Cultura

Las salas de cine se van quedando vacías

En 2018 la caída en el número de asistencia fue de 33,95%. Si bien las películas más comerciales han estado en cartelera, el aumento del precio de los boletos ha hecho que el público cambie sus prioridades. Las cadenas exhibidoras han tenido que impulsar promociones para atraer al público

TEXTO: HUMBERTO SÁNCHEZ AMAYA (@HumbertoSanchez)
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Los números no mienten. El año pasado hubo menos butacas ocupadas en las salas de cine del país, carcomido por la hiperinflación que repercute en los bolsillos de la ciudadanía. Entre enero y diciembre de 2018 asistieron a las salas un total de 14.021.046, mientras que en el mismo período de 2017 la cifra fue de 21.226.361. La disminución de 7.205.315 representa una caída de 33,95%.

Los datos son los registrados por la Asociación de la Industria del Cine. La página del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía no publica estadísticas actualizadas desde 2016 y además está fuera de línea, no así sus redes sociales, como Twitter, en la que invitan a participar en actividades del chavismo y replican los mensajes de Nicolás Maduro.

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No es de extrañar la merma en las salas. Durante 2018 en Venezuela disminuyó la capacidad de compra del venezolano. Para el cierre del año la inflación acumulada fue de 1.698.488,2%, según datos de la Asamblea Nacional; mientras que en 2017, fue de 2.616%.

La semana del 11 de febrero de 2019 una entrada para ver La gran aventura Lego 2,en 2D, en el Sambil de Caracas, costaba entre 2.165 y 2.170 bolívares soberanos, dependiendo de la cadena exhibidora. En agosto del año pasado, por ejemplo, para comprar un boleto en alguna de las salas de ese centro comercial para ver Misión imposible: repercusión, también en 2D, los tickets oscilaban entre 51 y 73 bolívares. La inversión será mayor cuando una persona desee comprar cotufas. El combo individual sobrepasa los 6.000 bolívares y el dúo los 12.0000. En agosto de 2018, el primero tenía un valor de 74 bolívares, mientras el segundo 110 bolívares.

Vanessa Baldán ahora va al cine una vez cada cuatro meses. Espera con entusiasmo las historias de superhéroes, por las que está dispuesta a pagar un boleto. Recientemente fue a ver Spider-Man: Un nuevo universo. «Tiene que ser una película muy importante, que espere ansiosamente, como el año pasado con Avengers: Infinity War. De resto, las veo por Internet», afirma. cinecita4 Para Abdel Güerere, presidente de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas, las cifras son preocupantes. «Nos remontan a 2002. Es decir, hubo un retroceso de 16 años.

Entre 2011 y 2014 tuvimos en promedio 30 millones de espectadores cada año. Es un golpe fuerte porque el cine se basa en hábito, no es una necesidad, como alimentarse. Tomará décadas retomar el mismo número de espectadores», indica. Recuerda varios factores, además del económico, y menciona también la emigración y las nuevas plataformas, a la que acuden las personas ante la dificultad de comprar un ticket. “Claro, también hay que tomar en cuenta que en Venezuela la conexión a Internet tiene problemas y la compra de películas que no pagan derecho de autor ya no es tan barata” agrega Güerere, quien precisa que actualmente hay 386 salas digitales comerciales operativas en el país y 19 que no se han digitalizado.

“En 2018 cerraron 12 salas, pero el objetivo es mantener operativos los complejos como hasta ahora. Tanto en número como en calidad. Hay salas que todavía son de 35 mm. No las he sacado del roster a la espera de que adquieran equipos digitales. Salas operativas, desde nuestra perspectiva, son las que tienen un flujo constante de espectadores. Esas son las 386. Hay un conjunto de 35mm que están sobreviviendo por las proyecciones de video”, acota. Peliculas taquilleras

Cartelera y contexto

La disminución del número de espectadores en Venezuela no puede atribuirse a la falta de oferta. A Venezuela, salvo algunas excepciones, las distribuidoras siguen trayendo las películas que copan la cartelera internacional. Al país han llegado buena parte de los largometrajes que se han exhibido en la región. Incluso, los filmes con más espectadores en Venezuela son los mismos que encabezan la taquilla en lugares como Colombia, Argentina, México y Estados Unidos. De los 10 largometrajes más vistos en Venezuela durante 2018, cuatro estuvieron entre los 10 más taquilleros en Estados Unidos, tres se ubicaron en el listado de los 20 más exitosos de ese país, y los otros dos entre los 50 con mayor popularidad durante esos 12 meses.

También es cierto que desde 2017 no hay estrenos de filmes de 20th Century Fox. De esa casa, en 2018 las ausencias más lamentadas fueron las de Deadpool 2 y Bohemian Rhapsody, que ocuparon la sexta y décimo segunda posición, respectivamente, entre los 20 más taquilleros en Estados Unidos. De hecho, son los únicos de Fox en esa veintena. Tampoco hay mucha diferencia con los éxitos de taquilla de otros países de la región. En México, por ejemplo, cuatro de las películas más vistas allá también están entre las primeras cinco de Venezuela: Avengers: Infinity War, Los increíbles 2, Jurassic World: El reino caído y Pantera negra. Una situación similar se ve en Colombia, donde las cinco más vistas fueron Avengers: Infinity War, Los increíbles 2, La monja, Jurassic World: El reino caído y Pantera negra. cinecita3 Sin dudas, la hiperinflación ha sido un factor vapuleador en la caída de los espectadores en Venezuela, donde el descenso fue abrupto en comparación a mercados cercanos. En Colombia, con una inflación de 3,18%, hubo un aumento de 2,2% en el público, de 62,6 millones en 2017 a 64 millones en 2018. El crecimiento ha sido constante en ese país desde 2011, según indican las estadísticas publicadas. Por el contrario, en Argentina, que cerró 2018 con una inflación de 47,6%, hubo un descenso de 49,5 millones de entradas vendidas en 2017 a 46,4 millones en 2018.

