Sucesos

Policía sin patrulla, más ineficiente que nunca

Los malandros pueden estar mejor armados que los policías, y también trasladarse mejor. Las flotas de vehículos de los cuerpos de seguridad municipales y regionales se corresponden con el país: están en crisis. Falta de repuestos y dotaciones, ausencia de renovación y hasta gastos por mantenimiento soportados en los bolsillos de funcionarios hacen que la delincuencia les gane la carrera

Texto: Ketherine Ledo
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Sin patrullas no hay seguridad y sin ellas los policías difícilmente pueden hacer su trabajo. La crisis de escasez de repuestos, cauchos, baterías y vehículos, ha dejado a los cuerpos de seguridad del Estado prácticamente a pie.

Con flotas viejas y unidades destartaladas, los garantes de la seguridad se han convertido casi en mendigos para medio sostener los vehículos que deberían estar en óptimas condiciones para cumplir con una de las mayores demandas que tiene el pueblo venezolano: seguridad.
Aunque el Ejecutivo lance y relance nuevos planes de seguridad con los que promete erradicar a todos los delincuentes del país, cumplir con ellos y ejecutarlos como se necesita, se dificulta si no se dota a los policías de los implementos mínimos para hacer el trabajo.

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“¿Cómo se puede atender el clamor de los ciudadanos sino tenemos en qué salir a patrullar? ¿Cómo nos ve la sociedad cuando nos quedamos accidentados y andamos remolcando o empujando una patrulla? La culpa no es nuestra, pero pocos se detienen a pensar en esa realidad. Muchas cosas se escapan de nuestras manos y con esto no quiero decir que los policías son unos santos, pero muchas de los vicios y las cosas que pasan en la actualidad son circunstanciales de la realidad país que existe”.

La cita corresponde a Tonny Porras, ex director de la Policía Municipal de Valencia recientemente sustituido, quien cuenta que si la dotación y la flota estuviesen al día los resultados fuesen completamente diferentes y la población los vería de otra manera. Sostiene que, tal vez, los funcionarios tendrían una imagen menos negativa, que se ha construido, dice, porque es muy fácil criticar sin ponerse en los zapatos del otro.
En Poli-Valencia existe una partida emanada desde la Alcaldía que contempla un presupuesto. Allí hay que guiarse por una lista de precios fijados para repuestos y demás artículos de la dotación. Esos montos son fijos y se los come la inflación, por eso cuando reciben el dinero el monto que debería alcanzar para reparar 15 patrullas solo cubre el arreglo de tres. Las otras 12, quedan en veremos.

Hagamos una vaca

El sentido de pertenencia de los uniformados se monetiza. Muchos de ellos sacan de su propio bolsillo para mantener operativas las unidades radiopatrulleras. También los obliga a buscar la contribución de “amistades” y de comerciantes que hacen cuantiosas donaciones, que a corto plazo se convierten en compromisos y pases de factura que hay que homologar y que luego pasan a ser “vicios”.

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“Lamentablemente el funcionario se ve obligado a destinar parte de su sueldo en el mantenimiento de las unidades, pero es que si se espera por la asignación de la partida para realizar los mantenimientos correspondientes, entonces nos quedamos sin patrullas. Es una situación ruda que no solo afecta a la PM de Valencia, sino que la viven por igual en Poli-Carabobo, en la Guardia Nacional y en otros organismos de seguridad”, explica quien comandó el cuerpo policial hasta hace menos de una semana.

La Policía Municipal de Valencia cuenta con un parque automotor que supera las 40 unidades radiopatrulleras. Pero solo 15 están operativas y, de esas, solo 8 están destinadas al patrullaje por cuadrante. Las otras siete sirven para traslados, inteligencia y otras funciones propias de la institución.

Gasolina con autoservicio

Echar gasolina antes del viernes 19 de febrero, fecha en la que entró en vigencia el incremento del combustible venezolano, resultaba una tontería ya que el tanque de un vehículo podría ser llenado con poco menos de 7 bolívares. Pero después del anuncio presidencial la realidad cambió y eso afecta directamente el bolsillo de estos funcionarios, quienes asumen el costo del “full”.

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“En algún momento llegamos a manejar convenios con dueños de gasolineras pero, como la inflación se come el dinero, las personas quieren su plata de inmediato y para nadie es un secreto que hacer negocios con el sector público representa pagos retardados, por esto de que se manejan procesos muy burocráticos que retrasan todo. Por ende, esas estaciones de servicio ya no nos surten más y la gasolina corre por cuenta de los funcionarios”, relata el ex director quien pide tomar en cuenta que los vehículos policiales pasan entre 24 y 36 horas consecutivas encendidos haciendo el “patrullaje preventivo”.

Las normas internacionales en materia de seguridad, indican que la flota de automóviles destinados a brindar patrullaje y resguardo a la ciudadanía debe ser sustituida cada dos años, por razones sencillas: evitar posibles accidentes generados por fallas mecánicas producidas por el desgaste propio del vehículo y para aminorar costos a la institución por mantenimiento. Sin embargo, entre las patrullas de Poli-Valencia hay vehículos que datan del año 2001.

