Política

Electores en fuga, otro brazo débil de la oposición

La emigración venezolana aumenta, imparable. Las cifras, siempre extraoficiales y proyectadas, hablan de cómo la sociedad pierde gente y,también, electores. Cada pasaporte sellado pudiera ser un voto menos para la opción electoral que enfrenta al madurismo, más allá del 20 de mayo. La estimación de 4 millones de expatriados equivale al 20% del registro electoral "El éxodo no es como lo pintan, es mucho menor". Nicolás Maduro no da crédito a las cifras extraoficiales que hablan de un desplazamiento masivo de venezolanos fuera del territorio. Pero tampoco muestra registros de Estado que las desmientan. A su juicio, y producto de que “laboratorios mediáticos" han activado campañas de zozobra, "algunos venezolanos se han visto tentados a salir del país". Tentados, dijo el miércoles 14. "El venezolano que ama la patria de aquí no se va, así que el que se va no hace falta, por mí que se vayan todos esos bichos", soltó al día siguiente la ministra Iris Varela. Remató con una aspiración: "Ojalá que no regresen más nunca".

TEXTO: ALEXANDRA SUCRE Y VÍCTOR AMAYA | FOTOGRAFÍA: AP
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Varela enmarca a los emigrantes como opositores, y no le falta razón. Quienes marcan la milla y cruzan la frontera, por cualquiera de las formas disponibles, dejan atrás la desazón del socialismo del siglo XXI, pero también cargan consigo, en muchos casos, un sufragio contra Maduro que no se registrará. Miraflores lo sabe, y el Consejo Nacional Electoral también. Por eso en otras latitudes el voto no se facilita. Dentro del país, una cédula laminada incluso vencida sirve para sufragar. En el extranjero, se exige vigencia de documentos y, también, residencia legal en el país de acogida. Lo recordó la rectora Tania D’Amelio el 15 de febrero al explicar que es una previsión de Ley Orgánica de Procesos Electorales. El instrumento, que violaron al anunciar elecciones sin mostrar el cronograma electoral completo y en otras ocasiones, para esto sí se sigue a pies juntillas. cita electores 04 Luis Cubillán tiene 25 años, se fue en 2014 de vacaciones a Miami y no volvió. Una oportunidad de estudio que no podía rechazar se presentó en su camino, pero los problemas con el control cambiario le dieron un giro a su estancia. Optó por quedarse y pidió asilo político, que garantiza un permiso temporal mientras las autoridades evalúan el caso. El proceso puede tardar más de cuatro años hasta conseguir, si es admitido, una residencia legal. Entonces, no puede votar. Además, porque en esa ciudad el consulado venezolano -el que servía a la comunidad más grande de expatriados- fue cerrado por orden de Hugo Chávez en enero 2012, antes de su última reelección. Ahora Nicolás Maduro ha ordenado su reapertura, aunque el asunto no sea de un día para otro. En todo caso, Cubillán confía en poder lograr obtener sus papeles antes de las elecciones para así “tener en mi conciencia que yo estoy intentando lograr un cambio para Venezuela y que sepan que yo sí quiero que las cosas cambien”, aunque duda de que reconozcan un triunfo opositor. Unas cuantas millas más lejos se encuentra Andrea Gónzalez*, una psicóloga que en septiembre partió a Londres para empezar una vida desde cero. Llegó con nacionalidad portuguesa, y aún no está como residente legal en Londres. Trabaja en un restaurante de comida española mientras perfecciona su inglés. Se preocupa por su familia en Caracas, pero no por votación alguna. “Como sé que no los van a contar (los votos) y que igual van a perder, prefiero ir a trabajar y ganar mi dinero ese día”, suelta sobre el 22 de abril. Reconoce que el comentario puede escucharse “chimbo”, pero asegura que ella ya tiene “la lección aprendida”. cita electores 05 Fernando López lleva nueve años en Estados Unidos. Estudió un postgrado y se quedó trabajando «en lo mío»: finanzas. Casi una década más tarde, y con papeles vigentes desde hace un lustro, nunca ha cambiado su registro electoral. «Yo sigo votando en Caracas, en El Cementerio», desliza. La última vez que votó fue en 2012 cuando viajó «para marcar contra Chávez, pero eso ahora es imposible. Y además no valdría la pena, ni el gasto». Su voto, desde hace casi cinco años, queda ausente, engordando la abstención. Y no es el único. En 2012, 3.757.047 personas no participaron en los comicios presidenciales. La abstención fue pequeña: 19,44%, casi seis puntos menos que en procesos anteriores. En abril de 2013, cuando Maduro enfrentó a Capriles, el resultado mínimo que le dio la victoria ya mostraba una pequeña subida en la abstención: 3.844.734 ausencias. Dos años después, luego de las protestas de «La Salida» que marcaron 2014 y dejaron al menos 43 muertos, la escogencia de la nueva Asamblea Nacional, la votación más grande que ha tenido la oposición y su primera victoria contundente frente al chavismo se logró con menos votos. De hecho, 5.118.757 personas no se presentaron a sufragar. Y el número no ha parado de crecer. En octubre de 2017, luego de cuatro meses de protestas, más de 130 muertos en ellas y la instalación de la Asamblea Constituyente del madurismo, 7.046.108 personas no acudieron a votar en las regionales, casi 40% del electorado convocado (no incluye habitantes de Distrito Capital). En diciembre de ese año, las elecciones municipales terminaron con el registro más alto: 1 millón de personas no acudió. No se puede afirmar que tal ausentismo se deba solo a la emigración. Pero varias estimaciones apuntan a que un 20% de quienes integran el registro electoral venezolano están fuera del país. Según el Consejo Nacional Electoral, fuera del país apenas están habilitados unos 110 mil electores, de los más de 19 millones de todo el registro electoral (0,5%). Una cifra que languidece ante las estimaciones extraoficiales de cuántos se han ido demasiado. El 16 de julio de 2017, la consulta ciudadana de la oposición, que permitía votar tan solo con el pasaporte, convocó a 693.789 venezolanos fuera del país.

