Opinión

Chavismo dinamitó el puente electoral como salida a la crisis

Lo que viene ahora, en Venezuela, será la realización de unas elecciones parlamentarias que en definitiva buscan poner fin al rol que ejerce Juan Guaidó, que en su condición de presidente del legislativo venezolano es reconocido como “presidente interino” por decenas de países

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Ha quedado hecha trizas la posibilidad, la última para un sector de la población, de que hubiese una salida electoral, democrática y pacífica a la crisis venezolana. El chavismo prepara unas elecciones a su medida para tomar control, finalmente, de la Asamblea Nacional, el último poder público legítimo a los ojos de la comunidad internacional.

Una seguidilla de decisiones ha dejado claro que habrá unas votaciones en breve en Venezuela, en diciembre. Esto ocurrirá aún a pesar de la pandemia del coronavirus, se harán sin la participación de los actores legítimos de la oposición, y tendrán lugar pese a que los resultados de tales elecciones no serán reconocidos por la mayoría de países occidentales (América y Europa).

La designación de la directiva del Consejo Nacional Electoral, por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), en Venezuela, la intervención de los partidos políticos vía judicial para imponer nuevas “autoridades” y las decisiones, tal como ésta de aumentar sin ton ni son el número de diputados, ha cerrado en Venezuela cualquier posibilidad de que haya una salida a la crisis a través de unas elecciones creíbles.

Pese a que en el seno de la Asamblea Nacional venía desarrollándose el proceso para escoger a los rectores del CNE, tal como lo establece la constitución vigente, el chavismo se alió con otro sector opositor no reconocido por la comunidad internacional y conformó una directiva electoral.

Acto seguido desde el TSJ no sólo se designó una nueva directiva del ente electoral, sino que también se le dio amplios atributos para dejar sin efecto una serie de normas previstas en la ley y en la Constitución. La primera medida del nuevo CNE ha sido aumentar de forma sustancial el número de diputados.

Coincido con lo que han señalado otros analistas, el chavismo ha venido dinamitando las salidas electorales. Lo viene haciendo desde que impuso la Asamblea Nacional Constituyente en 2017, desde ese momento fue cerrando el puente para una salida electoral a la crisis.

En 2017 el chavismo llevó adelante la elección de la ANC y en mayo de 2018 realizó una cuestionada reelección de Nicolás Maduro. En ambos casos el chavismo optó por realizar votaciones sin las debidas garantías y sin la participación de factores democráticos de la oposición, que aún son mayoría en la Asamblea Nacional (Parlamento), el único poder legítimo en Venezuela, según casi 60 países de Occidente.

Lo que viene ahora, en Venezuela, será la realización de unas elecciones parlamentarias que en definitiva buscan poner fin al rol que ejerce Juan Guaidó, que en su condición de presidente del legislativo venezolano es reconocido como “presidente interino” por decenas de países.

Diversos voceros del chavismo, como el número dos del régimen, Diosdado Cabello, habían insistido desde inicios de año en que en este 2020 habría elecciones parlamentarias para recuperar el poder legislativo. Junto a esto, el chavismo descartó de plano realizar unas nuevas elecciones presidenciales como exige la comunidad internacional, especialmente los países europeos y la mayoría de americanos.

El nuevo CNE venezolano carece de legitimidad de origen, dado que no fue designado por el Parlamento como corresponde.

Las elecciones parlamentarias de diciembre no tendrán reconocimiento internacional, pero aún así, tal como hizo con la ANC y con la relección de Maduro, el chavismo avanza por el control total de los poderes. No está interesado en este momento en una discusión sobre la legitimidad, sino que se centra en el poder. Y fácticamente hoy en Venezuela el poder lo ejerce el chavismo.

Juan Guaidó y las fuerzas políticas que él representa, ante este escenario, tiene un desafío de realidad política. La idea de una continuidad de la actual directiva más allá de enero de 2021, o el establecimiento de un gobierno en el exilio, son escenarios poco realistas, para que sean los desencadenantes del cambio democrático.

Ya se sabe a qué cosas apuesta el gobierno. No hay claridad, aún, en los factores democráticos. Más allá de decir que no se prestarán a una farsa, y por tanto no acudirán a las votaciones de diciembre, se desconoce qué estrategia guiará la lucha política en los próximos meses.

Recientemente entrevistamos al analista Félix Seijas, director de la firma de opinión pública Delphos, y él nos señaló que, ante estas elecciones, el gobierno de Nicolás Maduro tiene serios desafíos de orden político, logístico y sanitario, esto último relacionado con la pandemia de COVID-19.

De acuerdo con Seijas, las elecciones parlamentarias tienen una complejidad logística y hay relativamente poco tiempo. Debe recordarse también que se perdió en un incendió alrededor del 80 por ciento de las máquinas electorales. Las elecciones legislativas, que tendrán en juego ahora 277 cargos y una diversidad de opciones para la selección, representará técnicamente un desafío.

Y tal vez el mayor desafío, éste de orden político, es que el chavismo querrá mostrar como competitivas a estas elecciones, pero al mismo tiempo deberá desestimular el voto opositor.

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