Política

“Vamos, Maduro”, el canto de los que no quieren a Guaidó

El 23 de enero la plaza O’Leary se llenó de color rojo. Seguidores de Nicolás Maduro marcharon desde distintos puntos de Caracas para jurarle, una vez más, su apoyo “incondicional”. Pero el gobernante no apareció allí. Sus acólitos debieron irse a Miraflores para aplaudirlo en “el balcón del pueblo”. Como sea, y desde sus diferentes posturas, los presentes estaban de acuerdo en una sola cosa: Juan Guaidó es un usurpador

FOTOGRAFÍAS: GUSTAVO VERA
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El nombre de Juan Guaidó entre simpatizantes del oficialismo es desconocido. Hacer mención del diputado es como hablar de alguien que no existe, una persona de la que jamás han escuchado. Así lo deja en evidencia Gloriyi Rodríguez, una empleada del área de administración del Saime. “¡Ni lo conozco!”, exclama negando con la cabeza.

Henry Torres tampoco sabe “quién es ese diablo”. Escuchó hace algunos días que le habían puesto los ganchos, pero nada más. Una noticia falsa. A él solo le interesa que el Gobierno, este año, “empiece a matar a todos los que estafan o por lo menos den permiso para hacerlo nosotros” porque la ambición del mismo pueblo es la que tiene al país “jodido”, no Maduro.

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Pero no todos los chavistas que caminan atendiendo convocatorias del PSUV ignoran quién es el nuevo líder opositor. Algunos sí lo evocan rápidamente: es el joven que ahora busca “despojar” a Nicolás Maduro de la presidencia. “Él es el verdadero usurpador. Está presionado por Mike Pence y ese es el verdadero delito”, alega Héctor Gutiérrez, miembro de una cooperativa de seguridad de la Cantv. A sus 67 años sigue creyendo que el camino correcto es el socialismo que Chávez legó y por eso le juró este 23 de enero nuevamente su lealtad a la revolución.

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Para Juan Escalona, “Guaidó es un instrumento político de Estados Unidos para crear falsas expectativas”. El ingeniero lo responsabiliza de la supuesta xenofobia que actualmente hay en contra de los venezolanos porque es “producto de sus mentiras”. Es firme en su postura de que el varguense no es el líder que Venezuela necesita; por el contrario Nicolás Maduro sigue siendo el único político que tiene “la visión de hacer realidad el sueño de los pobres en Venezuela”. “Él no es el presidente del país, Maduro sí. Si ellos querían un presidente tenían que salir a votar el 20 de mayo”.

Ana de Salazar afirma que “si no estuvieron, si no participaron, no tienen derecho a protestar”. Para la abogada, Juan Guaidó no es más que “una mierda que no sirve”, un intento de abogado -aunque en realidad no lo es y nunca ha declarado serlo- que tomó una decisión equivocada. “El único presidente de la Asamblea es Henry Ramos Allup”, insiste la longeva de 78 años que asevera ser exguerrillera.

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Por eso y muchas cosas más, entre júbilo y música este 23 de enero los simpatizantes de Nicolás Maduro no dudaron en salir a las calles para darle su apoyo. Uno que no tendría, si no fuese porque el “líder supremo” así lo pidió. Esta vez, la convocatoria añadiría un nuevo punto de encuentro: la plaza Luis Brión, en Chacaíto, un lugar que por años ha sido escenario opositor, y de represión.

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A la altura de la avenida Francisco Solano, los integrantes de la comuna Artilleros de Chávez, integrada por 14 urbanismos de la Misión Vivienda y tres consejos comunales, ondean sus banderas. Ahí, Gregorio Bolívar gritaba sin cesar: “salí para defender el legado de Chávez, salí por el futuro de los niños, de mis hijos porque el chavismo es paz, unión, alegría. El que no quiere a sus hijos, no quiere a la patria”.

Ante las protestas suscitadas días anteriores, en donde el pueblo pedía la renuncia del mandatario por las carencias de servicios, comida y medicinas, Bolívar explica que la supuesta crisis la causan quienes adversan a la revolución. “Esto es culpa de la gente que no le importa nada. Le entregarían todo al Fondo Monetario Internacional. Aquí no estamos muriendo de hambre, la patria no se mide por el estómago”. Asevera que los manifestantes usan la excusa del hambre como un arma política, pero “es mentira, una ilusión, una fantasía que quieren exportar. Aquí estamos alegres”.