El registro se desangra

En el año 2011, Anitza Freitez, doctora en Demografía y, en aquel entonces, directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, publicó un trabajo sobre los índices migratorios de ciudadanos venezolanos en otras regiones del mundo. El proyecto contabilizó que entre el año 2005 y 2010, el “número de compatriotas que residen en el exterior pasó de 378 mil a 521 mil”, reseñó el diario El Universal. En 2015, el sociólogo Tomás Paéz, coordinador del estudio La Voz de la Diáspora, contabilizó un aproximado de un millón seiscientos mil venezolanos que habían decidido irse del país. Al cierre de 2017 el crecimiento es insólito. “La diáspora crece a un ritmo que debe ajustarse los números rápidamente y el seguimiento se hace casi a diario. De acuerdo a nuestros datos, la diáspora ha crecido un millón doscientas mil personas”, informa Páez, en base a las indagaciones enfocadas en 92 países y más de 120 ciudades. Es decir, en dos años el número de expatriados alcanza los 2,8 millones, el 14% del registro electoral. Un estudio del Laboratorio Internacional de Migraciones de la Universidad Simón Bolívar revela que tan sólo en 2017 unos 2,5 millones de venezolanos migraron, advierte que en 2018 la cifra pudiera crecer a 3,2 millones. Números que apuntan a la cifra más abultada, la de un estudio de la firma Consultores 21 que contabilizó el dato en base a familias que tienen alguno de sus miembros en otras fronteras: hay 4.091.717 de emigrantes, o 20% de los electores. Además, 29% de los encuestados afirman que sus familiares no regresarán. cita electores 02 Colombia, Estados Unidos y España encabezan los destinos de quienes han huido de los efectos de la revolución bolivariana. 500 mil, 350 mil y 250 mil migrantes, respectivamente, han ingresado a esas fronteras. Son cálculos mínimos que resultan de consultar registros de Migración Colombia, Pew Reasearch Center, Acnur y el Observatorio de la Diáspora Venezolana. Panamá, Ecuador, Italia, Argentina, México, Perú y Chile completan la lista de números más abultados. Pero las colonias se configuran hasta en los destinos más inusuales. Los venezolanos se desparraman. En Colombia, por ejemplo, se calcula que ingresan 35 mil personas a diario. En todos los casos, se presume que se trata de un subregistro pues muchos viajeros con doble nacionalidad, pasan las oficinas de migración como nacionales de esos países. Otros, con papeles de turistas, entran a los destinos y no siempre regularizan su situación. Así pasa también con los más de 100 mil solicitantes de asilo, principalmente en EEUU y España, que quedan legalmente «en un limbo» hasta resolverse su estatus. Y faltaría por contar quienes se marcharon antes de la cita del 20 de mayo. «El porcentaje de residentes que están haciendo trámites para emigrar subió de 12% en 2015 a 35% en 2017», confirma Luis Vicente León, citando un estudio de su encuestadora Datanálisis. Tomás Páez admite que si se tomara en cuenta los votos de todos aquellos venezolanos que han emigrado, el cambio de un sistema de gobierno sería inminente y tangible. “La diáspora está conformada también por gente que estuvo apoyando al gobierno, pero que se dio cuenta que el llegamos al desmadre, que la situación de Venezuela es de crisis humanitaria, que las imágenes no son falsas, y eso será más grave. Si el 80% de la población rechaza al gobierno, obviamente en el perfil de la gente que se ha ido hay quienes fueron opositores y gente que estuvo con el gobierno, pero que hoy también lo rechaza”, expone. No deja de ser curioso que hasta un portal gobiernero, Misión Verdad, estudie el fenómeno de la «abreviación» del voto opositor con base a la huida de ciudadanos.

