Opinión

Aumenta el deterioro de la salud mental de los niños en Venezuela

“Estamos viendo un incremento en nuestro servicio de atención psicológica. Nos encontramos que casi el 40% de nuestros pacientes presentan alteración del estado de ánimo, es decir, cuadros que están relacionados con la ansiedad y la depresión y de los cuales cerca de 23% de ellos presenta (corren) algún tipo riesgo suicida”, dijo Abel Saraiba, coordinador adjunto de Cecodap, una organización encargada de la defensa de los derechos de los niños y adolescentes en Venezuela

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Los indicadores que miden el desarrollo infantil han retrocedido después de más de un año de pandemia. Unicef llama a colocar a los niños en el centro de los esfuerzos de la recuperación, pues considera que las cicatrices que los menores llevarán de la pandemia en los próximos años son inconfundibles, entre ellas la ansiedad y la depresión.

En una entrevista para En Progresivo, el psicólogo Abel Saraiba, coordinador adjunto de Cecodap, una organización que se encarga de la defensa de los derechos de los niños y adolescentes, explica que en el caso de Venezuela se observa un incremento en el deterioro de la salud mental de este grupo. 

“Estamos viendo un incremento en nuestro servicio de atención psicológica. Nos encontramos que casi el 40% de nuestros pacientes presentan alteración del estado de ánimo, es decir, cuadros que están relacionados con la ansiedad y la depresión y de los cuales cerca de 23% de ellos presenta (corren) algún tipo riesgo suicida”, detalló Saraiba. 

Estos datos surgen en momentos en que los hábitos de vida de los niños y adolescentes han cambiado. El traslado del colegio a casa, la separación de sus pares, la ausencia de actividades recreativas, la limitada interacción social, el aumento de la violencia intrafamiliar, incremento de la pobreza, entre otros factores reconocidos por la Unicef como agravantes en la salud emocional de los niños. 

Sin políticas de salud mental para niños 

En opinión de Saraiba “es una situación muy dura la que vive el país puesto que no hay una política pública de salud mental; y mucho menos una política de salud para niños y adolescentes. Las familias están sobrecargadas por una situación de emergencia sanitaria compleja, aunado a los efectos de la pandemia y esto hace que la situación sea muy cuesta arriba”.

Frente a la realidad que atraviesan los niños y los adolescentes, los padres debemos estar alertas ante los cambios que en sus conductas se pueden estar dando y no confundirlos con un “es que mi hijo está aburrido” o mi hijo “es un rebelde” cuando en realidad podemos estar frente a un caso de depresión infantil. 

La depresión en niños es un fenómeno que muchas veces pasa inadvertido, porque si bien comparte algunas señales con los adultos, hay otras que son distintas. El psicólogo Abel Saraiba explica que los cambios más notables tienen que ver con un estado de ánimo triste, tendencia a una mayor inhibición, puede haber presencia de llano fácil, el niño puede tener dificultad para dormir. 

De igual forma se pueden presentar comportamientos regresivos como: volver a chuparse el dedo o hacerse pipí en la cama. Una de las señales más distintivas, y que pasa inadvertida para muchos, es la irritabilidad. 

“No siempre en el caso de la depresión infantil se manifiesta a través de un estado de animo triste, sino que en niños puede presentarse como: rabia, irritabilidad,  problemas en el comportamiento que nos llevan a suponer que algo puede pasar”, comentó el experto. 

En la medida en que crecen los niños y avanzan hacia la adolescencia, se observan con mayor frecuencia la presencia de autolesiones; pueden aparecer tanto en niños como adolescentes pensamientos recurrentes sobre la muerte, inclusive el deseo de acabar con la propia vida. 

El psicólogo Saraiba indica que “estas son señales sobre las que tenemos que estar atentos. Es frecuente observar baja en el rendimiento académico, dificultad para concentrarse. Adicionalmente, otros de los comportamientos clásicos, en términos de un estado de animo depresivo, se relacionan con la resistencia a bañarse, cortarse el cabello, más allá de lo que podría considerarse moderadamente esperable en un niño o en un adolescente en términos regulares. Tenemos que estar allí atentos”, recalcó. 

Otra señal importante es si el niño deja de jugar: “generalmente, los papás prefieren a un niño que se quede quieto. El juego es una de las cosas más importantes de las que hacen los niños, y además, es uno de los recursos a través de los cuales procesan su realidad. Cuando el niño deja de jugar, esta tiene que ser una señal que nos llame poderosamente la atención porque quiere decir que de alguna manera su capacidad de procesar lo que le está pasando está afectada”. 

Detección a tiempo 

Si como padres identificamos alguna de estas señales, independientemente de su severidad, es importante explorar qué ha pasado en el entorno y en función de esa exploración plantearnos la necesidad de buscar ayuda profesional. 

Dependiendo de las características de lo que está ocurriendo, Abel Saraiba recomienda acudir inicialmente a un psicólogo. De observarse un cuadro que realmente suponga una amenaza a la integridad, su recomendación es la de acudir a un psiquiatra. Pero en cualquier caso, comenzando por un psicólogo o por un psiquiatra, ambos profesionales de la salud mental podrán orientar el curso de tratamiento del niño o del adolescente. 

El psicólogo recomienda no tener miedo a una posible medicación, pues, esta será manejada por un especialista. Además pide a los padres llevar la situación con inteligencia. “Si manejamos la información como un castigo o ‘te vamos a llevar donde el loquero’ o este tipo de mensajes, puede que el niño o el adolescente se resista. Es muy importante que el niño o el adolescente esté dispuesto a participar en un proceso terapéutico, de lo contrario vamos a encontrar que es sumamente cuesta arriba poder llevar adelante el proceso”. 

“El suicidio es algo que debemos tomar en serio. A veces nos dicen: ‘Es que lo que quiere es llamar la atención’. Bueno, pensemos en qué condiciones se está dando la comunicación como familia; si la forma de llamar la atención de nuestro hijo es a través de este tipo de comportamientos”, advierte Saraiba.

Cecodap detalla en su más reciente informe que los casos de suicidios de niños, niñas y adolescente en el país están en aumento desde 2017. Según la  investigación para 2019, los casos de suicidios de la infancia cerraron en 88. Para el primer semestre del año 2020, el Observatorio Venezolano de Violencia documentó 19 casos más.

Para promover la salud mental de nuestros niños y adolescentes, Abel Saraiba señala que es importante que los infantes puedan poner en palabras sus sentimientos, tener rutinas que ayuden a entender y reestructurar la realidad; y por otro lado,  desarrollar una profunda capacidad de respetar los sentimientos de otros. En este caso, no solo los nuestros como adultos; sino los de los niños y adolescentes. 

“Cada vez es más importante reconocer y dar espacios para que los niños puedan expresarlos, puedan abordar lo que les pasa, cómo se sienten y en ese sentido que podamos nosotros abrir lugar para ésto. Mientras un niño o adolescente pueda hablar de lo que le pasa, tenemos una mayor probabilidad de proteger su salud mental», señaló. 

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