Una grúa, por favor

Con una flota desgastada y una institución que no tiene recursos, tener un plan B en caso de que la camioneta o carro decida un día no funcionar más, sería lo más adecuado. Pero la recomendación que puertas adentro de la comandancia se hace a los uniformados en Valencia es “resolver sobre la marcha”, si se quedan accidentados.

Para hacerlo, ni se toma en cuenta el servicio de auxilio vial que fue lanzado para los carabobeños en febrero de 2013 por el gobernador Francisco Ameliach, quien desplegó en el peaje La Entrada de Naguanagua todo un aparataje para los medios de comunicación para los que desfilaron más de 20 unidades. La promesa ese día fue que las grúas estarían permanentemente circulando para ayudar con traslados, y evitar que ocurriera un caso similar al de la actriz Mónica Spear. Pero de esas 20 grúas nunca se supo nunca nada más.

Por tanto, a los policías les toca contratar servicios privados, o remolcar las patrullas con sus propios carros (para ahorrarse un dinerito), y luego reparar lo que se haya dañado, para evitar que esa radiopatrulla termine, simplemente, arrumada junto a otras.

Un cangrejo en el Cicpc

La historia se repite como un disco rayado dentro de la policía científica, donde los funcionarios comenzaron a manejar patrullas después de 2010 pues, según relata un funcionario adscrito a la Brigada de Homicidios de la Base Los Caobos del estado Carabobo, antes de ese año todas las labores se veían obligados a realizarlas con sus vehículos particulares. ¿Las razones? Las desconoce y tampoco se ocupa por saberlas.

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En esa Base, solo tienen tres vehículos asignados, pero uno solo está operativo, a cargo del personal de guardia. Es el que se usa para acudir a un llamado por homicidio, por ejemplo, y hacer el primer levantamiento. Pero para el resto de la investigación y diligencias oficiales, los detectives deben guiar el volante de su automóvil particular.

Hasta ahora, el levantamiento de cadáveres se hacía con vehículos de las policías municipales correspondientes. Sin embargo, hace más de un año el Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf) entregó unidades furgonetas a las morgues del país para tal labor. En la morgue de Valencia, no obstante, los gastos por el mantenimiento y limpieza de los automóviles corren por cuenta de los trabajadores, aunque no haya una orden oficial que lo respalde.

Uno de esos empleados reveló, a cambio de resguardar su identidad, que la compra de gasolina y algún eventual choque son pagados por quien esté al momento al volante. Mientras que el cambio de aceite, cauchos, gasolina y cualquier otro requerimiento corre por sus cuentas. Allí se incluye el lavado del vehículo, incluyendo la cava donde se trasladan los cadáveres. Entre semana, explica, la lavan entre todos con la misma manguera con la que bañan a los difuntos; y una vez al mes se lleva a un autolavado donde deben cancelar al menos 3 mil bolívares para poder utilizar el hidrojet. Pero no en todos los comercios aceptan trabajar sobre esta unidad, ya que al abrir las compuertas traseras lo que se respira es putrefacción, sangre y otras sustancias que emanan de los cadáveres. Un olor para morirse.

Problema nacional

El pasado 5 de abril, el director presidente de la Policía del estado Miranda, comisario general Elisio Guzmán, ofreció su Memoria y Cuenta correspondiente al año 2015, acompañado de la directiva de la institución, consejos comunales del área metropolitana y directores de las policías municipales de Los Salias, El Hatillo y Sucre. Defendió su gestión y no dejó pasar la oportunidad para mencionar los problemas que tienen en cuanto a la dotación de unidades radiopatrulleras.

En este sentido, refirió que “la compra de vehículos ha sido muy difícil por la situación de país en la que nos encontramos” y recordó que la última dotación fue recibida en 2014, por lo que exhortó a las instituciones competentes a suministrar más equipos para mejorar el servicio policial. Además, comentó que el Gobierno Nacional debería contemplar la exoneración del pago de la gasolina a los cuerpos de seguridad como una manera de minimizar los gastos.

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En el caso de El Hatillo, el secretario de seguridad ciudadana, Einner Giulliani, dijo el 16 de abril que en esa localidad solo hay 12 patrullas operativas de 20 que tiene su parque automotor. «Cuando una de estas unidades es parada o se detiene por algún servicio, no tenemos cómo reponer la flota para poder seguir prestando el servicio».

En sus palabras, señaló que a la Policía de El Hatillo solo le fueron entregados vehículos cuando inició el plan «A toda vida Venezuela» en 2014. Aclaró que el Gobierno nacional tiene el monopolio para la venta o adquisición de rubros para los servicios policiales, y cuyos montos no son viables para los presupuestos que manejan las alcaldías.

En diciembre de 2015, el alcalde de Chacao Ramón Muchacho entregó 30 patrullas refaccionadas con ayuda de privados ante la ausencia de apoyo del Ejecutivo nacional, que no asigna unidades a Polichacao desde enero de 2014. “Se trabajó con talleres mecánicos de empresas privadas y se hizo la reparación de patrullas abandonadas por presentar choques frontales o motores fundidos”, informó el alcalde. Solo así lograron poner operativos los carros que, en otras circunstancias, quedarían estacionados en cementerios de patrullas, como los que se extienden por todo el país.

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