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Nada fácil

Para un venezolano poder participar en los comicios desde el exterior, debe estar registrado en el consulado de la ciudad donde reside, ser mayor de edad, tener su cédula de identidad laminada vigente o caducada, estatus legal de residencia, y pasaporte vigente -otro drama. Sin embargo, un estudio realizado por la ONG Voto Joven, afirma que de 40 consulados estudiados en distintas ciudades del mundo, 30 de ellos no permitían realizar la actualización de registro electoral; y los restantes -Madrid, Miami, Santiago de Chile, Bogotá, Lima, San José de Costa Rica, Brasilia, Buenos Aires, Quito y La Asunción-, pese a estar operativos tampoco brindaban la posibilidad de actualizar los datos del CNE. De hecho, en los últimos cinco años el registro electoral en el exterior apenas aumentó en 5.000 personas. El gobierno de Venezuela tiene representaciones diplomáticas en 85 países (125 delegaciones en total) De éstos, solo cinco consulados (4%) realizan sistemáticamente los trámites que permiten la inscripción de nuevos electores o el cambio de centro de votación a una representación diplomática, según publicó el Diario Las Américas. Ahora, se ordenó mantener abierto el registro en el extranjero hasta el 25 de febrero, justo cuando la desconfianza en el sistema puede más. «Eso es puro cuento, igual van a poner a ganar a Maduro», dice Carlos Villegas desde México. «Es para hacer creer que todo es transparente. La trampa está más que montada. Y los políticos haciéndole el juego», replica Beatriz Gámez desde Houston. Sebastián Soledad reside en Buenos Aires desde hace más de un año. Tiene residencia legal y quiere sufragar el 22 de abril. “Estoy a la espera de poder hacer el registro electoral aquí. Las embajadas de Venezuela causan problemas en vez de dar resultados. Espero que dé el tiempo para poder hacer el registro y salir a votar”. Y aunque apenas empieza a correr el segundo mes del año, las despedidas en Maiquetía no cesan. Maoli Parra tiene 24 años. Terminó su carrera en julio de 2017 y esperaba desvestirse la toga y el birrete antes de partir, pero sus planes se aceleraron y tenía boleto aéreo para finales de abril. El anuncio de unas elecciones presidenciales adelantadas lo cambió todo. “Me voy antes porque me preocupa el ambiente social que pueda estar al momento de las elecciones y también para evitar posibles medidas del Gobierno que compliquen o dificulten aún más mi salida del país”, acota. No podrá votar, aunque quiera, convencida de que “la abstención solo es perjudicial”. Su vuelo despegará el 4 de marzo. En Maiquetía dejará a su familia, sus amigos y su derecho a no dejar “que sean otros quienes decidan el futuro del país”.   *Nombres cambiados a petición de la fuente

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