De temporada

Un conejo en la chistera

El del conejo que sale de la chistera es uno de los trucos que no por repetido y visto deja de ser de los más exitosos de cualquier prestidigitador. La verdad es que sacar un conejo de la chistera es una forma de arreglar las cosas cuando no hay más a mano

por caius apicius |Portada: Pexels
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De manera que imitaremos al siempre genial Jerry Lewis, en este caso en Tú, Kimi y yo, y apelaremos al truco del conejo… o, directamente, al conejo, que es un animalito que aunque no goce de prestigio culinario, es capaz de erigirse en protagonista de platos muy ricos.

Hay dos tipos de conejo: el que llamamos «de monte» y el casero. Para hacerse con el primero no hay más cáscaras que tirar de perro y escopeta e irse al monte. El segundo se cría en su corralito. En El bosque animado, Wenceslao Fernández Flórez hace decir a un conejo escapado de la ciudad que los conejos cautivos comen cosas que nunca imaginarían los que viven en libertad; es posible, pero no es lo mismo.

El conejo casero necesita más ayuda en la cocina; hay que ponerle algunas hierbas, como el tomillo. El conejo de monte tiene la cortesía de adobarse a sí mismo de forma natural, comiendo un montón de esas hierbas mientras trata de que no se lo coma a él algún zorro o algún hurón.

Hay recetas muy populares para el conejo: conejo con tomate, conejo al ajillo, arroz con conejo… Vamos a buscar algo un poco más complicado: un conejo con ciruelas y puré de castañas. Lo primero que tienen que procurarse es, claro, un conejo, mejor joven, como de algo menos de kilo y medio.

Corten en dados unos 200 gramos de panceta fresca y dórenlos en una cazuela con unas gotas de aceite; retírenlos con ayuda de una espumadera y resérvenlos. En la misma cazuela, y con la grasa resultante de la operación anterior, doren los trozos de conejo, en unión de dos cebollas pequeñas troceadas, durante siete minutos. En cuanto el conejo esté bien dorado, espolvoréenlo con una cucharadita de harina y dejen que ésta se dore también ligeramente. Añadan una copa de vino blanco, los dados de panceta y un ramito de hierbas aromáticas.

En cuanto alcance la ebullición, bajen el fuego y dejen que el contenido de la cazuela vaya cociendo a pequeños borbotones, con la tapa puesta; ha de estar así hasta que el conejo esté tierno.

Cuando la carne comience a ablandarse, añadan a la cazuela las ciruelas, tratadas como explicamos ahora: se trata de ciruelas pasas, que ustedes habrán deshuesado si son de las que traen hueso y que habrán tenido doce horas en remojo en una mezcla de agua y Armañac.

Falta el puré de castañas: cuezan medio kilo, escúrranlas, pélenlas y añádanles leche y azúcar. Después pasen todo ello por la licuadora, resérvenlo, llévenlo a ebullición, bajen el fuego, dejen hacer 30 minutos.

Finalmente, sirvan el puré con el conejo y las ciruelas. Ya ven qué bien viene siempre tener un conejo en la chistera.

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