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¿A qué sabe Macondo?

Bolitas de plátano rellenas de cangrejo, guiso de conejo con morcilla, dulce de leche o adobo para levitar como Remedios la Bella son algunas de las recetas que acercan Macondo al paladar de quienes visitan hoy la Feria Internacional del Libro de Bogotá, donde las letras y los ingredientes se dan la mano "Macondo se hubiera quedado incompleto sin la cocina" es la frase con la que recibe a los curiosos visitantes uno de los organizadores de "La cocina de Macondo", una peculiar iniciativa que se llevará a cabo hasta el domingo en el pabellón dedicado a la aldea imaginaria del nobel colombiano Gabriel García Márquez, que es el territorio invitado de honor de la feria. La acción transcurre en "La Gallera", un espacio circular donde entre murmullos de expectación ocupan sus asientos más de 150 personas que llevan una hora haciendo fila para comer como los personajes de "Cien años de soledad". El menú se va haciendo poco a poco en un pequeño espacio situado en el centro, donde el chef Alejandro Gutiérrez promete guiso escabechado de conejo con morcilla, en honor a los hechos descritos en el capítulo 7 de la obra, que lee el actor Julio Correal mientras los fogones se encienden. En la obra cumbre de García Márquez no hay recetas, pero sus páginas están impregnadas de ingredientes que inspiran a Gutiérrez, nostálgico al explicar por qué ideó este plato. "Cuando me invitaron a cocinar el primer elemento que se vino a la mente fue la muerte de José Arcadio, cómo una gota de su sangre hace un recorrido para avisar a Úrsula que ha muerto. Hoy cocinamos conejos como los que José Arcadio cazaba y morcilla tostada a la sartén poco para mostrar esa gota de sangre", afirma. Además, hay preparados aperitivos para que el público no solo vea, huela y escuche los vaivenes de los Buendía, sino que los vaya degustando poco a poco; en concreto, con tostadas con dulce de leche que el chef ofrece y advierte: "Ya verán por qué". Y el público va entendiendo que ese dulce de leche es el mismo que, como lee Corral, Úrsula llevó al coronel Aureliano Buendía cuando esperaba ser fusilado en la cárcel de Macondo, el antojo que "guardaba desde el día en que presintió" el regreso de su hijo. Las bandejas de aperitivos pasan por el público y se comparten, igual que el coronel lo hizo con los centinelas que no se atrevían a ejecutar la sentencia de muerte por temor a las represalias de la población. Además de este guiso, en "La Gallera" se prepararán hasta el domingo "animalitos de caramelo", "pescaditos de oro, ruibarbo y naranja para dejar de comer tierra" y un "adobo para la levitación macondiana con chips de malanga y cebollas curtidas". Y que no cunda el pánico, porque el que se quede con hambre puede repetir a la salida del pabellón en el "Restaurante de Úrsula", donde podrá degustar recetas inspiradas en la novela y el caribe colombiano que sus creadores, cocineros del Mini-Mal de Bogotá, comenzaron a idear hace cuatro meses, explicó la chef Antonuela Ariza. "Tenemos ponquecitos de rosas turcas, mousse de suero costeño con salsa de corozo, bolitas de plátano maduro rellenas de cangrejo, ceviche de pescado ahumado que todavía sigue siendo de comida callejera en Santa Marta", comenta al hacer un descanso en la trastienda. Como recuerda Ariza, en "Cien años de soledad" no hay recetas sino ingredientes, así que la imaginación es libre y bienvenida para que los ciudadanos propongan platos de su invención. La actividad "¿A qué sabe Macondo?" catalizó esta semana ese deseo culinario al proponer a fanáticos de la aldea imaginaria que aportasen ideas que incluyesen al menos cuatro de los dieciséis ingredientes que aparecen en la novela. Hasta 22.000 personas respondieron en Facebook al reto, en el que se alzó con la victoria "Ceviche Buendía en leche de coco acompañado con 'tajás' (rodajas) fritas de Úrsula y jugo de corozo macondiano", una receta a prueba de realismo mágico.

Texto Cynthia de Benito | Foto Leonardo Muñoz
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