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Pese al gozo, el día nublado también escondía algunas caras largas. Gaudi Álvarez permanecía sentada fuera de su Misión Vivienda compartiendo, pero sin mucho alboroto. De entrada dice que salió a las calles “pa’ ve si vienen ecuatorianos y echarlos de Venezuela”. Al preguntarle por qué sigue apoyando a Nicolás Maduro, verdadera razón de la convocatoria, alega que se debe a un agradecimiento que data desde los tiempos de Chávez, por darle un apartamento. Sin embargo, sabe que la situación está dura y espera que este 2019 las cosas mejoren sino por sus nietos que “no vota más”.

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En pleno centro de Caracas, en las Torres de El Silencio, un gran número de motorizados se concentran. “Tenemos que salir a luchar. Lo apoyamos porque lo elegimos. A ese Guaidó, ¿quién lo eligió? Maduro fue el elegido”, declara Anibal Blaza, jefe de seguridad de la Fuerza Motorizada 27 de febrero, de Guarenas. Jimmy García, compañero de lucha, agrega que lo importante es que este 2019 el país mejore, tener más “apoyo económico y que se sigan rigiendo por la Constitución”. Además añade que el grupo está ahí para repudiar “los actos terroristas que desarrolla la derecha fascista”.

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De Guayana también llegan jóvenes a manifestar su respaldo. La juventud obrera protege “el legado” del comandante supremo. “Chávez nos idealizó y creemos en esto”, expresa Daniel Álvarez, coordinador estadal de la Jpsuv de Alcasa.

Una vez en los alrededores de la plaza O’leary la fiesta continúa. La samba se mezcla con el tambor, la salsa y la música llanera. Hay felicidad por todas partes. Las singulares escaleras de El Calvario sirven como gradas para los asistentes, los cuales se sientan y esperan la llegada del jefe de Estado. Pero en el lugar, diferentes grupos de personas miembros de instituciones públicas dicen presente. Conocer las razones por las que muchos de ellos están ahí es todo un misterio. Dudan al momento de ofrecer sus opiniones y señalan a un vocero encargado de dar las declaraciones. Aún así, nadie habla.

Bailando está Néstor Tovar, cultor e historiador. Mejor fecha para apoyar el proceso no pudo escogerse, según él, porque significa la consolidación de la revolución en un día que hace 61 años “se rompió con el egoísmo de los partidos y se unió el pueblo, aunque después nos traicionaron”.

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“Hoy celebramos la organización popular, y por eso esperamos la consolidación de la revolución y el compromiso del pueblo. Tenemos que tener conciencia del poder popular. Los dirigentes tienen que atender el pueblo, acabar con la burocracia y rescatar la idiosincrasia del venezolano”, manifiesta Tovar.

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La revolución está en peligro. Así lo expresan muchos seguidores del chavismo. Apuestan sus esperanzas en su hijo, Maduro, para que el proyecto socialista no caiga jamás. Alix Bolívar teme lo peor, por eso sale a la calle, porque lo quiere salvar. Es su deuda con el Estado porque el Gobierno le ha dado “de todo”.

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Vladimir Hernández, por su parte, apela a demostrar “de qué estamos hechos” los venezolanos. “Creemos en el ideario que nos dejó el comandante. En un pueblo que no volverá a ser tutelaje de nadie”. Asegura que cada uno de los presentes en aquella concentración están ahí de corazón, demostrando el amor a la revolución, y de manera voluntaria porque no son “marketing ni producto” de nadie.

Sin importar la lluvia que amenazaba con caer, la muchedumbre esperó, pero Nicolás nunca llegó. Su compañero Diosdado Cabello en tarima anunció que el mandatario los esperaba en el balcón del pueblo, en Miraflores. Desde ahí, Maduro anunció -tras conocerse la juramentación de Juan Guaidó- que en Venezuela “no se rinde nadie, aquí vamos a la carga, aquí vamos al combate, a la victoria de la paz, de la vida, de la democracia, a la victoria del futuro”.

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Por su parte, Diosdado Cabello pidió “en nombre de Chávez, que si algo le ocurre a alguno de nosotros, el que venga detrás que tome su bandera y siga adelante”, y llamó a los asistentes a hacer vigilia en Miraflores. Pese a que anunció que daría “instrucciones al PSUV” para que el pueblo se quedara frente al palacio, el apoyo al presidente Nicolás Maduro tenía hora de salida. La vigilia no ocurrió. En cambio, las calles se llenaron de pueblo, pero protestando en zonas pobres.

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