México, con una inflación de 4,83%, experimentó un descenso después de casi 10 años de crecimiento. De 348 millones de boletos vendidos en 2017 a 332 millones, una caída de 9%. En Estados Unidos, que tuvo una inflación de 1,9%, el aumento fue de 1,23 millardos en 2017 a 1,30 millardos en 2018, de acuerdo con Box Office Mojo.

Estrategias de exhibidores

Alberto Carrasquero, vicepresidente de operaciones de Cines Unidos, considera que si bien la caída es motivo de preocupación, el sector del cine fue el menos afectado. «Quien no se preocupa, no está metido en el negocio. Lo que hemos visto, y nos han dicho nuestros asistentes, es que el cine sigue siendo el entretenimiento más accesible. Además, el año pasado tratamos de que fuera más asequible porque tomamos en cuenta la pérdida del poder adquisitivo de la población. Por eso hubo combos especiales con descuentos importantes, así como iniciativas como la butaca premiada. También ha habido alianzas, como la de Movistar, que terminó a finales de enero». Los clientes de esa empresa, por cambiarse de 3G a 4G, comprar una línea nueva o recargar, podían obtener una entrada a través de códigos de acceso. «Este año lo vemos con más optimismo. Llevaremos a cabo más actividades que permitirán a los invitados ir al cine», asevera Carrasquero, quien recuerda que incluso pudieron remodelar salas como las del Millennium, así como las de cines en San Cristóbal, Barquisimeto, Maracaibo y Puerto Ordaz. Peliculas no llegaron José Galarraga, director de contenido y programación de Cinex, coincide en que a pesar de la caída, el cine sigue siendo el entretenimiento más económico. “Cuando una familia evalúa una salida, sabe que ir a la playa, por ejemplo, implica un alto costo. Cuando se compara con el cine, se da cuenta que es más barato. Si le sumas las promociones y descuentos, todavía más. Es lo que hemos hecho en Cinex. En tiempos de hiperinflación, debes activar estas modalidades. Si aumentan los precios de taquilla, las promociones deben ser más frecuentes.

En estos momentos tenemos una promoción en alianza con Pepsi, KFC, Domino’s Pizza, que permite obtener un 50% en entrada con la compra de algunos productos de esas compañías». Beatriz Osuna está pendiente de esas promociones. Hace cuatro años solía ir, por lo menos, una vez a la semana al cine. Ahora, con menos frecuencia. Una o dos veces al mes. «Es un gasto que prefiero invertir en comida. Por eso, las aprovecho. Además, otra razón que influye es el horario. Me gusta ver las películas subtituladas, y el cine que tengo cerca, el de Los Próceres, proyecta en idioma original en las noches. Por la inseguridad, prefiero ir de día». cinecita2A pesar del contexto adverso, para los exhibidores aún hay ganancia. Dice Galarraga: «Todavía es negocio. No tiene la misma rentabilidad de antes, es cierto, pero lo mismo te dirá cualquier otro sector. Hay un esfuerzo además importante no solo en los exhibidores, sino en los distribuidores en traer las películas de forma simultánea al resto de los países». El año pasado, Cinex cerró el complejo de Concresa, uno de los más antiguos. «Sí, tenía siete salas, pero luego del proceso de digitalización, solo operaban tres pantallas». En contraste, inauguraron un espacio llamado CinexArt, en el centro comercial Tolón, dedicado exclusivamente a las películas de autor, alternativas y venezolanas. De hecho es una opción de bajo costo en Caracas. Una entrada para ver La mula de Clint Eastwood el martes 12 de febrero de 2019 a las 8:30 pm costaba 1.300 bolívares.

Abdel Güerere no se sorprende por la respuesta optimista de los ejecutivos de Cines Unidos y Cinex. «Una particularidad que tienen los cines venezolanos es que son empresas nacionales. En América Latina hay circuitos de origen extranjero, pero acá todas son venezolanos, con muchas décadas de operaciones y administradas por terceras generaciones de la misma familia. Factores que hacen que el vínculo sea mayor. No son capitales que vinieron solo a invertir, sino que existe el compromiso de hacer vida acá. Solo esperamos que cuando se recupere el país, también repercuta en los números. Cuando la gente pueda volver a los cines, regresará».

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Bernardo Rotundo, presidente de Gran Cine, lamenta el contexto en el que se desenvuelve la industria. “Es dañino porque pareciera que estuviéramos viviendo un nuevo esclavismo, porque trabajamos para alimentarnos”. Además, advierte sobre cómo repercutirá en la producción de películas venezolanas: “Si era complicado tener compañías de distribución independientes, las pocas que existen, han tenido la limitación de no poder repatriar el dinero. Eso ha impedido que lleguen películas como todas las que son nominadas al Oscar. Llega lo más comercial. Las expectativas son más difíciles, porque la disminución ha limitado el desarrollo al cine venezolano. Recordemos que hay un porcentaje de la venta de boletos que se destina por ley al financiamiento de producciones nacionales”.

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