora que darse pueda, un túnel de aplausos que lo acompaña hasta el podio donde el autor del verso ¿qué hace colgada de un fusil la palabra amor? habla de la importancia de cuidar la lengua, que es pensamiento. Y libertad.

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Victoria De Stefano es nombrado caballero de honor por el gobierno de Italia, que honra su trayectoria de narradora. Armando Rojas Guardia es publicado en Ecuador —una edición de ensueño que se bautiza en la librería caraqueña El Buscón— y Yolanda Pantin recibe honores y zalemas en lejanos escenarios.

“Pienso que no es apenas una reacción que busca el contrapeso o una maniobra de supervivencia, creo que la intención es seguir a la belleza que de manera natural se abre espacio, el que le corresponde”, da en el clavo Bernardo Infante Daboin.

Su palabra vaya adelante.

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